capítulo 32
Dos días después, la noche del espectáculo llegó.
La neblina baja flotaba sobre las orillas del canal y rodeaba los tobillos. La luna llena parecía un ópalo gigante en el firmamento lleno de estrellas y el cielo se había vuelto de un tono violáceo fantasmal.
Sentada en medio de una de las aspas del molino, Luz inhaló el aire gélido e intentó tranquilizarse, pero su corazón se negaba a aminorar la marcha. Observó, sin aliento, la procesión de faroles tambaleantes que avanzaba hacia el teatro Noceda.
El relincho de los caballos y las ruedas de los carruajes se mezclaban con el murmullo de voces. Detrás de las puertas de hierro, una multitud se reunía.
El público había llegado.
Luz se preguntaba cuál de esos faroles centellantes pertenecía a sus padres. Solo pensar en reunirse con ellos hacía que sus manos temblaran tanto que estuvo a punto de caer del aspa dos veces.
Le dedicó una última sonrisa nerviosa a la luna y luego se apresuró a reunirse con sus amigos en la puerta principal. Todos vestían capas azules idénticas, manchadas de pintura plateada. Y todos compartían la misma expresión de entusiasmo y miedo.
-es la hora- dijo Luz -abramos las puertas.
Amity abrió los ojos de par en par, llenos de brillo y entusiasmo por encima de su bufanda y asintió. Todos ocultaron su rostro con la capucha antes de avanzar con rapidez hacia las puertas del puente.
Luz oyó varios gritos de sorpresa detrás de la reja de hierro y luego algunos más cuando los cinco abrieron las chirriantes puertas. El metal gruñó y chirrió y la multitud avanzó, como un mar de rostros curiosos.
-Luz- susurró Amity -nos vemos en el teatro dentro de cinco minutos, ¿si?
Luz apenas escuchó sus palabras, pero de todos modos asintió. Amity y Vee desaparecieron y dejaron a los chicos y a Luz a cargo de la venta de entradas.
La primera pareja avanzó hacia Luz y sonrió. Vestían elegante y tenían los ojos brillantes. El hombre tenía un cuidado bigote debajo de su nariz y la mujer tenía el cabello rizado oscuro recogido con elegancia sobre su cabeza. Sin embargo, eran demaciado jóvenes para ser sus padres.
-cincuenta centavos cada uno, por favor- dijo Luz con impaciencia oculta, intentando no arrebatarles las monedas que le ofrecieron. Les ofreció dos entradas y una sonrisa forzada -sigan el sendero de lámparas hasta aquel árbol- señaló el tejo negro, que titilaba hermosamente con los faroles que colgaban en algunas de sus ramas -podrán comprar gofres calientes mientras esperan. El teatro abrirá en breve.
-muchas gracias.
Luz los vio avanzar, ansiosa por ver quién esperaba detrás de ellos. Les echó un vistazo a los clientes de Hunter, pero no se parecían en nada a ella. Tampoco se parecía a ella la familia que le compraba entradas a King.
La fila avanzó lentamente por las puertas, mientras Luz se quedaba, una a una, sin entradas. Su bolsa de dinero pesaba cada vez más. Habían llegado más personas de las que había imaginado. Familias jóvenes, parejas ancianas, mujeres con gorros de seda, hombres con sombreros de copa, niños con sonrisas nerviosas.
La sonrisa de Luz flaqueaba un poco con cada persona que no tenía el cabello castaño oscuro y los ojos chocolate. Sus orejas cosquilleaban un poco, pero ignoró la sensación. Su familia estaría allí. Los encontraría.
-debes ir a ayudar a Amity- susurró Hunter pocos minutos después -King y yo nos encargamos de esto.
-solo un minuto más- respondió Luz cuando otra silueta avanzó hacia ella.
Era una figura alta y encapuchada bajo una capa verde oscura brillante que, al igual que Luz, tenía la cara oculta entre las sombras.
-cincuenta centavos, por favor- dijo Luz, extendiendo su palma.
Hubo una pausa eterna. Luz tenía la sensación de que la miraba con atención, pero estaba demaciado oscuro para ver siquiera un atisbo de la cara de aquella persona. Luego, un guante gris salió por debajo de la capa verde y depósito un florín en su mano.
-siga las lámparas hasta ese árbol- indicó ella, buscando cambio en su bolsa de monedas -el teatro abrirá...
Alzó la vista y descubrió que la figura encapuchada había pasado a su lado y desapareció entre la multitud.
Amity llegó con el ceño muy fruncido.
-han pasado doce minutos- dijo de malhumor -vamos con retraso. Vee está a punto de quedarse sin gofres y todos tienen frío y están impacientes.
Luz miró hacia la fila, que aún continuaba a través de la puerta. Amity tiró de su brazo.
-estaré atento a ver si aparecen- susurró Hunter -lo prometo.
Luz emitió un suspiro y asintió, siguiendo a Amity por el sendero de grava atestado de espectadores hacia el teatro.
Estaba demaciado oscuro para ver las caras con claridad y Amity tiró con rapidez de Luz, con lo que no pudo contemplar a nadie con detenimiento.
Entraron por el lateral del teatro donde Amity había instalado una pequeña puerta de servicio. Junto a la puerta, en la pared, había una boquilla de cobre. Uno de los tubos acústicos de Eda.
Amity empujó suavemente a Luz hacia el aparato.
-necesitamos que estén sentados en cuatro minutos- dijo Amity -solo funcionará si la coordinación del tiempo es perfecta- tocó con seriedad el reloj de bolsillo de Luz -cuatro minutos exactos. Debes estar lista.
Amity salió por la parte trasera del teatro. Luz permaneció de pie allí, temblando, intentando apaciguar su pánico creciente. Sus padres asistirían ¿verdad?
Miró la hora; ya había pasado un minuto. Fastidiaría todo el espectáculo si no recobraba la compostura. Todas esas personas pedirían una devolución de su dinero y el arduo trabajo quedaría en nada. Tendrían que abandonar el molino.
Luz se aclaró la garganta y presionó los labios sobre la boquilla. Se dijo a si misma que Hunter encontraría a sus padres y todo saldría bien. Puso una voz ronca y con un tono bajo y amenazante y le habló al público.
-¡DAMAS Y CABALLEROS!
Su voz salió proyectada con un ruido metálico. Con el rabillo del ojo, vio que los espectadores prestaban atención.
-¡NIÑOS Y NIÑAS!
El murmullo de voces se detuvo por completo.
-ES UN PLACER PARA MÍ DARLES LA BIENVENIDA AL EVENTO MÁS GRANDIOSO Y ESPELUZNANTE DEL SIGLO.
Luz oyó un par de gritos ahogados.
-¡BIENVENIDOS, DEMONIOS, AL TEATRO DE LAS PESADILLAS!
Las bisagras emitieron un chillido ensordecedor cuando abrieron las puertas del teatro. El sonido era cada vez más agudo. Luz vio cómo la mayoría cubría sus oídos con las manos y varias personas se abrazaban entre sí. El entusiasmo recorrió su cuerpo.
-ENTREN... SI SE ATREVEN.
Nadie se movió. Luz imaginaba que ellos veían lo que ella los demás habían planeado: una puerta grande abierta que parecía llevar a una oscuridad amenazante.
El sonido repentino del órgano irrumpió en el granero. King había ocupado su lugar. Luz miró el reloj.
Le quedaba un minuto para colocarse en su sitio, pero la multitud aún miraba el teatro con aprehensión.
-TIC TAC. SU PERDICIÓN LOS ESPERA.
Una risita. Luego, otra. Y otra.
Luz estaba a punto de hablar de nuevo cuando la multitud avanzó hacia el teatro.
Contando los segundos en su cabeza, Luz se permitió sonreír un poco y luego entró por la puerta lateral y salió al espacio pequeño que había detrás del escenario. El telón estaba firmemente cerrado y el área estaba sumida en la oscuridad.
Avanzó a tientas hacia la escalera que llevaba a la plataforma para titiriteros sobre el escenario, sin dejar de contar.
Quedaban treinta segundos.
Oyó que habrían y cerraban la puerta lateral y luego Hunter apareció en la plataforma a su lado. Los dos se recordaban en sus estómagos y tomaron las cruces de hilos de sus marionetas.
-diez segundos- susurró Hunter.
A través de la rejilla pequeña junto a sus rostros con vistas a las butacas, podrían distinguir los bultos oscuros que formaban las personas.
-¿y bien?- preguntó Luz, con voz suplicante -¿los has visto?
No podía ver la cara de Hunter, pero lo oyó suspirar suavemente y el alma se le cayó a los pies.
-no...
Un silbido largo sonó a través del agujero grande en el tejado del granero y luego un estallido de luz y color iluminó el teatro.
Los fuegos artificiales de Amity iluminaron el cielo nocturno con explosiones brillantes y líneas serpenteantes. El público miró hacia arriba con asombro, sus rostros se iluminaban de color rojo, amarillos, azules y verdes.
Luz presionó la cara contra la rejilla, mirando cada rostro iluminado.
Vio a Eda junto a la puerta y aquella extraña figura aún tenía la capucha puesta y las manos con guantes grises cruzados con elegancia sobre el regazo.
Pero no se podía ver el pelo color castaño oscuro. U ojos chocolate.
Notó un nudo en la garganta.
El público aplaudió cuando el espectáculo de fuegos artificiales llegó a su final teatral y ruidoso. Luego, la música del órgano de King comenzó de nuevo, tan placentera como las uñas sobre una pizarra.
Luz sintió nauseas, pero por un motivo muy distinto. ¿por qué no había visto a su familia? ¿por qué Hunter no los había visto?
Los fantasmas mecánicos de Amity comenzaron a flotar cobre el tejado, moviendo trozos de tela rota sobre las cabezas de la multitud asombrada y satisfecha. Volaron en círculos por el lugar y luego se detuvieron.
Debajo de ella, Luz notó cómo los engranajes se ponían en marcha. El telón se abrió con un chillido y varias luces teatrales cobraron vida en el techo del escenario e iluminaron a una niña marioneta de tamaño real. En sus brazos, tenía una jaula oxidada y dentro había un corazón ensangrentado suspendido en el medio.
King tocó una nota particularmente fuerte que era la señal para que Luz empezara, y el sonido resonó. Los aplausos de la multitud se extinguieron y todos miraron expectantes, esperando que el espectáculo comenzara.
Bajo la luz del escenario, vio a Hunter sonriéndole para darle ánimo.
Sin embargo, lo único que salió de su boca fue un grito ahogado apenas audible.
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Se viene lo épico y el suspenso.
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