Martes
Bermellones, violetas, morados.
Verdolagas y amarillos envenenados.
Azulinos deslavados.
En costillas y en párpados.
En el rostro, en los brazos.
En los míos. Todo mío. Todo suyo.
Toda suya, por los siglos de los siglos, ahora y siempre.
Ahora y siempre.
Aunque me deshaga en pedazos.
Aunque me diluya en llanto.
Aunque implore y suplique y me humille, de nuevo, de rodillas ante el amo.
Lo soporto. Lo soporto y aguanto y espero.
Espero.
Pronto vendrán los rojos.
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