100. "Un aroma conocido"
Bruno
Tyrone se entromete en mi juego con el enano. El pequeño Noah se distrae y luego me doy cuenta el por qué.
Heinz lo ha seguido...
Me enfada, me irrita, después de todo lo que tuvimos juntos, lo sigue persiguiendo. No dura nada enojado con él, no es justo, no estoy de acuerdo.
Como es de esperarse, mi hermano retrocede al ver la escena, aún tengo su lealtad. Con lo que no cuento con que el pequeño rubiecito lo siga ahora a él.
Me aguanto los celos, para no seguirlos y al menos Tyrone no vea que somos dos, para así no descubrir mi secreto ante él.
—¡Nenaza! —se gira gritando cuando se da cuenta que se ha ido. Bufa resignado —cobarde...
Miro un segundo el cuchillo que se me ha caído al suelo y retrocedo para irme. El morocho vuelve a observarme y cuando intento escabullirme, visualizamos al profesor. Debe ser al que utilice para acusar a Tyrone del robo.
Que obvio yo hice.
En mi distracción, me sobresalto cuando Tyrone decide esconderse e incluirme en su escape, para no ser encontrado. Tapa mi boca con su mano y forcejeo.
Había olvidado esos fuertes brazos...
—Haz silencio... —susurra en mi oído y la piel se me eriza.
Observo que el profesor cruza el pasillo, pero no nos logra ver.
Debería morder a Tyrone para que me suelte, pero no logro concentrarme al sentir su respiración tan cerca de mí.
Vuelve a susurrar en mi oído.
—Este aroma... Me es conocido, es una vieja sensación... —me gira y me mira a los ojos, se acerca a mi rostro —¿Qué estás haciéndome?
—No sé de qué hablas... —siento mis mejillas arder y mi corazón acelerarse.
Me gira empujando mi espalda contra la pared, toca mis mejillas y me observa detenidamente perdido en sus pensamientos.
—Usas ese perfume a propósito... —sus labios rozan los míos y yo me quedo tieso, entonces repite —lo haces a propósito...
—Yo no... —bajo la vista —es mi perfume...
Estás distraído, estúpido.
¡Huye, huye rápido! Que no regrese tu conciencia... ¡Corre!
Intento empujarlo, pero agarra mi rostro con fuerza y me besa. Al principio forcejeo, luego me olvido y termino por corresponderle. Parezco una de esas mujeres despechadas, que necesitan cariño de cualquier parte. Cuando me deja respirar, aprovecho su distracción y salgo corriendo.
Me oculto detrás de una pared y con cara completamente roja, respiro agitado. Me toco la mejilla y suspiro.
—¿Qué estoy haciendo...?
Bajo mi mano a mi bolsillo y de este saco un prendedor en forma de copo de nieve.
"Toma, es para ti, ahora eres mi copito"
Lo presiono entre mis dedos con fuerza y lleno de odio.
—No, nunca más...
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