Capítulo 23. El escape
Había llegado la época festiva favorita de muchas personas, en especial para los niños: la Navidad. La mansión fue decorada con adornos rojos, verdes y perlados por doquier. En el salón donde compartían, colocaron un árbol de diez pies de alto que entre todos habían decorado. Cada joven tuvo la oportunidad de crear su propio ornamento que le daría ese toque especial y familiar al mismo. El ornamento que Ayla diseñó fue uno muy especial para ella. Tomó una de las avellanas, que en ocasiones había como aperitivo en los banquetes, y con ayuda de Noah, la partieron por la mitad y la extrajeron, y que la joven se comió con mucho gusto. Colocó dentro un papelito que citaba «Mi familia es mi tesoro más grande. Te extraño mamá y mi deseo más profundo es volver a verte». Pegaron de nuevo ambas partes y la amarraron con un hilo de pescar que utilizaron para colgarlo del árbol.
Mientras tanto, el ornamento de Noah era una foto de sus papás quienes habían fallecido en un accidente automovilístico. Aprovechó para contarles a sus amigos que era huérfano desde los ocho años. Una noche, tanto él como sus padres iban de regreso a la casa cuando otro auto les impactó. A consecuencia, sus padres fallecieron y Noah estuvo en extremo cuidado en el hospital, a punto de morir. Por el gran impacto que tuvo en su cabeza, comenzó a tener convulsiones y fue diagnosticado con la condición de Epilepsia. Desde entonces, vivía con sus tíos. Su historia asombró a sus amigos.
El ornamento de Wendy era sencillo. Con la ayuda de sus amigos, creó una estrella y en el centro escribió «Todos brillamos». Sin embargo, el ornamento que más sorprendió fue el de Jayden quien creó una especie de flor de cuatro pétalos. Cada pétalo tenía un color diferente: azul, amarillo, morado y anaranjado. A todos les pareció curioso su ornamento y le obligaron a que explicara el mismo. Como era de esperarse, éste no tenía indicios de querer abordar sobre su diseño. Sin embargo, éstos lo presionaron hasta que el joven se rindió.
—Ya, para que me dejen en paz y tranquilidad —comenzó a contestar Jayden—. Cada pétalo de la flor nos representa más o menos a cada uno de nosotros. El azul, lo asocio con Noah, por sus brillantes ojos azules que tienen a Ayla hipnotizada.
—¡Oye, ni tanto! Están lindos sí y no soy la única que lo piensa. ¿Verdad Wendy? —preguntó ésta sin pensar. Noah miró de reojo a Ayla en esos momentos y notó que se había ruborizado.
—Ciega aquí, ¿recuerdas? —respondió Wendy.
—Entonces, sigo —dijo Jayden ignorando la situación—. El amarillo por Ayla, por su felicidad y energía innata. Además, el amarillo puro y brillante es reclamo de atención, y eso es lo que eres por ser una posible Geminus.
—Baja la voz, Jayden —le regañó ésta con una mirada como si lo estuviera atravesando con láser.
—El color morado —continuó ignorando a la joven— obviamente es el mío. Este color tiene de todo un poco, tal y como siento que me describe: ambicioso, creativo, sabio, digno, misterioso, triste... —tomó un suspiro—. Y no por ser el último es el menos importante, el anaranjado es Wendy, quien se complementa con el amarillo e irradia felicidad. Además, es tan pálida que brilla por naturaleza, como el sol que me deja ciego a diario.
—Profundo, Jayden, profundo —dijo Noah—. Jamás me hubiera imaginado que eras todo un detallista.
Aquel día, colocaron juntos sus ornamentos en el árbol y sintieron que su amistad creció un poco más.
Era ya el veinticuatro de diciembre y los jóvenes se habían levantado más temprano de lo usual a pesar de que ese día, al igual que al día siguiente, no tendrían ninguna lección. Estos días eran para compartirlo en familia, disfrutar del patio exterior, de los juegos de mesas, ver películas, dialogar, entre otras cosas agradables que el señor Cerritulus repudiaba. Sin embargo, nuestros cuatro jóvenes tenían otra agenda en mente.
—¿Han visto a los gemelos? —preguntó Ayla a los otros tres.
—Andan misteriosos por ahí —respondió Noah—. Aún no nos han dicho si piensan llevar a cabo su plan.
—Por eso los estoy buscando. ¿Me acompañan a encontrarlos?
—No sé si sea buena idea escaparnos —le advirtió Wendy—. Pero vamos a buscarlos a ver qué tienen en mente.
—Nos vamos a meter en problemas, ténganlo por seguro —dijo Jayden.
A pesar de sus temores, fueron en búsqueda de los gemelos a quienes encontraron en la pequeña biblioteca de la mansión junto a Mariana, una de las chicas que estuvo presente en la lección que tuvieron sobre los Geminus, y Leeroy, el chico que participó del primer torneo junto con Jayden. Los cuatro amigos se acercaron a ellos.
—Necesitamos hablar con ustedes, ¿pueden? —dijo Ayla a los gemelos.
—Creo que sabemos para qué es —contestó Vilu—. Podemos hablar ahora mismo; ellos también están en la lista —respondió refiriéndose a Mariana y a Leeroy.
La idea de ver a Leeroy entre ellos no le hizo gracia a ninguno de los cuatros. En especial Jayden, quien hizo una mueca de disgusto. No obstante, la relación entre ellos no era tan importante como el plan que tenían que llevar a cabo.
—¿Es seguro aquí? ¿Podemos hablar sin que nos espíen? —preguntó Noah con nerviosismo.
—Sí, la señora Lupe ya casi no escucha y un día como hoy no andan visitando la biblioteca —respondió Vilma.
—Bien, ¿cuál es el plan? —preguntó sin más preámbulo Ayla.
Se unieron lo más que pudieron y hablaron en voz baja. Los gemelos les explicaron que con la ayuda de Mariana habían podido averiguar el área en donde se encontraban. La habilidad extraordinaria de ésta era que tenía control sobre la tierra. Poco a poco comenzó a reconocer que podía esparcir la misma y crear hoyos, hasta túneles, de gran tamaño. Pensó que quizás, podía crear un túnel por debajo de la tierra que le llevara fuera de la mansión. Y así fue. Cada día se escapaba antes de que culminara el banquete y tomaba algunos minutos para continuar construyendo el túnel, hasta que un día escuchó el sonido de muchos carros, como si fuera una vía. Entonces supo que ya se había acercado a un lugar concurrido y no solitario.
—Así que creaste una salida —dijo Noah pensativo—. Diseñaste un camino bajo tierra que nos permitirá salir de aquí al exterior sin que nadie nos vea. Increíble.
—Correcto —respondió Mariana—. Hice el túnel lo bastante ancho para que pudieran pasar los que andan en silla motorizada. Me tomó mucho tiempo crearlo, pero ya salí y pude averiguar en donde estamos.
—¿Y dónde nos encontramos? —preguntó Wendy con curiosidad.
—En una isla —respondió—. Estamos en Puerto Rico, muy lejos de nuestras casas —dijo con una cara triste.
—¡Esperen! Yo sí soy de Puerto Rico, la mansión está escondida en mi país —respondió Ayla entusiasmada—. Puedo ver a mi mamá sin tener que tomar un avión.
—Parece que eres la única que pudieras ver a tu madre pues nuestros familiares están demasiado lejos —respondió Vilu con un poco de tristeza—. Pero aun así queremos salir de aquí.
—Irnos de compras, por ejemplo —dijo Vilma.
—¿Sin dinero? —preguntó Leeroy mientras rodaba sus ojos—. Hay otras cosas más importantes que hacer que ir de compras.
—¿Cómo qué? ¿Ir a un gimnasio? —preguntó Jayden de forma arrogante. Leeroy le tiró una mirada de pocos amigos.
—¡Basta! —dijo Mariana—. Lo importante es que tenemos que establecer que hará cada uno y a qué hora nos volvemos a encontrar. No podemos estar mucho tiempo. Esto sería una prueba. Si sale todo bien, podemos continuar saliendo. Pero si nos atrapan los mentores, jamás podremos volver a escaparnos.
—No le temo a los mentores, me da miedo que los Optimums nos hagan daño mientras estamos en un lugar que no conocemos muy bien —dijo Wendy—. Aunque tenemos a Ayla que nos puede guiar.
—¿Aparte de ciega, no escuchas? —preguntó Vilu al momento en que Jayden se comenzaba a enfurecer por su comentario—. Ayla solo irá a ver a su mamá, nosotros queremos hacer otras cosas.
—Pero al menos ella nos puede decir a donde ir y qué ruta tomar —opinó Noah.
—Hablan de mi como si no estuviera aquí presente —dijo Ayla—. Tranquilos chicos, creo que lo mejor es que cuando lleguemos al final del túnel, nos pongamos de acuerdo qué hará cada uno, quizás irnos en pareja para no andar solos, y puedo decirles cuáles son las rutas más rápidas y seguras.
—Perfecto —contestaron todos al unísono complacidos.
Esa noche hubo en enorme banquete familiar y todos estaban deseosos de que al otro día llegara la Navidad. Aunque todos sabían que no recibirían regalos de sus familiares, entre ellos mismos se regalarían y compartirían juntos, lo cual era lo más importante en la mansión. Ayla compartió con sus amigos y su abuelo por varias horas. En definitiva, la época navideña era de sus favoritas.
La mayoría de los habitantes de la mansión se fueron a dormir antes de la media noche. Nuestros ocho jóvenes esperarían a que no hubiera nadie en el pasillo para encontrarse en el patio exterior. Antes de Ayla salir de su cuarto, se aseguró de usar la cadena que su abuelo le había regalado en su cumpleaños, en caso de cualquier peligro. Con la ayuda de Jayden y su computadora, pudieron monitorear las cámaras del interior de la mansión y desactivar las cerraduras de las puertas.
—Cada día me impresiono más con máster tecnológico —dijo Noah de forma burlona.
—Cállate —le respondió éste molesto.
Los ocho jóvenes se encontraron en el patio exterior y siguieron a Mariana, quien los dirigió hacia los múltiples arbustos.
—Déjenme espacio —pidió de favor la joven.
En esos momentos, Mariana se escondió entre los enormes arbustos y comenzó a hacer uso de su habilidad. La tierra se abrió y el túnel estuvo visible para todos en unos instantes. Dentro, al comienzo del mismo, se encontraba una rampa que con la ayuda de Leeroy la habían colocado allí. El hoyo era lo bastante ancho para que todos pudieran pasar, en especial los tres jóvenes con silla motorizada. Con cuidado pasaron todos por el orificio y cuando estuvieron dentro del túnel, Mariana volvió a cerrarlo.
—Bueno chicos, que comience nuestra aventura —dijo ésta con una sonrisa, mientras los demás miraban con asombro hacia sus alrededores.
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Nota: Este es otro de mis capítulos favoritos pues aquí hace sentido la portada del libro :) ¿Qué creen bellezas?
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