10: Hachas y flechas

Vidiad junto con otros tröllitus llevó a Daron por la fuerza hasta la mazmorra en la que Ezra era prisionero. Para este punto, Ezra tenía heridas por todo su cuerpo y estaba su ropa estaba cubierta de su propia sangre, estaba demasiado débil como para tratar de liberarse de las cadenas que lo apresaban. 

Daron miró a su hermano mientras era encadenado y aunque intentó resistirse, le ganaban en número lo que no le era conveniente. Cuando las cadenas le fueron colocada, los guardias salieron quedando solamente la chica quien los miraba con ojos burlones.

—Entonces, pieles verdes, ¿quién de ustedes me dirá todo lo que necesito saber?, porque créanme que eso nos será de mucha ayuda, empezando con el rol que desempeñaban en Ogrëdge, está claro que estaban en la cima de la sociedad, pero, ¿siendo qué?

—¿Qué te hace pensar que te diremos algo? —contrapuso Daron de manera desafiante.

—Soy yo la que hace las preguntas, pero ahora que lo mencionas...

Entonces Vidiad sacó una daga y la apuntó a pocos centímetros del cuello de Ezra, estaba claro que ella no estaba bromeando y que estaba disfrutando cada segundo.

—Si sigues haciéndote el listo mataré a tu hermano —amenazó la tröllitu—. Y no lo niegues, el parecido entre ustedes es evidente. Lo que no sé es que tanto lo aprecias —agregó acercando la daga hasta el punto de que la punta ya tocaba el cuello de Ezra.

Ezra comenzó a respirar acelerada pero débilmente, por mucho que quisiera resistirse la condición en la que se encontraba le impedía siquiera moverse, el tan solo seguir con vida ya le era demasiado doloroso —y hasta un milagro—. Pero de todos modos, él sabía que el silencio era lo mejor, por lo que miró a su hermano y articuló un silencioso "no".

Pero Daron no estaba dispuesto ver a su hermano morir y menos cuando él podía evitarlo. 

—¡Basta! —exclamó Daron—. Nosotros somos los príncipes de Ogrëdge.

—Significa que el rey vendrá a buscar a sus queridos herederos, ¿o me equivoco? —sonrió Vidiad.

Daron negó con la cabeza, sabía que en cualquier momento llegaría su padre y haría una masacre de tröllitus.

—No, por supuesto que no —dijo la chica para sí misma—. ¿Tu raza atacará por la entrada del túnel como inútilmente tú y los demás intentaron?

—No lo sé.

La respuesta le disgustó a Vidiad por que comenzó a ejercer presión sobre la daga haciendo que un hilo de sangre se abriera paso por el cuello del menor.

—¡No lo sé, lo juro!

Vidiad medianamente convencida peor nada complacida, guardó su daga y salió de la mazmorra para comunicarle al rey Nelsan sobre la información que le fue proporcionada.

—Así que el rey en persona vendrá con un gran ejército, supongo, para recuperar a sus preciados herederos. Pero la pregunta es dónde atacarán los ökrnos.

—¡Majestad! —llamó un tröllitu entrando de repente—. Tiene que ver esto.

Nelsan se asomó por una de la ventanas y vio en la distancia al polvo levantarse por el paso de cientos de ökrnos montados en criaturas extrañas.

—Creo que eso responde a nuestra pregunta —comentó Vidiad.

—No descuiden la entrada del túnel aún así —ordenó el rey—. Y lleven a los herederos al frente, creo que podemos llegar a un trato.

—¡Ya lo oíste —gritó la chica al otro tröllitu—, muévete! 

* * *

Mientras tanto, Thorvald intentaba extraer un trozo de piedra que había en una de las paredes de su mazmorra. Cuando finalmente lo logró la usó para forzar las muñequeras que lo mantenían encadenado y al ser el muy fuerte, no le fue muy difícil hacerlo. Una vez desencadenado, repitió el proceso pero esta vez con la cerradura de la reja en la que se encontraba y la cerradura en poco más de un minuto quedó destrozada por dentro cediendo ante la fuerza.

Su instinto fue buscar a los príncipes así que se adentró al pasillo iluminado por antorcha viendo mazmorra por mazmorra, en algunas se encontraban algunos guerreros y otras estaban vacías. Cuando por fin los encontró casi al final del pasillo, no dudó ni un momento en intentar de liberarlos. 

Cuando la reja ya no era un obstáculo, comenzó a liberar a Daron de las cadenas que lo mantenían cautivo sin saber que los guardias del rey Nelsan ya estaban entrando a las mazmorras para llevarse a los príncipes. Cuando las cadenas del príncipe mayor cayeron, los tröllitus se percataron de que estaban escapando, pero Thorvald uso sus puños y su piedra para derribar a algunos guardias, esquivando ágilmente los hachazos con los que éstos lo atacaban. Daron se encargó del resto, rompiéndoles los brazos en el proceso o usándolos como escudo.

Con todos los guardias derrotados, Thorvald reparó en que uno de ellos tenía colgado en su cinturón de cuero un juego de llaves. Las tomó para probar si eran las llaves de las mazmorras y las cadenas y tras comprobarlo liberando a Ezra, liberar al resto de los ökrnos fue cosa sencilla.

Aprovechando que los tröllitus no iban a necesitar sus hachas hechas de cobre, los ökrnos las tomaron para atacar a cualquier enemigo que se le pusiera enfrente.

—Thorvald —llamó Daron cuando salían de las mazmorras mientras cargaba a un malherido Ezra—, pon a salvo a Ezra, encuentra algo con que tratarlo. Llévate a diez guardias para que te respalden.

Thorvald tomó a Ezra para que él se apoyara y prometió cuidarlo con su vida, mientras que diez ökrnos se iban de su lado. El equipo de Thorvald no tardó en encontrarse a un grupo de tres tröllitus que derrotaron con mucha facilidad. 

—¡Oye tú, ¿tienen enfermería?! —gritó Thorvald a uno de los guardias del rey Nelsan quien asintió con la cabeza—. Entonces nos guiarás a ella.

La enfermería resultó una pobre y pequeña habitación que tenía algunas camas una mesa de piedra que tenía parches pero hechas de piel de animales, agujas, alambre y algo de agua.

Thorvald recostó en una de las camas de piedra a Ezra y tomó una aguja y el alambre, mientras que dos ökrnos arrinconaban a su rehén amenazándolo con sus hachas de cobre que habían robado. 

—No le voy a mentir, Su Alteza, pero esto le va a doler, pero es por su propio bien —dijo Thorvald antes de comenzar con su proceso de curación.

* * *

El rey Folkbiorn paró junto con su batallón al ver a tröllitus con arcos y flechas —algo desconocido para los ökrnos— apuntándolos directamente sobre las humildes casa de piedra que se encontraban en ambos lados de la calle donde se encontraba el rey Nelsan rodeado de su poco numeroso ejército.

—Usted debe ser el rey de Ogrëdge —dedujo Nelsan mirando a Folkbiorn quien iba a la cabeza del ejército enemigo—. Quiero decirle que tengo a sus dos hijos como prisioneros junto con otros ökrnos, pero estoy dispuesto a entregárselos con vida a cambio de algo.

"Hijos", significaba que Daron también fue capturado. 

—¿Y qué sería eso? —preguntó Folkbiorn tomando su hacha con más fuerza.

—Su rendición y que usted y su pueblo abandonen Ogrëdge así como el valle Ozthäven permanentemente. Incluso con que renunciara a su corona y me la cediera a mí sin ninguna oposición por parte de su ejército sería más que suficiente.

—Aunque aceptara tu patético trato, ¿cómo sé que no mataste ya a mis hijos?

Fue entonces que Nelsan perdió su pequeña ventaja, pues sus guardias ya deberían estar ahí con los herederos, pero al no ser así, no había prueba de que estuvieran vivos. Si existía la posibilidad de que el rey Folkbiorn aceptara el trato, esa posibilidad se esfumó.

El silencio culpabilizó al rey de los tröllitus. Y eso fua más que suficiente para que el rey Folkbiorn diera la orden para atacar.

—¡Ataquen! —exclamó.

Inmediatamente los arqueros empezaron a lanzar sus flechas y los guerreros de ambos ejércitos prepararon sus hachas para aniquilar. Y así fue como comenzó una guerra de hachas y flechas.

Y así fue también como comenzó la batalla final entre ökrnos y tröllitus.

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