Bruno

No quiero oír mis deseos tóxicos de esa tentadora boca y menos darle la razón. Forcejeo cuando me atrae hacia su fuerte cuerpo, soy tan diminuto al lado de él. Lo pincharía, pero fue Tyrone quién recupero el tenedor y mi cerebro no me está dejando procesar las cosas. Ya me mareó todo este circo.

—Sueltame ahora o te juro que planearé una venganza, que de esta no zafas jamás —amenazo.

—No me cambies de tema, Copito —me agarra el rostro.

—¡No soy ningún copito! —mis mejillas arden.

—Si que lo eres —roza mis labios —eres mi Copito.

—¡No! Menos tuyo.

—Pero si ambos sabemos que te encanta —sonríe.

—¡Mentira, mentira, mentira! —grito y repito para que se le grave en la cabeza. Y un poco en la mía también, porque no lo lo voy admitir —. No te escucho, fuera, fuera —le pongo la mano en la cara, para empujarla —¡Suelta, sueltame!

—Copito —agarra mi mano y apoya mis dedos en su boca —yo sé que me extrañas.

—Alucinas —. Toco el tenedor con mi otra mano en mi bolsillo, mientras eleva un poco su labio y cubre mi dedo índice con el cual siento su lengua —¡No seas asqueroso! —le grito sonrojandome y le quito la mano de la cara, así que aprovecho para acercarse a mi oído.

—Las cosas que hacía con esta lengua, no creo que te parecían asquerosas, y ahora tampoco, ambos sabemos que eres un pervertido como yo, Copito.

Eso es cierto, pero no voy a seguir jugando su juego. Agarro el tenedor y lo pincho, así que se aparta.

—¡¿Otra vez?! —me lo arrebata molesto e indignado.

—¡Devuélvemelo! —agito las manos.

—¿Dónde está el copito? —cambia de tema preguntando por el prendedor.

Dejo de observarlo, girando la vista y exclamo indiferente.

—En algún lado, no sé.