capitulo 2
El musgo debajo de las patas de Hojarasca Acuática crujió con escarcha mientras se deslizaba en la guarida
de Estrella de Fuego. Había pasado una luna desde su sueño de las tres pequeñas estrellas, y la estación de la
caída de las hojas estaba dando paso a la temporada más fría.
Hojarasca Acuática se esponjó su pelaje y se recordó a sí misma que tenía que decirle a Zarpa Candeal que
trajera el nuevo musgo a la Cornisa Alta. Estrella de Fuego tenía que mantenerse caliente y seco mientras se
recuperaba de perder una vida.
Hojarasca Acuática se estremeció al recordar los episodios sangrientos del día anterior, cuando había
encontrado a su padre con una trampa de Dos Patas alrededor de su cuello y Zarzoso de pie sobre el cuerpo de
Alcotán, muerto en el lago. Habían pasado muchas lunas desde que el Clan Estelar le había enviado la extraña
advertencia, indescifrable: Antes de que haya paz, la sangre derramará sangre, y el lago se tornará rojo. Ese día
había llegado cuando Alcotán trató de matar al líder del Clan del Trueno atrayéndolo a una trampa para zorros.
Zarzoso había salvado la vida de Estrella de Fuego clavando una estaca de madera que tenía la trampa, y luego
combatiendo a Alcotán hasta la muerte, su propio medio hermano, otro hijo de Estrella de Tigre. Zarzoso era la
sangre que derramaba sangre. La visión de Hojarasca Acuática de un círculo de espinas que protegían a Clan del
Trueno, y la decisión de Estrella de Fuego de hacer que Zarzoso reemplazara a Látigo Gris como lugarteniente,
parecía tener el peso del Clan Estelar ahora.
-¿Eres tú, Hojarasca Acuática? -maulló Estrella de Fuego desde las sombras.
-Silencio, no hables -ordenó Hojarasca Acuática. Se inclinó sobre el nido de su padre y olisqueó. No había
signos de infección, gracias al Clan Estelar, y la herida dejada por la trampa alrededor del cuello de Estrella de
Fuego era superficial y sanaría rápidamente. Su garganta estaría dolorida por algún tiempo, pero Hojarasca
Acuática le había traído su última reserva de miel para calmarlo, junto con una semilla de amapola para ayudarlo
a descansar.
-Come esto -maulló, desplegando la envoltura de hojas que había traído para revelar el charco pegajoso de
miel cubierto con una pequeña semilla negra.
-Estoy bien -protestó Estrella de Fuego. Se incorporó, su pelaje rojizo se veía gris en la penumbra. -No te
preocupes.
-Lo haré tanto como tenga que hacerlo -replicó Hojarasca Acuática. –Perdiste una vida ayer, no lo olvides.
Los ojos verdes de su padre brillaban.
-No lo olvidaré, no te preocupes. Pero tengo un clan que liderar. Nuestros compañeros de Clan necesitan ver
que estoy bien, y hay patrullas para organizar.
-Zarzoso ya ha enviado las patrullas de caza -le dijo Hojarasca Acuática. -Le he dicho a todo el mundo que
estás bien, solo descansando. Ahora, siéntate, o enviaré a Musaraña a contarte historias hasta que te duermas.
Estrella de Fuego soltó un débil ronroneo mientras se acurrucaba entre las plumas que bordeaban su nido.
-La semilla de amapola puede hacer eso por mí, gracias. Muy bien, Hojarasca Acuática, haré lo que me digas.
-La miró cariñosamente. -Necesito recordar que tú no eres sólo mi hija, eres mi curandera, también.
Sí, pensó Hojarasca Acuática mientras escogía su camino por la ladera rocosa después de ver a Estrella de
Fuego lamer la miel y la semilla de amapola. Soy la curandera del Clan del Trueno. Nada más importa que mi deber
para con mis compañeros de Clan. Empezó a recorrer una lista de hierbas de temporada tardía que deseaba
encontrar antes de que la helada picara las delicadas hojas, y se preguntó si había miel en el viejo nido de abejas
cerca de la cima de la cresta. Un destello de pelo blanco que salió de la guarida de los aprendices le llamó la
atención.
¡Zarpa Candeal! -Gritó Hojarasca Acuática, bajando al sólido suelo de tierra del claro. -¿Podría llevar más
musgo para el nido de Estrella de Fuego? Asegúrate de que esté completamente seco.
-¡Claro! -La aprendiza asintió. -Puedo hacer eso antes de entrenar. -Ella caminó alrededor y se abrió paso a
través de las espinas que protegían la entrada al claro.
-¿Estás robando a mi aprendiza? -gritó una cálida voz detrás de Hojarasca Acuática.
Se volvió para ver a Fronde Dorado mirándola.
-Sólo por un momento -le prometió. –El musgo de Estrella de Fuego está un poco frío esta mañana.
El atigrado dorado entrecerró los ojos.
-¿Cómo está él?
-Muy bien -maulló Hojarasca Acuática. -Pero perder una vida es mucho más importante que lo que Estrella
de Fuego hace, por lo que le dije que se quedara en su nido hoy.
Fronde Dorado asintió.
-Muy bien. Zarzoso puede manejar las patrullas.
Hojarasca Acuática analizó al guerrero.
-¿Crees que Estrella de Fuego tomó la decisión correcta de declarar a Látigo Gris muerto y nombrar a
Zarzoso lugarteniente en su lugar?
El guerrero sacudió la cola.
-Un Clan sin un lugarteniente es... Una cosa rara. Siempre sentí que nos hacía vulnerables. -Se inclinó y tocó
su hocico con la parte superior de la cabeza de Hojarasca Acuática. -Pero hay algunas ausencias que nos dejan
aún más desprotegidos. Me alegra que hayas vuelto, Hojarasca Acuática. Sin un curandero, no creo que el Clan
del Trueno sobreviva.
Hojarasca Acuática se salvó de tener que responder por una ráfaga de pasos desde maternidad.
-¡Fronde Dorado! -gritó Bayito. -¡Mira este movimiento de lucha que Espinardo me enseñó! -Él se deslizó
para detenerse delante del guerrero. -No necesito esperar otra luna para de convertirme en aprendiz -gritó. -
¡Puedo defender a mi Clan ahora! -Él se agachó y miró a una hormiga corriendo por el suelo, luego saltó al aire
con las patas delanteras extendidas. Aterrizó en un montón de pelo crema mientras la hormiga se lanzaba
indemne bajo una piedra.
-Estás casi listo, pequeño –maulló Fronde Dorado, cogiendo a Bayito por el cuello y poniéndole de nuevo de
pie. -¡Sigue practicando!
Dalia apareció en la entrada de maternidad con su pelo crema fruncido.
-¡Bayito! ¡Deja de molestar a Fronde Dorado! ¡Ven aquí para que pueda terminar de lavarte!
Los compañeros de camada de Bayito, Pequeña Pinta y Ratoncillo, saltaron al lado de su madre.
-Sí, Bayito –maulló Pequeña Pinta. -¡Eres tan travieso, Estrella de Fuego te va a dar de comer a los tejones!
Dalia parecía horrorizada.
-¡Estrella de Fuego nunca haría tal cosa! Vuelvan adentro, ustedes dos, hace mucho frío aquí afuera. -Ella
introdujo sus cachorros de nuevo en maternidad.
-Dalia parece un poco abrumada -comentó Hojarasca Acuática con un ronroneo divertido.
Fronde Dorado envió a Bayito en su camino con un suave golpe.
–La maternidad está muy llena con los cachorros de Acedera también. No recuerdo haber tenido tantos
cachorros al principio de la estación sin hojas.
Hojarasca Acuática asintió. -Por lo menos los cachorros de Dalia podrán ayudar a cazar pronto.
Fronde Dorado inclinó la cabeza a un lado.
–Ayudar, o dificultar -ronroneó. Luego se enderezó. -Pero si el Clan Estelar nos ha dado el regalo de tantos
cachorros, nuestros antepasados deben saber que somos capaces de cuidar de ellos. Ese es nuestro deber,
después de todo. -Se alejó a toda prisa, llamando a Cenizo para que sacaran a sus aprendices tan pronto como
Zarpa Candeal regresara.
Hubo un crujido de ramas en la entrada de maternidad y cuatro pequeños bultos saltaron.
-¡No puedes atraparme! -gritó Topín, atravesando el claro con sus cortas patas.
-¡Apuesto a que puedo! -soltó su hermana Melina mientras corría detrás de él.
Pequeña Amapola y Pequeña Carbonilla siguieron más despacio, colocando cada pata delicadamente en el
césped helado.
-¡Ooh, hace frío! -Gruñó Pequeña Amapola, contrayendo su pelaje carey.
Pequeña Carbonilla miró a su alrededor, y Hojarasca Acuática sintió que la mirada azul pálida de la pequeña
gata descansaba sobre ella.
-¡Mira, es Hojarasca Acuática! -Pequeña Carbonilla chirrió. Ella trotó hasta la curandera con su cola gris y
corta hacia arriba en el aire. -¿Cómo está Estrella de Fuego? -maulló -Escuchamos que hubo un terrible accidente.
-Sí, un accidente -repitió Hojarasca Acuática. Acedera sabiamente estaba manteniendo el verdadero horror
de los acontecimientos de sus bebés. –Está bien -ronroneó. -Él permanecerá en su nido por un día, entonces se
levantará otra vez.
-Bien -maulló Pequeña Carbonilla. -Un Clan necesita a su líder.
Hojarasca Acuática miró fijamente a la diminuta gata. ¿Qué tenía ella que la hacía parecer tan diferente de
otros cachorros? A veces parecía mucho mayor a una luna, y Hojarasca Acuática la había visto mirar a sus
compañeros de Clan como si estuviera mirando desde lejos, muy lejos, con el conocimiento de un gato del Clan
Estelar. Además, había algo familiar en su aroma, más que el reconfortante aroma lechoso de maternidad y el
cálido olor de Acedera. Hojarasca Acuática estaba a punto de doblarse y olfatear el pelaje de Pequeña Carbonilla
nuevamente cuando Acedera salió del vivero, su vientre todavía estaba flojo e hinchado desde el nacimiento.
-¡Cachorros! -gritó ella. -¡No molesten a los guerreros!
-¡No lo estamos haciendo! -gritó Melina. -Yo y Topín estamos practicando nuestra carrera.
-Sí, y sigo siendo más rápido que tú -insistió su hermano. Estiró una pata delantera. -¡Mira, mis patas son
más largas!
-¡Pero las mías son más rápidas! - gruñó Melina, huyendo en un destello de pelaje marrón claro.
Acedera se estremeció cuando su hija casi derribó a Zarpa Candeal. La aprendiza estaba medio escondida
detrás de un haz de musgo que había arrastrado a través de la entrada.
-¡Oh, Melina, mira por dónde vas! -replicó Acedera. Se volvió hacia Hojarasca Acuática y puso los ojos en
blanco. -¡No sé cómo el Clan Estelar pensó que podía lidiar con cuatro de ellos! -Pero su voz era cálida y llena de
amor.
Hojarasca Acuática atrapó su aliento mientras su vientre se apretaba alrededor de una poderosa sensación
de retorcimiento. No era la primera vez que lo sentía, pero aun así la hacía estremecerse. Había descubierto lo
que la visión de tres pequeñas estrellas significaba hace media luna. Estrella Azul, Fauces Amarillas, Corazón de
León: Todos conocían el camino sombrío que Hojarasca Acuática estaba a punto de pisar. Y ahora era como si los
cachorros dentro de Hojarasca Acuática la desafiaran a dejar de mentirse, a admitir su existencia y a empezar a
prepararse para el futuro.
¡Mis cachorros!
No sólo eran los cachorros de Hojarasca Acuática, de Corvino Plumoso también. Y llegarían la siguiente
luna. Oh, ¿qué voy a hacer?
-¿Estás bien? -Acedera la estaba mirando. -¿Te sientes mal?
Hojarasca Acuática se dio la vuelta. No quería que Acedera la mirara demasiado de cerca; si algún gato sabía
cómo se veía una gata embarazada, era esta reina experimentada.
-Estoy bien -jadeó. -Sólo un poco de dolor de vientre. Debe de haber sido esa vieja y resistente musaraña
que comí ayer. -Miró a su alrededor y vio la cola de Zarzoso chocando contra la guarida de los guerreros. Su
partida de caza había regresado. -Debo ir a revisar las heridas de Zarzoso -maulló Hojarasca Acuática, corriendo.
Sintió la mirada de Acedera, pero no se dio la vuelta.
Zarzoso estaba acostado en su nido, lamiendo sus almohadillas. Sus garras estaban golpeadas por la
excavación de la trampa de zorro y estaba cubierto de arañazos repartidos por Alcotán, pero había insistido en
salir patrulla como de costumbre. Parecía cansado, sin embargo, y Hojarasca Acuática podía decir por la forma
en que se sostenía que le dolía.
¡Él se causó esto sí mismo! ¡Lo vi en el Bosque Oscuro con Estrella de Tigre y Alcotán! Deben haber planeado
juntos atrapar Estrella de Fuego en la trampa. Hojarasca Acuática no podía explicar por qué Zarzoso había
decidido liberar a Estrella de Fuego y matar a Alcotán; ella asumió que algo había salido mal con el plan. ¡Pero vi
el círculo de espinas que rodeaba el claro, manteniéndonos a salvo! ¿Por qué no puedo confiar en Zarzoso ahora?
-Déjame ver tus patas -maulló, inclinándose sobre él.
Con un gruñido, Zarzoso se movió y levantó cada pata a su vez. Algunas de sus garras estaban
peligrosamente sueltas, y Hojarasca Acuática sospechaba que se caerían la próxima vez que se lanzara sobre
algo, pero no había olor a infección.
-Se curaran más rápido si descansas -comentó. Zarzoso se encogió de hombros. -Enviaré a Zarpa Candeal
con un poco de caléndula -prosiguió Hojarasca Acuática. -Frótala en cada almohadilla, y también en tus heridas.
Si tienes dificultad para dormir, te puedo dar una semilla de amapola.
-No necesito eso -maulló Zarzoso-. Hojarasca Acuática se alejó, ansiosa por abandonar el estrecho espacio
mohoso y sus inquietudes sobre el guerrero herido.
Sintió la mirada ámbar de Zarzoso ardiendo en su piel.
-Puedes confiar en mí ahora, Hojarasca Acuática -maulló.
Hojarasca Acuática le devolvió la mirada.
-No es mi papel juzgarte.
-Sé que me viste en el Bosque Oscuro con Estrella de Tigre y Alcotán.
Hojarasca Acuática se estremeció.
-No puedo fingir que no sucedió -susurró.
Zarzoso negó con la cabeza.
-No, y no voy a negarlo. Pero prometo que no volverá a suceder. Ayer cambió todo. ¡Alcotán ha muerto por
mi culpa! Y sé dónde está mi lealtad ahora. Soy el lugarteniente del Clan del Trueno, y mi Clan es lo único que
importa.
De repente los cachorros se retorcieron, empujando contra los flancos de Hojarasca Acuática tan fuerte que
ella tambaleó.
Zarzoso se sentó.
Hojarasca Acuática, ¿qué pasa?
-Nada -dijo Hojarasca Acuática entre dientes apretados. -Yo... me tragué un poco de bilis del ratón por error
cuando trataba las garrapatas de Musaraña, eso es todo.
-Parece que necesitas un poco de aire fresco -maulló Zarzoso. -Ve, estoy bien aquí. Envía a Zarpa Candeal
con el jugo de caléndula cuando te sientas mejor. ¡Y has que los aprendices se ocupen de las garrapatas!
Hojarasca Acuática tropezó fuera de la guarida, tragando el aire frío y limpio como si fuera agua. Bayito,
Pequeña Pinta y Ratoncillo estaban alineados en el centro del claro, y se turnaban sobre un palo.
-¡Te tengo, guerrero de Clan de la Sombra! -escupió Ratoncillo, mostrando sus diminutos dientes blancos.
Bayito apoyó las patas delanteras en medio de la ramita y empujó hacia abajo hasta que se rompió. -¡Muerte
al enemigo! -gritó.
Pequeña Pinta fue distraída por su padre, Zancudo, caminando.
-¡Ése es el verdadero enemigo! -chilló, agarrando la cola del guerrero negro.
Zancudo dejó caer el trozo de carne fresca que llevaba y giró.
-¿Qué estás haciendo? -Replicó, sacudiendo la cola del camino.
Los hombros de Pequeña Pinta cayeron.
-Sólo jugando -maulló.
Dalia miró hacia fuera desde maternidad.
-¡No molestes a tu padre! -Llamó. Zancudo gruñó y recogió de nuevo su presa. Hojarasca Acuática vio a
Dalia estrechar los ojos mientras el negro de largas patas se alejaba.
Corvino Plumoso siempre estaría dispuesto a jugar con nuestros cachorros. El pensamiento voló a la mente de
Hojarasca Acuática antes de que pudiera detenerlo. Imaginó al guerrero gris oscuro rodeado por tres formas
diminutas, dejándoles saltar sobre su cola y mordisquear sus bigotes. En su mente, el fondo era borroso, y ella no
podía decir si él estaba en los acantilados o en el páramo abierto donde Clan del Viento hizo su hogar. Pero ¿qué
importaba dónde vivían, siempre y cuando sus cachorros fueran felices?
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