10
Orangekit salió de la guarida de Spotsleaf, observando a donde se dirigía Brownfeather. "¡Cómo se lo cuente a Rainstar!" el atigrado naranja pensó con temor.
Tenía que descubrir qué era exactamente lo que le prometió. La siguió sin que la guerrera se diera cuenta, llevándole hasta la guarida del líder. La marrón se internó en las profundidades de la guarida, pasando entre varias plantas colgantes.
Cuidadosamente, se colocó en la entrada, intentando captar la mayor información posible extendiendo sus orejas.
-¿Necesitas algo, Brownfeather? -escuchó la voz de Rainstar con cansancio en esta-. ¿No puedes esperar? Spotsleaf querrá que vea como va todo en la curandería.
-Es algo difícil de decidir, te digo yo -le advirtió-. Pero necesito que te lo vayas pensando: ¿Podría Orangekit ser un aprendiz?
-Lo podría intentar, pero, ¿acaso saldría asegurado que pudiera ser un guerrero al final de su entrenamiento?
-Si nadie le da una oportunidad, ¿quién se la dará? Tiene las capacidades de un aprendiz; ayer luchó con lealtad a su clan. Por favor, Rainstar -la guerrera inclinó la cabeza.
-Necesito pensar esto. ¿Quién sacrificará todo su entrenamiento para enseñarle tácticas especiales a él? Quiero ayudarlo, pero no sé qué pensarán los demás sobre entrenarlo...
-No hace falta lo que ellos piensen -ella replicó-. Lo haré yo misma, cueste lo que me cueste.
-Está hecho; pero con una condición.
-¿Y bien?
-Entrenará para ser aprendiz, no te aseguro que lo vaya a lograr.
-¡Claro que lo hará! Lo haré lo mejor que pueda, lo prometo -volvió a inclinar su cabeza y se fue entre las plantas colgantes.
Orangekit notó la fricción del pelaje de su madre adoptiva con las plantas, y porque la conversación había acabado; sabía que vendría. Necesitaba salir rápido de allí. Se escondió tras unos arbustos y fue a la guarida del curandero.
-¿Qué estabas haciendo? -reconoció la voz de Spotsleaf dirigida hacia él.
-Oh, solo fui a tomar el aire -se apresuró a decir, gruñendo por lo bajo.
-¿Me podrías alcanzar la cataplasma que hice antes? -nada más preguntarle, le afirmó con la cabeza y se fue a por ella.
La noche caía sobre el campamento del Clan del Río, y Orangekit notaba como las últimas patrullas en salir volvían. La actividad en el clan iba cesando; el pequeño anaranjado escuchaba como entraban cada uno a sus guaridas, acomodándose en sus lechos de cañas.
Vio a su madre y notó el olor del agua del río en su pelaje. Se dirigió con rapidez hacia ella, casi estampándose y haciéndola tropezar.
-¡Ey, ahí estabas! -pasó la punta de su cola por su costado y la apoyó en su omóplato-. Mañana habrán buenas noticias para ti. Espero que fuera lo que querías. Pero necesito que me hagas una promesa -se detuvo y se quedó mirándolo fijamente, como si el contrario fuera capaz de ver su mirada y comprenderla-. Necesito que pares de ir al Bosque Oscuro. ¿Promesa? -alzó su cola.
-Promesa -entrechocó su cola con la de Brownfeather después de unos largos instantes pensando en qué hacer.
Aún no sabía como salir de ese lugar de gatos que habían cometido grandes crímenes. Pero si era ella quien le entrenaba, no sufriría ningún daño. Era la única a la que podría llamar su amiga en todo su mundo, sin contar que a veces se relacionaba con los cachorros de su propio clan. "Solo si fuera tan fácil" dijo para sus adentros, enfadado consigo mismo. "Solo me quieren entrenar para que sea más fuerte que el Clan Estelar" añadió, rabia surgiendo dentro de él. "Pero Brownfeather... Ella sabe mejor que yo, y todo esto lo hace por mi bien" tomó un respiro, agobiado en su tormenta de pensamientos. "Solo si fuera tan fácil como pensarlo..." se acomodó en su lecho en la maternidad, intentando bloquear todo lo que le causaba sentirse confundido.
Orangekit despertó en un lugar oscuro con un tono rojizo, abriendo sus ojos con lentitud. Notaba que era capaz de ver todo a su alrededor, y no estaba sumido en la nada como de costumbre.
-¡Maldición! ¿Es que quiero salir de este lugar con atacantes poderosos y aparezco acá? ¡Cagarrutas de zorro! -siseó, mostrando sus dientes.
-Mantén tu pelaje relajado, Orangekit -una voz se le acercó y apoyó su pata en su espalda-. Parecías un tejón cuando roban a sus crías.
-Buenas, Sandheart. Em... necesito saber cómo salir de aquí. Por más que odie al Clan Estelar, aquí hay gatos muy... traicioneros. Brownfeather me dijo que podría ser peligroso para mí, y que pronto buscaría una solución. Siento mucho esto, pero no quiero ser visto como desleal a mi clan.
-Comprendo... Aunque me gustaría que te quedaras, claro. Solo quiero hacer de ti un mejor gato, un gran luchador para proteger a tus compañeros. Igualmente, creo que ya sabes que es difícil salir de este lugar, ¿no?
-Ya... Pero tú entrenas aprendices, deberías saber. ¿Quién sabe cómo salgo de acá?
-Solo los altos rangos, temo decir. No creo que estén muy contentos. Por tu seguridad, mejor sigue viniendo. Si les revelas que no quieres venir, puede que halle tu cuerpo tendido en el suelo -expresó con preocupación-. ¿Qué es lo que te han prometido?
-Aún no lo sé -maulló con tristeza.
-No tienes nada asegurado allí, jovencito. Si quieres vivir en este lugar, es mejor que aceptes que no hay forma de escape fácil, te lo aseguro. Una vez intenté... -fue cortada por la voz de Orangekit.
-Entendido. No te puedo dejar aquí cuando... has sido de lo poco que me ha importado en tanto tiempo.
...
-Bien hecho -apoyó su cola en su cabeza tras terminar el entrenamiento-. Has trabajado muy bien. Ve a tus sueños normales, Orangekit -y se despidió, quitándola de encima.
... (Sus sueños pasados)
-¡Redspots, toma esto! -Orangekit le lanzó una bola de musgo a su madre, jugando con ella.
-Orangekit -llamó su atención, deteniendo el juego-. ¿Por qué no vas a jugar con Spottedpaw?
-Bueno, lo intentaré -se retiró con su cola rozando el suelo, y se acercó con tristeza a la calico-. ¿Quieres jugar a pasar la bola de musgo? -chilló con felicidad al detectar que se viró para hablarle.
-Ugh, no puedo -y se marchó, caminando al lado de Skypaw.
-¿No tenemos nada más que hacer? ¿Por qué no juegas con él? -su compañero de manchas grises le comentó.
-Ew, no me gustaría para nada jugar con ese bicho pulgoso que no sabe ni lo que pasa a su alrededor -Spottedpaw caminó con más rapidez, con la intención de dejar a Skypaw atrás. Él le dedicó una larga mirada de rabia hacia ella, y luego se dividieron, él yendo a tomar algo de la pila de carne fresca.
Orangekit lo había escuchado todo, sus orejas bien altas para captarlo. Volvió a la maternidad con su cola volviendo a rozar el suelo, y sus orejas gachas.
-¿Estás bien, cariño? -su madre se levantó de su lecho, inspeccionando a su cría.
En la entrada, notó como se acercaba un gato mucho más grande que él, aunque solo se trataba del aprendiz blanco y gris. Se acercó al anaranjado, dejando a sus patas delanteras una presa que tenía pinta de jugosa.
-Que tu amiguita deje de hablar heces de zorro de los demás -gruñó, intentando sonar cabreado, pero su voz era la de un cachorro, así que sonó como un chillido muy agudo.
-¡Ey, esas palabras! -su madre rojiza exclamó cuando el aprendiz abandonó el lugar-. ¿Qué ha pasado? -y empezó a lamer el pelaje alborotado de su hijo.
-Spottedpaw dice que no soy divertido al jugar con ella -respondió con tristeza y luego desenvainó sus uñas, clavándolas en la bola de musgo-. ¡Pero le demostraré que un gato diferente puede ser más increíble de lo que ella piensa!
-No te hará falta, pequeñín. Que no te afecte ninguna opinión negativa, querido. Y si algún día te llegan a herir y no sabes qué hacer, mamá estará aquí... por siempre...
...
-¡Mmm...! ¡Mamá! -intentó gritar bien alto, pero las enredaderas de hiedra que le tapaban la boca le asfixiaban, más y más, hasta que se notó tan frágil que no se podía mover.
Volvió a ganar conciencia. De fondo, podía oír el murmullo del río al rozar con las rocas del fondo. Pequeñas ondas llegaban a la orilla, salpicando suavemente la arena.
Más atento a sus alrededores, intentó reconocer qué era lo que estaba sucediendo. El líder del clan en ese momento, Icestar, lo llevaba entre sus fauces bien aferrado, sin importarle cada movimiento que hacía por escapar de sus crueles y afilados dientes. Al lado suya caminaba un guerrero. Olfateando entre las hiedras, notó el olor de su padre. "No puede ser" pensó sin esperanza alguna.
El gato de pelaje largo gris y blanco lo tiró al suelo. Él se intentó levantar, pero todos sus músculos irradiaban dolor. Su padre le quitó las hiedras de su pequeño cuerpecito, dejándolo libre.
-¡Padre, ayuda! ¡Él me quiere herir! -señaló con su pata a Icestar, chillando con cada pasito que daba.
-Aquí nadie te va a ayudar -el grisáceo se acercó hasta quedar a su altura, y le murmuró en su oreja con un tono helador-. En esta vida, es sobrevivir o morir. Nadie se quedará a tu lado para siempre, inútil cerebro de ratón -le dio un zarpazo en su oreja, arrancando un pequeño pedazo de piel del borde de esta, que empezó a sangrar un poco-. En algún momento, te traicionarán o se morirán. Lo único que importa es lo que puedes hacer con el poder que tienes. Es eso a lo que uno tiene que aspirar, y eso es lo que he decidido realizar.
-¡No...!
-Ese hocico mejor cerrado -le puso su pata grisácea en su boca, interrumpiéndolo-. Has decidido confiar, y esto es lo que te llevas merecido. ¿Quién sabe lo que te deparará en el futuro? ¡El Clan Estelar no tendrá piedad sobre lo roto que dejará tus similares el código guerrero! Vete de aquí, y no vuelvas -respondió con fuerza y rabia, aunque luego le dedicó una larga sonrisa malévola.
-¡Eso, abandona al que nunca fue tu hijo! -empezó a marcharse, pero notó que alguien le empujó por atrás a las frías corrientes del río a las que no estaba acostumbrado.
-Mucho hablar y poco actuar -respondió el otro con una carcajada-. Eso le enseñará que no es bienvenido aquí. El plan saldrá sobre ruedas: el Clan del Río lo pagará.
Los dos, líder y guerrero, se quedaron mirando, como si estuvieran viendo un espectáculo, hasta que el pequeño gato salió empapado a la otra orilla del río.
-¡El Clan Estelar ha arruinado el mejor espectáculo que había presenciado! -gruñó el de pelaje largo, sus pupilas como dos rajas en sus ojos azules.
-Ya hemos terminado, no tenemos razón alguna para perseguirlo. Vamos.
...
-Les debo mucho por haber luchado esta batalla -susurró mientras se iba quedando dormido, pensando en cómo podría ayudar al clan que le defendió.
Una brillante luz azulada era apreciable en el aire. Orangekit abrió sus ojos, viendo todo a su alrededor.
-¿Es esto el Clan Estelar? -bufó con rabia, clavando sus uñas en el suelo.
Miró de forma extrañada a un gato anaranjado. "¿Yo de pequeño?" se acercó más. Exactamente, estaba viendo el reflejo de su pasado. Una gran figura gatuna lo miraba fijamente mientras Orangekit le daba una estrella con forma de rombo. El gato la tomó con la pata y la observó, para luego destruirla con sus propias garras.
-¡No, otra vez no! -gritó agónicamente, sin poder cambiar lo que veía de su pasado.
-Nunca serás importante.
-Pagarás las acciones de tu linaje.
-Nunca lo merecías.
-¡Abandonaste a tu madre!
-Inútil sabandija ciega.
-¡Hasta mi muerte los odiaré! -se tapó las orejas para intentar bloquear sus gritos, pero aún así, encontraban una forma de burlarse de él.
...
-Orangekit, ¿estás bien? -su madre tocó con su pata el costado del naranja.
-Sí, solo un mal sueño. No puedo dormir más, así que voy a salir a tomar el aire.
-No te vayas del campamento -le advirtió.
Orangekit asintió con la cabeza y salió de la maternidad, alejándose del campamento lo máximo posible. "¿A quién le importo de verdad?"
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