VII. Verdad
La escena que Semiente veía de entre las hojas la condujo a un sueño que había empezado a tener hace unas noches. La figura que veía desde su escondite de su padre se veía desfigurada por dos grandes alas negras que crecían desde su espalda, sus ojos se tornaron completamente negros y la piel se le oscureció hasta quedar con un tono rojo muy oscuro, la ropa desapareció dando paso a un pelaje fino y negro, finalizando con un agudo grito al cielo y una bandada de pájaros que habían salido despavoridos.
Semiente no evitó ahogar un grito cuando vio a su padre transformado en algo grotesco y monstruoso, como un ángel caído que viniera a cobrar venganza, y que su padre solo era una cortina, un disfraz para ocultar la verdad a los ojos del mundo. Enfocándose en lo que sucedía Semiente veía que su padre, o la figura monstruosa que era su padre giraba la cabeza, alzándola, buscándola. A lo lejos se oyó un maullido y Semiente supo que era Yory.
-¡Semiente! Corre, lo distraeré para que tu logres volver a la Ciudadela -maulló Yory dentro de su cabeza.
Semiente no lograba ver a Yory por lo que no pudo responderle, por lo que tuvo que confiar en el valor de Yory para la tarea, ella empezó a correr hacia donde creía que estaba la entrada, pero no la encontraba. Para ella, todos los árboles y arbustos eran iguales por lo que pronto se perdió y no sabía hacia donde dirigirse. A lo lejos escuchó el mismo grito agudo del monstruo y el maullido de Yory, Semiente temía de la vida de su gato
-Tranquila, él estará bien. Lo conozco desde hace mucho -sonó dentro de la cabeza de Semiente, la cual empezó a otear el paisaje en busca del origen de la voz-. Aquí, en el árbol detrás de ti, mi nombre es Carios, soy el hermano de Yory.
Dicho esto, bajó un pequeño gato de pelaje negro y marrón y con unos ojos azulados. Semiente se agachó y lo alzó en sus brazos, lo empezó a acariciar y este a ronronear. Pero se bajó de los brazos de Semiente, hizo un ademán a Semiente de que lo siguiera y inició a correr y Semiente detrás de el.
Esquivaron varios árboles mientras se escuchaba a lo lejano el mismo grito agudo que la tormentaba y la desconcertaba. Poco a poco Semiente iba empezando a ver varios gatos que se dirigían a la salida de emergencia, que ahora parecía la única salida del horror que los perseguía "¡Anda Semiente! Yory está a salvo, ya se dirige para acá". Llegaron hasta el foco donde todos los gatos desaparecían por un arbusto, como teletransportados a otro lugar. Semiente pasó después de Carios y se adentró en el arbusto.
****************************
-¿Qué... fue... eso...? -preguntó Semiente intentado recuperar el aliento después del largo trayecto- Ese no era mi padre...
-No me permiten decírtelo, si quieres respuestas debes dirigirte al Concejo de Gatos, aquí se separan nuestros caminos. Espero volver a verte. -y con un pequeño maullido se despidió de Semiente y se confundió con la multitud a de gatos que volvían a la Ciudadela.
El camino hacia el Concejo de Gatos no se le dificultó a Semiente, la mayoría de los caminos conducían a este. No se demoró mucho ya que las calles centrales estaban medio vacías. Al entrar al edificio del concejo, estaban los doce gatos conversando, entre ellos Gerios, Lyse y Anton, los únicos gatos que Semiente recordaba que habían hablado con ella. A la entrada de Semiente todos los gatos dirigieron sus miradas hacia ella.
-Sabemos el porqué de tu presencia en estos momentos. Estás agitada y buscas respuestas.
-No -respondió Semiente-. Solo busco una respuesta. ¿Quién en realidad es mi padre?
-Bueno... Ya es hora que sepas la verdad y el trasfondo de todo esto. El nombre de tu padre es Đanthor, es parte de un círculo de ángeles muertos que buscan controlar el Universo. Descubrimos su presencia aquí e ideamos un plan para ajusticiarlo y darle un duro golpe al Círculo. Verás, Đanthor es uno de los más poderosos y ha elegido Jentauro como centro estratégico de su plan.
Đanthor... Ese nombre provocaba escalofríos a Semiente, era un nombre que auguraba desgracia y oscuridad. Semiente recordaba la figura que había visto y veía concordancia en todo lo que le habían dicho. Semiente ya no se sentía a salvo, sabiendo que su padre, o el que era su padre, no era más que una máscara y una mentira. Ella había vivido toda su vida con su padre desde que su madre murió. De ella sólo recordaba un aroma dulce y una larga cabellera ondulante. Sentía nostalgia por ella y una pequeña lágrima salió de su ojo.
-Hay algo mas Semiente -continuó Gerios-. No podemos arriesgarnos a dejarte salir sabiendo que Đanthor ya sabe que tú lo conoces, por lo que tendrás que vivir aquí en la Ciudadela hasta que hayamos maquinado un plan para deshacernos de él. Te construiremos una choza adecuada a tu tamaño y te enseñaremos la rutina de la Ciudadela para que te adaptes -y señalando al gato rojizo, el cual Semiente recordó que se llamaba Anton siguió hablando- Anton te guiará por la Ciudadela para enseñártela y te mostrará donde vivirás.
-Vamos Semiente, sígueme. Te mostraré todo. -declamó Anton y los dos salieron por la puerta del Concejo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top