Capítulo 6: La reclamación
~Narrador omnisciente~
(T/n) nunca había sabido como era un apocalipsis zombi, pero aquella noche se hizo una idea de como sería. Miles de manos pasándola por encima felicitándola por llegar allí, miles de halagos, caras y caras de semidioses desconocidos que la rodearon haciéndola sentir como uno de esos artículos exclusivos que todo el mundo quiere conseguir en las rebajas. Había perdido de vista a Eva entre tanta gente, tal vez se fue volando a su sitio o quizá la marabunta de semidioses también la engulló a ella.
Notó que el oxígeno comenzaba a escasearle y que sus piernas flaqueaban al no reconocer ninguna cara conocida. Cuando notó que ya no podía más unas manos agarraron sus brazos y la levantaron en volandas. Al levantar la cabeza asustada, porque no era muy normal que volase, se encontró con un par de ojos azules que conocía muy bien.
–Nahahaha, hello little girl~.
–Tú eres el de antes...
–Nahahaha, el Hero al servicio de los que le necesitan.–Con cuidado la dejó en un sitio sentada–. ¿Te ha gustado el campamento?
–Eh, sí... Siempre soñé con un lugar así.–<<Literalmente>>, pensó.
–¡Seguro que aquí te lo pasas genial y disfrutas a tope!–exclamó mientras sus ojos azules brillaban a la luz de la hoguera. Había acortado gran espacio entre ellos dos haciendo que las mejillas de la chica se calentasen con fuerza.
<<N-no es que me guste o algo así. Me sonrojo porque nunca nadie ha invadido así mi espacio personal... Sí, eso...>>.
–Honhonhon, veo que aquí va a florecer un romance~.
–Francis-san, ya sabe que no puede ir diciendo esas cosas. Incomodan a los campistas.
La joven intrusa giró la cabeza para ver allí al francés de aquella mañana mirarlos con una sonrisa cómplice, a su lado distinguió a un japonés por sus rasgos, su pelo negro y sus ojos marrones, por no hablar de su katana. También lo supo por la pulsera del club de fans de Hatsune Miku junto a otra con la bandera de Japón.
–¡FRANCIS, KIKU! NAHAHAHA, ¿venís a conocer a (t/n)?–preguntó con alegría señalándome.
–Así es, Alfred-san.–El japonés dio dos pasos hacia mí y realizó una reverencia–. Encantado de conocerla, (t/n) (t/a). Yo soy Kiku Honda, hijo de Apolo y provengo del país del sol naciente, Japón.
–¿Cómo sabes mi nombre y apellidos?
–Eva-chan me lo dijo.–El francés carraspeó y el japonés esbozó una pequeña sonrisa–. Bueno, se lo contó a todo el campamento con la Hefesto TV.–La joven de pelo (c/p) se preguntó cuando pasó eso pues estuvo a su lado toda la tarde y no se percató de ello.
–Yo la conocí esta tarde, cuando ma chérie le enseñaba todo~. ¿Te gustó todo, (t/n)?
–Sí, no veo la hora de recorrerlo.–<<Seguramente le recorreré cuando todos me persigan a la salida>>.
–Ojalá (t/n)-san venga conmigo. Será un placer tener a otra hija de Apolo.
–De eso nada~.–Una voz a las espaldas de el par de semidioses les alertó. Una semidiosa de pelo castaño claro, el cual tenía recogido en dos trenzas adorables mezclado con flores se acercó al francés–. ¡Ella tiene que venir a la cabaña de Afrodita! Un placer~, soy Larisa Lavrov, hermana de este francés de aquí–dijo apoyándose en él.
–Encantada–dijo la nueva dándole una sonrisa.
–Yo tenía que deciros algo...–dijo pensativa la de ojos miel–. Ah sí, que... ¡LUCKY!–gritó saludando a un semidiós en la distancia–. Ahora vuelvo chicos, hay un noruego al que quiero demostrar mi amor~. ¡Lukas~!–Sin darles tiempo a contestar Larisa se fue saltando una a una las gradas de piedra. Los cuatro comenzaron a reírse.
–¿Quién es Lucky?–preguntó entre risas por el cómico apodo.
–Son amour~.–Francis respondió cruzándose de brazos con una sonrisa cómplice.
–Francis-san ya sabe que no puede acusar de estar enamorado a cualquiera por su actuación ante otros...–dijo Kiku intentando recriminarle que decir esas cosas no estaba bien. Antes de que pudiese decir una palabra más alguien comenzó a tirar de Kiku. Detrás de ambos había otras dos semidiosas.
La que tenía una gran sonrisa y del brazo a Kiku debía de ser su hermana, pensaba (t/n), creo que se llamaba soledad y estaba con ella en la mesa de antes. La otra semidiosa de pelo negro hasta los hombros y ojos verdes mantenía una expresión seria mirando al rubio.
–Larisa ya se ha ido con Lukas, ¿verdad?
–Te dije que iría a verle antes de que llegase a tu hermano~. Me debes algo que tu ya sabes~.–La de tez morena suspiró y le entregó un sobre azul celeste rodando los ojos.
–Ojalá nadie se entere de eso...
–¿Qué tramáis?–preguntó Kiku mirando a su hermana que abrazaba con cariño el sobre.
–¡Nada!–dijeron al unísono.
–Ah, y Quirón venía hacia aquí para la reclamación de la nueva.–Le dio una mirada cargada de seriedad que infundia respeto. Sintió como si una ráfaga de aire frío recorriese su espalda ante esos ojos verdes. O tal vez solo fuese Alfred que intentaba levantar su camiseta por la espalda con una pequeña ráfaga de aire–. Ocupemos nuestros asientos ya.–Tomó del brazo a su hermano con fuerza y decisión y comenzó a arrastrarle a su sitio correspondiente.
Soledad le dio un abrazo para sacarle una sonrisa, consiguió una pequeña y algo incómoda. Luego se fue con su hermano hasta su lugar en aquellas grandes gradas.
–Vaya locura, ¿no Al-?–La de ojos (c/o) comenzó a mirar a ambos lados buscando donde se había escondido el hijo del pantalones de rayo–. ¿Alfred? Creía que estaba...–Algo comenzó a revolver su cabeza desde arriba. Aquel debía ya ser el vigésimo susto que se llevaba.
–¿Todavía no te acostumbras a que vuele?–preguntó jugando con su pelo.
–Sí, pero no me acostumbro a que te pongas mi pelo como bigote.–Ambos rieron y su pelo cayó delante de su cara–. ¡Eh!
–¡Eres divertida little girl!–dijo el americano aterrizando en el suelo de nuevo–. Me alegro de tener una nueva amiga como tú en el campamento.–Sus mejillas se encendieron sin razón. ¿Cómo era posible que le dijese esas cosas cuando acababan de conocerse?
–¡Ya llega Quirón!–exclamó uno de los campistas.
(T/n) sintió que todo se le venía encima, como cuando ves que una persona obesa se te sienta al lado en el bus y este va a tomar una curva.
Si huía tal vez se salvaría de todo aquello. Y lo iba a hacer. Iba a ser más rápida que ForestGum en los San Fermines.
<<Huiré más rápido que un inglés de una cárcel italiana en la Segunda Guerra Mundial. Agh, no es momento para datos históricos curiosos>>.
Cuando la joven iba a largarse corriendo Alfred la tomó en brazos de nuevo haciéndola gritar asustada ganándose las miradas de la mayoría de campistas. Aún no estaba acostumbrada a despegar los pies seis metros del suelo. Cuando aterrizó abrazada a más no poder al americano, cual gato que huye del agua, una voz carraspeó en su espalda.
–Así que tú eres la nueva campista.
El centauro de aproximadamente dos metros de alto estaba a menos de dos pasos de ella. Su pelo largo y castaño, que tenía alguna que otra cana, estaba perfectamente peinado al igual que su barba. Tenía su carcaj colgado a la espalda medio lleno. A pesar de su apariencia imponente, él la miraba con una mirada cariñosa como se mira a un hijo o a un nieto.
–S-señor Quirón–balbuceó la (c/p) a punto de llorar de la emoción–. ¡Es todo un placer conocerlo!
–¡El placer es mío!–Esbozó una gran sonrisa–. ¿Nerviosa?
–Mucho. La verdad es que yo no...
–Tranquila pequeña. Tu padre divino te reclamará en unos momentos.–Se prometió a sí misma que en cuanto nadie la reclamase y antes de que todos la persiguiesen con sus armas de bronce celestial como si fuese un gigante sacado del Tártaro, les gritaría con todas sus fuerzas que aquí nadie sabía escuchar.
–Pero es que yo...
–Quédate ahí.–Le señaló un pequeño banquito de madera que recordaba a las sillas de preescolar en las que te sentaban cuando te portabas mal–. Alfred, puedes quedarte con ella si quieres.
–¡Okay!–Él se sentó a su lado en el suelo. Le gustaría haberle cambiado el sitio. Porque no solo se sentía ridícula, sino que todas las miradas estaban encima de la (t/na). Se dio cuenta que como en la cafetería, los semidioses estaban colocados en las gradas por cabañas.
<<Genial>>, pensó en forma de llanto. Le dio irónicamente las gracias al karma por lo que iba a pasar mientras los hijos de Hécate se acercaban a donde se prendería la hoguera.
El Harry Potter rubio caminó en primer lugar indicando ser el capitán de la cabaña de Hécate, a continuación, sus hermanos desfilaron con capuchas hasta donde se encontraba Arthur cantando cosas sin sentido como un niño de 3 años. Asustada se preguntó si alguna vez esto había pasado en Percy Jackson, porque parecía que en vez de encender una simple hoguera estaban invocando al diablo. (O a Hades según se mire).
Lukas Bondevik, Camila Maturana, Vladimir Popescu se quitaron las capuchas después de lanzar grandes puñados de polvo morado brillante como si fuesen Campanilla. A continuación, Arthur se quitó su capucha y gritando otras serie de palabras que no pudo entender lanzó otro puñado de polvo brillante haciendo que una llamarada morada creciese hasta casi tener la altura de los árboles que había alrededor. Cuando descendió esta tomó el mismo color y tamaño que una hoguera normal y corriente.
La joven se cuestionó a sí misma con seriedad si estaba en el Campamento Mestizo o en una secta creadas por fans del los libros con muchos efectos especiales.
–En mi época lo hacíamos con un encendedor–grito el francés rubio desde su sitio provocando la risa de casi todo el campamento.
–¡Cállate maldita frog!
El inglés le lanzó lo que en un primer momento era una varita, pero se convirtió en serpiente a mitad de camino cayendo al suelo haciendo gritar a más de un semidiós. Está terminó marchándose serpenteando.
–Varita número 10854. Perdida por transformación en serpiente.–El que era un vampiro apuntó los datos en un cuaderno.
Quirón les dio las gracias. Camilla se despidió de la (c/p) con la mano al irse con sus hermanos. El centauro comenzó a hablar sobre el año tan productivo que habían tenido todos y que ahora los dioses habían querido que otra semidiosa se uniese a ellos.
(T/n) palideció sabiendo que su hora se acercaba. Ella no quería irse, aquel sitio era un lugar increíble y emocionante, había hecho nuevos amigos y por primera vez se sentía como una heroína, al igual que Percy.
Miró a Alfred, le gustaría haber pasado más tiempo con un genuino hijo de Zeus. Suspiró repasando mentalmente todas las cosas que se perdería.
–¡¡(T/N)!!–exclamó el americano tirando de su brazo. Pensó que se le arrancaría por su fuerza–. ¡Tu cabeza está brillando!
–¿¡CÓMO!?
Y era cierto en su cabeza brillaban dos símbolos que supo reconocer con certeza. Un tridente y un búho flotaban a la par sobre su cabeza. La joven no podía creer lo que veía. Abría tanto los ojos como la mandíbula de la impresión. El resto comenzó a vitorear y a aplaudir con alegría mostrando así su alegría al recibir a su nueva compañera.
–Bienvenida (t/n) (t/a), bisnieta de Poseidon y Atenea. Dioses del mar y la sabiduría–dijo Quirón en tono solemne a pesar de su gran sonrisa.
–Nahahahaha, ¡felicidades little girl!
Alfred la abrazó interrumpiendo su intento de tocar los símbolos, con el objetivo de descubrir si aquello era un sueño. Sus piernas temblaban y una pequeña lágrima de felicidad resbaló por su cara. El americano algo asustado por ello la agitó como una maraca para animarla. Funcionó a medias.
–Gracias.
–(T/n)–habló Quirón acercándose a ellos–, al ser descendiente de ambos dioses sin tener preferencia por línea sucesoria, es decir, que si fuese cualquiera de los dos uno de tus abuelos tendría preferencia. Por ello, puedes elegir tu cabaña. La cabaña de Atenea capitaneada por Alba Ramos o la cabaña de Poseidon capitaneada por Heracles Karpusi.
<<Lo siento Alba, pero desde hace mucho tiempo he querido sentirme como Percy Jackson>>.
–Elijo la de Poseidon.
–¡Ha elegido la cabaña de Poseidon! –exclamó Quirón con los brazos abiertos haciendo estallar otra ola de aplausos, gritos y vítores.
Un joven de pelo castaño oscuro, con cara de tener sueño arrastró los pies hasta el lado de (t/n) por un gesto que le hizo Quirón con la cabeza.
El chico parecía despreocupado y con cara de necesitar una siesta, sus ojos eran verdes como las olivas y tenía un cuerpo de modelo. A pesar de ello, miró de arriba abajo a la nueva joven y la abrazó.
Un gran sonrojo se instaló en su cara cuando la levantó cual peluche. Tras eso la depositó en el suelo.
–El va a ser tu nuevo hermano.–Sus ojos brillaron con fuerza. Nunca había tenido antes un hermano semidiós. La hubiese encantado, pero eso no pasó, hasta ese instante.
–¡Gracias! ¡Me hace muy feliz que seamos hermanos!–exclamó la joven con una amplia sonrisa.
–El único fin del ser humano es buscar la felicidad, por ello me alegro de haberte ayudado a conseguirlo.–A pesar de sus monótonas palabras, que las decía con gran lentitud, estás tenían una buena entonación y una gran sabiduría.
–Nahahahahaha. ¿Todavía sigues citando a esos tíos muertos?
–Ese era Aristóteles, gran filósofo griego–comentó un poco molesto.
–Sentaos y que (t/n) conozca a sus hermanos.
Quirón apoyó una mano en el hombro de la chica y la otra en el hombro de su hermano. Asintieron los tres y se fueron a la zona de gradas asignada para ellos.
–¡Que comiencen los juegos nocturnos!–exclamó Quirón recibiendo otra ola de gritos de emoción y alegría.
...(***)...
En un par de horas subo la siguiente parte ^w^.
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