capítulo 29

Luz miró la pistola, apenas se atrevía a respirar. Ahora, notaba unas punzadas tan fuertes en las orejas que era como si estuvieran en llamas.

-al fin llegaron- dijo Belos, quitando el seguro de la pistola con el pulgar.

Luz no podía hablar. Con el rabillo del ojo, vio a Hunter caer al suelo y cómo desaparecía la cara de Vee al otro lado de la claraboya. Steve presionaba el cuerpo contra la puerta del almacén, a pesar de que Kikimora aún la arañaba al otro lado.

-¡Y Steve!- dijo Belos -estoy sorprendido. Has visto lo que estos mocosos le hicieron a esa pobre y vieja matrona. ¿crees que les importaría alguien más que ellos mismos?

Luz bajó la vista. La sombra de Belos se proyectaba a sus pies, más espesa y oscura de lo que una sombra debería ser. Instintivamente, retrocedió un paso, el suelo gruñó como protesta debajo de sus botas.

-no te muevas, niña.

Luz se quedó paralizada. La sonrisa cruel del mercader fue reemplazada por una expresión completamente amenazante. Kikimora ladró, golpeando la puerta. Belos alzó las cejas.

-vaya, vaya. De verdad, están llenos de sorpresas. Steve, estoy dudando sobre encerrarte allí con Kikimora, para que recuerdes a quién le eres leal.

-por favor, no. Lo siento. No quería...

Belos avanzó cojeando y golpeó con su codo la cara del aprendiz, lo que hizo que Steve trastabillara hacia atrás. La sangre brotó de la nariz del chico y salpicó la mejilla de Luz. Él cayó al suelo a su lado, gimoteando.

-¡deberíamos haber abandonado este puerto hace varias semanas!- gritó Belos -ya deberíamos estar a mitad del Océano Índico. ¿tienen idea de cuanto dinero me han hecho perder? Sin mencionar los gastos médicos por mi pie, pequeños...

-eso no es nuestro problema- siseó Luz.

-oh, claro que es su problema, niña- cojeó hacia ella -y sin duda me pagarán por lo que me deben.

-nuestro padre nos espera cerca de aquí- respondió Luz -vendrá a buscarnos si no regresamos pronto. No es un hombre al que se quiera enfrentar.

-¿padre?- la sonrisa de Belos flaqueó un segundo, pero luego sacudió la cabeza -no importa, nos pondremos en marcha en cuestión de minutos.

-no tienes la documentación necesaria para llevarnos contigo.

-me arriesgaré a sacarlos a escondidas...

-¡oye, cara de rata!- gritó una voz desde la claraboya.

Amity había entrado a medias por la ventana y sostenía en la mano un tubo mediano de cuyo extremo salían chispas. Belos apuntó su arma hacia ella, pero Amity fue más rápida. El fuego artificial salió disparado de su mano y golpeó el suelo cerca de las botas de Belos. Hubo un estallido luminoso en la habitación.

Luz lanzó al suelo, cubriendo a Steve con un brazo, cuando el fuego artificial rebotó, silbando y chillando, de pared a pared. Hizo caer una vela y luego rebotó en cada superficie disponible, dejando chispas feroces a su paso. Apareció el humo y llenó la sala.

Cuando Luz apartó el humo de su cara, vio el fuego brotando de distintas partes de la bodega. Belos estaba en la puerta, tosiendo mientras las llamas rozaban sus botas.

Cuando Luz intentó ponerse de pie, su mano tocó algo frío y metálico en el suelo.


La pistola perlada



Miró al mercader a los ojos. Belos miró una última vez la pistola en manos de Luz y tambaleándose, con la mano sobre la boca, salió por la puerta de la bodega, la cerró y los dejó atrapados con el humo y el fuego.

-¡Luz!- gritó Amity. Ella y Vee sostenía a Hunter, intentando hacerlo pasar a través de la ventana -¡apresúrate!

Luz sacudió a Steve y lo hizo rodar sobre la espalda. Él había dejado de gimotear, pero parecía estupefacto.

-ayudarás a mis amigos a llevar a Hunter al muelle- dijo ella, poniéndolo de pie y guiandolo o hacia la claraboya -y luego, te ayudaremos a huir de Belos, lo prometo.

Steve asintió, un poco atontado.

-no nos iremos sin ti- le dijo Hunter a Luz y luego comenzó a toser.

-liberaré a King y luego los seguiremos- aseguró ella.

No esperó a oir las protestas de Hunter, solo lo empujó despacio hacia la ventana y se giró, tosiendo mientras le humo subía por su nariz y bajaba por su garganta. Avanzó con torpeza a través de la bodega hacia King, quien aún intentaba con desesperación desatar el nudo detrás de él.

-ya voy, resiste.

Oyeron un crujido y un golpe detrás de ella cuando una viga de madera cayó del tejado y les bloqueó el paso hacia la ventana de madera por la que Hunter y los demás se habían marchado. Luz maldijo, pero desató la cuerda con las manos sorprendentemente firmes.

En cuanto King quedó libre, la rodeó con sus brazos, quitándole el resto del aire de los pulmones. Ella lo apartó con dulzura. No había tiempo.

Oyeron otro golpe y un aullido largo proveniente del depósito. Kikimora aún estaba atrapada.

-espera aquí un segundo- ordenó Luz -ponte el chal sobre la boca.

Pasó junto a una caja en llamas. Abrió la puerta de la bodega y luego, usando la punta de la escoba, la enganchó sobre las llamas debajo del picaporte de la puerta del depósito. Con un movimiento de su muñeca, abrió la puerta y una silueta oscura salió disparada. Kikimora gimoteó al ver las llamas, luego se volvió y salió por la puerta. Luz regresó rápido con King, quien la miraba con incredulidad.

-no podía dejarla morir- explicó Luz -Vee nunca me habría perdonado, ni aunque la bestia intentara comerse a Hunter. Bueno, salgamos de aquí.

Abrió la claraboya y asomó la cabeza para tomar otra bocanada de aire fresco. Estaban en el extremo opuesto del barco, lejos de la pasarela. El humo no le dejaba ver a Luz lo lejos que estaba el muelle. Miró al otro lado, lo único que veía era una extensión larga de agua infinita.

-vamos- dijo ella, saliendo por la ventana y tirando de King.

Se aferraron al alféizar de la claraboya, no había más que agua por debajo.

-estamos atrapados- dijo él, con un grito ahogado.

Luz miró a su alrededor, asustada. Se oían gritos y ladridos desde el muelle. El viento avivaba el fuego y el humo espeso y negro envolvía el barco. Las llamas habían llegado al muelle, expandiéndose hacia las velas plegadas a una velocidad increíble.

-nuestras opciones son arriba- Luz tosió -o abajo.

-no sabemos nadar- respondió King serio -y no estamos hechos a prueba de llamas.

-¿qué tal si vamos de lado entonces?

Se escuchó un ruido fuerte: una de las vigas transversales del mástil se quebró y cayó. King agarró la mano de Luz, con expresión resignada y vencida.

-Luz, lo siento mucho...

-King Noceda. Ahora no es momento de pedir disculpas, aunque muchas de ellas me corresponden pedirlas a mí. Ahora es momento de no morir.

King asintió. Luz centró la atención en el lateral del barco, buscando una vía de escape. De pronto, la imagen de Amity deslizándose por la cuerda que utilizaron para subir y bajar el cubo de la ventana de la lavandería apareció en su mente. Si ella y King querían sobrevivir, tendrían que pensar como Amity. Había muchas cuerdas sueltas en el lateral del barco. Luz agarró la más cercana con las dos manos.

-toma- dijo -sujétala. Tendremos que balancearnos hasta la siguiente ventana. Si logramos llegar al otro lado del barco, quizás podamos bajar por la pasarela.

Empujando el casco del barco con los pies, se balanceó de lado. Golpeó con fuerza la claraboya siguiente, pero logró enganchar el tobillo en ella y subir. King la siguió y Luz sujetó el tobillo del chico antes de que se balanceara de nuevo hacia atrás.

Un pedazo de escombro en llamas cayó a su lado. El fuego rugía con tanta intensidad que Luz apenas oía los gritos del muelle. Una campana comenzó a sonar: había llegado el carro de los bomberos.

-siete ventanas más- dijo King con una sonrisa forzada.

Se balancearon dos veces más, con dificultad. Las manos de Luz comenzaban a arder; notaba las pantorrillas y los tobillos hechos polvo.

Hicieron una pausa para descansar las manos. Luz esperaba que los demás estuvieran a salvo. Le lloraban los ojos y no podía dejar de toser. A su lado, King también luchaba por respirar. Si no se apresuraban, se asfixiarían.

Intentó tomar la siguiente cuerda, pero, de pronto, la soga cayó al agua. Notó una punzada repentina y agonizante en las orejas.

-¡arriba!- gritó King.

Parpadeando mucho, levantó la mirada. Sobre ellos, inclinada sobre el lateral del barco, rodeada de la luz del fuego, había una gran silueta. A pesar de la tela que cubría su cara, Luz reconoció aquella mirada cruel y fría.


Belos


Lo miró a los ojos y la expresión asesina del hombre hizo que su corazón se detuviera. Belos sostenía una bolsa de arena sobre el barandal, justo sobre la cabeza de Luz. Sonrió con crueldad antes de soltarla.

A Luz se le cayó el alma a los pies, pero antes de que la bolsa de arena hiciera contacto con su cara, alguien la movió a un lado, donde logró sujetar la próxima cuerda. Se deslizó hasta la mitad de la soga hasta evitar caer más y observó horrorizada cómo la bolsa de arena golpeaba a King y lo hacía caer del alféizar de la claraboya.

Él aterrizó en el agua con un golpe fuerte. Con los ojos y la boca abiertos de par en par, atónito. El agua parecía descender a su alrededor, luego más olas se formaron y se lo trataron por completo.

Desapareció tan rápido, que Luz apenas tuvo tiempo de procesar lo que había ocurrido.

King la había apartado y había recibido el golpe en su lugar.

El humo se aferraba a su piel y Luz estaba cada vez más mareada. Alzó la vista, pero Belos no estaba. Luz miró hacia abajo de nuevo, pero King no apareció otra vez. Unas burbujas surgieron donde él se había hundido; su chal flotaba en la superficie del agua.

Él no sabía nadar. Pero Luz tampoco.

Sintió algo en su oreja y una sombra le rodeó la mano. Cuando se preparó para saltar, una voz, hecha solo de brisa, le habló, pronunciando una plegaria de despedida.

¡NO!

Era incorpórea y tenía un tono medio, pero probablemente nunca la habría oído si no le hubiera mencionado el cosquilleo de su oreja. La sombra alrededor de su mano se hinchó.

-tengo que hacerlo- susurró Luz.

Y luego, soltó la cuerda. Un latido después, golpeó el canal con los pies, el agua le cubrió la cabeza y la oscuridad la devoró.


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《Steve ha entrado al chat de los traumados》

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