38. Están todos locos
Noah
Busco a mi hermana por todas partes, debo decirle lo sucedido, no puedo con tanta presión. Sé qué está con problemas, pero lo de Zana le compete y no sé qué hacer con Heinz. Necesito un consejo urgente. Me sobresalto cuando la veo corriendo por el pasillo.
—¡Lía! —la llamo y se detiene trotando en el mismo lugar.
—¿Qué pasa Noah? ¡Estoy ocupada, tengo que planear como deshacerme de un perro que se convirtió en monstruo! —explica algo raro y la miro extrañado —¿Es urgente? ¡Debo comprar ropa! —levanta el puño —¡Habla rápido!
—Después, después... —le digo, asiente y se va, entonces bufo —mala suerte, necesito alguien con quién hablar...
Avanzo por el pasillo y mis ojos se abren en grande cuando visualizo a María salir del cuarto del conserje. Hace mucho que no hablo con mi amiga, quizás podría... Me detengo cuando detrás de ella sale Tyrone y mi rostro empalidece. Se sube la cremallera y ambos se van en diferentes direcciones.
—¿Y tú qué miras? —dice ese demonio que tanto pavor me da, cuando pasa por mi lado.
—¡Nada! —me doy vuelta y salgo corriendo.
Miro hacia atrás para ver si me aleje y por estúpido, me choco con alguien, cayendo al suelo.
—¿Estás bien?
Levanto la vista y me encuentro con Dan ofreciéndome su mano. Están todos locos y lo peor, me encontré con el más loco de todos.
Yo sé lo que digo...
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