213. "Claustrofobica" (2/2)
Adelaine
No lo sé, sólo te dejas llevar por el momento cuando estás alegre. Entramos a la casa de Emma como si nada, comemos papitas, miramos tele. Lo más normal del mundo, y sin embargo es tan relajante, que es impensado para mí.
—Ay se acabó la película —expresa el pelirrojo haciendo puchero.
—Ni que fuera tan buena —opino.
—¡Pero si te reíste toda la mitad de la película! —exclama bastante alegre —eres una mentirosita —me toca la nariz de manera repetida —te crecerá la nariz como Pinocho, pi, pi, pi —le agarro la mano para detenerlo.
—Deja eso.
—¿Sabes? Te partiría la boca de un beso ahora.
Sonrío.
—¿Y por qué no lo haces? ¿eres cobarde acaso? —lo provoco.
—No, es que no me responsabilizo de lo que pueda pasar después.
Me sonrojo.
—¿Y qué pasa después? —. Mi lado pervertido se ha activado, pero intento ignorarlo.
Se acerca a mi rostro.
—No te hagas la que no sabes, pasá lo que estás pensando.
Respiro con agitación.
—Creo que lo estamos pensando demasiado.
—Buen punto.
Agarramos nuestros rostros a una velocidad frenética y al instante nuestras bocas se juntan. Puedo sentir las chispas que hay entre ambos.
Emma se quita la chaqueta rápidamente y yo me saco la remera, nos volvemos a besar mientras nuestras lenguas juegan con alta pasión.
—¿Por qué eres tan guapo? —respiro agitada y me abrazo a su cuello.
—Hasta sobria dices eso.
—Sobria, ebria, loca. Lo diré como tú lo quieras —me muerdo el labio inferior.
—¿Y desnuda? —desengancha mi sostén y este se suelta.
—Tambien, guapo, también —repito, lo beso y le saco la remera que le queda, tocando su suave piel.
Nos besamos nuevamente, nos acariciamos, sintiendo el deleitante tacto, en puntos clave que encienden al deseo. No queda mucha ropa, mordisquea mi cuello, dejándome un chupetón. Bajo el cierre de su pantalón y me relamo los labios.
—Vamos a ver que hay aquí.
—¿Sabes? —se ríe —demasiada adrenalina y me olvidé el preservativo.
—No es un problema, sólo tengo que encontrarlo —me levanto del sillón y agarro mis calzas, sacando dónde tenía oculto un condón —una chica siempre tiene que estar preparada para la ocasión —abro el plástico con mi boca de manera sensual, mientras él se acerca hasta mí y tira lo que le queda de ropa.
Mi espalda choca contra la pared y Emma agarra el preservativo.
—Yo me encargo de esto.
Mi última prenda interior se desliza por mis piernas, terminando en el suelo. El sexy pelirrojo me levanta y quedo tendida, abrazándome a él.
Nos unimos en uno mientras nos besamos y le rasguño la espalda, entretanto me aferro a él y a sus apasionados movimientos, que no sólo me hacen gemir de placer. Porque de una cosa estoy segura, extrañaba el sexo con sentimientos incluidos.
~•~
Me visto y me despido de Emma después de quedarnos un rato más, abrazados en el sillón con solo una manta, en aquel sillón.
Ya más o menos, con la ropa acomodada y algo despeinada, regreso a la casa, sonriente.
—Se ve que divertiste —oigo a Linzy detrás de mí, en el pasillo por el cual caminaba, así que me doy vuelta. Me sorprendo al ver una navaja, cerca de mi cuello —¿Sabes de qué me di cuenta Addy? —sonríe acercándose a mi rostro —. Que ya no me sirves, eres un obstáculo en mis decisiones.
Frunzo el ceño.
—¿Así le hablas a la persona que te ha protegido siempre? —aumento la voz —¡Soy la única que está de tu lado! —siento el filo y me quedo quieta.
—Sí, lo sé ¿Por eso sigues aquí? Porque sé que nunca me traicionarías.
—Pero al parecer tú sí...
—Es por tu propio bien, y lo sabes. Tienes que desaparecer, Addy. No hay opción.
—No te atrevas —retrocedo nerviosa, pero me detengo cuando acerca el cuchillo otra vez —Linzy, no volveré ahí.
—Debes superar la claustrofobia, Addy. Debes quedarte ahí —me agarra del brazo —camina.
¿Qué hago? Siento el filo en mi garganta, sólo puedo obedecer, pero no me queda otra que avanzar. Toco la cadena de mi cuello nerviosa y apuesto por dejar una pista. Ya estoy sintiendo que me estoy asfixiando y aún no entre al galpón.
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