256. Por eso estamos aquí

Lía

Una cancha de beisbol, mi deporte favorito, una falda que incluye un short, mi ropa preferida ¡Y miren ese pollo!

¿Por qué todo es tan perfecto?

Miro a Gregor entrecerrando los ojos al terminar de comer.

—¿Me vas a pedir algo?

Se ríe.

—¿Qué un novio no puede tratar bien a su chica después de que ella haya tenido un horrible día?

—Estás preparándote para que te golpeé, estoy segura.

—No hay nada detrás. Lía, lo juro —vuelve a reír.

—No te creo.

—Bombón, hablo en serio —toca mi barbilla y se acerca a mi rostro —solo quería mejorar tu día, no planeo incomodarte con nuestro "tema" habitual.

Se forma un silencio y me sonrojo. Bajo la vista avergonzada.

—Es que...

—Tranquila, es una hermosa noche para acostarse en el pasto, mirar las estrellas y —levanta una cajita —¡Comer chocolate! —exclama sonriente.

Voy a babear.

—Chocolate ¡Yo quiero! —grito emocionada lo último.

Me levanto feliz y saltando, él se para de su asiento también, entonces pone un mantel en el suelo y se recuesta allí, hace un gesto moviendo el chocolate para que me ponga a su lado, así que voy y me acuesto sacándole la cajita.

—Eh no te lo comas todo —se ríe y me saca un par.

—¡Esos eran más grandes! —me quejo.

—Sí, sí lo que digas —se queda mirando al cielo.

Me pongo de costado observandolo a él, mientras me como otra bolita de chocolate. Pienso detenidamente.

—¿Sabés? —me agarro de su brazo y mis ojos se humedecen —te extrañe, tenía mucho miedo. Mantenerse fuerte a veces parece muy difícil —una lágrima se me escapa.

Se pone de costado hacia mí y acaricia mi mejilla, mirándome seriamente.

—Lo sé, por eso estamos aquí, no iba a dejar que te pongas a llorar sóla en tu cuarto.

Sonrío.

—Me conoces muy bien señor acosador.

Se ríe.

—Hey, me has devuelto mi apodo original.

—¿Cómo olvidarlo?

—Tienes razón, hay cosas que no se olvidan —une sus labios con los míos en un tierno beso. Se aleja y mueve su mano a un costado —. Lo siento, apunto de pasarme de la raya —se ríe.

Mi mano se agarra fuerte de su chaqueta y tiembla, mis mejillas arden por lo que voy a decir. Siento calor.

—Después de todo lo que ha pasado, yo creo que puedes pasarte de la raya.

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