193. Borracha (2/2)
Emmanuel
Entro al boliche, lleno de música en alto volumen, mucha gente borracha bailando en el lugar y busco a Adelaine entre la multitud. La visualizo alejándose de la barra, pero un chico la detiene en el camino, otro se le acerca también.
—¡¡Apártate, estúpido!!
Ella se enfada cuando uno de estos le dice algo al oído y lo empuja alejándose, aunque el que está a su otro costado la agarra del brazo.
—¡¡Oye, suelta!!
Me acerco hasta ellos.
—Chicos, lo siento, pero la chica está conmigo —aclaro tranquilo.
—¿Ves? Te lo dije —la rubia le expresa a uno de estos dos y corre hasta mí —¡Jonah! —grita completamente borracha y se agarra de mi brazo en forma cariñosa.
—¿Jonah? —expreso confundido mientras los otros dos se quejan y por suerte se retiran.
Que peligro.
—Ah no, tú no eres Jonah —se suelta indignada y se refriega el ojo que comienza a humedecerse —porque Jonah está muerto... muerto por sobredosis... No es cierto que se drogaba, mienten... —balbucea y de repente se cubre la cara, ocultando el llanto que comienzo a oír.
—Hey, hey no llores —expreso con preocupación.
Debo tener mala suerte para siempre cruzarme con gente llorando, no sé que hacer.
—Jonah... Jonah... Jonah... —expresa repetidas veces y luego descubre su cara presionando sus puños —¡¿Por qué no eres Jonah?! Ay... —se marea y la atajo.
—Hey, cuidado —le aclaro y luego le pregunto —¿Por qué estás aquí? Es peligroso venir sola a un lugar como este.
—Porque Linzy se enfado conmigo porque la abofeteé —hace puchero —malagradecida... ¡Eso es lo que es, maldita! —su humor de tristeza a cambiado a enojo —¡¿Cómo puede tratarme así?! ¡¿Sabes todo lo que he hecho por ella?! —pregunta y niego con la cabeza.
—No, pero mejor vamos a tu casa, te tomas un café, un té y quién sabe que más —río.
Se aparta.
—¿Casa? Yo no tengo casa... Linzy la quemo ¡Estúpida, arruina todo! ¡¿Para qué mierda se escapo del manicomio?! Para arruinarme la vida a mí, para eso —se tira de los pelos —¡¿Todo tengo que arreglar?! ¡Todo! Si al menos Jonah estaría aquí para aclararle los puntos... —mueve la mano en dirección contraria a mí —él la pondría en su lugar, alguien necesita ponerla en su lugar.
—Estoy aquí —le aclaro ya que me busca porque está de espaldas.
—Ah perdón —se disculpa girandose a mirarme, luego ríe —¿De qué estaba hablando? El alcohol me hace perder en el tiempo ja, ja, ja...
—Lo note —sonrío.
—¿Te he dicho algo raro? —intenta recordar de lo que hablaba —eh... no sé...
Levanto una ceja pero no le respondo nada, ya que ha dicho bastante.
—¡¿Qué tal si cantamos una canción?! —grita de repente levantando el brazo, pero termina por marearse nuevamente —ay que me da vueltas —se agarra la cabeza adolorida y antes de que caiga otra vez la atajo de nuevo.
—Hey Adelaine...
—Emma —se abraza a mi cuello —¿Por qué eres tan guapo? —sonríe.
—¿Lo soy? —levanto una ceja.
—Modestia fuera, obvio que sí —se ríe —pero no es por eso que me gustas.
—¿Ah sí? ¿Por qué entonces? —me pongo serio.
—Por... por muchas cosas... —sus mejillas se tornan en un pequeño rubor —empezando por ser, agradable, transparente, amable, buena persona... tú no eres ningún idiota, se nota a la vista. Así que más vale que me alejé, no voy a arruinar tal pintura —quiere soltarse pero la agarro de la cintura deteniéndola —¿Qué? Es la verdad, no combinamos.
—¿Quién dice que no? —me acerco a su rostro.
—Linzy... Dan...
—Creo que no tienes buenas influencias —expreso seriamente, la agarro de la nuca y la atraigo hasta mi boca.
Terminamos por besarnos, ya que magicamente me corresponde. Admito que hace tiempo que nadie me movía la estantería y aunque no quería involucrarme de una manera sentimental, por malas experiencias que ocurrieron en el pasado, me deje llevar por esa deleitante boca.
Adelaine
Abro los ojos con una jaqueca enorme y me doy cuenta que estoy en una habitación desconocida para mí. Me levanto de aquella cama, camino por la casa que no conozco y bajo unas escaleras, encontrándome con Emma durmiendo en el sillón. Entonces mi cerebro se activa, recordando todo lo que le dije, el beso y mi desmayo luego de este.
Intento irme, pero no sé dónde está la llave, ni la encuentro.
Maldita sea.
Forcejeo con la puerta como idiota y de repente una mano pasa por mi costado, apoyándose sobre la mía que está en la manija. Giro mi vista visualizandolo, mi corazón se acelera sin control, entonces siento mis mejillas arder con bastante intensidad.
—Emma...
Sonríe.
—¿Te escapas de mí? —toca mi barbilla y se acerca a mi rostro —aún tenemos que hablar.
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