Capítulo 6

Los años habían pasado, y los niños habían crecido. En realidad, ninguno ya era un niño. Ni siquiera Laenor que era el menor de los hijos del Rey. Él único que quizás quedaba siendo niño era Baelon Targaryen, que vivía escondiéndose tras su prima Alyssa cuando hacía una travesura. Pero la mayoría ya era mayor para entender mejor el mundo.

Hace un tiempo, Lord Corlys Velaryon había muerto, dejando al Reino perplejo y dolido con la muerte de ese gran hombre. La casa Velaryon pudo decir que la pérdida de su patriarca dolió casi tanto como la de cualquier Rey. Y Lucerys Velaryon lo sucedió como señor de las mareas.

Sin embargo, eso dejaba al Rey sin una Mano para apoyarlo. Aegon no era un candidato, su lugar siempre sería como Consejero de los Rumores, Aemond luchaba con sus tormentos aún y trataba de educar a su hijo, mientras que Luke estaba muy ocupado intentando instalarse como Señor de las Mareas. Así que no tuvo más opción que volver a pedir auxilio a Cregan, en realidad esta vez lo exigió.

Así que, sin poder negarse, Lord Stark tuvo que dejar su hogar para marchar a la capital a servir de Mano del Rey para su viejo amigo. Y también, aprovecharía el viaje para otras cosas.


Jace llegó al patio de la Fortaleza acompañado de su guardia real, su hermano Joffrey. Esperaba ver a todos listos para recibir a los Stark y casi estaban todos, pero notó la ausencia de su esposa, Daemon y Alyssa. Daena siempre llegaba tarde a todas partes, era parte de su esencia. Pero Daemon y Alyssa debían estar ahí hace bastante rato. Caminó hasta su hijo mayor para interrogarlo.

– ¿Dónde está tu hermana? – dijo Jacaerys a Reid y este se encogió de hombros haciéndole saber que no lo sabía.

– Debe estar por llegar – dijo intentando calmar a su padre, pero sabía que no era así.

– Debe estar con Daemon – dijo Laenor susurrando a su hermano mayor y Reid le indicó que se callara poniendo su dedo en su boca.

– ¿Y Daemon? – preguntó nuevamente Jace.

– Creo que tenía algunos deberes, pero llegará pronto – le explicó Reid.

– Mentiroso – susurró Laenor y Reid lo miró divertido.

El rey rodó los ojos demostrando lo enojado y frustrado que estaba con sus hijos pero su mirada se ablandó un poco cuando Daena apareció en el lugar. Llevaba un vestido rojo y su cabello suelto cayendo por la espalda. Se acercó a Laenor y arregló un poco su ropa haciendo que este se quejara. Luego miró a Reid y suspiró.

– Deberías cortarte un poco el cabello, mi niño – dijo mirándolo con cariño.

– Mamá... – dijo Reid en un susurro.

– Está bien, lo siento – dijo riendo y caminando hasta su lugar al lado del Rey.

Jace la miró con una sonrisa en los labios y tomó su mano llevándola a su boca para besarla.

– ¿Para mi no hay atenciones? – le susurró en broma.

– Pensé que hoy solo tendrías ojos para Cregan – dijo burlona y Jace puso los ojos en blanco.

– Vamos, sólo un beso – le suplicó él tomándola de la cintura.

Las personas que estaban al rededor de ellos los observaron un poco consternados. Si bien era costumbre que Jacaerys y Daena se dieran muestras de cariño en público, para algunos aún resultaba extraño.

Ella se acercó y lo besó suavemente, tocando su mejilla con su mano derecha. Los ojos de Jacaerys permanecieron cerrados por un momento. Pasaban los años pero los besos de Daena Hightower lo hacían sentir siempre en las nubes.

– Yo no quiero besar a nadie en la vida – le susurró Laenor a Reid y este rió un poco.

– Cuando crezcas más cambiarás de opinión – le dijo el mayor.

– ¿Tú haz besado a muchas personas? – preguntó curioso y Reid carraspeó con la garganta, incomodo.

Miró sus pies por un momento y luego no pudo evitar buscar con la mirada a Jaehaerys, pero el chico no estaba entre las personas que esperaban la comitiva del norte. Suspiró pesadamente, seguro estaba con su abuela.

Desde aquel día en el que se habían besado y luego la madre de Jaehaerys murió dando a luz, las cosas habían cambiado pero en cierto modo se mantenían iguales. Era un punto medio entre esas dos cosas.

Habían conversado sólo una vez de eso, fue unas noches después de que la madre de Jaehaerys muriera y ambos habían dejado en claro que se habían confundido, que todo eso había estado mal. Aunque a Reid le dolió un poco, sabía que eso era lo que iba a ocurrir. No esperaba que Jaehaerys le dijera de un día para otro que estaba enamorado de él, pero aún así dolió un poco.

Y fue incluso más doloroso cuando un año después, a sus 15 onomásticos, Reid vio como Jaehaerys estaba besando a una chica de la servidumbre. No había sido como lo había besado a él. No tenía ese toque suave o delicado, no acariciaba su cabello como lo había hecho con ella. Pero la besaba con fuerza, y sin tener que esconderse.

Observó a su hermano nuevamente. Laenor nunca, en esos tres años que habían pasado después del beso, había dicho algo. Ni siquiera a su madre o a su padre. No entendía por qué. Él nunca se lo había pedido, ni siquiera había hablado con él sobre eso. Pero Laenor había callado.

Quizás su padre tenía razón y después de todo el menor de los hermanos si era el más inteligente de todos.

– ¿Dónde están tus hijos? – le preguntó Jacaerys a Daena.

– ¿Mis hijos? Tienen más de ti que de mi.

– Cuando se comportan mal y no cumplen con sus obligaciones son tus hijos – le dijo él bromeando.

– Cariño, cuando se escapan a volar con sus dragones son tus hijos. Eso lo heredaron de tu familia – le dijo golpeando levemente su hombro – Ya he enviado a alguien a buscarlos.

Jace suspiró pesadamente. Parecía que el tiempo que Daemon y Alyssa pasaban entrenando con sus dragones nunca era suficiente, y siempre se escapaban juntos para pasar más tiempo con Rhaelor y Vermithor.

No es que a él le molestara, le gustaba que fueran jinetes tan dedicados y tan conectados a sus dragones. Pero si le molestaba que evadieran a la guardia real y salieran sin permiso, si le molestaba cuando Daemon no llegaba a sus lecciones y entrenamientos y definitivamente le molestaba que ese día no hubieran llegado para recibir a los Stark. Se suponía que ese día Alyssa por fin sería presentada a Rickon Stark y necesitaba que estuviera ahí.

Dioses, esos niños lo iban a matar.

Escucharon el carruaje y varios caballos avanzando hasta el lugar, cada vez más cerca y todos tomaron sus respectivos lugares. En la primera fila por supuesto la familia real, el Rey y la Reina con dos de sus cuatro hijos. Atrás de ellos miembros del Consejo Privado, entre ellos el príncipe Aegon quien estaba expectante por volver a ver a su lobo del invierno. Y en la tercera algunos miembros menores de la familia real, los hermanos del Rey, las damas de la Reina y otros Lores de la Corte.

La gran puerta de la Fortaleza Roja se abrió dejando ver a Lord Cregan Stark montado en su caballo negro. Los estandartes del lobo huargo se hicieron presentes y la comitiva que viajaba con él ingresó rápidamente. Su hijo Rickon cabalgaba a su lado. Estaba mucho más grande que la última vez que Jace lo vio, ya no era un pequeño niño, era casi un hombre y aún así lucía como un cachorrito asustado mirando un lugar desconocido.

Ambos bajaron de su caballo y Jace observó fijamente a su mejor amigo. Habían pasado años sin verse, y ahí estaba ahora. Acudiendo a su llamado de auxilio para ayudarlo a dirigir el Reino. Todas las personas de la comitiva del norte se arrodillaron frente a él.

– Majestad – dijo Cregan y Jace le indicó que se pusiera de pie para darse un amistoso abrazo.

– Gracias por venir.

– El Rey demanda y nosotros cumplimos – le dijo bromeando.

Jace golpeó amistosamente su hombro y le sonrió. Cregan Stark siempre sería uno de sus amigos más leales y agradecía mucho que accediera a ser su mano. Sin Daemon o Lord Corlys, Jace realmente se sentía perdido en cómo dirigir al Reino. Confiaba en sus propias capacidades, si. Y también confiaba en los consejos de su esposa. Pero necesitaba a un hombre como Cregan a su lado para ayudarlo en esto.

– Mi Reina – dijo Cregan haciendo una inclinación ante Daena y ella lo abrazó rápidamente.

– El novio de mi esposo está aquí al fin – le susurró el broma.

– Muy graciosa – dijo mirándola con los ojos entrecerrados.

Ella no pudo evitar soltar una risa por eso y Jace los miró interrogantes. Cregan entonces se volteó a mirar a dos personas que estaban a un lado de Daena.

– ¿Recuerdan a Lord Cregan Stark verdad? – dijo Jacaerys mirando a dos de sus cuatro hijos.

– Por supuesto – dijo Reid intentando no reír, su padre hablaba mucho de Lord Stark y él recordaba haberlo visto algunas veces cuando era más pequeño, pero Laenor que era mucho más pequeño negó con la cabeza, él ni siquiera lo conocía.

– Estos son mis hijos – dijo Jacaerys acariciando el cabello de Laenor que estaba tomado de su capa – A Reid lo conoces, y él es Laenor.

– Mis príncipes – dijo Lord Cregan hizo asentimiento de cabeza a ambos chicos.

Reid no refutó que él no era un príncipe, simplemente desvió su mirada y encontró a Jaehaerys mirándolo fijamente. Había llegado hace poco y estaba de pie entre Aegon III y su hermana Jaehaera, haciendo que los dos lucieran miserables al estar separados. Aún no estaban casados, aunque su boda se celebraría esos días, pero Jaehaerys disfrutaba de hacer sufrir al prometido de su hermana.

Había escuchado lo que Lord Stark dijo, y notó como el recuerdo de esa frase los invadía a los dos. ¿Por qué dice que te quiere tanto pero no te trata igual que al resto de sus hijos? Jaehaerys lo miró interrogante, y Reid hizo una mueca con su boca como si le estuviera diciendo que todo estaba bien.

– ¿Y tus otros hijos? – preguntó Cregan confundido.

Se suponía que sería el momento donde presentarían a Rickon y Alyssa, él había instruido a su hijo en como debía comportarse, en que debía ser caballeroso y amable y ahora resultaba que la chica ni siquiera estaba presente.

Jace iba a contestar pero unas risas bastante fuertes lo interrumpieron. Cuando miró al lugar de donde provenían no pudo creer lo que sus ojos veían. Daemon y Alyssa caminaban hacia ellos mientras conversaban y reían, llevaban ropa de montar y estaban sucios, llenos de lodo.

Alyssa tenía su cabello tomado en una trenza como las que en algún momento usaba su madre, pero su rostro estaba sudado y manchado por tierra, mientras que sus botas estaban embarradas completamente. Daemon, por su parte, tenía su vestimenta casi cubierta de lodo. ¿A caso se habían revolcado en el lodo como animales? Los mataría, realmente los mataría, pensaba Jace.

– Te lo dije – dijo Alyssa riendo – Se podía ver la comitiva del norte desde arriba, pequeños lobos marchando.

– Siempre ves más cosas que yo – dijo Daemon de mala gana.

– Vermithor me lleva a más lugares, pocos tenemos el privilegio de tener el dragón de un Rey – le saco la lengua.

– Bueno, a algunos si nos eclosionó nuestro huevo de dragón – dijo él riendo.

– No acabas de decir eso... maldito hijo de... – dijo golpeando su hombro reiteradamente mientras avanzaban.

– Oye no puedes hacer eso – dijo corriendo tras ella y tomándola desde atrás por la cintura mientras la alzaba – Me las vas a pagar, enana – dijo haciendo que Alyssa soltara una carcajada y se intentara liberar.

– Niños – dijo Jacaerys notablemente cansado de ellos dos.

Ambos pararon en seco, Daemon soltó inmediatamente a su hermana y el horror invadió sus rostros. Sabían que iban tarde pero no pensaron que tan tarde. Toda la comitiva del norte los miraba sin saber que decir. Estaban sucios, llegaban tarde y seguramente habían escuchado su charla. Jacaerys los miraba bastante enojado y seguramente se ganarían un buen sermón después de esto. Caminaron lo más rápido que pudieron poniéndose a un lado de su madre quien los miró negando con la cabeza.

– Al fin aparecen – dijo Jace notoriamente enojado – Este es Daemon, lo viste de pequeño. Y por supuesto mi niña, Alyssa – dijo posando sus ojos en su hija y luego en Lord Cregan.

Él hombre miró a la chica y luego sonrió en dirección a Jacaerys, como si la estuviera aprobando. Observó a su hijo Rickon y carraspeó con la garganta llamando su atención.

Pero él chico solo estaba mirando a la princesa fijamente. Por los Dioses antiguos y nuevos, era la chica más hermosa que había visto en toda su vida. Le habían dicho que era guapa, pero ninguna descripción había llegado a acercarse ligeramente a la realidad. Aún así, llena de lodo, con el cabello despeinado y el rostro sucio era la cosa más hermosa que los ojos de Rickon Stark habían visto.

Era un tanto salvaje y de espíritu osado, eso lo notaba incluso con solo verla. Era un dragón, y él no tendría miedo de quemarse.

Rickon no se movió y Cregan frunció el ceño. Pero Jacaerys sonrió, sus planes iban dando frutos. Si Rickon Stark estaba mirando así a Alyssa definitivamente había quedado prendado de ella.

– Él es mi hijo mayor – dijo Cregan haciendo que Rickon reaccionara y diera un paso hacia adelante – Rickon Stark.

– Majestad – dijo haciendo una reverencia ante Jace – Mi Reina – dijo mirando a Daena y esta le sonrió.

– Rickon ¿te puedo presentar a mis hijos? Reid, Daemon, Laenor y por supuesto Alyssa, el sol de los siete reinos – dijo poniendo su mano en el hombro de su hija, ella la verdad parecía aburrida.

Daena frunció el ceño ¿qué estaba ocurriendo?

Rickon continuó con su mirada fija en la chica. Tenía algo inexplicable que llamaba mucho su atención. No parecía para nada una princesa, pero quizás eso era lo que más le gustaba. Imaginarla montando un dragón, peleando con una espada y sin tener miedo a la aventura. Definitivamente era perfecta.

Su padre carraspeó con la garganta llamando su atención y le indicó con la mirada que fuera por el regalo para la chica. Él se movió torpemente y le solicitó a uno de sus guardias que le entregara la caja que tenía un lobo tallado en la madera.

– Si me lo permite Majestad – dijo Rickon hacia Jacaerys – He traído un regalo para la princesa.

– ¿Para mi? – dijo Alyssa confundida mientras intentaba quitar lodo de su cabello.

Daemon no pudo evitar reír en burla al notar como su cabello estaba tieso a causa del lodos. Ella lo golpeó sutilmente en el abdomen y Daena los miró severamente haciendo que dejaran de tontear entre ellos.

– Acércate, mi niña – dijo Jace y Alyssa lo hizo no muy confiada.

Se puso frente a Rickon mirándolo interrogante. ¿Por qué le traían un regalo a ella? Ni siquiera se conocían.

– Eh... – dijo el norteño bastante nervioso.

Entonces Daemon levantó la cabeza poniendo más atención a la escena bastante serio. No le gustó lo que vio. El norteño moviendo sus maños nervioso y mirando embobado a su pequeña hermana como si hubiera visto una diosa y no simplemente a Alyssa.

¿Acaso a Rickon Stark le había gustado su hermana? Imposible, ella era básicamente un niño con cabello largo, ¿cómo a alguien le podría gustar ella como si fuera una mujer? ¿cómo alguien podría mirarla siquiera de esa forma? Frunció el ceño sin entender por qué le molestaba tanto la idea de que alguien pensara en Lyss como algo más. No lo entendía.

– Yo... bueno... yo – dijo Rickon intentando calmarse y no sonar como un idiota.

Ella sonrió un poco, le parecía cómico y a la vez tierno. Nunca algún chico se había comportado de manera tierna con ella. Bueno, Daemon si, peor él no contaba.

– Estoy encantado de conocerla, princesa – dijo por fin encontrando las palabras y mirándola fijamente a los ojos – Mi padre me ha mencionado que hace poco fue su onomástico número 14 y pensé en traerle un presente.

Le mostró la pequeña caja que tenía y la abrió dejando ver un pequeño collar de animal, de color rojo con un dije de dragón. Alyssa lo miró sin comprender y Rickon le sonrió. Entonces puso la caja en las manos de la chica y se volteó hacia el maestre norteño quien le entregó un hermoso lobo de color blanco. Aún era pequeño, quizás de un tamaño mediado y Alyssa quedó sorprendida, era hermoso.

– Los lobos son los protectores de mi casa, cuando vi a este no pude evitar pensar en la princesa de la que todos hablaban, la de cabello casi tan blanco como la nieve – le dijo sonriendo y acariciando el lomo del lobo.

La chica sonrió agradecida. Un lobo. Era un regalo precioso. Y quizás ella fue la única que no entendió al instante el significado de ese regalo.

Pero su madre tuvo que recordarse respirar más calmada al entender las intenciones de la casa Stark con su hija. Ya le había quedado claro todo, tendría que hablar pronto con Jacaerys porque ella no iba a tolerar que se llevaran a una hija suya al norte. Si ella lo deseaba lo permitiría, pero no iba a dejar que Cregan Stark pensara que podía llegar con su hijo a intentar armar un compromiso por causas políticas, no importaba que tan amigos fueran.

Daemon observó al norteño con cara de pocos amigos, no le agradaba para nada. Le molestaba lo mucho que quería lucirse como si fuera la gran cosa, además no entendía su estúpido interés por Alyssa. Ni siquiera se conocían.

– Es muy lindo, se lo agradezco mucho – dijo ella intentando tomar al lobo en sus brazos.

Pero en ese momento el animal saltó hacia ella listo para atacarla. Quizás fue por el olor a dragón que emanaba, o simplemente porque no agradó la chica por ser del Sur, pero abrió su gran boca y se aproximó hasta ella listo para morder la mano que la princesa extendía para acariciarlo. La chica soltó un gran grito de dolor al sentir los colmillos del lobo enterrándose en su mano y observó como la sangre caía por su piel.

Nadie pudo reaccionar excepto el príncipe Daemon, quien rápidamente corrió poniendo a su hermana tras él y pateando al animal hacia atrás. El lobo volvió a gruñir frente a ellos y se lanzó sobre el joven príncipe listo para morderlo. Pero él desenvainó su espada rápidamente mientras con la otra mano sostenía a Alyssa tras él.

– Dioses alguien aleje a ese lobo ahora mismo – dijo Daena con preocupación mientras abrazaba a Laenor en sus brazos, quien estaba claramente asustado por ver a su hermana herida.

Rickon Stark no supo que hacer, no sabía que había salido mal. Se suponía que sería un lindo detalle para la chica, y ahora todo se había arruinado. Su mano está herida y el lobo se había salido de control. Todo era una mierda.

– ¡Aleja a ese animal de mis hermanos, idiota! – gritó Reid a Rickon haciéndolo reaccionar.

El norteño se acercó al animal quien aún miraba amenazante a ambos hermanos y lo tomó en sus brazos intentando calmarlo mientras acariciaba su lomo. Pero el animal no lo obedeció y aunque Rickon intentó tomarlo en sus brazos, el lobo saltó hacia Daemon mordiendo su pierna. La reina soltó un grito y Jacaerys desenvainó la daga de llevaba colgando en su cintura, pero alguien había actuado antes que él. La espada del príncipe Daemon atravesó el cuerpo del animal matándolo al instante.

El cuerpo del lobo quedó tendido en el suelo frente a ellos y Daemon lanzó su espada al suelo, y dejó libre a su hermana quien rápidamente se puso a su lado mirándolo con preocupación.

– ¿Estás bien? – preguntó él tomando su rostro e inspeccionándola para asegurarse que no fue lastimada más allá de la grave herida que tenía en su mano.

– ¿Tú estás bien? – preguntó ella haciendo lo mismo y llenando un poco de sangre su rostro al tocarlo con su mano.

Daemon asintió pero su pierna dolía horriblemente. Aunque el lobo no lo había mordido tan fuerte como a ella. Tomó su mano inspeccionándola y ella se quejó un poco por el dolor. Daemon le indicó que hiciera silencio mientras inspeccionaba la herida.

Jace y Daena observaron la escena y luego se miraron entre sí. Entonces él lo supo. Lo supo incluso antes de que ellos. Antes de que incluso quienes portaban esos sentimientos lo supieran. La relación de Daemon y Alyssa involucraba sentimientos amorosos. Al parecer ellos aún no se daban cuenta de eso, pero ahí estaban, formándose desde quien sabe cuando y esperando para salir a la luz en cualquier momento.

Carajo ¿cómo había sido tan ciego? Esos niños pasaban todos sus días juntos, se escapaban para volar en sus dragones, se contaban sus secretos y muchas veces se quedaban hasta altas horas de la madrugada leyendo historias de los Siete Reinos. Eran unos niños aún, unos pre adolescentes, pero ahí estaban esos sentimientos formándose de a poco, y aunque sus propietarios parecían no saberlo aún, sus actos y las miradas que compartían lo delataban en todo momento. Solo un tonto no lo vería, y él había sido un tonto al ignorarlo.

– ¿Qué pretendías a regalarle algo tan peligroso a mi hermana? – dijo Daemon de mala gana.

– No era mi intención que la lastimara – dijo Rickon apenado – pensé que sería un buen regalo.

– Pues pensaste mal, mira como ha sido herida – le dijo Daemon enojado mientras envolvía la mano de su hermana menor con un pañuelo intentado parar su sangrado – La compañía de ustedes son los lobos, la nuestras son los dragones y Alyssa no necesita un tonto lobo, está mucho mejor muerto.

Jace lo miró severamente pero no dijo nada, sabía que dentro de todo Daemon tenía razón, había sido irresponsable darle un lobo que la pudiera atacar. Era como si alguien le diera un dragón a alguien sin sangre Targaryen, era una idiotez.

– No ha sido mi intención – volvió a decir el chico intentando acercarse a ella pero Daemon se interpuso.

– Claramente, no, quizás la nieve y el frío hizo que tu cerebro se congelara, pero ahora no estás en el Sur y esos animales no son bienvenidos – hizo que su hermana lo abrazara por sus hombros y la hizo caminar en dirección hacia el interior de la fortaleza – Ven, te llevaré a que te revisen.

Jacaerys observó a sus hijos caminar lejos de la multitud que miraba la escena en silencio. Y se maldijo a sí mismo mil veces por no haberse dado cuenta de qué ocurría entre ellos. Al parecer ni ellos mismos habían asumido lo que sentían por el otro, pero el corazón era más rápido que la razón y ahí estaban ellos, pasando sus días y noches juntos, haciendo bromas que solo ellos entendían, queriéndose, creciendo juntos. ¿Como había sido tan ciego?

Observó a Reid quien se encogió de hombros, fingiendo no estar viendo lo mismo que su padre. Aunque si le preocupaba. Mirando el cuerpo sin vida de aquel animal recordó las palabras que Jaehaerys usaba para describir a su hermano menor errático, irrespetuoso, irracional. Reid se esforzaba en defenderlo pero acababa se ofender a la casa Stark y acababa de demostrar que en cierto modo si era así.

Laenor se soltó de su madre y caminó hasta el animal muerto en los pies de Rickon Stark.

– Rickon, ¿me dejas quedarme el lobo para examinarlo? – preguntó Laenor a Rickon y este lo miró confundido.

¿Dónde carajos se fue a meter con esa familia? Que los Dioses antiguos y nuevos lo ayudaran a sobrevivir a los Targaryen.

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Dos capítulos en un día, ya por favor frénenme 😂😂

Este fue un poco más corto ya que era para presentar a Rickon más que nada. El próximo capítulo se viene intenso y algunas personas se irán a los puños.

Espero que les esté gustando.

Nos leemos pronto.

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