Cumpleaños

Los trillizos Cipher compartían cumpleaños, obviamente estaban de orden de mayor a menor según Phill, alguna vez han pensado ¿Cómo celebran sus cumpleaños?

Las fiestas sorpresas quedan fuera de esos planes, la ultima no fue exactamente lo mejor de el mundo.

Luces apagadas, silencio en la casa Cipher, todo estaba en calma salvo una tierna risilla que estaba oculta tras el sofá, el menor de los Cipher, Will, había organizado una fiesta sorpresa para los mayores y algunos de sus amiguitos de el albergue le acompañaban.

- Tenemos que hacer silencio motitas, están llegando. - Hablaba enérgico a un gatito blanco entre sus brazos. - Siempre se preocupan por mi y es hora de que me preocupe por ellos y les haga un regalo especial. -

Ruido, un fuerte ruido se había escuchado y lo que parecía ser un cristal romperse, por inercia se levantó para ir a las luces y prenderlas quedando con la boca abierta.

Había llevado desde conejos hasta perros, gatos y dos pericos, habían roto la porcelana de el Rubio, Bill lo iba a matar si veía ese desastre.

- Ay no ay no. - Comenzaba a entrar en pánico y a temblar pero el ruido de la puerta abriéndose le sacó de su momento culposo para ver a sus hermanos que acababan de entrar. - ¿S-Sorpresa?...-

- Oh...por....¡Margarita!. - El rubio corre hasta una paloma de porcelana para verla rota e inclinarse a su lado. - ¡Alto todos! ¡Aún respira! ¡No vayas a la luz! ¡No vayas a la Luz!. - Levantaba los pequeños trozos de la paloma.

- Es señal de que debo preocuparme...- Phill acaricia la cabeza de el azulado sonriendo suavemente para ver un pastel. - Gracias por la fiesta Will...se ve delicioso...¿Puedo probar?. -

- L-Lamento arruinarlo...- Susurra para asentir al pedido de el pelirrojo.

- ¡Pegamento! ¡Respiración de boca a pico!. - El rubio continúan gritando para besar el pico de la paloma.

Phill por otro lado se estaba sirviendo un trozo de pastel para comerlo abriendo los ojos de golpe.

- P-Parece que eso no era crema batida...-

- O-Oh....Ernest esta algo enfermo...- Susurra el azulado mirando a uno de los cotorros que reía.

Y así termina una fiesta con los hermanos Cipher, al menos cuando es sorpresa.

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