V. Dentro de la fortaleza enemiga

1-2-5-1
"Bienvenida Semiente"

No era la primera vez que Semiente entraba a la Torre Blanca, como hija del Gran Concejal ya había visitado repetidas veces las inmediaciones de la Torre, y varias visitas antes su padre la había ingresado en el sistema, ella había elegido su edad en ese entonces y su número favorito

-No entiendo por qué el 51 es tu número favorito, Semiente -Le había dicho su padre el día que colocó la contraseña-

-El 51 es un número bonito, ¿no te parece? -le había respondido Semiente de una manera tierna y encantadora.

El padre no podía olvidar el 51 de su vida. No sólo era un número cualquiera, no. Era la edad de su esposa al fallecer.

Semiente había entrado por las grandes puertas de cristal de la Torre tras colocar su contraseña. El vigilante la saludó al pasar, al igual que varios empleados que Semiente ni conocía, al parecer lo hacían solo por ser la hija del Gran Concejal, el sonido de los pasos en el duro piso del edificio de todos los empleados sonaban como una orquesta disonante que auguraba un día largo de trabajo. Al llegar a la escalera de espiral que coronaba el centro de la torre y dejaba acceder a los pisos superiores, Semiente recordó lo que le había dicho el gato Gerios en la Ciudadela "Estamos exactamente debajo de lo que conoces como la Torre Blanca" Semiente pensaba cómo todo esto podía ser construido sin que se dieran cuenta de la Ciudadela.

-¿Estas bien Semiente? -le dijo su padre, el cual ya estaba varios escalones encima de ella.

-Si padre, solo estaba pensando.

-Muy bien. Sigamos que bien sabes que el camino es largo hasta mi oficina.

Subieron los escalones hasta llegar a la parte más alta del edificio donde tres puertas salían de un pequeño rellano, Semiente y su padre se dirigieron a una de las puertas donde rezaba un letrero medio borrado por el tiempo. "Gran Concejal". El padre dirigió su brazo para abrir la puerta cuando esta se abrió y salió Meli, la secretaria de su padre.

-¿Qué haces aquí Meli? No te esperaba hasta dentro de media hora para los reportes.

-Lo siento señor, pero los sucesos que están ocurriendo últimamente han generado el aumento de los reportes e incidentes -respondió Meli, medio tartamudeando.

-¿Sucesos? -preguntó Semiente.

-Nada que te preocupe Semiente, es de un proyecto en el que estamos trabajando.

Entraron a la oficina de su padre. Una espaciosa habitación octogonal con dos armarios llenos de archivos, un escritorio con varios cilindros de minerales de varios colores y gran cantidad de papeles apilados, todo esto sobre una alfombra mullida de varios colores. Semiente entró y se sentó en un pequeño sillón acolchado que había junto a la puerta. El padre se sentó en su escritorio y empezó a leer cada uno de los papeles en que habían en su mesa.

-¿Padre...? -dijo Semiente, sin lograr entender que hacía ahí.

-¿Si Semiente? -contestó el padre con toda normalidad.

-¿Por qué me has traído? No sueles hacerlo.

El padre le hizo señas de que se levantara y se acercara, Semiente obedeció y se acercó a su padre. Él se levantó de su sillón y se acercó a la ventana que había tras su escritorio, señaló a la base de la torre, donde los jardines mostraban su magnificencia con sus brillantes flores.

-¿Qué te parecen los jardines? Hermosos, ¿no?

-Claro que..Cuidado Semiente, busca descubrirnos ...Claro que sí padre.

-¿No ves nada extraño en ellos?

-No padre, nada que reduzca su belleza -respondió Semiente, la cual había empezado a sudar frío.

-¿Qué tal ese montículo de tierra? ¿No es extraño? -señaló a donde Yory y Semiente habían entrado a la Ciudadela.

Semiente ya sudaba y sentía que sus manos fueran a caérsele de los brazos.

-N-n-no padre... Solo es tierra...

-Si... Solo es tierra en un jardín perfectamente cuidado y alineado... No hay nada extraño en eso. Semiente, como conozco tu amor por la Naturaleza te pediré un favor. -y entornando los ojos le dijo- ¿Puedes bajar y arreglarlo? Gracias.

Semiente se retiró lentamente y salió de la oficina, cerró la puerta tras salir, y empezó a pensar sobre qué hacer, cada peldaño que descendía era un paso de preocupación y miedo.

- Yo-Yo-Yory... ¿¿Estás ahí?? -susurró Semiente-

-Así es Semiente, siempre estoy a tu lado, oculto a ojos ingenuos. Debes retrasarte, voy a ir corriendo a la Ciudadela, ocultaremos la entrada, ve a hacer lo que tu padre te ha pedido para no levantar sospechas. No te preocupes.

Semiente terminó de bajar los amplios escalones y caminó el trayecto hasta la puerta de entrada, tecleó su código de acceso y se dirigió al pequeño montículo de tierra que tanto le había atormentado hasta ahora. Empezó a mover la tierra para que se viera uniforme, cada pequeño grano de tierra le recordaba a Yory, a su misión y su padre. Cuando un poco de tierra se hundió en el suelo e hizo descubrir un agujero que Semiente ya conocía, «¡Qué! ¿No habían cambiado la entrada? Yory dijo eso...» volvió a cubrir el agujero para esconder la entrada, cuando una sombra la cubrió a ella y al agujero, ella volteó y ahí estaba su padre

-Hola Semiente, ¿Cómo vas con eso?

-Es complicado sin un balde o una pala, padre... -le respondió Semiente intentando camuflar la gran preocupación que tenía dentro de ella.

-Ya veo... Y, Semiente ¿Esto no era tuyo? -al decirlo sacó una jaula que tenía detrás suyo, ahí dentro estaba Yory, al parecer dormido por un tranquilizante-

-¡¡¡Yory!!! ¿Dónde lo has encontrado?

-Merodeando por los jardines. Semiente, conozco a los gatos mucho antes que tú. No puedes confiar en ellos

-¿A qué te refieres...?

-Tú sabes a lo que me refiero. No creas que tu pequeña aventura hace dos noches no pasó desapercibido. No puedes confiar en ellos.

Semiente no entendía lo que sucedía, no sabía si creer en su padre o en Yory y en el Concejo de Gatos. "Se-Semi, no confíes en él, es su idea confundirte, Co-confía en mi..." Semiente volteó la mirada a la caja y vio que Yory se levantaba lentamente y con dificultad "Distráelo, idearé un plan"

-Padre, ¿cómo sabes todo esto?

-Verás Semiente, todo inició cuando tu ma... -Yory había desaparecido de la jaula, Semiente volteó y vio la cara de Yory sobresaliendo del montículo de tierra. "Sígueme, ¡corre no hay mucho tiempo!" Semiente volteó y se lanzó sobre el montículo, atravesándolo y cayendo por el montículo. Había dejado a su padre.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top