capítulo 13

Luz apenas era consiente de haber permitido que Amity y Hunter la llevaran de regreso a la cocina. Tenía los ojos húmedos.

Hunter había estado en lo cierto. Ella había ido hasta allí para nada. Los Noceda no estaban.

Las voces de sus amigos sonaron amortiguadas detrás de la desesperación furiosa que inundaba la mente de Luz.

-¿qué ocurre?- preguntaba King.

-Luz necesita dormir para relajarse un poco- explicó Amity -ayudenme a llevarla a la cama.

Amity y Hunter trasladaron a la niña a la cama armario que tenía la manta verde. Olía raro, pero era más suave que cualquier otra superficie donde se hubiera acostado. Vee ya estaba metida en la cama, se acercó a Luz y la rodeó con los brazos, apoyando el mentón sobre la sien de Luz. Las mantas eran pesadas, pero nada ásperas. A pesar de todo eso Luz aún no podía dejar de temblar.

-no están ¿verdad?- dijo Luz

El rostro de King apareció.

-todo irá bien, Luz- dijo él en voz baja -estaremos bien. Te lo prometo.

Luego, Amity también apareció a su lado, más brazos la rodearon, y Luz, que tenía la mirada llena de lágrimas, se durmió.


Luz despertó con la luz del sol. De alguna forma, había permanecido dormida cuando sonaron las campanadas que anunciaban el amanecer. Bligth la mataría. El pánico la invadió e intentó descifrar por qué el dormitorio parecía mucho más pequeño y su cama mucho más grande. La sábana marrón incómoda a la que estaba acostumbrada había sido reemplazada por capas múltiples de sábanas y una manta verde brillante.

El recuerdo de la noche anterior reapareció lentamente.

Bligth estaba muerta. Luz estaba en casa. Su familia no estaba allí.

Justo cuando se le empezaba a romper el corazón otra vez, vio que, a su lado junto a Vee y Amity, estaba su gato marioneta,con la cabeza cosida de nuevo al cuerpo con tanta destreza que el único capaz de haberlo hecho era Hunter. Se reincorporó y extrajo el reloj de bolsillo que tenía guardado,deslizó el pulgar sobre la inscripción.

Bajo las estrellas, te encontré.
52.284040, 4.784040
Bajo la luna, te perdí.

Incluso después de haber seguido hasta allí, Luz seguía perdida.

Vee y Amity se movieron, alzaron la vista por debajo de sus párpados pesados y somnolientos.

-¿Luz?- Amity habló con vos suave -¿qué ocurre?

-nada- susurro Luz, pasando por encima de Amity -solo necesito aire fresco.

Amity bostezo a modo de respuesta y cerró los ojos de nuevo. Sin embargo, Vee salió de la cama para acompañar a Luz, mientras ella miraba a través de la puerta que llevaba a la sala de estar. Los chicos aún dormían entre ronquidos en la otra cama armario en la sala de estar. Hunter boca abajo, con un brazo colgando hacia el suelo, y King con la cabeza apoyada sobre su chal manchado de hollín, que había doblado con cuidado. Luz cerró la puerta despacio para no molestarlos.

En comparación con la oscuridad de la noche anterior, la cocina estaba radiante. Las sombras habían desaparecido, pero el polvo espeso seguía allí, flotando con los haces de luz y pegándose a cada superficie.

Luz avanzó en puntillas hasta el armario y abrió una puerta. Contuvo el aliento al ver la ropa que colgaba a un lado. Camisas de hombre, chaquetas y pantalones, todos bien confeccionados, prácticos y masculinos. Al otro lado, Luz encontró un baúl lleno de vestidos, capas y bufandas, también bien confeccionadas, pero sorprendentemente pequeños y... de apariencia juvenil.

Suspirando, miró la habitación iluminada con luz de sol y cubierta de escombros. Sus orejas, cuello y hombros cosquilleaban de un modo que nunca había sentido antes. Sentía una frialdad que, de algún modo imposible, le daba calor... y apaciguaba la tensión en su pecho, aunque fuera mínimamente.

Al menos, estoy en casa, pensó, aunque sus padres no estuvieran allí.

-los encontré, Vee- susurró Luz -este molino está lleno de pistas nuevas, lo que significa que estoy más cerca de encontrarlos ahora de lo que estaba ayer.

Luz extendió el brazo hacia la parte del armario que pertenecía a su madre y escogió la capa violeta larga y se la colocó sobre los hombros. Luego, encontró una roja para Vee. Miró rápido a sus amigos dormidos y agarró la mano de Vee.

-vamos, inspeccionemos este lugar de arriba a abajo.

La sala del mecanismo seguía oscura y vacía. A pesar de eso, Luz y Vee subieron y observaron cada engranaje en busca de pistas. Pero no había mensajes ocultos, las paredes gruñeron y, en lo alto del techo abovedado, oyeron un ruido inusual.

Lo único que le resultó de interés a Luz fue una pequeña puerta cuadrada en la pared. La niña tuvo que tirar del cerrojo con todas sus fuerzas. Finalmente, cedió y, con cuidado, empujó la puerta... a través de la que vio el cielo. El aire frío entró.

El pólder parecía completamente diferente a la luz del día: un entramado de campos cubiertos de escarcha, entrecuzados con canales. Los graneros con techo de paja estaban desparramadas, las vacas pastaban en los campos helados y los ciclistas avanzaban despacio por la calle, intercambiando saludos al pasar. Todo era amplio y pacífico, a diferencia de la ciudad apiñada y ruidosa a la que estaba acostumbrada. Desde lejos, Ámsterdam era solo una línea gris con una nube gris más oscura sobre ella. ¿de verdad habían caminado tanto?

Luz cerró la puerta, alejándose de nuevo del mundo exterior. Vio que Vee había subido hasta la cima de la sala y que tenía la vista clavada en el ruido que provenía del tejado.

-probablemente es el nido de un pájaro, Vee- dijo Luz.

Vee suspiró y sintió, luego bajó y se limpió el polvo de las piernas.

-creo qué podemos afirmar con certeza que no hay nada aquí ariba- dijo Luz -vayamos a buscar algo útil.

Luz y Vee fueron hacia la escalera, hasta qué bajaron al taller de marionetas. Había estado preparándose para explorar aquel cuarto, pero, aún así, ver las marionetas que su padre había creado le produjo nuevas oleadas de desesperación en el cuerpo. Todo estaba apoyado así sin más, como si los Noceda llevaran fuera de casa apenas un día. Sin embargo, la capa de polvo que lo cubría todo demostraba que sin duda había pasado más que un día, o una semana, o incluso un año.

Luz se aproximó al escritorio... y algo que yacía junto al mueble llamó su atención. Era un portaretrato, tenía el cristal fracturado como si lo hubieran lanzado al suelo con fuerza. Lo alzó con cuidado y sopló para quitar el polvo.

Dentro, vio el dibujo de un hombre, realizado con trazos infantiles. La cara tenía forma de patata, uno de los ojos era el doble de grande que el otro. La nariz era una L invertida y sobre la cabella llevaba un cubo boca abajo o un sombrero de copa, Luz no lograba distinguir qué era. Lo único que podía ver con certeza era que aquel hombre era felíz; su sonrisa de banana se extendía hasta sus orejas del tamaño de ciruelas. Debajo del retrato, con letras descuidadas, había un poema:

Queridísimo papá:
Tu sonrisa está hecha del mismo material que los sueños,
Tus ojos son dos estrellas brillantes,
Tu corazón es mi centro de gravedad,
Y no existe amor tan inmenso como el nuestro.

En la esquina inferior de la página, con caligrafía levemente más descuidada, alguien había escrito:

Escrito por Camila, 1872, a los 10 años.

Luz sintió un cosquilleo en las orejas. Se le entrecortó la respiración. El retrato tenía exactamente veinte años.

-creo... creo que Philip Noceda tiene otra... -Luz tragó - creo que tiene otra hija.

Le entregó el dibujo a Vee, quien lo leyó en silencio.

-supongo que eso explica los vestidos- Luz se mordió el labio para evitar derramar más lágrimas -tengo una hermana mayor. Una hija que no abandonó.

Una vez más, notó unas punzadas intensas e incomodas en las orejas. Luz se las frotó con fuerza, decidida a no llorar. Tenía que haber una explicación lógica para todo eso. En alguna parte. Solo necesitaba seguir buscando.

Se giró de muevo hacia la habitación y hurgó en cada cajón, cada estante, cada rincón. No había cartas, ni fotografías, ni documentos personales. Hurgó en el relleno de cada marioneta en busca de más objetos ocultos o mensajes, pero no encontró nada. Busco tablas sueltas en el suelo u otros compartimentos secretos.

Nada.

Y era como si su madre nunca hubiera existido siquiera. Ningún poema, ningún retrato, nada en absoluto sugería que una tercera persona viviera allí. Nada sugería tampoco que un bebé, Luz, hubiera vivido allí. Los dedos le temblaban mientras escribía en su libro de teorías las pocas pistas que había hallado. Cerró el cuaderno y se dirigió abajo para continuar su búsqueda en la cocina.

Ahora, los demás estaban despiertos y vestidos con ropa de Philip y Camila.

-espero que no te moleste- respondió Hunter, tirando avergonzado del cuello de la camisa a rayas que vestia -hace mucho frío.

-claro que no- dijo Luz, hurgando en los cajones debajo de la cama con la manta verde. Debía de haber más pistas en algún lado -estoy segura que a mi padre no le molestará, Hunter.

-encontré esto- dijo él, tomando asiento junto a ella en la cama.

Sujetaba una pila pequeña de periódicos. Luz las tomó y sopló para quitarle el polvo.

-todos tienen fecha de 1880- susurró Hunter -el más reciente es de diciembre de 1880- añadió -cuando tú tenías...

Luz asintió al comprenderlo, sentía un nudo de emoción en la garganta. Habían abandonado el molino el mismo mes que habían dejado a Luz en el tejado del orfanato Exide.

-gracias Hunter- dijo Luz, mientras anotaba el dato en su cuaderno -ayuda mucho.

Él le sonrió con tensión e incomodidad.

-de todas formas, creo que deberías prepararte por si acaso acabas decepcionada...

-hasta ahora no he conocido otra cosa que la decepción, Hunter, así que ¿qué más da si todo acaba en nada otra vez? Ya sea bueno o malo, necesito saber qué ocurrió. Necesito respuestas.

-hay muchos libros- comentó Amity, mientras miraba a través de la puerta la habitación antigua -tardaría meses en leerlos todos.

-bueno- dijo Luz, recobrando la compostura y poniéndose de pie -tienes tiempo suficiente para leerlos ahora que no tenemos que dejarnos la piel haciendo tareas domésticas a todas horas. Aunque, claro, este lugar sin duda necesita un poco de limpieza...

-no podemos quedarnos aquí- dijo King. Estaba sentado junto a la ventana, con papel sobre el regazo y un lápiz de carboncillo entre los dedos, dibujando.

-¿a qué te refieres?- le preguntó Luz.

King hizo una mueca.

-lo siento, Luz, pero no podemos quedarnos aquí si tus padres no están.

-pero...

-King tiene razón- intervino Hunter -cinco huérfanos viviendo en un molino abandonado sin la compañía de ningún adulto llamará la atención de los vecinos.

-podemos decirles que mis padres...

-no nos creerán.

-entonces permanecemos escondidos- insistió Luz -nadie tiene por qué saber que estamos aquí.

Amity sacudió la cabeza de lado a lado.

-no podemos ocultar el humo de la chimenea ni tampoco permanecer encerrados para siempre. No es práctico y es un riesgo demasiado grande. Tal vez aquí no haya tantos vecinos como en la ciudad, pero hay suficientes como para que hagan preguntas.

-pero...

-podrían alertar al Kinder- dijo King -si tus padres no regresan pronto, entonces nadie evitará que nos arrastren de nuevo al orfanato y que nos culpen por la muerte de Bligth.

Luz no tenia una respuesta para eso. Se suponía que sus padres estarían allí para resolver todo.

-no pasa nada por quedarnos una noche más- respondió Amity -eso le dará tiempo a Luz para buscar pistas, a nosotros para reunir lo que podamos llevarnos y también nos dará la oportunidad de pensar a donde narices ir- sopló a través de sus labios -supongo que al menos me dará tiempo a leer un libro.

Luz se hundió en el alféizar de la ventana junto a King, resignada y vencida. Presionó la mejilla contra el cristal frío y miró el pólder devastado por el invierno, que ahora parecía tan miserable y desolado como ella se sentía. El único color a la vista era el de las ramas secas, el de los tejados negros y el extraño tejado de cobre de la casa de al lado.

-es una pena que no podamos quedarnos- dijo King en voz baja -hay muchas cosas maravillosas para dibujar y pintar. Como ese granero. Me pregunto por qué los Noceda usaron esas puertas tan lujosas para un anexo. No parecen en absoluto como las puertas de madera sencillas que tienen todas las otras casas.

Luz miró el dibujo, luego por la ventana y notó que tenía razón. El granero tenía unas puertas de caoba inusualmente ornamentadas talladas con enredaderas serpenteantes y floridas, muy parecidas a las puertas en las camas armario.

El cosquilleo le recorrió el cuerpo y, antes de darse cuenta siquiera de lo que hacia, ya estaba atravesando la puerta principal a toda prisa. El viento invernal la golpeaba mientras apuraba el paso por el sendero de grava plagado de hierbajos hacia la puerta del granero. Jadeando y temblando, tiró de ella. Las bisagras chillaron y el polvo estalló a su alrededor.

Entró, sus pies tocaron un suelo esponjoso. Luz bajó la vista hacia la alfombra roja. Apartó con la mano las telarañas mientras avanzaba otro paso, solo para toparse con algo. Una silla.

Parpadeó hasta que sus ojos se habituaron a la oscuridad y luego notó que no había solo una silla de cuero, si no que había filas y filas de ellas. Luz avanzó con torpeza entre los muebles por un pasillo angosto y se detuvo en medio del granero, directamente debajo de un agujero inmenso en el tejado a través del que se filtraba la luz del sol de la mañana.

En el extremo posterior del granero había un escenario enorme con las cortinas cerradas comidas por las polillas.

A Luz se le aceleró todavía más el corazón al comprender lo que era aquello.

Era un teatro. Y allí, detrás de las cortinas, estaba la silueta inconfundible de alguien de pie sobre el escenario, con los brazos extendidos hacia ella.

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LIBRO DE TEORÍAS DE LUZ

Nuevas pruebas

•mis padres ocultaron en el interior de mi gato marioneta un reloj de bolsillo grabado con un acertijo y coordenadas. Me llevó a casa, pero ellos no están aquí.

•puertas principales cerradas con un candado oxidado y cadenas. Han puesto carteles que afirman que este lugar es peligroso.

•no hay nadie en el molino, pero sus pertenencias siguen aquí.

•la ropa pertenece a un hombre, mi padre y a una niña, mi hermana.

•retrato y poema realizado por la otra hija de Philip, Camila.

•pila de periódicos en la puerta principal: todos con fechas correspondientes a doce años atrás... el año y el mes en que me abandonaron

Pruebas flotantes

•ningún mensaje oculto.

•ninguna fotografía.

•ninguna pista de a dónde han ido.

•ningún rastro de mi madre.

•ningún rastro de un bebé (yo)

Tal vez, si resuelvo el acertijo del reloj, sabré cómo encontrarlos.

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