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 TW: Pensamientos de muerte, subestimación por una condición


    -¡Sálvame! -escuchó ese grito cientos de veces, cada vez más agónico.

   Brownfeather se hallaba de nuevo en el desfiladero, viendo la horrorosa escena: Nightpaw, la aprendiza del Clan del Viento, cayendo por el desfiladero a las rápidas corrientes del río, en medio de una tormenta que se estaba desatando.

    Todos los finales posibles, pasando en frente de sus ojos... pero nunca lograba salvarla...

    ...

   -¡La he matado con mis propias garras!

    Se lanzó para intentar salvarla, pero cayó junto a ella.

    Se ahogó al intentar sacarla del río.

    -No sigas mi destino -escuchó una voz antes de abalanzarse contra ella, lo que les mandó a ambas a las corrientes del río. Parecía que no había tormenta, solo una gran sequía. Brownfeather chocó contra el fondo del río, muriendo al darse un fuerte golpe en el cuello.

   Miró con una expresión de tristeza a sus alrededores. La aprendiza había caído y muerto. La oscuridad también quería que ella muriera. Él le hizo lanzarse del precipicio...

    Las corrientes del río la empujaron, mientras ella solo se quedó completamente quieta. Ya no tenía nada por lo que luchar; le resultaría imposible escapar de esa muerte tan segura.

    Cerró los ojos, preparada para morir. Las corrientes dejaron de empujarle, y notó como pataleaba inútilmente en el aire, confundida. Se levantó y observó sus alrededores, un escalofrío recorriendo su espalda que le erizó su pelaje marrón.

    -Nunca te librarás de mí, ¡ni en tus sueños! -un gato oscuro de parches naranjas, y ojos ámbar que relucían en ese lugar oscuro sin fin, se acercó a ella, manchado de un líquido que parecía sangre-. He venido aquí para hacerte una oferta. Al fin y al cabo, no eres tan distinta de todos nosotros, los marginados del Bosque Oscuro. Y bien...

   -¡No quiero tener ninguna relación con ustedes! -extendió su cuello, su collar de espeso pelaje naranja erizado por una mezcla de temor y rabia, dándole un bufido a su padre-. Me da igual lo que quieran de mí, pero no lo conseguirán -y se marchó hacia la distancia, sin saber a dónde se dirigía en medio de la oscuridad.

    -Lo que no sabe ella es que ya ha cometido el mayor error de su vida. Al fin, todos estaremos aliados -comentó Darkfur a un gato negro de ojos brillantes y terroríficos que se hallaba en ese lugar sin fin.

    Después de un largo rato de caminata, la guerrera del Clan del Río pasó por árboles sin hojas que se veían como sombras junto al rojo cielo, para finalmente llegar a algo que se le asemejaba a una frontera.

   -No son como las de un clan, pero tampoco parece la que he visto entre el Bosque Oscuro y el Clan Estelar. Es una franja mas grande... y parece profunda... Pero aún así, veo el brillo azul del Clan Estelar, a lo lejos.

   Una pluma marrón, antes debajo de su pata, se resbaló de esta y salió flotando hacia el gran abismo. Aunque fuera solo una pluma, esta tenía un gran valor para ella, entregada por su fallecida madre. Notaba una fuerza que la atraía a la pluma, haciéndole dar todo por ella, aunque pudiera morir en el intento. Se tiró tras ella, intentando alcanzarla con su pata alzada, pero le resultó imposible. 

    Pensó que todo estaba perdido, ya que caía y caía al vacío, preparada para el impacto con las duras rocas de abajo; pero logró tomar la pluma marrón con su boca y la sujetó bien fuerte, apretando sus dientes en ella. Notó como unas extrañas extremidades aparecían cerca de sus omóplatos, similares a las alas de un gran ave. En picado, cayó hacia el fondo del abismo y aterrizó torpemente, intentando frenar en las rocas pero terminó rodando, estampándose con una gran piedra. 

    -Así que así es como pueden viajar algunos de los gatos del Clan Estelar. Entonces, ¿estoy muerta? -se sacudió con temor e inseguridad, rechazando la idea con un movimiento de su cabeza, como si estuviera quitándose a su peor enemigo de encima-. Y bien, ¿qué se supone que es este lugar?

    Brownfeather caminó por tanto tiempo que se le antojaban lunas, intentando buscar algo familiar; aún así, solo consiguió ver el suelo y paredes rocosas, y la neblina que se cernía sobre la brecha en la que se encontraba. 

    Alertada y con la respiración agitada, se viró con rapidez, buscando el qué o quién había provocado la caída de una pequeña piedra. Suspiró, pensando que eran imaginaciones suyas, y continuó, hasta que notó algo al lado suya y se detuvo. Una gata marrón de rayas naranjas, más grande que ella, empezó a caminar a su lado, sin detenerse para hablar.

    -¿Quién eres? -con un poco de temor le miró fijamente, esperando una respuesta y no un ataque.

    -Bienvenida a la Fosa de las Pesadillas, Brownfeather -la extraña gata dijo sin mirar a la contraria.

    -¿Por qué estoy aquí? 

    -En este lugar se encuentran todos tus temores; pasados, actuales o próximos. 

    -Ah, que bien... -maulló de forma irónica, cada vez el terror se notaba más en su pelaje erizado-. ¿Quién eres?

    -Relaja ese pelaje -le comentó, como si pudiera leer de forma precisa sus pensamientos-. Soy Sparrowfeather, un placer. Seré tu guía en este lugar, hasta que el sol salga por el horizonte y amanezca. De no ser que despiertes antes, te quedarás atrapada. Pero no temas, -pasó su cola por su costado cuando notó el temor de la guerrera- no te voy a dejar sola -tras eso, la gata desapareció en medio de las tinieblas. Brownfeather sucumbió en pánico, hasta que notó que la pluma de rapaz marrón que llevaba empezó a brillar, proporcionándole una fuente de luz muy útil para atravesar la oscuridad que la rodeaba.

   -Al menos -suspiró pesadamente, andando sin cesar, intentando escapar de aquel lugar.

    Tras una eternidad pasando entre la niebla, cada vez más intensa, notó como esta empezaba a disiparse. Con rapidez, se dirigió hacia adelante, preparada para encontrar la acogedora luz solar de la mañana, y su cuerpo donde se había quedado esa noche, en la maternidad. 

   Lo único que se encontró fue un pequeño espacio con luz ambiental y una cueva a un lateral. Tenía curiosidad de ver que tendría adentro, aunque el miedo no la dejaba avanzar, aunque esa fuera la única posibilidad de escape de aquel horroroso lugar. Su pluma se le resbaló de entre sus fauces, y flotó hasta la entrada de la formación rocosa, como si fuera una señal de que debía descubrir los secretos que se hallaban allí dentro.

   Por si acaso, desenvainó sus garras y entró en la cueva, intentando mantener sus pasos sigilosos. Avanzó por una oscuridad que se le parecía interminable, solo guiada por la luz de la brillante pluma que portaba.

    De repente, se empezó a sentir mareada, y notaba su cuerpo tambaleándose, haciendo una fuerza descomunal por no caer; aún así, no logró mantenerse en pie y cayó contra el duro suelo rocoso.

     Abrió los ojos con confusión, observando un enorme desfiladero, una enorme catarata, y las corrientes de un río fluir bajo ella. Sabía donde se encontraba perfectamente.

   -¡Por el Clan Estelar, otra vez no! -gritó agónicamente, cerrando los ojos para deshacerse de la imagen que tanto le atormentaba. 

    Por sorpresa, se encontró en la maternidad de su clan. Nadie podía verla; ella era como un espíritu, observando sin ser vista. Al fin pudo escuchar algo, y se acercó a la maternidad, viendo como Cloudy amamantaba a sus hijos. No se veían muy contentos; pudo visualizar cuando se despegaron de la barriga de la reina gris y salieron corriendo hacia el claro para jugar. Los tres se estamparon contra ella, y se sintió completamente confundida. "¿Entonces me pueden ver?" Los tres cachorros le suplicaban volver a la maternidad. Claro, ella comprendía que sus hijos la querrían con ellos todo el rato.

    -¿Mamá, tú nos odias, verdad? ¡Nos abandonaste! -Darkkit se levantó y le dedicó un gruñido. El pelaje de su espalda se erizó del temor al ver como veía a su hijo de adulto, desgarrando su garganta. Notó como se quedaba sin sangre y caía contra el pasto, manchándolo del rojo líquido. 

     Se levantó con dolor, casi volviendo a caer sobre el suelo. Su visión cada vez era más clara, hasta que logró distinguir la figura de una gata negra y ojos verdes. ¡Blackfeather! 

    -Estar cerca del Clan Estelar puede traer problemas a los más poderosos -escuchó una voz a la distancia.

    -Tan "perfecta", genial, y aún así, puedes excusarte de ser una asesina. Serás mi ídolo, hasta que te quedes mucho por detrás de mí -la lugarteniente de pelaje negro gruñó, y se fue corriendo, desapareciendo en el paisaje normalmente seco, ahora lleno de nieve. 

    -Deberás realizar una acción arriesgada, Brownfeather -la gata que le prometió guiarla susurró en su oreja-. O lo que se puede cernir sobre los clanes, o tu querido hijo.

    ¡Claro que ella no iba a dejar que sus hijos pensarán que ella les había abandonado! ¡Significaban todo para ella! 

    -No me refiero a eso -apoyó su cola en su omóplato, llevándola a la última dolorosa escena-. Y tampoco me refiero al dolor que no entiendes porqué sentiste al matarlo, aunque hubiera asesinado a ella e intentado matar a tus amigos. Observa y escoge sabiamente, guerrera.

    Observó con atención todo lo que se cernía en frente suya: su hijo adoptivo, Orangekit, se encontraba en un lugar oscuro, con árboles sin vida delineando sus sombras contra el rojo cielo. "¿Qué se supone qué significa esto?" se cuestionó mientras observaba más detalladamente la escena. Una gata atigrada color crema de gran tamaño estaba junto a su hijo, bastante más pequeño a su lado, ya que aparte de tener la edad de un aprendiz, era más pequeño que los demás. Parecía que estaban jugando a pelear, y notó que la enorme gata le estaba enseñando algunos movimientos de batalla. "¡¿Está entrenando en el Bosque Oscuro?!"

     -¡Una vez más, Orange! -la gata crema le instruyó.

    -Adelante -se lanzó contra ella, y esquivándola por debajo, le agarró de una de sus piernas y le tiró al suelo.

    -Podría considerar que lo has hecho bien, aprovechando tu tamaño contra mí.

    -Emmmm... ¡Gracias! -saltó con emoción-. Te lo debo a ti, por ayudarme a ser más fuerte cuando nadie me dio una oportunidad.

    -Exactamente -aseguró, y los dos se internaron más profundamente en el bosque.

    -¿Y bien? ¿Qué piensas hacer? -la voz le volvió a preguntar.

    Agitada, Brownfeather cerró los ojos, queriendo aparecer en la maternidad lo más rápido posible. Cuando despertó, ignoró a sus hijos pidiéndole que se quedara, y fue a buscar al anaranjado. 

    -¿Dónde puede estar, si debería estar durmiendo?

   -Oh, ¿estabas buscando a Orangekit? -Featherpelt levantó su cabeza (aún dolorida) del lecho de cañas y musgo-. Foxkit no podía dormir ya que Orangekit se estaba moviendo mucho, así que le dijo que parara. Luego de eso, se fue entre los arbustos que rodean la maternidad. ¿Pesadillas sobre lo de ayer? No sé. Me lo acaba de comentar ahora mismo, pero en estas condiciones, no puedo hacer nada. Siento mucho haber sido un estorbo y no...

     -No hace falta que te disculpes, agradezco mucho tu ayuda -le silenció, pasando su cola por su boca-. Gracias, lo buscaré -y se internó en los arbustos.

    Lo encontró y lo despertó con facilidad: -Orangekit, sígueme. Necesito hablar contigo- su hijo adoptivo le siguió, y se sentaron entre unas rocas-. Necesito que me seas sincero -dijo al ver como, con vergüenza, miraba hacia el suelo-. ¿Has estado...?

    -Sí, lo siento, Brownfeather -contestó con rapidez-. Solo quería sentirme bien conmigo mismo. Que alguien... pensara que fuera suficiente para realizar todo lo que los gatos "normales" hacen... Lo siento -repitió.

    -Entiendo que quieras probar que eres un gran gato, Orangekit, pero, por favor, te buscaré otra manera, ¿vale? -le prometió-. En lo que busco una solución, puedes ir ayudando a Spotsleaf; estará bastante ocupado con las heridas.

    Sin rechistar, se fue hacia la guarida del curandero y se internó en ella. Brownfeather tomó aire y pensó: "¿Qué puedo hacer por mis cuatro hijos, y a la vez por el clan?"


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