EPÍLOGO

Logré recordar los dos últimos sucesos: Girio me tomó del cuello; su mano tocó mi cien y caí. No supe cuánto fue, pero estuve inconsciente durante bastante tiempo.

Estaba de nuevo encerrada en una celda de energía idéntica a la que estuve antes con los demás. Por suerte sabía cómo salir ahora. Un pensamiento contradictorio me dijo que, a raíz de que ya habíamos hecho lo mismo antes, ahora habría más protección.

Del mismo modo decidí intentarlo. Me preparé para comenzar un viaje astral, y aunque no era la mejor en esto, estaba segura de que podría hacerlo por mi cuenta. Aparecí justo afuera de la celda, Cetta podría haber aparecido incluso afuera de la nave, pero conozco mis limitaciones, no me arriesgaría demasiado a ser descubierta. Comencé a caminar según lo que recordaba de la última vez. No estaba del todo segura, pero estaba casi convencida de que efectivamente era la misma nave en la que estuve aquélla vez.

Llegué después de unos cuantos pasos hasta la sala de seguridad, donde la última vez Cetta abrió las celdas. Tuve la misma suerte con la que conté en mi última proyección: Me encontré con Girio.

— Entonces, Lífsero, decidiste volver a intentarlo. —No era pregunta—. ¿No pensaste que ahora estaríamos más preparados para que no lo hicieran de nuevo?

— Lo pensé —respondí—. Pero no estuve segura si serían lo suficientemente listos para actuar del modo correcto. Muchas de sus acciones me han hecho dudar durante un tiempo.

— No estás en posición de hablarme así, Lífsero. Recuerda que eres tú quien está encerrada en una celda, y yo quien tiene la oportunidad de no dejarte salir nunca.

— ¿Para qué me quieren aquí?

— Como garantía —sonrió—. Por lo menos hasta que Tardius se harte de ti, no eres muy simpática que digamos. Sabemos que tus amigos vendrán a buscarte, no se pueden dejar caer entre ustedes. Menos Ficseto, él de seguro ya está creando un plan para buscarte. Pero no te podrá encontrar aquí nunca.

» Fueron muy listos en desactivar sus rastreadores. Excepto porque ahora tampoco ustedes podrán encontrarse tan fácilmente. —Lo miraba fijamente con los ojos entrecerrados, como si lo que me decía no me importara. Pero me importaba—. Tardarán bastante, así que espéralos sentada.

— ¿Dónde estamos?

— Llevas casi los dos días de viaje dormida. Ya estamos llegando a la Tierra. ¿No pensaste que seguiríamos en Álligi después de lo que hicimos en Astéri, verdad? Tenemos ya a los ejércitos de tres países y a muchos de los habitantes de ellos a nuestra disposición, podemos atacar ahora. Los demás probablemente estén buscando en Astéri aún. Espero que decidan llegar pronto, porque no creo que ése planeta sea tan fuerte como para resistir.

— Creí que ya lo considerabas tu hogar.

— Oh, y así es. Pero ahora será también el hogar donde, como estrella, tendré también muchos privilegios de los cuales gozar y...

— ¿En serio piensas que Tardius te dará lo que quieres? —pregunté irónica—. Te hizo matar a tu padre porque le estorbaba, nada garantiza que no seas el siguiente.

— Tardius es un hombre de palabra... o un gerlo, lo que sea. Si él dice que yo tendré lo que espero tener en la Tierra, sé que lo cumplirá. Nunca confío ciegamente en nadie, Lífsero, eso me lo enseñó Proteo, pero Tardius es diferente.

» Como sea. Ya no tienes oportunidad de escapar. Tardius, Kano y yo, llegaremos hasta la Tierra y comenzaremos lo que hemos planeado. No puedes detenernos, eres una sola, aquí habemos, por lo menos, trescientas mil estrellas. Y no puedes salir porque tu única esperanza es el botón de tu celda, que yo mismo estoy cuidando. Mejor espera a que Tardius decida tu destino. No te canses en vano.

— Esto no se acaba, Girio —le dije—. También tengo palabra, y te digo que tú y yo tenemos éste pendiente, y lo voy a terminar.

Caminé hasta afuera de la celda y regresé a mi cuerpo. A diferencia de Cetta, yo no podía regresar desde donde estaba por voluntad propia; o algo me regresaba, o debía caminar hasta estar suficientemente cerca de mi cuerpo. Dentro de la celda todo era muy frío, estaba hecha totalmente de metal y no se podía ver la energía que bloqueaba la salida, como burlándose de su prisionera. No podía salir, aunque podía ver totalmente todo por fuera como si sólo estuviera ahí por voluntad propia.

Sabía que ahora estábamos a poco tiempo de llegar a la Tierra, desde ahí podía tratar de escapar de nuevo y comunicarme con Ficseto y Cetta; un movimiento arriesgado tomando en cuenta que Girio también podía escuchar nuestras conversaciones telepáticas, pero no tenía de otra.

Si estábamos cerca de la Tierra, significaba que Tardius debería estar preparando los últimos detalles de su entrada. Él no podía verme si estaba en proyección astral, y Girio estaba ocupado cuidando que no llegara a la sala de seguridad para presionar el botón, podía ver qué estaba haciendo ahora.

Volví hacer una proyección astral, de nuevo, logré salir de la celda sin problemas, caminé al otro lado de la celda, por la puerta donde Tardius solía entrar y por donde fue Cetta a la sala de mando.

No sabía dónde estaba con exactitud, pero podía escuchar unas voces cerca, por lo que caminé en esa dirección. El ruido aumentaba poco a poco confirme me acercaba, hasta que di con un lugar algo amplio. Ahí estaba la sala de mando, en la parte de enfrente estaba el volante, donde había una gali conduciendo. A través del cristal, pude ver que, efectivamente nos acercábamos a la Tierra, el planeta estaba ahí, inmenso y azul, pero nosotros no estábamos avanzando, como si Tardius esperara el momento preciso para entrar.

Y eso era lo que hacía, me di cuenta, ya que él estaba ahí mismo con Kano.

— ¿Seguro que el suero funciona, padre? —preguntó Kano a Tardius.

— Es el mismo que le dimos a Girio, no puede no funcionar —respondió él.

— Pero modificado —dijo con preocupación—. No ha sido probado antes

— El suero sólo fue potenciado —Tardius, en realidad, se veía nervioso—. Puede darme las mismas capacidades que Girio tiene, o matarme. Y si el caso es el segundo, deberás encargarte tú, hijo.

— No puedes caer ahora que estás tan cerca de terminar.

— Te eduqué para que siguieras mi camino, Kano. —Tardius tomó el hombro de su hijo—. Como dije, tú puedes seguir adelante. Y si funciona, tal vez incluso quieras probarlo en ti.

— No podría, padre. —Kano no lo miraba a los ojos—. Yo actúo de manera diferente. Sé que haces esto por lo que dijo el gerlo en Astéri, creo que a mí no me afectó del mismo modo saber que no tengo habilidades como ellos.

— Entonces si sabes cuál es mi intención, será mejor que lo hagas ahora. Podré pelear yo mismo contra el ejército de la Tierra y contra ellos. Tú me ayudarás a ser el gerlo que merece gobernar a las estrellas.

— Es demasiado poder lo que te dará. Necesitarás vincular toda la energía que te dé con algo de la misma magnitud. No hay nada tan poderoso.

— Entonces deberé vincularlo a nuestro ejército. Nuestro ejército es demasiado grande, tenemos armas, estrellas, naves, toda la energía de nuestros recursos será suficiente para esto, además tenemos a Girio y a ti, él es muy fuerte, y tú muy inteligente, eso dará energía extra.

— No estoy seguro de querer hacer esto... —comenzó a decir Kano, pero Tardius lo interrumpió.

— Hazlo pensando en que me ayudarás.

— O te mataré. —Kano bajó la mirada.

— No pienses en eso. —Tardius levantó la cara de su hijo con la mano—. Piensa en que podremos lograr lo imposible, como lo hemos hecho tantas veces antes. Juntos, los dos. Tú y yo, Tardius y Kano Misén. Las estrellas que nacieron para lograr lo que nadie habría sido capaz.

— Prepararé el suero entonces. —No se veía realmente convencido.

Tardius asintió.

Si Tardius obtendría habilidades como las nuestras, pero con la potencia que tenía Girio, entonces significaba que podría verme si el suero no lo mataba. Debía esconderme, pero no podía perder ningún detalle de lo que estaba por suceder, saber todo me ayudaría en el futuro.

Me escondí detrás de uno de los tres guardias presentes. Verlos, era como ver muñecos de tamaño real, no se movían o hacían ningún gesto, por lo que estar detrás de ellos sería un buen escondite.

Kano estaba sacando un cofre de metal de uno más grande. Del cofre sacó un líquido color verde, el cual supuse era en suero potenciado. Kano tomó una jeringa con una aguja de, al menos veinte centímetros y la llenó con el suero.

Tardius por su parte, se estaba quitando la ropa del torso. Era sorprendente ver que un gerlo, incluso a su edad, seguía manteniendo su cuerpo en forma, era como si cada parte de él estuviera diseñada para imponer e intimidar a quien se pusiera en frente de él. Kano giró hacia su padre, Tardius tragó saliva.

— Piensa entonces en tu ejército —le dijo Kano— no sé cómo funciona esto, pero supongo que será suficiente con que toques o visualices a lo que quieres dirigir tu energía. Si es tu ejército, como has dicho antes, entonces visualízalo y luego toca el suelo de la nave con la palma. Esperemos que funcione

Tardius estaba sosteniendo la respiración. Kano estaba sudando, seguramente, su sudor era frío. Se acercó a su padre y se detuvo justo en frente de él. Kano se hincó ante él, Tardius ni siquiera lo miraba. Preguntó si estaba listo, y cuando éste le dijo que sí, Kano acercó la aguja al abdomen de su padre. Lentamente clavó la larga aguja justo por encima del ombligo de Tardius de manera ascendente. Tardius hizo un gesto de dolor casi imperceptible, yo estaba mareada sólo de verlo.

Kano presionó el embolo y sacó la aguja rápidamente. En un solo movimiento, se alejó de su padre. Tardius se veía estoico, hasta que las venas de su abdomen se comenzaron a poner color negro. En ése mismo momento, Tardius estaba haciendo gestos de dolor, estaba sorprendido y asustado. Yo estaba detrás del guardia tratando de no vomitar.

Tardius comenzó a sacudirse rápidamente. Su mano estaba en su abdomen y parecía que lago quería brotar de su cuerpo. El resto de su torso también comenzó a colorear sus venas. Su pecho, su espalda; luego su cuello, brazos y cara. Cuando finalmente estuvo todo su cuerpo convertido en un mapa de sus venas, soltó el grito de dolor más intenso que había escuchado jamás. Se tiró al suelo sólo apoyado en sus manos y rodillas.

Tardius estaba sufriendo inmensamente. Kano estaba más asustado que antes. Los guardias seguían prístinos y no se movían. Yo estaba balbuceando sílabas sin sentido.

Tardius se puse de pie lentamente, su expresión había cambiado: Ahora era ufana. Su expresión se transformó totalmente, ya no sufría estaba orgulloso. Las venas se fueron desdibujando poco a poco, hasta que, cuando el efecto llegó a sus ojos, estos brillaron en color morado, y lo mismo con sus manos. No fue sino hasta que se estabilizó que por fin, dio un último grito, pero ahora como un grito de guerra. Golpeó con la mano abierta la nave, un ligero resplandor en color morado azotó todo el lugar. Cuando le brillo se apagó, me di cuenta de que tanto los guardias como Kano tenían los ojos brillando del mismo color que la luz que Tardius emitió.

Unos segundos después todo volvió a verse normal. Ya nada estaba brillando, pero Tardius lucía diferente, no de manera física, sino que algo en él hacía que se viera diferente. Permanecí escondida porque no me arriesgaría a ser atrapada si había funcionado.

— ¿Funcionó? —preguntó Kano.

Tardius sonrió, y sin ningún esfuerzo, levantó todos los cuerpos físicos que estaban presente, sólo por suerte no se percató de que yo estaba ahí, pero ahora sabía que él podía hacer lo mismo, o tal vez más, que Girio.

— Funcionó —respondió Tardius.

Ambos se dieron un abrazo celebrado entre risas. Tardius tomo de los hombros a Kano y agradeció lo que hizo. Kano se veía realmente feliz, era la primera vez que lo veía sonreír.

— Es la hora. —Tardius asintió hacia Kano—. Ahora podemos ir por la Tierra.

Estaba aterrada, y no lo sabía, pero aparentemente el sentimiento fue suficiente para regresarme de golpe a mi cuerpo. Sentí que la nave comenzó a moverse. Sabía que nada de esto acabaría bien.

FIN DEL LIBRO DOS.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top