Capítulo 22:
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Capítulo 22:
**** **** **** Lago Negro: **** **** ***
La tranquilidad del lago a esa hora, en la opinión de Cassy era relajante, sobre todo porque el grupo de fans del buscador búlgaro se encontraban causando revuelo en la biblioteca, algo que para una amante de la tranquilidad como lo era ella resultaba muy molesto.
Allí, bajo la sombra de un frondoso árbol y la fresca brisa pasajera se sumergió en las profundidades de su mente, con la mirada perdida en el reflejo del cielo sobre las frías aguas del lago, la joven se permitió perderse en la preciosa vista, aunque no lo era tanto como cuando el atardecer se reflejaba en sus aguas.
Tal era su ensoñación que no escucho como su mejor amiga la llamaba desde la distancia.
—¡Cassyyyy! — llamó nuevamente la rubia, acercándose rápidamente a donde se encontraba sentada su amiga.
—Adha... — murmuro aun sin caer en cuenta de la cercanía de la serpiente, pero en cuestión de unos parpadeos volvió en sí.
—¡No te levantes! — le dijo ella cuando vio que se disponía a levantarse.
—¡Perdón, me perdí en mis pensamientos! — se disculpó una vez que la rubia estuvo sentada a su lado.
—No tienes que disculparte, en todo caso soy yo la que debe hacerlo. Me entretuve conversando con mi tío Sev y mi hermano que casi olvido que había quedado contigo.
—¡Entiendo! — exclamó comprensiva. — ¿Chequeo de rutina!?
—¡Exacto! — asintió mientras sacaba algo de su bolso. — ¡Ten!
—¿Y eso? — preguntó la leona viendo el paquete que su amiga traía en las manos.
—Mamá nos mandó bombones con relleno de fresa. ¡Este es para ti! — le comentó colocando la caja sobre su regazo.
—¿¡Para mí!?
—Mmm... Le agradas... y eso que aún no te conoce... Cuando lo haga de seguro querrá adoptarte. — bromeo.
—Jaja... qué cosas dices...
—¡Oh vamos! No es tan mala idea.
—Asegúrate de darle las gracias de mi parte cuando le vuelvas a escribir.
—Claro... Por cierto, quería preguntarte sobre Potter...
—¿Potter? ¡Tan rápido perdiste el interés por el segundo Weasley! — indagó divertida.
—¡Qué! ¡No! ¡Por supuesto que no! ¡No tengo interés de competir por él! ¡Ni siquiera es mi tipo!
—Entonces... ¿Por qué preguntas por él?
—Es que lo he notado un poco... como decirlo sin que suene ofensivo... mmm... no te parece que ha estado actuando muy raro últimamente.
—¡No lo creo!... Raro es su estado normal a mi parecer.
—¡Más raro de lo normal! —corrigió.
—¡Un poco! ¡Sí! — dijo sin darle mucha importancia. — No es nada por lo que debas preocuparte, creo que es porque ya se enteró de que en la primera prueba deberá enfrentarse a dragones.
—¡Oh, así que es eso! ¡Me preocupé por nada!
—Él cree que perderá tan pronto como la competencia inicie.
—¿Qué crees tú? ¿Tiene alguna posibilidad de ganar?
—Honestamente, ¡no! En estos momentos hay más posibilidades de que se convierta en comida de dragón a de que gane...
—¡Tan mal esta!
—Bueno... ya veremos qué pasa una vez que consiga lanzar un Accio.
—¿¡Accio!? ¿Y eso que tiene que ver con que gane? — preguntó confundida.
—Ni idea. — dijo encogiéndose de hombros. — Ayer en la noche lo escuche hablando con Granger sobre la necesidad de aprender a usar ese hechizo, parecía estar convencido de poder sobrevivir si lo logra.
—¿Y cómo la lleva con eso?
—Sin comentarios.
—¡Ya veo! .... ¿¡Debería de echarle una mano!? — cuestionó con una sonrisa traviesa.
—Sí, deseas ganar esa apuesta, no veo otra opción.
—Bien, está decidido. Me quedaré en tu cuarto esta noche. — dijo mientras se levantaba. — Te veré en la Torre Gryffindor antes del toque de queda.
—¿No vasa ir al Gran Comedor a cenar?
—Comeré con mi hermano en su cuarto, necesito mimarlo un poco si quiero que me dé su permiso.
—¿Segura qué es por eso y no porque te hayas sentido mal? — preguntó preocupada.
—Naa. Estoy bien — negó ella mientras pensaba. — Siempre y cuando Ojo Loco este bien lejos de mí, claro está. Su magia me pone los pelos de punta.
—¡Si tú lo dices! ¡De todos modos ándate con cuidado! Hasta más tarde. — se despidió la pelinegra viéndola partir.
Adhara alzó su mano derecha y la movió de un lado a otro en señal de despedida mientras caminaba hacia el castillo.
**** **** **** Sala Común de Gryffindor: **** **** ***
A pesar de estar cerca de la media noche en la Sala Común, aún se encontraba ocupada por un dúo de amigos.
—¡Vamos Harry, tú puedes hacerlo! — animó la chica a pesar de estar muerta del sueño.
—Accio Diccionario. — dijo el chico apuntando hacia un diccionario, pero apenas si logro hacer que temblara un poco.
—¡Cómo sigas usando tu magia de ese modo no lograrás ni atraer una mota de polvo!
La voz de una chica resonó por la desierta sala llamando la atención del par de leones que rápidamente giraron sus cabezas. Al pie de las escaleras que conducían hacia los dormitorios se encontraba, nada más y nada menos que la princesa de Slytherin, Adhara Malfoy, quien tenía los brazos cruzados y los miraba con una sonrisa burlona.
El par de leones la contemplaba en silencio, un poco desconcertados, no solo por verla despierta a esas horas y en su torre, a eso último ya estaban acostumbrados, sino por ver a la rubia serpiente usar un pijama de gatito, con orejas y todo. La chica simplemente ignoró sus miradas y continúo hablando.
—¡Lo estás haciendo mal! — exclamó Adhara mirando a Harry haciendo que ambos leones salieran de su silencioso trance.
—¿Qué haces aquí? — preguntó Hermione.
—No podía dormir. — le respondió sin mirarle mientras se acercaba al león. — Si quieres que el hechizo funcione necesitas relajarte... No aprietes tanto la barita. Visualiza el objeto con tu mente, no con tus ojos... Imagínatelo siendo rodeado por tu magia y entonces... atráelo hacia ti. — dijo una vez que llegó a su lado. — ¡Ahora!... ¡Inténtalo!— ordenó.
A pesar de estar confundido por lo extraño de la situación, Harry decidió seguir su consejo.
—... — cerrando los ojos se concertó repetir cada una de las palabras de la chica en su mente mientras las seguía. — Accio Diccionario. — dijo abriendo los ojos.
PAAM
—¡MIERDA! — maldijo Harry cuando el diccionario se estrelló contra su pecho.
—¡Felicidades! — aplaudió Adhara. — ¡Ahora solo tienes que recordar no usar el hechizo con nada que tenga filo, no sea que te termines apuñalando a ti mismo por lo menos... hasta que logres controlar la velocidad a la que se te acercan los objetos!
—Definitivamente... recordaré eso. — dijo un poco sin aire pero con una pequeña sonrisa. — Gracias.
—No me agradezcas, en todo caso agradécele a mi hermano por enseñarme ese truco, y de todas formas no es como que te vaya a salir gratis. — dice sonriente.
—¿¡Cómo!? — cuestionó confundido.
—Te he ayudado, así que me debes un favor.
—¿Qué es lo qué quieres?
—Te lo diré luego de que finalice la prueba. Hasta entonces sigue practicando leoncito. ¡Buenas noches! — se despidió educadamente.
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