El hilo

Al inicio de los tiempos, cuando el mundo era muy joven, existían dos seres de inmenso poder. Uno de ellos se llamaba Vida y fue desde siempre la personificación de la fuerza creadora masculina. El otro ser se llamaba Muerte y fue odiada por todos por ser la personificación de la certeza femenina, siempre confusa pero siempre segura.

Muerte fue condenada al odio eterno de casi todos los seres existentes. Debido a los regalos de Vida, muerte sufría y causaba dolor.

En toda su existencia ella conoció una sola vez el amor y se odiaba profundamente por no poder disfrutarlo. Muerte era un gran ser y en su interior no había mal alguno, por lo que, aunque ella se había visto obligada a dejar de lado su amor, deseó con toda su alma que cada ser vivo pudiese amar a alguien tanto como ella amaba a Vida.

Estaba cansada de causar tantas cosas malas. Tomó en sus manos los rayos del sol, con la promesa de que siempre y cuando existiera el amor el sol nunca se quedaría sin su luz.

Con uno de esos rayos unió a dos personas, atando cada extremo a cada corazón. Cada vez que estas dos personas se alejaban el nudo en sus corazones se apretaba, creando un sentimiento muy extraño, que de tan extraño lo llamó "extrañar".

Para muerte la libertad era muy importante pero el valor de las cosas era aún más importante, por lo que estiró los rayos del sol, de manera que pudiesen darle tres vueltas a la Tierra y unió a otra pareja con este nuevo rayo infinito, que de tanto estirarse se volvió invisible.

La primera pareja unida vivió feliz toda su vida, conocieron el mundo juntos, afrontaron los problemas juntos, crearon juntos y murieron juntos; pero no valoraron nunca el amor, la presencia de la otra persona ni todas las cosas que hicieron el uno por el otro; todo lo dieron por sentado y pensaron toda su vida que se merecían el uno al otro solo por el mero hecho de existir. A muerte le indignó eso.

La segunda pareja unida al principio estaba separada, no se conocían siquiera pero ya se extrañaban.

Dedicaron su vida a buscarse y en el momento en el que se encontraron comenzaron a vivir, comprendieron la importancia del amor y tuvieron en cuenta siempre que aunque el amor estuviera presente la persona no estaba obligada a quedarse, por lo que agradecieron cada día a su pareja por ser parte de su vida.

Muerte llamó a este hilo "destino", el que quemaba con el calor del sol, y como ella misma, siempre se cumplía.
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NA: Capítulo dedicado a Julio Blando. Gracias por ser parte de mi vida.💗

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