capítulo 16
La mañana trajo el sol y pesadumbre a la vez.
El pólder estaba iluminado con la escarcha cubierta de motas de sol, el canal principal resplandecía como un diamante largo. Sin embargo, Luz sentía que el mundo era gris y lúgubre. Aún le preocupaba la presencia del espía de la noche anterior, y se sentía frustrada por no haber hecho ningún progreso que la llevara a resolver el misterio de desaparición se su familia.
Tras llegar a la conclusión de que no podría volver a dormirse, salió de la cama armario y avanzó de puntillas a la sala de estar para acurrucarse junto a papá marioneta, con su libro de teorías abierto en su regazo. Owlbert entró volando desde la cocina para observarla.
-oh, Owlbert- susurró Luz mientras el pájaro la miraba desde el brazo de la mecedora -supongo que no se te ocurre nada que me ayude a encontrar a mi familia, ¿no?
Huu, Huu
Una sábana con piernas y cabeza peli-lila apareció por la puerta.
(Si hay sexto sentido y licántropos ¿porque no un cambio de color de pelo de la nada?)
-buenos dias, Luz, buenos días, papá- susurró Amity, besando la frente de papá marioneta. Una mano de seis dedos salió por debajo de la sábana para acariciar al búho -buenos días, Owlbert.
HUU! HUU!
Amity retiró la mano y la guardó bajo la seguridad de la sábana.
-creo que tiene hambre- dijo Luz, cerrando su libro de teorías para que Amity no viera el fracaso de su investigación.
-hace falta carne. A saber dónde encontraremos más. A este paso, pronto todos comeremos lombrices.
-Hunter tendrá listas algunas muñecas mañana. Iré con él a Ámsterdam. Quizás, después podremos comprar algunas cosas para cocinar.
Sus estómagos gruñeron al unísono.
Amity se dirigió hacia la ventana para espiar entre las cortinas.
-¿cuántas?- preguntó Luz. Amity alzó una mano -¡seis!- gruñó Luz -eran solo tres hace unos minutos. Amas de casa cotillas.¿no tienen nada mejor que hacer que quedarse ahí, mirando embobadas?
Se acercó para espiar por la ventana. Había seis mujeres junto a la puerta, con las cabezas cubiertas de gorros. En el canal, algunos niños patinaban, asegurándose de no perder de vista el molino. Dos hombres habían detenido sus bicicletas para repararlas no muy lejos de allí, pero Luz no creía que para repararlas hiciera falta observar el molino. Sabía que el hecho de volver a ver el molino habitado despertaría la curiosidad de los vecinos, pero no esperaba que fisgonearan tan abiartamente.
-necesitamos hacer algo- dijo por fin Luz.
-¿el que?- preguntó Amity.
-algo normal.
-¿normal?
-si. Las familias normales no se esconden detrás de las cortinas. Estamos llamando la atención.
-¿y qué es normal?¿merodear por casas ajenas y ponerse a cotillear?
Observaron cómo las mujeres junto a la puerta fingían conversar, mientras miraban con disimulo el molino, sin duda esperando ser las primeras en propagar los rumores sobre el regreso de Philip Noceda.
-¡rumores!- dijo Luz -¡por supuesto!
Puede que esas personas tuvieran información que le fuera de ayuda.
-tengo una idea- dijo ella, con alegría.
Luz abrió la puerta del taller de marionetas y salió al balcón alto que rodeaba por completo el molino. El aire gélido soplaba y un aspa sin tela gruñó frente a ella. Miró hacia el exterior y vio que las mujeres aún observaban las ventanas del piso inferior.
-rápido- le susurró a los demás -ahora.
Amity y Vee sacaron al exterior la mecedora de papá marioneta. Lo habían envuelto con un abrigo grueso, sombrero, guantes y una bufanda que cubría la mayor parte de su cara de algodón. Lo apoyaron contra la pared, debajo de la ventana, y King envolvió la parte inferior de su cuerpo con una manta. Luz hizo pasar a escondidas los hilos por la parte superior de la ventana, donde Hunter esperaba.
-¡oh, papá!- gritó Luz, echando un vistazo rápido a los espectadores, quienes se sorprendieron con el sonido de su voz -¿no es una mañana preciosa? Mira, allí están nuestros vecinos ¿por qué no los saludas?
Las mujeres miraron con esfuerzo hacia arriba. Papá marioneta alzó un brazo y saludó. Las vecinas le devolvieron el saludo con timidez. Más allá, en el canal principal, los patinadores se detuvieron.
-ahora puedes vernos patinar- dijo Luz, su voz viajaba por el pólder -y el aire fresco te hará muy bien.
Papá marioneta asintió, y Luz le hizo un gesto de asentimiento a Hunter quien cuya cara apenas asomaba detrás de la cortina. Luego, ella, Vee, Amity y King regresaron al piso inferior. Luz había encontrado tres pares de patines en el armario. No eran los patines cerrados que Luz había visto en Ámsterdam, sino cuchillas atadas a la suela de unos zapatos.
En cuanto salieron por la puerta principal, las mujeres cotillas se retiraron velozmente y los dos hombres se marcharon en sus bicicletas. Al menos, los tres niños que patinaban sobre el hielo no habían huido. Luz esperaba que estuvieran al tanto de rumores que la ayudaran a avanzar en su investigación.
-diviertanse- dijo King cuando llegaron al canal principal. Tenía colgada su cubeta de carbón sobre el hombro -yo haré un mapa de la zona.
Tomó asiento en la orilla y desenrolló un trozo de pergamino. Las niñas continuaron avanzando, acercándose al canal con sus pies temblorosos con patines. Los niños en el hielo miraron con disimulo hacia ellas, pero no intentaron acercarse más.
Alentada por un cosquilleo de orejas suave, Luz respiró hondo y saltó sobre el canal, moviendo los brazos para avanzar. Sus patines aterrizaron robre el hielo sólido y su impulso la hizo deslizarse hacia adelante.
Y hacia adelante.
Y hacia adelante.
Y hacia adelante.
Era aterrador y raro, como si fuera una marioneta arrastrada por hilos invisibles. Y, mientras su miedo moría, su impuldo también.
Los demás aún estaban de pie al borde del canal, mirándola. Luz dio otro paso y se tambaleó. Su pierna derecha salió disparada a un lado, el mundo se puso al revés y el canal y su espalda se encontraron. Permaneció allí acostada, jadeando, durante unos segundos.
-ha sido una técnica de patinaje interesante- rio Amity, inclinando el torso sobre Luz.
Vee apareció junto a Amity. Ayudaron a Luz a ponerse de pie. Miró a los demás patinadores que curioseaban cerca de allí. Aún estaban apiñados y fisgoneando, ocultando sus risitas detrás de sus manos con guantes.
-¡es imposible!- dijo Luz -los patines hacen que todo resbale más.
-no es imposible, tonta. Tu error fue mover el cuerpo como si fueras una muñeca de trapo. Observarte fue una lección de cómo no hacerlo. Ven, mira- Amity soltó a Luz y se deslizó en un círculo alrededor de ella y de Vee, moviendo los pies y extendiendo los brazos -mantén la espalda recta, pero inclina el cuerpo un poco hacia adelante. Encuentra tu centro de gravedad y eso te dará el equilibrio necesario para permanecer erguida.
Luz parpadeó y la miró.
-eres capaz de de convertirlo todo en una clase de ciencia, ¿no?
-eso es porque la ciencia está en todo.
Las niñas entrelazaron los brazos, con Luz en el medio.
-¿lista?- preguntó Amity.
Luz asintió. Avanzaron, los pies se deslizaban de lado a lado al unísono, de un lado a otro el canal. De pronto, Amity soltó a Luz y le dio un empujoncito.
-¡ah!- Luz comenzó instintivamente a mover los brazos como un molino.
-¡no te asustes!- gritó Amity.
Luz enderezó la espalda e inclinó el torso mientras se tambaleaba, extendiendo los brazos para no perder el equilibrio. Sonrió y luego miró por encima del hombro. Los otros niños patinaban de nuevo, más cerca de la orilla del canal esta vez.
-hablaré con ellos- dijo Luz.
Amity asintió y luego ella y Vee la acompañaron. Las orejas de Luz le cosquillearon. Si cometía un error, su engaño quedaría expuesto.
Habia dos niñas que eran aproximadamente de la misma edad que Luz y un niña que parecía unos años menor. Una chica tenía el cabello castaño, la otra pelo rubio y la niña era una versión miniatura de ella, era evidente que era su hermana, solo que tenía el pelo azul oscuro. Dejaron de patinar cuando vieron que Luz se aproximaba.
-buenos días- dijo Luz, sonriendo -soy Luz Noceda. Es un placer conocerlas. Ellas son mis hermanas, Amity y Vee.
-soy Sasha- dijo la niña de pelo rubio, mientras contemplaba a Luz -ella es mi hermana, Marcy, y mi amiga, Anne. No parecen hermanas.
-somos hermanas adoptivas.
-entonces ¿es verdad que ha regresado el señor Noceda?- preguntó Marcy, nerviosa.
-por supuesto- respondió Luz -está allí arriba, observándonos, ¿ves?
Saludó a papá marioneta, quién devolvió el saludo con la mano.
-pero mi madre dijo que los Noceda habían muerto- dijo Anne -murieron por la Plaga Blanca y que sus huesos están ahora recostados en sus camas.
-claramente, tu madre está equivocada.
Si esa era la clase de rumores que ellas conocían, no le servirían para nada.
-no puede ser- dijo Marcy -mi madre afirma que el señor Noceda tenía problemas con la justicia. Nuestro padre dijo que vio el carruaje de los Noceda marcharse en plena noche, hace años. Fue una noche de luna llena, así que pudo ver la cara del señor Noceda con claridad. Parecía muy triste. Lleva huyendo de la justicia desde entonces. Todo el mundo lo sabe. Camila también.
-no saben nada- replicó ella.
Marcy se estremeció. Su hermana, Sasha, la hacercó a ella y fulminó a Luz con la mirada.
-sabemos que Camila Noceda era una belleza de pelo castaño- dijo Sasha, mirando a Luz de pies a cabeza con una sonrisa incrédula- sabemos que andaba con indeseables. Sabemos que evitó que mi padre le disparará a ese perro inmenso y salvaje que asustaba al vecindario hacía muchos años. Sabemos que este lugar ha sido mucho más agradable desde que los Noceda se fueron. Y sabemos que no es normal que un padre y su hija desaparezcan en una noche.
Luz tragó saliva, ahora le dolían las orejas.
-lo único que no sabemos- continuó Sasha -es dónde han estado todos estos años y porque el señor Noceda se ha negado reiteradas veces a venderle el molino a trabajadores decentes como mis padres.
Luz tragó una bocanada de aire para recobrar la compostura, su mente daba vueltas, llena de furia, confusión y miles de preguntas.
-no fue nada sospechoso- dijo Luz -él y mi hermana solo decidieron ir a explorar el mundo. Camila aún está de viaje, claro. Y mi padre decidió adoptar unos huérfanos de la ciudad y regresar a casa para darles una vida mejor, así que aquí estamos. Es todo lo que necesito saber.
Luz y Sasha se miraron con severidad, las otras, nerviosas, paseaban la mirada de una a otra.
-¿quién es ese?- preguntó Marcy.
Luz se giró y vio a King de pie detras de ellos al límite de canal. Su cabeza pareció detrás de su mapa para ofrecerles una sonrisa tímida.
-¿dónde encontró el señor Noceda un niño así?- preguntó Sasha, sin molestarse en bajar la voz -claramente no es de aquí.
La sonrisa de King desapareció. Se escondió de nuevo detrás del mapa. La ira de Luz aumentó.
-supongo que tiene sentido que un hombre tan peculiar como el señor Noceda adopte todo un tropel de bichos raros- sujetó la mano de su hermana y se alejó de ellas -vamos, Marcy, vayamos a patinar a otra parte del canal.
-¡oye!- gritó Luz, ignorando el ardor repentino en sus orejas. Se agachó, tomó un puñado de nieve de la orilla del canal e hizo una bola.
-Luz, no- susurró Amity.
Sasha se dio la vuelta.
-¿qué...?
La bola de nieve de Luz le dio en plena cara. Sasha dio un grito ahogado. Miró a Luz con una mezcla de sorpresa y furia. Ella no se arrepentia de lo que hizo. No permitiría que nadie hablara de ese modo sobre sus amigos.
Marcy rio y lanzó una bola de nieve. Luego, las demás también lo hicieron.
Un segundo después, más bolas de nieve volaban en todas direcciones. Acompañadas de risas.
Algo frío y duro golpeo la mejilla de Luz.
-oye...
De pronto, Luz encontró nieve en su boca, en lugar de palabras. La escupió y vio a Vee sonriendo ante ella. Luz hizo una bola de nieve y la lanzó a la caveza de Vee, pero ella se agazapó justo a tiempo. La bola de nieve voló y golpeó a Amity en la frente.
-¡ups!- dijo Luz.
Amity avanzó hacia su amiga, con una sonrisa desquiciada. Luz sacudió los brazos presa del pánico y se dio la vuelta para correr.
Dio unos cuantos pasos.Pero se detuvo al chocar con alguien, cayendo al sentada al suelo.
Lo primero que vio fue las piernas de la persona que aún seguía de pie. El gorro de Luz había caído y cuando intentó recogerlo, vio el calzado de la persona: Botas de hombre, pequeñas, con punta redonda y talón amplio. El corazón le dio un vuelco.
El espía.
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