Prólogo

Yo soy un hombre bastante particular, por fuera parezco un adulto de entre 35 o 40 años, en lo que muchos consideran como la cúspide de la vida de una persona, los años dorados, pero la verdad es que en el fondo oculto un secreto que nadie sabe y que por las circunstancias que me rodean creo que es pertinente revelarlo. He tenido esta apariencia desde hace mucho tiempo, durante décadas, siglos y quizás más, muchos se estarán preguntando ¿Eres inmortal o algo por el estilo? y están en lo cierto, soy inmortal, pero no siempre fui así, hubo un día en el que era un ser humano común y corriente con grandes ambiciones y buenas intenciones, lo único que quería era desarrollar al máximo mis capacidades, ver que tan lejos podía llegar un ser humano en la vida, pero a medida que pasaban los años comencé a darme cuenta que la vida humana era demasiado corta para realizar todos mis proyectos y no conforme con eso siempre existía el riesgo que de que nuestra vida se acortara por una circunstancia externa, como un accidente, la enfermedad, entre otras, también durante mis primeros años de vida fui testigo de como innumerable gente buena y con trayectoria fallecía dejando sus proyectos inconclusos y a sus familias destruidas.

Fueron estas circunstancias, más otras cuantas las que iniciaron mi obsesión con la vida eterna, la inmortalidad la veía siempre desde el lado positivo, siempre me decía "si soy inmortal tendré tiempo para todo para mis proyectos y mis vicios, podré estar con la gente que quiero hasta el final de sus días, estaré por siempre en carne y hueso para apoyarlos y podré adquirir todo el conocimiento que se me de la gana adquirir y aconsejar eternamente a las generaciones" fue entonces que luego de años de estar buscando la clave de la inmortalidad finalmente la conseguí, pero no de mano de la ciencia como esperaba sino de él, del que llaman Dios, pero él me advirtió que la inmortalidad era un deseo egoísta incluso para con uno mismo ya que a la larga la vida terminaría perdiendo sentido para mi ya que eran los males necesarios como la muerte, la enfermedad y la imperfección las que le daban sentido a la vida, las que nos impulsaba a ser cuidadosos y a apreciar lo que teníamos, pero yo hice caso omiso a sus advertencias y le dije que estaba completamente seguro de obtener la inmortalidad, grave error, con el pasar de los años me daría cuenta que ese deseo sería el peor error de mi existencia.      

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