CAPITULO 1
Maggie Siff como Tara Knowless-Teller
(Tara Knowless es básicamente el personaje que inspiro el mío)
(El video puede contener escenas de violencia, lenguaje explícito y contenido sexual)
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Maggie Siff ES Avyanna Tepes
Todo empezó un día, durante el matrimonio del príncipe Vladislaus II de Transilvania y la princesa Vanya I de Hungría. Un matrimonio arreglado para fortalecer ambos países y combatir a un enemigo en común: El ejercito Otomano, Turquía.
-- Sé que esto no es lo que estabas esperando, pero te juro Vanya que es necesario -- dijo el rey de Hungría al caminar por el pasillo para entregar a su hija.
-- Sé que es necesario, él también lo sabe, todos aquí lo saben -- dijo ella con molestia.
-- No entiendo por que estás molesta, es un buen muchacho, cuidara bien de ti.
-- ¿Podríamos ya no hablar de esto? -- dijo ella pasos antes de llegar al altar.
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-- Príncipe Vladislaus Tepes, ¿acepta a la princesa Vanya como esposa? -- pregunto el sacerdote.
-- La acepto -- respondió el príncipe.
-- Y usted princesa, ¿acepta al príncipe Vladislaus como su esposo?
-- Lo acepto -- respondió ella.
-- Entonces, por el poder que me ha conferido Dios y su iglesia yo los declaro, marido y mujer, puede besar a la novia -- se besaron terminando con la ceremonia.
Sé dijo, que para concluir con la unión entre ambos reinos, ellos debían tener al menos un hijo, pero en su lugar, tuvieron dos hermosos gemelos: un niño llamado Vladislaus III Tepes y una niña llamada Avyanna.
El nacimiento de sus hijos hizo que el príncipe y la princesa se hicieran amigos, incluso que llegaran a encariñarse el uno con el otro.
Todo era perfecto.
Pero un día, la familia real estaba celebrando su doceava fiesta de pascua. Los gemelos estaban sentados en la primera mesa con los demás niños. Vlad hablaba con todos los de su edad al mismo tiempo, mientras que Avyanna se mantenía callada sentada al lado de su hermano.
Entonces, un niño de cabello rubio y ojos claros la noto, se levanto de donde estaba y se sentó a su lado.
-- ¿Por que no hablas con nadie? - Pregunto el jovencito.
-- Mi madre dice que no es muy apropiado que una princesa alce la voz -- respondió ella.
-- Eso es muy tonto - dijo el niño jocosamente - puedes hablar con quien quieras. Habla conmigo -- pidió él.
-- De acuerdo, ¿como te llamas?
-- Soy Dimitru - Dijo el niño extendiendo su mano.
-- Avyanna, pero puedes llamarme Anna -- respondió ella.
La Princesa Vanya al ver a sus hijos tan risueños y felices no evito acercarse a su esposo para decirle:
-- Míralos.
El príncipe volteo hacia los niños, los vio conversando y conviviendo con los demás y por un momento, se sintió feliz al ver la felicidad de ellos.
-- Son igual de habladores que su madre -- dijo el príncipe, a lo que su esposa quiso reprimir una risa.
Todo iba bien, hasta que una tropa de Turcos abrieron el gran portón entrando a la sala. Todos en el salón se los quedaron viendo expectativos a la espera de saber que iba a pasar.
-- Príncipe Vlad, que gusto volver a verlo - Dijo el Bey Dundhar.
-- Dundhar Bey, digo lo mismo -- Dijo Vlad II levantándose de la silla.
-- El sultán Mehmed I le envía saludos a usted, su esposa e hijos.
-- Gracias. ¿Qué lo trae por aquí? -- Dijo el príncipe temiendo la respuesta.
-- Como sabrá, tenemos ciertas... filas vacías, dentro de nuestro ejercito y requerimos de más... soldados -- dijo el Bey Dundhar.
-- No tengo un ejército, apenas buenos soldados y eso el Sultán lo sabe muy bien - dijo el príncipe intentando que los Turcos perdieran el interes y se dieran la vuelta.
-- Sí lo sabe -- dijo el Bey y luego de unos segundos en silencio, finalmente agrego -- por eso el Sultán quiere a mil niños de su país, incluyendo a sus dos hijos, para cubrir esas filas -- dijo el soldado Turco y todos en la sala se alarmaron. Los niños solo miraban a sus padres.
-- ¿A ambos? -- fue la única pregunta que se le cruzo a Vlad I por la cabeza.
-- Su hijo... y su hija -- Afirmo el Bey sonriendo.
-- Pero ella es una niña, ¡¿de que les serviría una niña en su ejercito?! -- el príncipe se atrevio a alzar un poco la voz.
-- Creo que pronto lo averiguaremos - dijo Bey Dundhar con una sonrisa sádica en el rostro -- sabe las consecuencias si no lo hace príncipe, depende de usted -- dijo y tan pronto como los Turcos llegaron se fueron.
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Mas tarde en la habitación principal:
-- No puedes aceptar Vlad, son nuestros hijos, ¡son tus hijos! -- Dijo la princesa Vanya.
-- ¡Cálmate Vanya! -- el príncipe tuvo que levantar un poco la voz para que su esposa recobrara la compostura y guardara silencio -- sé que son nuestros hijos pero, ¿que opción tenemos?, si no lo hago mataran a todos en el reino - Dijo Vladislaus en desesperación.
-- Pero, no lo entiendo, ¿porqué a Avyanna? Entiendo que quieran llevarse a Vlad él es el primogénito pero, ¿por que querrían a Avyanna? ¿de que les podría servir?, una niña jamas sobreviviría a su entrenamiento mucho menos a un verdadero campo de batalla -- dijo la madre sin darse cuenta de que la hija escuchaba detrás de la puerta.
-- Lo sé, pero debemos enviarla, si no lo hacemos todo el reino pagara por ese error -- dijo el príncipe.
La princesita decidió ser valiente y salir de detrás de la puerta.
-- Yo quiero ir -- Dijo Avyanna a sus padres.
-- Avyanna -- Dijo su madre al verla aparecer.
-- No abandonare a mi hermano, a donde el valla, yo iré con el -- afirmo Avyanna.
El príncipe miro a su esposa y está le nego con la cabeza. Vladislaus miro a su hija, quien lo miraba con firmeza.
-- ¿Estás segura de que quieres ir? -- Inicio.
-- ¡Vladislaus no! -- grito la princesa.
-- Una vez que vallas, ya no podrás regresar hasta que termine -- advirtió Vlad.
-- Estoy segura -- dijo Avyanna.
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Vladislaus II envió a sus dos hijos con los Turcos y trajo a la madre de ambos con él. Los Turcos tomaron a los niños y los estaban subiendo en sus caballos cuando Avyanna recordó que había olvidado despedirse de su madre, así que quiso correr hasta ella y abrazarla.
-- ¡Mamá! -- grito ella. Pero cuando quiso bajar del caballo y correr a los brazos de su madre, uno de los Turcos la detuvo y la golpeo.
-- ¡Quédate quieta! - Le ordeno este.
-- ¡Alto! - Gracias a eso, el príncipe Vlad I cometió el error de su vida al enfrentarse a los Turcos.
Cuando el regente se dispuso a atacar, Dundhar Bey detuvo su espada y le clavo la suya en la garganta atravesando su cabeza. El príncipe de inmediato callo muerto al suelo.
-- ¡Papá! -- grito Vlad.
-- ¡NOOOO! -- La princesa Vanya corrió y empezó a llorar sobre el cuerpo de su esposo, pero los Turcos la apartaron y se la llevaron a ella, y a los niños.
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Avyanna, Vlad y su madre fueron llevados a conocer al sultán Mehmed I y a su hijo, el Zhazade Mehmed II.
El sultán sabia que su hijo no dejaría pasar una cara tan hermosa como la que tiene la princesa Avyanna, así que mando a los niños y a su hijo al campo de batalla y encerró a la princesa de Transilvania en su calabozo.
Esa noche, el sultán visito a la madre de los gemelos para revelarle el verdadero motivo de por que su hija estaba allí: Una alianza matrimonial entre Turquía y Transilvania, a través de su heredero, el futuro sultán de Turquía y la hija del difunto príncipe, la princesa de Transilvania.
La princesa Vanya sabia que su hija sufriría en un futuro o en el otro, así que escogió el temporal al permanente, o al menos eso ella creyó. Se opuso a dicha unión, escupiendo en la cara del sultán.
Ante esto, El sultán la mantuvo días en esa cárcel mientras que sus hijos afuera empezaron con su arduo entrenamiento.
Pasaron meses y al cabo de casi un año, regreso para hacerle la misma oferta, pero ella le dijo que preferiría morir antes que ver a su hija como esclava de un cruel amo. El sultán... cumplió su deseo.
Esa misma tarde, el sultán ordeno que todos los niños fueran llevados a la plaza para ver su primera ejecución. Cuando los gemelos vieron al condenado caminar, enseguida notaron que era su madre.
-- ¡Mamá!/¡madre no! -- gritaron y trataron de ir con ella, pero los guardias no se lo permitieron.
-- ¡Frente a mis hijos no!, ¡frente a mis hijos no! -- Gritaba la princesa, pero eso solo alimentaba la sed de sangre del sultán.
Los hermanos ni nadie más, pudo hacer nada para evitarlo.
– ¡Mamá! - Lo último que se escuchó ese día, fue el grito de Avyanna en el olvido...
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En el año de nuestro señor, 1442, esos mil infantes, incluidos el príncipe y la princesa, eran golpeados sin piedad y entrenados para desear la sangre, de cualquiera que desafiara a los turcos.
De entre todos ellos, los herederos de Transilvania se hicieron guerreros tan salvajes, que ejércitos enteros batían retirada, con la simple mención de sus nombres.
Vlad "El Empalador" Y Avyanna "La Asesina de Hombres"
El día de su última batalla, el sultán les pidió a los hermanos, a su hijo y ejército, que atacaran a los refugiados de la guerra que invadían su tierra. Los soldados, los hermanos y el zhazade obedecieron sus ordenes.
A lo lejos, solo se escucharon los gritos de mala muerte de los hombres, mujeres y niños.
Vlad tenia la costumbre de dejar cadáveres empalados, mientras que su hermana los dejaba a todos sin cabeza, aparte de la espada del hombre en su boca.
Cuando regresaron de su última batalla, los Turcos le dijeron a los soldados que podían regresar a su hogar, todos... excepto los dos hermanos.
El sultán solicito la presencia de ambos en su salón del trono y también solicito que Avyanna vistiera de rojo y Vlad de fiesta, aunque ellos no entendieron el por que, lo hicieron.
Al llegar al salón del trono, el sultán nuevamente intento que Avyanna se casara con su hijo, pero ella se negó, el sultán finalmente se había dado por vencido, pero su hijo no...
Los hermanos estaban tan avergonzados de sus monstruosos actos, que ese mismo día Vlad y Avyanna hicieron una promesa. Dijeron que enterrarían su pasado junto con los muertos y regresarían a Transilvania para gobernar ambos en paz.
Sus súbditos los llamaban: príncipe y princesa.
Yo les decía: padre y tía.
Pero algún día el mundo, los conocerá como: Drácula y Lamia.
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