Lunes
El espanto solía preceder al dolor. Y este, a su vez, al llanto.
Ya no hallo lágrimas que derramar.
Ni siento el pesar que me paralizaba.
Ni aquel miedo que semejaba infinito e invencible.
Fui vaciada por completo y lo único que queda dentro es un deseo.
Uno solo, madre. Uno que de seguro se te hacía inalcanzable. Imposible.
No debes preocuparte. Las sombras me han convencido de que puedo lograrlo, y mis alas rotas me ayudarán a encontrarte.
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