CAPITULO 2
Be Alright - Dean Lewis
(Vlad y Avyanna)
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Han pasado diez años desde la última batalla de los hermanos, desde su última vez en el ejército Otomano. Al regresar a Transilvania, los príncipes se dedicaron a gobernar en paz sus tierras y a así fue por meses, hasta que Vlad conoció a una hermosa sirvienta llamada Mirena.
Tan embelesado estaba con ella, que le pidió que fuera su esposa, a lo que ella tuvo el atrevimiento de rechazarlo. Vlad tuvo que prometerle muchas cosas: un hogar, una familia y sobre todo, que su futuro hijo o hija jamás conocería el horror que implantaron los Turcos en su padre y tía.
La tercera vez que se lo pidió, finalmente ella accedió a ser su esposa y no mucho tiempo después, tuvieron la dicha de ser padres de un hermoso y fuerte niño llamado Ingeras.
Avyanna los veía desde lejos. Veía a su hermano jugar con su hijo y besar a su esposa cada día. Eso le hacía preguntarse, por miseras de segundos, ¿como sería tener una familia propia? Tener el amor de un esposo y el calor de un hijo. Pero en el fondo, algo le decía que eso no podría ser, no mientras fuera "La Asesina de Hombres" y tuviera el pasado sangriento en su memoria.
Podría decir que no fue totalmente su culpa, que simplemente estaba haciendo su trabajo, cumplir las ordenes del Sultán, pero se mentiría a sí misma si dijera que no encontraba satisfacción al drenar su ira a travéz de la muerta y la sangre.
No podía transmitirle ese sentimiento a un niño, su niño.
Ambos hermanos estaban parados junto al rio en el bosque, varios soldados Transilvanos los habían acompañado a petición de ellos.
-- Lo deje, donde lo encontré -- dijo Skelgim mientras se sentaba en una roca.
-- ¿Ustedes qué opinan? ¿Vlad, Anna? -- les pregunto Dimitru.
-- Tráelo -- dijo Vlad.
Dimitru se acercó y tomo el casco turco que estaba atascado en la roca, lo saco y se lo entrego a Vlad, este lo examinó y dijo:
-- Es de un turco explorador -- dijo y le entrego el casco a su hermana.
-- Uno de los hombres de Hamza Bey -- dijo Anna curioseando un poco el objeto.
-- ¿Qué hacía un explorador Turco cerca de aquí? -- preguntó Petru.
-- Los exploradores nunca viajan solos, si hay uno hay mas -- afirmo el príncipe.
-- El río lo trajo hasta acá. Vino de la montaña -- dijo la princesa apuntando el lugar -- Colmillo Roto.
-- Pronto va a anochecer, buscaran refugio -- dijo Vlad -- Dimitru, regresa al castillo y dile a los guardias que dobleguen la guardia.
-- ¿Qué? No los dejare aquí -- dijo el rubio preocupado.
-- Si los turcos cruzan nuestras tierras, es señal de guerra -- dijo Vlad mientras Avyanna miraba alrededor del río.
-- ¿Y qué van a hacer si los encuentran? -- Pregunto Dimitru.
-- Lo que todo gobernante sabe hacer mejor, negociar -- contesto Vlad -- Nicolea, Andrei, con nosotros - dijo Vlad, al ver que su hermano se movilizaba Avyanna decidió hacer lo mismo.
Antes de irse con Vlad y los otros dos soldados, la princesa arrojo el casco hacia Dimitru, el cual al voltearlo vio marcas de garras en él por lo que levantó la vista preocupado hacía donde se habían ido sus amigos.
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Vlad, Avyanna y los otros dos soldados llegaron a la cima de la montaña Colmillo Roto. Vlad veía el horizonte mientras Avyanna pregunto a Andrei si se podía ver algo. El joven asomo su cara en la cueva y una suave brisa salió de ella.
-- Nada -- dijo a la princesa y luego agrego -- huele como tus pies -- dijo a Nicolei como una broma y ambos hombres rieron, en eso, una parvada de murciélagos salio de la cueva, al verlos Vlad se acercó.
-- Están adentro -- afirmo el príncipe.
-- ¿Cómo lo sabe? -- pregunto Nicolea.
-- Los murciélagos no salen de día, algo los molesto -- respondió Vlad sacando su espada, Avyanna de inmediato saco la suya también. Los dos soldados imitaron su acción, uno más listo para entrar que el otro.
-- Andando -- Dijo Vlad mientras dirigía, seguido de su hermana.
Los cuatro caminaban con cuidado y en silencio por la cueva, con cada paso que daban observaban más y más cuerpos putrefactos de otros hombres, civiles y soldados que habían muerto ahí hace tal vez mil años atrás.
En un momento Vlad se arrodillo en el piso y Anna imito su acción para preguntarle.
-- ¿Qué sucede? -- pregunto la princesa.
-- El piso, son huesos triturados -- dijo tomando un puñado de dichos huesos y luego miro hacía la mujer -- los turcos no hicieron esto.
-- ¿Qué es eso? -- Pregunto Andrei mirando aterrado hacia dos puntos rojos flotando en el aire y de repente fue arrastrado a la oscuridad.
-- Nos vamos, ¡ahora! -- dijo Vlad y los tres se echaron a correr hacia la salida.
Nicolea iba corriendo cuando, si de una fuerza misteriosa se tratara, se levanto del suelo hasta chocar su cuerpo con el cielo de la cueva y cuando cayó, igualmente fue arrastrado a la oscuridad.
Vlad había llegado a la salida de la cueva pero Avyanna se quedo atrás precisamente esperando por Nicolei que nunca llego. La criatura estuvo a punto de atacarla pero ella lo corto con su espada y el la arrojo cerca de la salida, donde los rayos del sol empezaban a entrar.
-- ¡Anna! - gritó Vlad.
Avyanna apunto su espada hacia la bestia y este, al ver la luz del sol reflejada en el metal, retrocedió y desapareció en la oscuridad. Vlad tomo el brazo de su hermana y la acerco a él, ambos vieron como la sangre de la criatura se evaporaba con la luz del sol.
Como alma que lleva el diablo bajaron de la montaña y se dirigieron de vuelta a Castle Drácula. Los hermanos, una vez que llegaron al castillo, se dispusieron a ir a la iglesia y hablar con la única persona que sabe guardar un secreto.
-- Que se hallan encontrado con esa criatura no fue ninguna coincidencia mi príncipe, princesa -- Dijo Lusian, un hermano monje de la orden sagrada -- los hermanos de nuestra orden han estado despertando con una visión igual, la de una terrible criatura que ha estado merodeando este lugar santo -- el hombre de Dios hablaba mientras los hermanos se dedicaban a observar todo lo que había en aquella antigua y polvorienta habitación. Pergaminos, libros y otros objetos antiguos y sagrados -- yo no lo hubiese creído posible, de no haber sufrido la misma visión esa noche.
-- <<Los proféticos romanos, anunciaron la llegada de un terrible mal - Dijo Lusian y se dispuso a mostrarles un libro con imágenes de una criatura inhumana -- un vampiro, de la palabra griega "pi" beber -- explico rápidamente y se dispuso a contar lo siguiente -- la leyenda cuenta que antes era un hombre mortal, que invoco al demonio de las profundidades para negociar su poder oscuro. Pero el demonio lo engaño, le concedió su deseo, sin embargo, el precio fue una eternidad encerrado en la cueva, esperando a alguien, que lo libere -- Avyanna miro a Lusian mientras Vlad miraba las imágenes.>>
-- <<Ahora conocen su verdadero rostro -- concluyo Lusian.>>
-- La gente de Transilvania ya vive con el miedo del regreso de los turcos -- dijo Vlad mirando al monje.
-- Prométanos guardar el secreto hermano -- pidió la princesa. Lusian asintió con la cabeza.
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Ambos hermanos salieron del resinto sagrado y se adentraron al castillo. Caminaron rumbo a la habitación del heredero de Transilvania, el hijo único de Vlad.
-- ¿Porqué siento que me traicionaste? -- pregunto Anna como una broma.
-- ¿Porqué no te casaste cuando tuviste la oportunidad? -- pregunto Vlad siguiendo el juego. La sonrisa de su hermana se borro.
-- Tú sabes por que -- dijo Anna mirando seria a su hermano y siguió caminando mas rápido a la alcoba de su sobrino. Vlad hizo la cabeza hacia atrás pidiendo paciencia.
Mientras eso, dentro de la habitación se escuchaban risas y gritos. Era Ingeras quien jugaba con su madre Mirena y la esposa de Vlad.
Estaban muy divertidos jugando a las espadas, pero en un rápido movimiento Ingeras logró burlar a su madre y se metió debajo de una mesa, está lo alcanzo y empezó a hacerle cosquillas.
-- Ven acá -- Le dijo su madre entre risas. Vlad y Avyanna se pusieron en el marco de la puerta tomando aire, para entonces aparecer en la habitación interrumpiendo el juego.
-- ¡Papá! -- gritó Ingeras y corrió hacia su padre, este lo tomo en brazos
-- Te extrañe papá -- dijo Ingeras.
-- Y yo a ti -- dijo Vlad, luego el pequeño se soltó y corrió hacia Anna.
-- También te extrañe tía -- dijo el pequeño.
-- Y yo a ti igual Ingeras.
Luego de la tierna escena, Avyanna fue obligada por su sobrino a subir a su cama, mientras su hermana política corría a abrazar a su esposo y el la abrazo por la cintura cargándola en el aire.
-- Qué buen abrazo, ¿pero sin beso? -- pregunto Mirena muy lejos de estar desilusionada.
-- Vamos a discutir -- advirtió Vlad.
-- Como nunca estas necesito mi dosis -- dijo Mirena y él la beso dos veces.
-- Como te extrañe -- dijo el príncipe en serio disfrutando de la compañía de su esposa, pero recordando lo que había pasado hace solo unas horas bajo la mirada, de lo cual, Mirena se dio cuenta.
-- Algo te preocupa, dime que es.
-- Solo la increíble profundidad de tu belleza -- dijo Vlad a lo que su esposa solo se rió en su cara -- pone al resto del mundo en evidencia -- Mirena volteo hacia su hijo.
-- No le prestes atención a tu padre Ingeras, los halagos son distracciones baratas de la verdad.
-- Conoce todos mis trucos -- dijo Vlad mirando a su hijo.
-- No sabes engañar -- Dijo Mirena volteando hacía su esposo.
-- Bueno, es una de sus cualidades mas atractivas según tu -- dijo Anna aprovechando la ocasión para burlarse. Mirena le sonrió y giro otra vez a Vlad.
-- Llegas a tiempo para ir a la cama -- dijo la princesa y finalmente se soltó de los brazos de su esposo.
Vlad aprovecho el momento para rodear la cama de Ingeras y dejarse caer junto a él. El pequeño al ver esto, se volteo y abrazo a su padre, a lo que su tía hizo un puchero falso cruzándose de brazos.
-- ¿Podemos montar a caballo mañana, papá? -- pregunto Ingeras.
-- Claro que sí -- afirmo Vlad.
-- Por supuesto que no -- dijo Mirena.
-- ¿Porqué no? -- pregunto Vlad asomándose por encima de Avyanna.
-- Por que mañana es el día del señor resucitado -- afirmo Mirena.
-- A claro -- dijo Vlad abrazado a su hijo.
-- ¡Es pascua! -- Dijo la esposa del príncipe retirándose.
-- ¿Cómo se me ocurre? -- pregunto Vlad gracioso hacia Ingeras.
-- Si lo olvidaste es porque te estás haciendo viejo -- dijo Avyanna haciendo reír a Ingeras.
-- ¿Si recuerdas que somos gemelos cierto?
-- No me hagas hablar Vlad -- advirtió la princesa apuntando a su hermano.
-- ¡Basta los dos, ambos son igual de viejos! -- dijo Ingeras queriendo bromear también.
-- Eso es verdad -- dijo Vlad acomodándose junto a su hijo.
-- Tú habla por ti -- dijo Avyanna antes de levantarse de la cama de su sobrino para ir a la suya propia.
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