capitulo 4

El olor extraño a aceite se mezcló con el olor ceniciento del humo mientras Bligth llevaba a los niños por el pasillo oscuro hasta el comedor. Adoptados o desterrados, todos abandonarian el orfanato esa noche. Los padres de Luz llegarian un dia y se encontrarán con que ella no estaba allí.

Luz presionó su gato marioneta contra su pecho como si fuera una armadura, fingiendo que el pulso palpitantante que sentia a través del juguete era el regreso de los latidos de la marioneta y no solo su propio corazón golpeándole el pecho con fuerza suficiente para los dos. ¿seria mejor ir con esta nueva familia en vez de vivir en cualquier lugar dejada a la mano de Dios?¿o deberia permitir que la desterraran e intentar hallar ella misma a sus padres?

Siguió a Bligth y a los otros con resignación hasta el comedor, donde habia largas y angostas mesas apoyadas en las paredes.

-aquí están- anunció Bligth a los visitantes, a quienes Luz aún no podia ver detrás de la silueta alta de la matrona -niños, formen una fila.

El fuego crepitaba en el extremo del cuarto y Luz se preguntó quiénes eran esos adoptantes para recibir semejante bienvenida por parte de la matrona. Sin embargo, el fuego inesperado no explicaba el olor aceitoso a humo que flotaba en el aire y le provocaba a Luz cosquillas en las fosas nasales.

-rápido- Bligth agarró a Luz del brazo y la colocó en su lugar antes de girarse hacia los visitantes -los huérfanos más mayores que tengo, tal y como solicitaron.

Ahora que la matrona se habia apartado, Luz vio a dos hombres de pie junto a la chimenea. El más alto vestia un traje de lana dorado elegante hecho a medida, con un abrigo de cola con cuello de piel. Tenia anillos practicamente en cada dedo y una pipa larga de tabaco colgaba de su boca. El hombre más joven, quien apenas habia alcanzado la mayoria de edad a juzgar por su apariencia, vestia unos pantalones simples negros y un abrigo de lana. Llevaba el bombín inclinado, por lo que la parte superior de su rostro estaba oculta en sombras y solo era visible su mentón.

-al menos, como ha dejado a los más pequeños arriba, nuestra situación ha mejorado bastante- susurró Amity -ahora, cada uno de nosotros tiene un veinte por ciento de probabilidades de ser adoptado.

-niños- canturreó la matrona -él es el señor Belos.

Lus sintió un cosquilleo en las orejas y aferró con más fuerza su gato marioneta.

-buenas noches- dijo el hombre más alto, con voz grave de barítono -es un placer conocerlos. Mi nombre es Belos y él es mi aprendiz, Steve.

Steve asintió una vez, aún tenia el rostro oculto y los brazos cruzados detras de la espalda. No habló ni alzó la vista del suelo.

-digan hola- chilló Bligth y los cinco niños dijeron el saludo.

Luz nunca habia visto a sus amigos tan preocupados. Sus expresiones le encogieron el corazon. Si ella no hubiera enfurecido a la matrona, ellos tal vez habrian tenido tiempo suficiente para encontrar familias que los quisieran por quienes eran. Al menos habrian tenido una oportunidad.

Los cinco estaban de pie, con la espalda recta, temblando, esperando que la matrona tomara su portapapeles y comenzara a recitar la lista de sus mejores cualidades, pero Bligth solo se cruzó de brazos. Luz comprendió que no recibirian ayuda de la mujer. Si Luz queria que la adoptasen, tendria que ocuparse de que ocurriera por su cuenta.

-el señor Belos es un comerciante muy adinerado- dijo Bligth -y busca un heredero.

Bajo la luz del fuego titilante, Luz vio que las expresiones de sus amigos vacilaban entre la esperanza y la deseperación. Entonces, ella lo entendió. No estaria bien intentar acaparar la atención. Todos merecian tener una oportunidad justa de ser adoptados, de ser felices. Esa era la oportunidad de Luz para hacer algo bueno por ellos.

Tenia que hacer algo. Algo audaz.

-buenas noches, señor Belos- dijo Luz, haciendo una pequeña reverencia.

Los demás la miraron sorprendidos. La matrona entrecerró los ojos, pero Luz sabia que no importaba si enfurecia más a Bligth. El daño ya estaba hecho.

-es un honor conocerlo- prosiguió Luz -¿puedo presentarnos a todos?

-seria un placer- dijo Belos

Le dio una calada larga a su pipa y luego exhaló una nube de humo. Mientras el humo formaba rizos alrededor de ellos, Luz volvió a notar el hormigueo en las orejas. Bajó la vista mientras se las frotaba y notó que su sombra parecia... temblar. Frunció el ceño, apartó el humo y se aclaró la garganta.

-ella es Amity- dijo Luz, empujando a su amiga para que avanzara un paso -es la niña más inteligente en todo Ámsterdam. Es matemática e ingeniera. Una vez, construyó un telescopio para King con unas gafas de lectura viejas y una tubería de metal.

-es maravilloso lo que uno puede encontrar en el canal- dejo Amity, sonriendo -una vez, también encontré una brújula que funcionaba.

-sus padres sin duda eran científicos prestigiosos de Baviera- prosiguió Luz -es la única explicación para su inteligencia, y con sus dedos extras, no existe nudo que no pueda amarrar o desarmar. Seria una exelente hija de mercader, señor.

La única repuesta de Belos fue un asentimiento breve. Detrás de él, Steve mantubo la mirada baja.

Luz empujó a Hunter al frente

-él es Hunter. Es el niño más amable en todo Ámsterdam. Siempre antepone las necesidades de los demás a las suyas y sus orejas dan fe de los bien que se le da escuchar. Lo que falta de gracia, lo compensa con sus habilidades de costura. Estoy convencida de que sus padres son modistos de París que realizan diseños de alta costura magnificos con los materiales más costosos. Hunter repara toda nuestra ropa y una vez, incluso me cosió cuando me hice un corte en el mentón. Seria un exelente hijo en mi opinión.

-está exagerando un poco con los cumplidos- dijo Hunter -pero es verdad que puedo remendar ropa bastante bien. Incluso velas, probablemente.

La matrona chasqueó la lengua y Belos entrecerró los ojos. Asintió de nuevo y Luz avanzó rápido hacia King y lo obligó a avanzar.

-King es el niño con más talento de todo Ámsterdam- dijo ella -ha dibujado un mapa entero de la ciudad sobre una funda de almohada vieja, solo sentándose en el tejado y observando su entorno. Es increible y abarca el sur de la ciudad, sube la estación central, los muelles y el pólder que esta más allá. Sin duda heredó su talento de sus padres, quienes lo más probable es que sean pintores viajeros del Lejano Oriente. Un mercader como usted se alegraria de tener un hijo con semejante talento prometedor para la cartografía. Podria ayudarlo a explorar el mundo.

King emitió un ruidito, mitad risa, mitad grito ahogado, y Luz vio que él sujetaba el chal con los nudillos de la mano, que se le habian tornado blancos. Miro rápido a Luz con una sonrisa agradecida.

Belos dio otra calada profunda a su pipa y exhaló una gran nube de humo que golpeó a Luz directamente en los ojos. Mientras ella sacudia la mano para disipar el humo, notó que su sombra se alargaba. Se expandia sobre el suelo hasta llegar a las botas de piel de foca del mercader.

Luz frunció el ceño.¿acaso la sombra señalaba al hombre? Ella miró hacia atrás, pero no habia nada que pudiera proyectar semejante sombra. Cuando bajó la vista otra vez, la sombra seguia allí, temblando en las últimas volutas de humo, como un dedo largo y sombrio que señalaba a Belos. Sus orejas comenzaron a cosquillear de modo tan repentino e intenso que soltó un grito ahogado.

Una ráfaga repentina entró a través de una grieta en la pared y el humo desapareció junto con la sombra. King le dió un codazo en el brazo y ella apartó la mirada del suelo. Vee la miraba, expectante.

-ella es Vee- continuó Luz.

-¿asumo que Vee también es una niña ideal con padres admirables?- preguntó Belos. Luz se dio cuenta de que su voz desprendia cierta diverción fría, como si se burlara de ella. Como si pensara que ella era... ridicula.

Luz miró con atención a Belos un instante, intentando descifrarlo. Sin duda él vestia de forma extravagante como se espera de un mercader rico. Sus fracciones no eran ni atractivas ni repulsivas, pero habia lineas de expresión profundas en su frente como si pasara mucho tiempo funciendo el ceño. Y sus manos entaban limpias y parecian suaves, lo cual Luz pensó que era extraño para un hombre de mar.

Belos le devolvió la mirada sin sonreir y a Luz le hormiguearon las orejas incomodamente.

-Vee es la niña más dulce de todo Ámsterdam- dijo por fin Luz, aclarandose la garganta y asegurandose de sostener la mirada del mercader -no habla, pero solo porque probablemente sus padres eran mimos en Londres. Tampoco sonrie con frecuencia, pero cuando lo hace es como si una galaxia entera brillara en sus ojos. Prepara la mejor tarta de desayuno que podria probar. Imagino que una cocinara seria muy util en un barco, señor.

-suena maravilloso- dijo Belos sin gracia.

Para sorpresa de Luz, Vee posó sus ojos en los del mercader y le sonrió con timidez.

Él exhaló otra bocanada de humo.

-qué criaturitas adorables ha cuidado, matrona-

Luz miró al hombre y a la matrona y luego a la sombra temblorosa que ahora rodeaba los talones del mercador. Bligth parecía completamente satisfecha consigo misma y la sonrisa de Belos nunca flaqueó.

Luz se dio cuenta de que era una sonrisa falsa, muy parecida a la de la matrona: todo dientes y sin alma. Algo andaba mal, pero Luz no podia indentificar qué.

-¿y que hay de ti?- preguntó Belos -¿qué habilidades maravillosas posees, jovencita?

-¿yo?- dijo Luz, con su voz entrecortada. Inclinó el mentón hacia abajo y ladeó la cabeza un poco -yo soy la niña monstruosa más irremediable que podria haber tenido la desdicha de conocer, señor. No querria una hija como yo. Además, pienso que huele raro, asi que creo que no me gustaría que fuera mi padre.

Sus amigos emitieron ruidos de sorpresa. La matrona abrió los ojos de par en par, furiosa.

Belos inclinó la cabeza hacia atrás y rio. Era una risa extraña, y pareció durar una eternidad, tiempo en el que una preocupación estremecedora envolvió a Luz como una manta que le generaba comezón.

Belos no se comportaba como cualquier otro adoptante que ella habia conocido. No les hablaba con admiración. Su sonrisa, y su risa... no encajaban del todo. Él los miraba de la misma forma que Bligth: como si fueran cosas. Criaturas, como él los habia llamado.¿por qué un hombre a quien era tan evidente que le desagradaban los niños queria adoptar uno?

-¡Steve!- dijo Belos, extendiendo una mano hacia el joven que lo acompañaba -¿me darías un pañuelo?

Steve introdujo su mano en el bolsillo interno de su abrigo, extrajo un pañuelo blanco y extendió el brazo para que Belos lo agarrara. Luz vio que habia marcas en todo el brazo del joven. Como si percibiera la mirada de la niña, Steve colocó rápido los brazos detrás de la espalda y miró de nuevo sus pies.

Cuando la sonrisa de Belos desapareció, Luz notó que su sombra aún temblaba y se extendia hacia afuera, formando un charco espeso en las botas del mercader. Le hormigueaban las orejas. No podia ser coincidencia. Su sexto sentido nunca se habia equivocado al advertirle sobre la presencia de peligro antes, pero ahora parecia intentar alertarla con más urgencia.

-bueno matrona- dijo Belos, limpiando una lágrima de risa con su pañuelo -estoy muy impresionado. Es tal cual dijo: los huérfanos más impresionantes con los que me he cruzado.

Bligth se pavoneó ante sus palabras y Luz sintió náuseas.

-bueno- él juntó las manos -supongo que debo escoger a cuál de ustedes debo llevar a mi casa. Mi barco, El Conformatorio, es espectacular. Es el navío más rápido de toda Europa y ha navegado en cada océano del mundo. Tal vez es un hogar inusual, pero les garantizo que estará lleno de sorpresas.

-¿de verdad podré viajar?- preguntó King

-oh, si- dijo Belos, sonriendo -visitaremos lugares sobre los que jamás has oído hablar.

-¿habrá una madre?- preguntó Hunter. La esperanza en su voz estrujó el corazón de Luz.

-habrá una... tutora. Se llama Kikimora.

De inmediato, Luz notó que Steve tensaba los hombros. Los demás miraban a Belos con los ojos lenos de anhelo y sonrisas esperanzadas. No parecían advertir nada extraño en él.

-es una decisión imposible de tomar, matrona- dijo Belos, dándolo otra calada larga a su pipa y exhalando una nube de humo espesa y desagradable sobre el rostro de los niños.

Cuando la nube aceitosa de humo desapareció, Luz notó que el mercader la miraba. Él esbozó la funesta sonrisa que lo caracterizaba. Luego le guiñó un ojo.

-supongo que tendré que adoptar a los cinco.

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