161. Sálvese quién pueda

Bruno

Un nuevo día comienza y entro a la escuela mirando fotos de disfraces en mi móvil nuevo, sin prestar atención en el camino. Mi cabeza se choca con la espalda de alguien y mi celular cae al suelo, cuando voy a levantarlo, esa persona lo agarra por mí primero, lo alza para devolvermelo pero yo frunzo el ceño.

—Dámelo —se lo arrebato aunque me lo estaba devolviendo.

Tyrone sonríe.

—Deberías cuidar más tus pertenencias, alguien te las puede robar —expresa tranquilo y se gira para continuar su camino, ignorandome.

¿Qué le pasa?

Sigo el mismo camino, ya que vamos para el mismo lado. En ningún momento se voltea, continúa como si no existiera.

No sé como reaccionar ante esta actitud, pero debería ser bueno ¿no?

Luego de tanto meses, me olvidé de vengarme porque no estaba y ahora que se encuentra aquí, estoy aturdido.

Concéntrate en lo que estabas haciendo. Vuelvo a mirar mi celular, esto es más importante. Regreso a observar hacia adelante cuando noto la presencia de Adelaine, parada en frente del aula.

—Hola, cariño —le dice la rubia a él y el idiota le sonríe.

Luego de darle un beso, segundos después, el morocho entra pero cuando voy a avanzar al aula, ella se pone en medio.

—¿Qué quieres? —digo irritado.

—Nos conocemos, Brunito —se ríe —. Ambos sabemos lo que deseo.

—Viendo que estás aquí, supongo que te echaron otra vez de tu casa —sonrío y frunce el ceño, parece que le atiné.

—¿Tú quieres jugar con fuego? —la chica alta se me acerca pero no me intimida.

—Sí, porque yo no soy el que se va a quemar —apoyo el dedo índice en mi boca.

Ella sonríe.

—Eso crees tú, pero obviamente yo tengo la ventaja.

—No necesito tener ventaja para ignorarte —ruedo los ojos.

—No deberías, porque tú estás incluído en mi juego —saca su celular y me muestra una foto de ese día en el que estuve en la pileta de natación con Tyrone —¿Sabes quién me envió esto? —se acerca a mi rostro —Michael Bleiker —nombra al padre de Tyrone y retrocedo nervioso —¡Ay! El nene tiene miedo —se burla.

—¡Cállate! —le grito.

Da unos pasos hacia adelante y sigo retrocediendo, hasta de repente, veo gaseosa caer sobre todo su uniforme.

—¡¿Pero qué... —se queja.

—¡Sálvese quién pueda! —grita Noah tirando el vaso vacío y me empuja para salir corriendo.

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