capítulo 40
El corazón de Milou no se rompió: se hizo añicos.
El cosquilleo en sus orejas se paralizó por completo. Un grito de angustia invadió la habitación por completo.
Luz se volvió y vio que Eda se había derrumbado en una silla junto a Bligth, con el rostro completamente palido y los ojos cerrados con fuerza.
-Camila... ¿está...?- la voz de la guardiana del pólder se quebró -¿está muerta?
-sí- Philip adoptó de nuevo una expresión seria -gracias a ese primo tuyo.
Eda abrió los ojos, llenos de dolor y de furia.
-¡él la quería!
-¡él la mató!
La habitación se quedó en silencio. Todos fruncían el ceño o alzaban las cejas mientras contenían colectivamente el aliento a medida que asimilaban las palabras de Philip.
-no- la guardiana del pólder frunció el ceño -él nunca le haría daño. ¿cómo murió?
-tuberculosis- suspiró Philip -la misma enfermedad que mató a su madre.
Eda frunció más el ceño,
-¿cómo narices culpas a...?
-se suponía que ella debía permanecer en cama, descansando. Regresé de Ámsterdam una noche y vi al sinvergüenza de tu primo salir corriendo del molino, a pesar de haber prohibido sus visitas. Encontré a Camila acurrucada en la entrada, más pálida que un fantasma y temblando como un ratón asustado. Le subió la fiebre... no mejoró, por mucho que intenté cuidarla...- miró sus manos enguantadas -murió una semana después, el día previo a su cumpleaños número diecinueve, en mis brazos.
Luz tenía el corazón roto. No importaba que Camila no fuera su hermana como había creído. No cuando había pasado las últimas semanas soñando con cómo sería conocerla, quererla y que ella la quisiera. Después de todo, tenían mucho en común.
Luz sentía que había conocido a Camila.
Que ya la había querido.
-¿de verdad ha muerto?- preguntó Eda, con voz irregular -ha estado muerta durante doce años... ¿y nunca pensaste en decírmelo? Permitiste que creyera que ella ... me había abandonado.
Eda temblaba, las lágrimas caían sobre sus mejillas.
Luz comprendió que había estado muy, muy equivocada respecto a la guardiana del pólder. No había odiado a Camila, la había querido. Era evidente en cada parte de su expresión angustiada.
Philip permaneció en silencio, dolido.
-¿eras amiga de Camila?- le preguntó Luz a Eda -¿por eso has estado merodeando por aquí? ¿intentabas descubrir qué le había ocurrido?
Eda asintió.
-era la mejor amiga que había tenido. La única, en realidad. Cuando mi familia se mudó aquí desde Bonesburgo, ella no nos trató como si no perteneciéramos a este lugar. No le importaba que fuéramos diferentes. Pero luego, simplemente desapareció. Yo estaba dolida y enfadada porque se había marchado sin dar explicaciones, como si yo no significara nada para ella... ni siquiera envió una postal. Cuando pasaron los meses y los años, cerré las puertas del molino y me negué siquiera a mirarlo. Y luego, ustedes cinco aparecieron y me hicieron revivir todo. Y ahora sé...
El silencio pesado apareció de nuevo. La cabeza de Luz daba vueltas.
-Camila tenía una voluntad más fuerte que la tuya y la mía juntas- dijo Eda finalmente, mirando con severidad a Philip -si salió de su cama, lo hizo por voluntad propia. Comprendo que perderla debe de haberte destrozado, pero no tiene sentido culpar a alguien cuyo único crimen ha sido querer a tu hija. Y tampoco lo tiene castigarme a mí por ello.
-Emira- dijo Amity, de pronto -¿Camila escribía sobre sí misma? ¿sabía que iba a morir?
Philip asintió.
-le habría gustado tu final- dijo Philip, sonriendo en contra de su voluntad -y le encantaban las obras con marionetas. ¡Ah, cómo le gustaban! Tu espectáculo le habría fascinado.
-sí- dijo Eda, sonriendo levemente -realmente le habría encantado.
Nuevas lágrimas cayeron de los ojos de la guardiana del pólder. Después de unos segundos tensos, se puso de pie. Parecía que intentaba con todas sus fuerzas dejar de llorar.
-vamos- dijo ella, obligando a Bligth a ponerse de pie y mirando con desdén la silueta inerte de Belos.
Con todo lo que acababa de pasar, Luz casi había olvidado su presencia.
-subamos a estos dos criminales al carruaje de Lilith, ¿de acuerdo?- miró a la representante del Kinder -la prisión está de camino a la ciudad, así que imagino que no te importará llevarlos allí, ¿no?
Luego, antes de que Lilith Truefall protestara, miró a los niños y suavizó la expresión
-démosles a Philip y a Luz unos minutos para hablar tranquilos, ¿les parece?
Bligth protestó indignada detrás de la mordaza mientras Eda la arrastraba.
Belos aún estaba inconsciente. Los cuatro niños lo levantaron con dificultad, cada uno de una extremidad, y lo sacaron por la puerta.
Lilith chasqueó la lengua, miró a Luz con pena y luego siguió a los demás afuera.
El viento cerró la puerta de la cocina con un golpe y Philip y Luz se quedaron solos.
Luz tomó asiento en la silla frente a él, colocó las rodilldas debajo del mentón y abrazó sus piernas. No sabía qué decir. Sus orejas cosquilleaban suavemente, pero con constancia.
Todo era un desastre. Había legado hasta ahí para nada.
Pero, si Philip no era su padre, ¿quién lo era?
¿quién le había dejado el reloj, las coordenadas y la marioneta?
¿y por qué la habían guiado nada más y nada menos que hasta aquí?
-Camila- comenzó a decir Philip y luego inhaló profundo y suspiró -¿sabes? No he dicho su nombre en voz alta desde...
Luz dejó caer una lágrima cálida, en parte por la historia triste de Philip y en parte por el hecho de que le habían arrebatado todo en lo que había creído. Incluso la hermana que había añorado las últimas semanas.
Philip alzó uno de los brazos inertes de papá marioneta y sonrió.
-esta es la clase de historia alocada que Camila habría inventado. Debo admitir que tienes una gran imaginación. Su último deseo fue que llenara ese teatro de sus historias, para que ella pudiera continuar con vida a través de ellas.
-¿le prometiste que no dejarías de hacer espectáculos con marionetas?- preguntó Luz, fulminando con la mirada al titiritero -entonces, ¿por qué te fuiste?
-porque estar aquí me parte el corazón- respondió Philip -este lugar... tiene demasiados recuerdos de ella... y de su madre. Cada objeto en este molino es un recuerdo al que duele demasiado aferrarse. Me fui sin nada, excepto la ropa que tenía puesta y algunas cajas con documentos del trabajo. Solo permanecer aquí sentado hace que vuelva a dolerme el corazón.
Las orejas de Luz. cosquillearon de nuevo, con más insistencia esta vez. Debía de estar pasando algo por alto. Algo que hiciera que todo tuviera sentido. Una idea intentaba abrirse paso en su mente, pero no podía decidir cual.
Estaba agotada. Y muy confundida.
Philip Noceda contemplaba el retrato que Camila había le había hecho. Parecía haber olvidado por completo que Luz estaba allí; perdido en sus recuerdos.
Ella se sacó el reloj de bolsillo y se lo mostró.
-¿de verdad que no lo reconoces?
Philip sacudió la cabeza de lado a lado.
-lo siento, pero no.
Luz corrió hacia la puerta trasera y le mostró su cesta ataúd.
-¿y esto?
Una vez más, Philip sacudió la cabeza.
Una vez más, las orejas de Luz la alentaron.
Apoyó la cesta ataúd en el suelo y comenzó a sacarlo todo, apoyó sus prendas a un lado y luego su gato marioneta. Abrió el pañuelo y le mostró los anillos.
-¿y estos?
Philip se puso de pie de un salto, su expresión cambió de inmediato. Pero no miraba los anillos, sino su marioneta.
Con cuidado, la alzó.
-es de Camila ¿cómo la...?
Abrieron la puerta y la representante del Kinder entró; parecía satisfecha.
-Luz- llamó Lilith -es hora de marcharnos.
Detrás de Lilith, los amigos de Luz entraron, todos parecian resignados.
-espera- dijo Luz.
Philip giró la marioneta en sus manos; una vez más, parecía angustiado.
-he esperado demasiado. De verdad, debo llevarlos de vuelta.
Lilith se volvió y se topó contra Eda, quien acababa de entrar.
La guardiana del pólder miraba el ataúd de Luz horrorizada, como si hubiera visto un fantasma.
-ese ataúd...
-no pasa nada- dijo Amity -no tiene un cadáver dentro. Es solo...
-¡no!- exclamó Eda -yo construí ese ataúd.
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