capitulo 1


ORFANTO EXIDE, ENERO DE 1892


El orfanto Exide era una casa de altura inusual. En la ventana del último piso, una niña con ojos chocolate miraba el canal congelado que pasaba por debajo. Luz observaba la nieve caer y asentarse sobre los tejados ornamentados como una cubierta glaseada.

La multitud se reunía sobre el hielo, sonriendo y con la nariz rosada. Habian reemplazado las bicicletas por trineos, los zuecos por patines y los gritos de satisfacción se mezclaban con los relinchos de los caballos que tiraban de los carros.

La escena se volvia menos visible a medida que el aliento de Luz empañaba la fría ventana y, con un último suspiro intenso, se giró y se apartó. Al hacerlo,un trozo congelado de pintura levantada sobre la pared a su lado cayó al suelo con un clinc. Incluso las tablas del suelo del dormitorio estaban cubiertas con una capa delgada de escarcha y Luz tenia los ojos tan frios que le dolian al parpadear. La pequeña chimenea en la pared adyacente estaba vacia y oscura, como siempre.

-huérfano helado- le dijo Luz a la chica sentada en la cama fentre a ella -parece el nombre de un postre elegante ¿no crees, Vee? Me pregunto si ese es el nuevo plan de la matrona: si no puede convertirnos en hijos e hijas adoptables, quizás espera vendernos como helado.

Vee hizo una mueca y puso los ojos en blanco, luego retomó la tarea de alimentar con migajas rancias a una pequeña rata gris acurrucada sobre su regazo.

Luz se rascó el punte de la nariz y frunció los labios.

-¡huérfano helado!- graznó, imitano a la perfección tono chillón de la matrona Bligth- ¡venga y pruebe su huérfano helado! ¡el mejor huérfano helado de toda Holanda! ¡solo cinco centavos la porción!

Vee relajó el seño fruncido y alzó la comizura de la boca. Luz sintió una punzada de satisfacción que calentó despacio su interior.

-será mejor que nos demos prisa- dijo, ahora con seriedad. Dibujó un círculo en la ventana y miró el reloj de la torre en uno de los extremos de la calle -solo faltan cuatro minutos para la inspección de lavanderia; Bligth nos arrancará los brazos si llegamos tarde de nuevo...

Un escalofrio estremecedor nació en la punta de las orejas de Luz y le recorrió la nuca. No era un temblor de frío, sino un temblor de advertencia.

Oyeron pasos en el pasillo. Las niñas intercambiaron una exprecion de pánico. Luz bajó de un salto del borde de la ventana. Vee rodó sebre su espalda en la cama, con la rata aferrada sobre el pecho. Mientras Luz tomaba una pila de ropa sucia al pie de una cama, Vee ocultó la rata en su cesta de pícnic, apenas un segundo antes de que habrieran la puerta del dormitorio de par en par.

En la entrada, aparecio la cabeza de un niño con dos orejas de proporciones extrañas y pelo rubio. Su cuerpo desgarbado apareció inmediatamente despues de sus extremidades larguiruchas.

-¡aqui estan!- dijo sin aliento.

-ah, Hunter, solo eres tú- dijo Luz aliviada -¿que ocurre?

Hunter esbozó una sonrisa.

-tenemos visita.

Él hablaba sin aliento, tan lleno de esperanza que Luz sintió un un estremecimiento fantasmal en el estómago. Solo habia una clase de visita que entusiasmara tanto a Hunter.

Adoptantes

-visita- repitió Luz. Vee dio un gritito ahogado.

Hacia meses que nadie acudia a Exide en buca de huérfanos. ¿y si aquel dia era el dia? ¿y si sus padres por fin habian regresado a buscarla? No se acordaba de ellos, por su puesto, pero tenia teorías. De hecho, un libro entero de teorías, que actualmente estaba guardado en la manga izquierda de su bata. En todas sus teorías, sus padres eran inteligentes y valientes. En todas, exepto en una, intentaban volver con ella por todos los medios. Quizás, despues de doce largos años, por fin lo habian logrado.

-Luz- insistió Hunter -tenemos que darnos prisa.

-un segundo.

Saltó sobre tres camas para llegar a la que compartia con Vee y Amity. Con las manos temblorosas, Luz buscó debajo de la cama y extrajo su cesta en forma de ataúd, que siempre estaba guardada y lista, por si acaso. Dentro, sobre todo lo demás, estaba su marioneta gato. Luz deslizó un dedo sobre su pata, donde las palabras "Philip Noceda, titiritero" estaban escritas con letras rojas elegantes. Luz apartó la marioneta y movió dos papeles dentro de la cesta: un autoretrato de carboncillo y un cartel que anunciaba la famosa compania cirquence paricina: cirque de lumiére. Debajo de esos tesoros habia una tela elegante de terciopelo negro de Ámsterdam plegada con cuidado.

Hunter tomó asiento en la cama junto a Luz, con las rodillas recojidas bajo el mentón.

-Luz...

-un segundo

Hunter la miró de aquella forma de nuevo; de esa forma que le dejaba saber que él pensaba que era una tonta por aferrarce a la esperanza de que sus padres regresarian a buscarla. Él nunca habia sentido eso: solo habia expresado desprecio por sus padres biológicos. Luz reconocia que, si a ella le hubieran abandonado vestida con un saco de harina, quizás sentiría lo mismo. Hunter no comprendia que ella simplemente sabia que algún dia encontraria a su familia.

No era cuestión de que sucediera o no; sino de cuándo sucedería.

Luz colocó el vestido de terciopelo negro sobre el vestido de algodón manchado que llevaba y deslizó los dedos sobre la suavidad de la tela. Si sus padres verdaderos habian llegado, sin duda reconocerian su vieja manta de bebé. El vestido era bastante ceñido; Hunter lo habia ajustado lo maximo a lo largo de los años y pronto no le quedaria bien.

Guardó de nuevo su cesta, tomó la marioneta de gato y la sujetó sobre su corazón desbocado. Cuando era mucho más pequeña, habia estado segura de que la marioneta tenia latido propio. La habia consolado durante muchas noches frias en vela hasta que, varios años despues, el sonido se detubo y Luz comprendió que era probable que lo hubiera imaginado todo el tiempo.

Quizás no habria más noches frias en vela. Quizás ese seria el dia en el que por fin se marcharia de aquel lugar.

-tal vez deberiamos darnos prisa- dijo Hunter con impaciencia, caminando hacia la puerta con Vee.

Luz los siguió. Su dormitorio estaba en el cuarto piso del orfanato. Un edificio mayormente construido con sombras profundas y tablones sueltos que apenas se mantenian unidos gracias a la pintura descascarada. Luz bajó la traicionera escalera empinada a toda prisa, pasó junto a la sala de costura del tercer piso, junto a la lavanderia en el segundo y junto al aula de clases en el primero. Hunter practicamente volaba delante de ella, bajando los escalones de tres en tres. Vee parecia planear, sus pies eran tan silenciosos como ágiles.

El piso inferior era la única parte del orfanato que no parecía a punto de venirce abajo por un mero estornudo. En el vestibulo principal, el suelo de mármol estaba pulido y brillante, las paredes estaban pintadas de un tono violeta encantador y un reloj de pie alto hacia tic-tac en un rincón. Un grupo de niños diversos formaban una hilera contra una pared: el más joven en un extremo y los más mayores en el otro. Todos intentaban freneticamentre estar presentables. Se frotaban las manchas de grasa, se metian la camisa dentro del pantalon, se acomodaban la falda. Pero, por mucho que lo intentaran, era imposible disfrazar lo que realmente eran: unos huérfanos desalineados, hambrientos y desesperados.

Hunter y Vee se situaron en la hilera mientras tres ratitas de color marrón corrian sobre el suelo de mármol en distintas direcciones. Una niña que tenia un chaleco sobre su vestido de algodón azul, frotaba los dedos de un niño con pelo negro. La niña miró a Luz con preocupación.

-¿por que tardaron tanto?- pregunto Amity y luego reparó el vestido de Luz y la marioneta de gato que llevaba en brazos -no importa. Rapido, ayudame a quitarle a King el carbonsillo de las manos.

Luz sujetó la otra mano de King y comenzó a frotar con el interior de su manga. La mancha de carboncillo se expandió y dejó las manos del niño, teñida de un tono gris interesante.

-Bligth queria otro retrato- dijo King, con la voz cargada de preocupación mientras apartaba las manos de las chicas y se arreglaba con cuidado el chal manchado de hollín que le colgaba del cuello -no tuve tiempo a lavarme las manos.

-no te preocupes- repuso Luz -es solo...

Volvió a notar el hormigueo en la punta de las orejas. La sensación aumentó de intencidad hasta que sintió que miles de agujas se le clavanan en los lóbulos. Luz tiró del brazo de Amity y la colocó en la fila junto a Hunter. Acababa de ponerce junto a ella cuando un sonido familiar resonó por el pasillo que llevaba a la Sección Prohibida.

Clic, clac, clic, clac.

Los veintiocho niños enderezaron la espalda como si unos hilos invisibles tiran de ellos.

Clic, clac, clic, clac.

Se oyó una rapida sucesión de veintiocho gritos ahogados.

Clic, clac, clic, clac.

Veintiocho ojos habiertos de par en par fijamente la pared opuesta. Luz observó por el rabillo del ojo el pasillo oscuro a su izquierda.

Clic, clac, clic, clac.

Las botas de la matrona Bligth aparecieron un segundo antes que el resto de su cuerpo: puntas idénticas de cuero pulido de color rojo sangre, con tacón bajo y afilado como la expresión de la matrona cuando el resto de ella se materializó.

Todos los monstruos que Luz habia imaginado en sus historias antes de dormir se inspiraban de algún modo en Bligth: su sonrisa brutal de una gárgola, los ojos sin alma de un hombre lobo, el grito que hiela la sangre. Si el odio y la actitud amenazadora no hubieran formado parte fundamental de la personalidad de la matrona, probablemente habria sido parecida a cualquier otra mujer de mediana edad, pero su maldad habia transformado sus fracciones en algo monstruoso.

Bligth caminó dolorosamente despacio de un lado a otro de la fila, sonriendo con malicia con cada clic y funciendo el ceño con cada clac. Luz mantuvo la vista baja y la espalda recta, los hombros no demasiado bajos, pero tampoco pegados a las orejas, que aun le cosquillaban. Finalmente, la matrona chasqueo la lengua con desaprobación y dio un pisotón con su bota.

¡CLAC!

Los veintiocho niños se estremecieron .

El timbre de la puerta hizo ding y luego dong.

-nuestras visitas han llegado, asi que no me desepcionen- chilló la matrona, ya mirando con absoluta desepción a cada uno de ellos.

Bligth avanzó hacia la puerta principal haciendo clic, clac, se detubo para arreglarce el pelo, que llevaba recogido en un tirante moño, y extendió la boca en una sonrisa espantosa.

Abrió la puerta y entró una ráfaga de viento y nieve. Luz no pudo evitarlo. Inclinó el torso hacia adelante desde uno de los extremos de la fila, mientras los adoptantes atravesaban la entrada: dos siluetas oscuras en medio de una nube de nieve. Luz apretó la marioneta del gato sobre el pecho, justo sobre su corazon desbocado. Volvió a notar un cosquilleo en las orejas y se le aceleró la respiración.

Cerraron la puerta de un golpe, la nieve cayó al suelo y aparecieron dos siluetas altas vestidas con capas negras y con capuchas sonbre la cabeza. Aun desde el extremo opuesto del salón, Luz veia que sus capas estaban hechas de terciopelo de Ámsterdam; el resplandor sutil era inconfundible.

Busco con los dedos la pequeña etiqueta en la pata de la marioneta gato. ¿acaso era Philip Noceda? ¿tambien habia traido a su madre? Ella sabia sin duda alguna que los reconoceria. Que ellos serian como ella. Diferentes.

Cuando los adoptantes alzaron las manos hacia su capucha, Luz sintió que un cementerio entero plagado de fantasmas revoloteaba en su estómago. Pero lo que emergió de debajo de las capuchas no fue pelo castaño ni ojos chocolate. Los fantasmas de Luz se convirtieron en lápidas sólidas y pesadas.

Dos cabelleras rubias, casi blancas.
Dos pares de ojos azules como el hielo.
Dos sonrisas asquerosamente alegres.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top