8
Mew está frente la casa de Nadech. Esperando a que salga a las tres para visitar a su hijo. Lo pilla en la entrada y Nadech suspira pesado. —No tengo tiempo para esto. — Él gruñe.
—Queremos verlo. No podemos verlo sin la autorización del tutor encargado. — Mew discute. —¡Tú nos impides verlo!
—Ah, ¿por qué será? Ya sé. Porque tu intentaste seducirme. Ni siquiera llevas un mes de conocerlo, eres un extraño para mí y él no necesita de malas compañías.
—¿Malas compañías? ¿Quién crees que le brindó consuelo cuando supo tu infidelidad? ¡Fui yo! Fuimos Nanon y yo. Él debe saber que lo buscamos--
—Basta. — Nadech abre la puerta del auto. Mostrando los dientes como los leones hacen. Mew deja de hablar, pero no le quita la mirada. —Eres el menos indicado para darme un sermón. Yo decido quién mi hijo puede ver y quién no. Ciertamente, tú no pintas nada en su vida. Es un caso lamentable el de tu hermano, pero no regreses aquí. No tienes nada qué buscar. — Nadech entra al auto y cierra la puerta.
—¡Yo sí tengo algo que buscar! ¡Y es a tu hijo! MALDITA SEA. — Mew golpea la ventana del auto con ambas manos, pero el auto tan sólo retrocede y se va. Él hiperventila conforme se aleja hasta ser un punto en la colina. Desvía la mirada y limpia las lágrimas que caen de sus ojos.
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Gulf aún no se acostumbra al dormitorio, pero intenta conversar con el chico que se muerde las uñas. —Hola.
El chico brinca en su sitio, pero se atreve a mirarlo. —¿Qué quieres?
—Nada. Solo quiero hablarte. Pareces estar solo. Como yo. — Gulf intenta sonreír, pero la sonrisa decae en segundos. Sin embargo, vuelve animarse y saca un origami que hizo con una servilleta. —¡Mira! ¿Quieres aprender hacer esto conmigo? Guardé algunas servilletas que la enfermera trajó. ¿Qué te parece?
—U--Un cisne. — El chico estira la mano hacia el cisne y lo toma con delicadeza. Al llevarlo a sus ojos lo observa fijamente. —Es bonito.
—Lo es, ¿no?
—¿Puedes enseñarme?
Gulf sonríe al máximo. Alegre de encontrar una distracción. A la plática se une el chico que hablaba con una pared. El mismo tiene los dientes leche de un conejo y una carita extremadamente tierna. Gulf no sabe en qué momento se sentó entre las camas, pero le da la bienvenida. —¿Puedo aprender?
—¡Por supuesto que sí! No te quedes en el suelo. Siéntate en una de las camas. Muy bien, repartiré las servilletas.
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La enfermera camina a recepción para sentarse al lado de su colega, cuando mira las cámaras y ve a la directora hablar con unos chicos afuera. Hay un chico pelinegro, un chico con gorra y una rubia de ojos azules.
—La directora luce seria. ¿Qué le pasa? — Goy, la enfermera, pregunta.
—Los amigos del último paciente ingresado no han parado de venir. Ya casi termina el mes y no toman un no por respuesta.
—¿Último ingresado...? — Goy piensa. Luego pega un grito. La colega la mira tan indiferente como siempre. Es alérgica a las expresiones faciales. No altera nada más que la boca. —Oh por Dios, ¿quieres decir que sus amigos sí han intentado verlo? La directora me había dicho que no y eso le dije a él. ¡Soy tan tonta! ¡Merezco morir! — Goy cruza los brazos sobre el escritorio y hunde su rostro en ellos.
—La directora te dijo eso porque sabe que los dejarías pasar. Eres muy buena persona. Pero no están autorizados. El padre lo prohibió.
—¿Cómo dices? ¿Por qué haría algo así?
—¿Quieres saber el chisme?
—¡No! — Goy le da su mejor perfil. Haciéndose la fuerte.
—¿Segura? Sé cuánto te gustan los chismes.
Goy tiembla anisosa y voltea a verla. —Okay. Chí.
Su compañera le explica tan rápido como es posible. Suena como una ardilla. Goy se cubre el rostro, los ojos como si pudiera ver el pasado, las orejas y luego simplemente queda en estado de shock.
—¡¿Le pasó todo eso a ese pobre chico?! Lo que hizo no estuvo bien, pero tampoco tan mal. Dios, siento tanta lastima por él. Debería saber que aún así lo buscan. Que aún así lo quieren. Solo le di la versión de la directora. Qué error mío.
Ambas ven a la directora entrar. Goy no espera más y despega como meteoro hacia las puertas. Pasando de largo a la directora. Alcanza a los chicos justo cuando éstos voltean y grita: «¡NO SE MUEVAN! ». Ellos la miran confundidos.
(*N/A: Su personaje no dura mucho pero quería ponerle una cara 💖 Esa es Goy* )
Ella saca su teléfono y lo pone en horizontal para tirarles tres fotos corridas.
—Disculpa, ¿te conocemos? — Mew pregunta.
—Si alguna vez coqueteé contigo, pido disculpas, pero por favor no frente a mi estrellita. — Nanon le cubre los ojos a Sasha y ella coloca sus manos sobre las de él. Sonriente.
—Disculpen. Es que su amigo no tiene permitido verlos, pero él tiene derecho a saber que ustedes quieren verlo. Quiero mostrárselos.
—¿Cómo está él? — Mew pregunta.
—Acaba de salir de un trance. Esperamos que progrese de ahora en adelante.
Todos intercambian miradas sonrientes. —¡Entonces una mejor foto, porfi! Nuestro amigo merece lo mejor de lo mejor. — Nanon rodea de los hombros a Mew y acerca a su novia a su pecho. Todos sonríen labialmente y la enfermera captura el momento. Más que emocionada.
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Pronto, la enfermera tiene tiempo de enseñarle la foto a Gulf y este cubre su boca con mucha alegría. Las lágrimas no se hacen esperar y tiembla de la emoción.
Sí se molestó con su padre, pero ya la guerra había terminado y era el único que lo visitaba. No podía perder eso. En las siguientes visitas Nadech le contó la verdad de todo y cómo conoció a Akk. Lo conoció por parte de la misión, pero sintió que él podía darle lo que siempre había temido probar. No lo usó.
Gulf creaba origamis con las servilletas para él y su padre los coleccionaba. Uno tras uno. Semana tras semana Goy vendría con otra fotografía de sus amigos. Y así continuamente.
Hasta que una noche de película en la clínica, Goy llamó a Gulf a pasar al dormitorio. Al abrir la puerta, Mew estaba ahí. Los ojos le brillaron a Gulf y este corrió abrazarlo. —¡Mew! ¡¿Cómo...?! No importa,¡estás aquí! ¡Estás aquí! — Respira en su pecho.
Goy los observa enamorada y cierra la puerta tras ella. Ambos se miran a los ojos. —La enfermera me coló con ayuda de su colega. Necesitaba verte. ¿Cómo estás? — Mew busca sus muñecas y al encontrarlas, observa las cortadas. Gulf arruga los labios.
—No sé cómo lo hice. Perdón--
Mew une ambas muñecas para sembrar un beso en sus cortadas. Cerrando los ojos durante. Gulf siente un cosquilleo en sus muñecas y el frío tacto de sus labios.
—No te disculpes por tu sufrimiento. Sería inhumano no entenderlo. — Mew alza la mirada y el moreno sonríe labial.
—¿Cómo está tu hermano? ¿Podrá hacer masajes?
—No podrá. Y también lo siento por él. Le molesta que yo lo alimente.
—Dios, Akk... — Gulf se apena.
—Tranquilo. Estará bien. Dice que quiere disculparse contigo en persona. Pero hoy quería que hiciéramos algo especial.
—¿Algo especial?
Mew saca su teléfono y pone una música suave. Entonces lo acuesta sobre la cama.
—No sabía que te gustaba ‘Lover’ de Taylor Swift. — Gulf ríe.
—No me gustaba. Hice un estudio de lo que te podría gustar. ¿Me permites este baile?
Juntan manos y Gulf se deja rodear la espalda con una mano. Sus pantuflas frente las tenis del pelinegro. —Yo nunca he bailado esto antes. — Gulf confiesa.
—Sube tus pies a los míos. Yo te guíare.
—¿No te dolerá?
—No lo sabremos hasta probarlo.
Gulf se quita las pantuflas y coloca la punta de los pies sobre los suyos. Mew les da vueltas, riendo por la lentitud. —Te mueves a un lado, luego al otro, — Mew susurra. El chico repite los movimientos y alcanzan el compás definitivo. —ya lo tienes.
Gulf hunde su rostro en su cuello.
Y baile tras baile, lentamente conectan miradas. Conducen sus rostros al más suave de los besos. Gulf hace de sus manos un candado tras su cuello. Mew lo besa una tras otra vez. El moreno le contesta los besos sin prisa alguna. Era la primera vez que se besaban. Su primer beso.
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—¿Estás seguro? — Mew pregunta cuando una cosa condujo a otra y esparcieron las ropas por alrededor de la cama. Sabiendo que los otros tardarían en llegar. Mew aguanta su peso sobre Gulf. La sábana cubre sus intimidades.
Gulf lo acaricia de las mejillas justo como en aquel sueño. Huele a canela. Era una fragancia muy rica. Le encanta olerlo. Mew corre un dedo por su mejilla.
—Seré cuidadoso. Por favor, dime si duele.
Gulf se muerde una sonrisa y lo ve ponerse el condón. —Ya sabías que lo haríamos, ¿no? No todos vienen preparados. — Él pregunta tímido.
—Tenía la ligera sospecha-- perdón, eso sonó raro.
—No, no, me gusta. Me gusta que seas sincero.
Mew palpa su pene. Tiene un tamaño ordinario; nada pequeño, pero tampoco grande. La anchura es lo más preocupante. Poco a poco entra en Gulf y él hunde sus uñas en su espalda. Siente la piel estirarse y la escucha expandirse por él. Le duele y no puede evitar jadear, pero se mantiene quieto hasta tenerlo todo dentro.
Una vez Mew entra, con gruñidos también, él espera a que Gulf se acostumbre. Gulf respira agitado unos breves segundos, pero su zona íntima se acostumbra.
Mew traza besos por su cuello y rostro como distracción. —¿Estás bien?
—Sí. Estoy bien. ¿Puedes comenzar?
Mew sonríe y da la primera estocada. A la tercera toma ritmo y lo embiste consecutivamente. Los gemidos toman placer cuando Mew da en su punto dulce. Golpeando ahí una tras otra vez.
El diseñador besa su hombro y cierra los ojos para gemir placentero. Ambos se toman de las manos y las hunden en la cama.
Goy apaga la cámara de ellos en recepción y une puños con su colega.
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*N/A: Bueno. Ahora sí: pasamos a la final. PERO AHHHH QUÉ CAPÍTULO TAN BONITO. Yo no estoy llorando. Se me metió algo al ojo. 🥲*
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