7
Giró en redondo, su pelaje marrón erizado tanto con temor como con rabia. ¿Cómo osaba cualquier gato de clan hacer tales gestos en un lugar tan sagrado como la Piedra Lunar? ¿Y amenazar a sus compañeros de clan? "¡Debe de estar loco!" pensó mientras se puso al frente de los otros dos, sus uñas desenvainadas rozando el rocoso suelo.
-¡Muéstrate! -bufó Brownfeather cuando el gato soltó a Spotspaw, quien cayó contra la dura pared de piedra.
-¿En serio necesito hacerlo? -el extraño gato respondió de forma indignada-. Me arrebataste todo mi poder, ahora es mi momento de arrebatarte a tus patéticos amigos.
No se lo había imaginado; aquel gato era su padre... Logró reconocer su pelaje negro y sus manchas naranjas con rayas más oscuras. Sus ojos ámbar reflejaban tanta furia que en cualquier momento les podría hacer comida para cuervos.
-¿Y qué es lo que se supone que quieres?
-Tú decides, -ignoró su pregunta, su cola moviéndose de derecha a izquierda con enfado- o ellos dos mueren, o te sacrificas por ellos.
-No es un gato del Clan Estelar -informó el curandero calico-. Podemos contraatacar ya que es una amenaza para nuestros clanes. Esto es lo que logré ver... Están resurgiendo de las tinieblas y les debemos parar -se preparó para luchar, bufando a su oponente y enseñando sus colmillos-. Síganme la corriente -susurró en el oído de ambos-. Cuando les diga que me sigan, corran por sus vidas... ¡Ya!
Spotspaw se lanzó contra Darkfur, clavando sus dientes con profundidad en el omóplato de su enemigo. Ambos salieron rodando y el de pelaje oscuro se chocó con una pared. No le iba a dejar ir, así que se subió encima del espíritu del proscrito y clavó sus uñas en su piel, la sangre de su oponente tintando sus garras de un brillante color rojizo. Su mirada fue posada con rabia en sus ojos ámbar. Mientras tanto, Brownfeather pudo guiar a Orangekit por el túnel a toda velocidad.
-¡Deprisa!
El moteado dejó de hacer presión con sus uñas en el cuerpo del otro y se bajó de él, corriendo en la misma dirección que sus compañeros de clan. Darkfur se levantó con un bufido de batalla y echó a correr hacia ellos. Justo en la salida, tomó velocidad y se abalanzó contra Brownfeather, tomándola por sorpresa. La guerrera marrón pegó un chillido y se dejó caer al suelo para luego morder la pata de su padre.
Por más esfuerzo que hacía, Brownfeather solo perdía fuerza y casi no lograba dañar al enemigo. Spotspaw fue al rescate pero salió por los aires cuando el gato negro le embistió con fuerza. Se encontraba en el suelo con un rastro de sangre, respirando de forma entrecortada. Se levantó, sus patas temblorosas, pero lo único que pasó es que su visión se desvaneció y notó dolor en todo su cuerpo.
Darkfur sonreía de forma maligna al ver cómo se desmayaba al perder fuerzas, y como su hija recibía cada ataque suyo. Un poco más y ella no podría aguantar ni un zarpazo más.
Cuando ya pensaba que era su fin, notó que el peso de encima suya se desvaneció por completo. Se levantó con pocas fuerzas, su visión un poco nublada. Todo a su alrededor le daba mareo y casi no era capaz de distinguir nada de lo que tenía en frente suya.
Abrió bien sus ojos verdes y empezó a ver mejor. Orangekit se había lanzado contra él y ahora estaban peleando, bufándose el uno al otro y asestándose zarpazos entre ellos. El no tan cachorro le mordió el bíceps y no le soltó hasta que le hizo una buena y profunda herida que probablemente dejaría una pequeña cicatriz. El de pelaje oscuro no parecía soportar ser humillado por un gato que no era ni un aprendiz, así que giró en redondo, haciendo un rápido corte con sus uñas desenvainadas en el pecho del anaranjado.
-¡Ayuda a Spotspaw! -gritó su hijo, volteándose para verla, y luego se volvió a internar en una batalla de garras tan punzantes como las zarzas.
La marrón obedeció e hizo presión con sus patas delanteras en las heridas del calico para parar alguna posible hemorragia grave. Ya no parecían sangrar de forma exagerada, así que intentó despertar al curandero. Nada funcionó. Lo único que podía hacer era defenderle.
Se lanzó al ataque y tomó por sorpresa al oscuro, tirándolo contra un árbol cercano. Frenó en seco y tomó carrera para volver a por ella, pero la felina esquivó por un lateral, se giró con rapidez hacia el costado del enemigo, y clavó sus garras en su pelaje por poco tiempo pero de forma profunda y eficaz.
Orangekit le ayudó y lo tumbó con una embestida, para luego aprovechar que su barriga estaba desprotegida. No se movió del lugar en donde estaba, sus garras manchándose con más y más sangre del oponente. Darkfur se quitó a Orangekit de encima al sacudirse y salió corriendo, internándose en otro túnel distinto. Brownfeather lo persiguió pero ya no tenía más fuerzas; aparte, no les iba a llevar a nada bueno, solo a heridas innecesarias.
-¿Estás bien? -se giró hacia su hijo. Confirmó con una sacudida de su cabeza.
-Debemos irnos de aquí. Quién sabe si ese cobarde traerá refuerzos -maulló mientras se acercó a Spotspaw, comprobando que aún respiraba.
El curandero pegó un brinco y despertó, haciendo que Orangekit cayera hacia atrás.
-¡Cagarrutas de zorro! -el anaranjado exclamó, asustado.
-Se ha ido, debemos continuar, rápido -Brownfeather le ayudó a ponerse en pie y apoyó la cabeza del calico en su omóplato.
...
Los tres caminaron pesadamente hasta la entrada al granero abandonado. Cuando llegaron, el olor a ratón les llegó a todos, haciéndoles la boca agua. Spotspaw intentó correr, pero cojeó y cayó de boca torpemente.
-Mira donde pones las patas -una voz desconocida gruñó a las espaldas del grupo de gatos del clan, y unos instantes más tarde la figura de un felino cayó sobre el calico, arañando su costado.
Intentó ponerse en pie, pero el contrincante no le dejó un respiro, pegando con la fuerza de sus patas delanteras en su cara.
-¡Ayudad! -gritó de forma agónica, cegado por los golpes que le habían asestado, revolviéndose en el suelo del granero.
Brownfeather se lanzó a la batalla, extendiendo sus patas y sus garras, clavando estas en el pelaje del enemigo y lanzándolo contra una pila de paja. Avanzó con rapidez hacia él, para frenar en seco al reconocerlo. No pudo parar su trayectoria y ambos salieron rodando, quedándose llenos de heno.
-¡Brownfeather! -el solitario negro y blanco se levantó, sacudiéndose pizcos de heno de su pelaje-. ¿Te estaba atacando? -se viró y miró de forma amenazadora a Spotspaw, mostrando sus colmillos.
-¡Quieto! -se apuró a decir, poniéndose en frente de su antiguo lugarteniente-. Él es nuestro compañero de clan, no te va a hacer daño. Preséntate.
-Spotsleaf -hizo una referencia al solitario.
-¡Un poco más y pienso que es un proscrito! -gruñó Orangekit, haciéndose a un lado.
-Tranquilízate, Orangekit.
El anaranjado simplemente gruñó por lo bajo y saltó una pila de heno, desapareciendo tras esta. Unos instantes más tarde, él estaba persiguiendo a un rollizo ratón, intentando asestarle un zarpazo, pero cayendo de boca contra la madera del suelo.
-Mala suerte -dijo Brownfeather.
-Mírame, si te escondes detrás de las pilas puedes acercarte a ellos. Y no camines con prisa, si no la madera crujirá. Hazlo así -demostró el solitario, olfateando el aire y captando el olor del rollizo roedor. Subió a una tabla de madera bastante más alta e intentó saltar sobre él, pero la madera crujió con el salto y el ratón salió corriendo hacia el solitario, haciendo que cayera hacia atrás-. ¡Maldición!
-Antes de intentar decir que soy el inútil, aprende a cazar un ratón -gruñó con orgullo el atigrado anaranjado, haciendo un salto limpio y matando a una rata con una mordida en el cuello.
-¿Era ciego? ¿Cómo... Cómo lo ha podido cazar? -se asombró el blanco y negro.
-¿Acaso solo cazas con la vista? -replicó en un tono burlón-. En fin, al menos hay comida para todos -puso el cuerpo de la rata en el suelo, y los gatos empezaron a comer.
La noche estaba cayendo sobre el bosque, y los búhos empezaban a ulular. Jay les había dejado quedarse por la noche en su granero, y se quedaron dormidos casi al instante por el cansancio de la pelea.
El sol salió tras el horizonte, sus débiles rayos matinales entrando por huecos en el tejado del granero. Aún los gatos seguían durmiendo, y Jay roncaba bastante alto.
Brownfeather notó el calor en su cuerpo y se levantó de un nido de paja. Aún así, algo le parecía extraño en el ambiente; un extraño olor le llegaba al paladar. Bajó por unos palos de madera y miró a sus alrededores, sus orejas bien altas, alerta. Un movimiento al rabillo de su ojo le captó la atención, así que se agachó y empezó a dirigirse a la entrada, su pelaje erizado y sus garras desenvainadas ante cualquier cosa.
Un gato atigrado grisáceo con un cuerpo más pequeño y delgado entró con rapidez al granero. Brownfeather reconoció a su amigo, Stripedmoor, un guerrero del Clan del Viento. Se relajó y envainó sus garras, acercándose a él para saludarle de forma amistosa. Pero el guerrero pasó de la relajación de la contraria y la atacó.
Los dos gatos salieron rodando, la guerrera del Clan del Río atrapada entre las afiladas garras del ágil oponente. La había pillado por sorpresa, así que no pudo hacer nada. Perdió todo el aguante que tenía y se liberó de él. Trastabillando, se puso en pie con una expresión de sorpresa.
Pero el atigrado parecía no querer parar de atacar, solo volvió a intentar cargar contra ella con más agilidad que antes. Brownfeather desenvainó sus garras por si acaso y lo esquivó por un lateral, aprovechando su truco casi infalible.
Se chocó contra una pila de heno, pero aun así volvió a levantarse para alzar su pata delantera e intentar propinarle un zarpazo en el omóplato a la guerrera atigrada marrón. Le resultó imposible porque un cuerpo cayó sobre él por sorpresa.
-¡¿Cómo te atreves a ir atacando así por todo el bosque?! -Orangekit cayó justo encima de él con precisión y clavó sus colmillos en el pescuezo de Stripedmoor.
-¡Suelta! -gruñó el otro, intentando quitárselo de encima.
-Ummmm... -pensó el atigrado naranja-. ¡Va a ser que no! -le dedicó una larga sonrisa de burla y rasgó su costado con sus garras.
Orangekit cayó del lomo de su oponente y se preparó para volver a atacar, pero Brownfeather se puso en su paso, bloqueándole con su cola.
-¡Ey!
-Y bien, ¿qué crees que estás haciendo? ¿Acaso te has olvidado de nuestros tiempos? -Brownfeather acercó su cabeza a su antiguo compañero del Clan de la Libertad, bufando.
-¡Habéis traspasado en nuestro territorio! Ya es suficientemente complicado cazar en la estación sin hojas como para que los conejos desaparezcan por una panda de olores de pez! -clavó sus uñas en la madera, rasgando esta-. Esto no tiene que ver nada con alianzas pasadas.
-¿Nos estás acusando de robo de presas? ¿Quién querría unos asquerosos conejos escuálidos y que saben a heces de zorro?
-Arreglemos esto. Orangekit, mejor mantente fuera.
-Solo nunca vuelvan acá.
-Estábamos yendo a la Piedra Lunar, es mi deber como curandero. Eso no es traspasar, así que déjanos volver a nuestro territorio. Y, de paso, este no es territorio de tu clan, así que podemos hacer absolutamente lo que queramos -Spotsleaf se puso al frente, su mirada desafiante.
-¡Pues vayan a vuestro territorio ya, o pondrán muchas cosas en peligro! Vuestros compañeros son unos desesperados por buscar a un par de jóvenes gatos. Vengan, les llevaré de vuelta; -al ver a Orangekit a punto de protestar, el gris aclaró- es una orden.
Los cinco gatos estuvieron andando por lo que se antojaban lunas, al borde del territorio del Clan del Viento. Jay, el solitario, seguía a los gatos de clan a un buen ritmo para haber sido un minino doméstico; pensaba Stripedmoor.
Cuando estaban llegando al desfiladero donde pasaba la frontera entre ambos clanes, Brownfeather escuchó un grito agónico. Pudo distinguir varios cuerpos familiares en el suelo, manchados de algo que no podía reconocer a esa distancia.
-Solo quiero que luchéis por vuestras vidas, ¿comprendido? -gruñó Stripedmoor, dejándolos correr a la terrible escena.
Brownfeather se quedó con una expresión de horror. Varios de sus compañeros de clan se hallaban tirados en el suelo, bañados en su propia sangre.
Las respiraciones de Rainstar, Gingerpelt, Featherpelt y Waterfur eran muy flojas e irregulares.
La guerrera marrón se puso con rapidez al lado de su pareja, tocándolo en el costado.
-Gingerpelt, ¡despierta!
-Lucha por tu clan, no solo por él. Ese es tu deber. Por eso no podías quedarte en la maternidad -notó una presencia al lado suya y una voz que se escuchaba muy lejana pero a la vez bastante cercana.
Una sombra apareció de entre varios arbustos, seguida de otra más pequeña.
-Vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí? No parece que vayan a aguantar más en pie. Un gato de clan inútil que es ciego, un solitario que huele a minino doméstico, un simple curandero débil, y una guerrera que se cree tan especial cuando no lo es.
Brownfeather reconoció a Blackfeather, la lugarteniente provisional del Clan del Viento. Le acompañaba uno de sus hijos, Birdpaw.
-¡Ashkit!
-Parece que tus compañeros de clan nos han acusado de robarles un cachorro. Ellos empezaron toda esta pelea sin razón alguna, y de paso la perdieron -soltó una carcajada-. Él nunca volverá con ustedes.
-¿Qué? -gritó con sorpresa el curandero.
-Ha observado como sus antiguos compañeros atacan sin pensar. Se ve aterrorizado por lo que han hecho. No dejaré que le volváis a herir.
-¡Eso no es cierto!
-Flamepelt, manda a estos cabeza de chorlito a su casa -miró hacia la líder, gritando más fuerte-. ¡Esto no va de antiguas alianzas!
-¡¿Flamepelt?!
Los cuatro gatos fueron rodeados por los tres del Clan del Viento, estando casi al borde del precipicio.
-Tenemos que acabar con esto cuanto antes y ayudarlos -Spotsleaf desenvainó sus garras, sus ojos azules brillando como el cortante hielo.
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