capítulo 18
Los niños despertaron antes del amanecer y desayunaron las sobras en el balcón del molino. Las diez piernas colgaban por el borde del balcón y los cinco pares de hombros estaban cubiertos por mantas de lana gruesa.
Después permanecieron sentados y observaron al sol salir sobre el horizonte aparentemente infinito. El canto de los pájaros llegó a ellos en trinos dulces y, con los labios frescamente húmedos, Vee comenzó a intentar responderles con silbidos. Hunter cosía muñecas, King dibujaba y Amity contemplaba con alegría el pólder con unos pantalones que había enmendado el día anterior inspirados en los de la guardiana del pólder. Owlbert estaba acurrucado en la capa de Vee, durmiendo.
Luz era la única que no sonreía. Observaba la casa de tejado de cobre de Eda Clawthorne, segura de que podía ver cómo las cortinas de la guardiana del pólder se movían.
-me alegra que decidieramos quedarnos- dijo Amity. Saludó con la mano a un granjero que pasaba, quien inclinó el sombrero como respuesta -nuestros vecinos son encantadores.
Luz sabía que en realidad se refería a Eda.
-no todos- susurró King, y Luz le apretó la mano con suavidad.
-Luz y yo podemos ir a la ciudad esta tarde para vender las muñecas- dijo Hunter -quizás ganemos lo suficiente para un festín similar al que comimos anoche.
En su regazo había un pato vestido con una camisa de mangas de color azul pálido y un gorro con alas de encaje. Hunter cosía la parte inferior de su pie izquierdo, mientras Vee empujaba el relleno hacía adentro a medida que él cerraba la costura.
-primero, será mejor que devolvamos estos platos- dijo Amity con alegría, poniéndose de pie -todos deberíamos ir y darle las gracias a la señorita Clawthorne.
-esa mujer es demaciado curiosa- respondió Luz -deberíamos dejar los platos en su puerta e irnos.
-así no se comportan los vecinos normales- señaló Amity -solo alentaría su curiosidad.
Luz suspiró. Amity por supuesto, tenía razón.
Por muchas ganas que tuviera Luz, sería imposible evitar a Eda Clawthorne.
Se vistieron bien. Vee acomodo un poco el pelo de Luz y Hunter se puso uno de los sombreros bombín de Philip para cubrirse las orejas, el cual Luz le quitó de inmediato.
-a tus orejas no le pasan nada malo, Hunter.
Luego, se fueron hacía la casa de Eda Clawthorne, pasaron junto a Sasha y Marcy quienes patinaban de nuevo en el canal. King alzó su chal para ocultar su cara, intentado esconderse de la mirada insolente de los niños, lo cual solo empeoró el humor de Luz. Entrelazó el brazo con el de King y continuaron avanzando como si los dos hermanos no existieran.
Pasaron junto al tejo negro, cruzaron el puente pequeño y pisaron un sendero de piedra pulida que serpenteaba hasta llegar a la granja. Los dos cerdos en el corral olisqueaban el lodo congelado y oyeron un ruido proveniente del gallinero que estaba más atrás.
-es muy inspirador ver a una mujer llevar todo esto sola- decía Amity -no vi que llevara anillo de boda, así que debe ser soltera.
La sonrisa de Vee casi le llegaba hasta las orejas cuando se aproximaron a la puerta principal de color brillante de la guardiana del pólder. El llamador tenía forma de pavo real pequeño. Vee río en voz baja y luego tiró de las patas del pavo real y sonó un arpegio de campanadas tintineantes. Luz frunció el ceño cuando una burbuja de asombro traicionera le hizo cosquillas en el estómago.
-emm, Luz- susurró King, tirando con urgencia del brazo de la niña. Señaló con la cabeza una placa de metal en la puerta principal, sobre la que estaba escrito lo siguiente:
E.CLAWTHORNE
artesana relojera
Sus amigos la miraron, boquiabiertos, luego, miraron el reloj de bolsillo que le colgaba del cuello. Luz lo sujetó con fuerza, sintiéndose repentinamente mareada.
-¿crees que ella es tu...?
-no- dijo Luz, la mera idea le retorcía el estómago -debe ser una coincidencia. Ella no puede ser...
-¡los Noceda!- la voz de Eda sonó, de pronto, de la nada.
Todos se sobresaltaron, Vee emitió un grito ahogado de sorpresa.
-¿de donde viene su voz?- susurró King.
-del tubo acústico- respondió la voz metálica de Eda -junto al codo de Amity.
Amity soltó un sonido que era mitad grito ahogado, mitad chillido. Acercó la cara a la salida redonda de metal.
-he oído hablar sobre los tubos acústicos- dijo -pero nunca había visto uno.
-se nota- comentó Eda -pasen, la puerta está abierta.
Amity empujó la puerta y entraron en la casa.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac.
Sonaba como miles de pies metálicos diminutos bailando.
Se adentraron en una estancia cuadrada, rodeada de relojes. No se parecían en nada al reloj de pie del orfanato Exide, y tampoco al reloj elegante en la repisa de la chimenea de la oficina de Bligth. Cada uno era una escultura construida en forma de, mayormente, un animal.
Un oso de metal, cuya cabeza estaba hecha con una sartén vieja y cuyo cuerpo estaba confeccionado con partes de bicicleta, yacía en el rincón más cercano a la puerta. Tenía la mandíbula abierta en un rugido silencioso y dentro de su boca había un reloj.
Una hilera de gatos metálicos colgaba en fila en una pared, sus colas largas hacían swish, swush y sus ojos hacían tic hacia la izquierda y luego tac a la derecha.
Había patos con relojes diminutos en lugar de ojos; un pulpo cuyos ocho brazos señalaban hacia el año, el mes, el día, la hora, el minuto, el segundo, el almuerzo o la cena; un cerdo con sombrero de copa de cobre que tenía un reloj en medio del sombrero; y un molino tan grande como Luz, cuyas aspas giraban a una velocidad media alrededor de un reloj hecho con un metal tan pulido y brillante que podía ver su propio asombrado devolviéndole la mirada.
-santo cielo- dijo Amity, dándose la vuelta con lentitud. Ella y Vee colisionaron en mitad del giro mientras asimilaban el extraño entorno. Olwbert emitió un huu huu disgustado.
-que lámpara tan rara- comentó King, señalando un orbe de cristal brillante que colgaba de un cable grueso en medio del techo -parece fuego, pero... no lo es.
-es electricidad- Amity susurró la palabra como si fuera una plegaria.
-así es- la voz metálica de Eda sonó a través de un tubo acústico que estaba en medio del estómago del reloj oso -ahora, cierren la puerta, por favor. Los engranajes del oso hacen un ruido horrible cuando hace demaciado frío. Pasen por la primera puerta a su derecha y suban la escalera.
Detrás de la puerta había una escalera también iluminada por más lámparas eléctricas. Amity tomó la delantera con entusiasmo, subió la escalera circular hasta que finalmente llegaron a una habitación grande y amplía. Había más relojes en distintos estados de construcción sobre las paredes y las mesas de trabajo. Había herramientas desparramadas sobre cada superficie. Había tantas cosas en tantas partes que Luz tardó unos segundos en divisar a Eda. Luego, vio el familiar pelo gris plateado detrás de la cabeza de metal de un elefante. Eda asomó la cabeza por un lateral, apareciendo debajo de la trompa curva del animal.
Luz escondió rápido el reloj de bolsillo dentro de su ropa. Cayó, frío y aparentemente más pesado sobre su corazon desbocado. Miró a la guardiana del pólder, con un millar de preguntas arremolinándose en su mente, aunque una era mucho más intensa que las otras:
¿acaso Eda Clawthorne era su madre?
-ah, bienvenidos- la mejilla izquierda de Eda tenía una gran mancha de aceite y un par de gafas descansaban en su frente -han llegado en el momento perfecto. Se me a atascado la manga dentro del reloj y no puedo moverme, porque si lo hago la estructura entera se caerá.
-engranajes... cadenas...- Amity hablaba con fervor -esto es... wow.
Luz nunca había visto a Amity tan llena de asombro.
Los ojos claros y brillantes de Eda bailaron de satisfacción ante la expresión maravillada de Amity.
Tu cara me suena, había dicho Eda el día anterior.
Luz la miró, inspeccionando cada centímetro de su cara, pero Eda Clawthorne no le resultaba para nada familiar.
-ellos son Hunter, King y Vee- dijo Luz -hemos venido a devolverle los platos. Nos iremos enseguida para no melestarla.
Luz apoyó los platos en una mesa.
-oh, no seas tonta- dijo Eda -no me molestan en absoluto. De hecho, me vendría bien un poco de ayuda con esto.
Amity tenía tantas ganas de ayudar a Eda que se abrió paso entre Hunter y Luz.
-también se me ha caído un engranaje- comentó Eda -si sujeto esto, ¿puedes extender el brazo e intentar encontrarlo?
Amity asintió de inmediato.
Un gato con pelo marrón claro estaba hecho un ovillo en alféizar de la ventana. Vee usó la mano con la que no sujetaba a Owlbert para acariciar la cabeza del gato, provocando que el animal amitiera un maullido gruñón.
-ah, Vee- dijo Eda -él es Hooty. Si rascas detrás de su oreja izquierda, te ganarás su simpatía de inmediato. Es ese, Amity, el engranaje de ahí.
Vee sonrió ampliamente, al igual que Amity. Hunter y King paseaban, asombrados, por la sala. Pero Luz solo permaneció allí de pie, intentando evitar que las preguntas escaparan de sus labios. No podía preguntarle directamente a Eda, no sin que la guardiana del pólder notara de inmediato que Luz no había estado diciendo la verdad sobre su identidad. Si quería respuestas, tendría que hacer preguntas cuidadosas.
-¿hace relojes para sus hijos?
-no hay niños aquí.
-entonces ¿están en otra parte?
La relojera suspiró.
-no tengo hijos- dijo -¿como se encuentra tu padre, Luz?
Luz ocultó su frustración ante la evasiva de Eda.
-está descansado en la cama con un libro.
-me alegra oír que el señor Noceda se siente lo bastante bien para leer- dijo Eda -quizás, si mañana está mejor, podría visitarlo y...
-¡lo tengo!- dijo Amity, alzando un pequeño engranaje de metal.
-exelente trabajo- respondió Eda -¡tienes doce dedos excesivamente ágiles! Serías una relojera increíble.
Amity asintió con tanta alegría, que Luz sintió una calidez inexplicable en su corazon.
-¿también haces relojes pulsera?- preguntó King, mirando con intención a Luz -solo veo diseños para relojes de pie.
-¿he? Oh no, siempre he preferido crear estructuras de relojería más grandes... vaya, creo que me he vuelto a romper la manga. Parece que nunca aprendo.
Esta vez, Hunter fue quien acudió al rescate de Eda, con una aguja e hilo en mano.
-a ver, permítame.
-no hace falta, de verdad...
-es lo menos que puedo hacer después de la maravillosa comida que nos preparo.
-en ese caso, eres mi héroe, Hunter. Mis habilidades de costurera dejan mucho que desear si soy sincera. Vaya, eres muy bueno. Tengo mucha ropa que remendar en caso de que quieras ganarte unas monedas.
Hunter sonrió ampliamente.
Luz caminó de lado a lado en el escaso hueco entre las mesas de trabajo. Alzó una caja de reloj y fingió inspeccionarla, intentando pensar qué preguntas podría hacerle a Eda sin que pareciera que la estaba interrogando.
-ese chal es de lo más interesante- le decía Eda a King -es de un color muy inusual...
-está... emm... un poco manchado- dijo él, aferrando la tela de modo protector -carbón...
-ah, si- respondió Eda -es una mancha difícil. Trabajo con aceites y grasa, así que he visto muchas de esas. Tengo una mezcla limpiadora especial que podríamos probar si quieres.
-oh- dijo King, sujetando más fuerte su chal -no, no es necesario...
-prometo que no lo dañará- respondió Eda con dulzura -¿no sería maravilloso verlo recuperar su resplandor?
Luz apoyó la carátula del reloj con exceso de fuerza. Rodó hacia el borde y cayó al suelo. Todos la miraron.
-lo siento...
Se agachó para recogerlo, y se metió por debajo de la mesa mientras la caja se alejaba de ella rodando. Cuando por fin logró atraparlo, tocó algo afilado con el dedo. Reprimió un siseo de dolor mientras se quitaba la astilla del dedo. Luego, vio de dónde había salido.
Cuatro líneas profundas y largas habían sido talladas en los tablones de madera.
Marcas de garras
Demaciado grandes para pertenecer a Hooty. Y, al igual que con las marcas que vio en el teatro, Luz estaba segura de que eran iguales a las que había en su cesta ataúd.
Miró un poco más allá del pasillo y advirtió que había más y más marcas. Sobre los zócalos, sobre las patas de las mesas de trabajo y sobresaliendo por debajo de muchos de los relojes de pie. Estaban por todas partes.
Luz tragó saliva con dificultad y salió de debajo de la mesa y, al retroceder, se topó contra un perchero. Se tropezó y las prendas del perchero cayeron sobre ella. Con las mejillas ardiendo de vergüenza, Luz se puso de pie con torpeza, enderezó el perchero, recogió los abrigos y los colgó de nuevo. Luz miró a Eda, quien la contempló a los ojos frunciendo levemente el ceño.
-¿estás bien?- preguntó la guardiana del pólder -pareces un poco... nerviosa.
El corazón de Luz latía al ritmo de los tic tac de los relojes a su alrededor. Eda aún la miraba, al igual que sus amigos.
Luz se obligó a no bajar la vista hacia las marcas de garras.
De algún modo, Eda conectaba con los Noceda. El sexto sentido de Luz le provocó cosquillas de conformidad. No estaba completamente segura de cómo sería un licántropo en su forma humana, pero la apariencia gentil de Eda Clawthorne no era lo que ella hubiera esperado.
-me encuentro mal- mintió Luz -volvamos a casa.
Se dio la vuelta, bajó las escaleras corriendo y salió por la puerta. Había recorrido la mitad del canal que separaba el molino de la casa de Eda cuando King y Vee la alcanzaron. Miró por encima del hombro y vio que Amity y Hunter aún permanecían en la entrada de la casa, hablando con Eda.
-¡dense prisa!- les gritó Luz y los hombros de Amity parecieron caer un poco. Luz sintió un poco de culpa en el fondo.
-¿que ha pasado?- le susurró Hunter cuando la alcanzaron -¿de verdad te encuentras mal?
Luz avanzó rápido hacia el molino.
-claro que no...
-¡esperen!- llamó Eda; de pronto, estaba a pocos pasos detrás de ellos y Luz maldijo en silencio la rapidez de la mujer.
-King- dijo Eda sin aliento -¿tu chal...?
El parpadeó y la miró. Luego, se lo quitó del cuello con vacilación y se lo entregó a la mujer. Eda sonrió.
-lo devolveré pronto, te lo prometo. Y Amity, necesito un aprendiz. Me vendría bien un par de manos tan ágiles como las tuyas. Te pagaría, por supuesto.
La sonrisa de Amity era enorme.
-me encantaría.
-tendremos que preguntarle a nuestro padre- dijo Luz, sujetando la mano de Amity -adiós Eda. Gracias de nuevo por la comida.
Arrastrando a Amity, Luz aceleró el paso hacía el molino.
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LIBRO DE TEORÍAS DE LUZ
Eda Clawthorne
• edad aproximada: unos treinta o cuarenta y pocos años.
• guardiana del pólder local: a pesar de ser una mujer.
• vive sola y trabaja: a pesar de ser una mujer.
• relojera, pero no hace relojes pequeños.
• no está casada y dice que nunca a tenido hijos.
•hay marcas de garras en todo su taller.
•tiene demasiada curiosidad por nosotros. También es probable que nos espíe.
• es demaciado amable con nosotros ¿qué quiere?
No parece gustarle mucho Philip, a pesar de decir lo contrario.
Está relacionada con la desaparición de mi familia. Estoy segura.
Las marcas de garras y los relojes: es demasiada coincidencia.
¿quizás descubrieron que ella era una licántropa y ella intentó matarlos?
¿quizás se ocultan de ella?
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Mensaje de la escritora:
Hola! Después de... alv ¿un mes sin actualizar la historia?
Perdí la noción del tiempo, en fin, quiero decirles que probablemente no actualice muy seguido ya que tengo un chingo de tareas que hacer y libros recién comprados que leer. Pero aré lo posible para actualizar en cuanto antes.
Gracias por leer la historia, nos vemos (leemos) en el próximo cap. Baay
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