Domingo

De los que siguieron... De esos no.

Tuve que cederlos.

Tuve que deshacerme de ellos, de a pedazos. De a trocitos. De a bocados.

Bocados más grandes.

Bocados temerarios.

Bocados sangrientos.

Bocados de amantes.

Bocados de carne y sangre y angustia y este llanto, este horroroso llanto que no se apaga y continúa y me embarga en momentos inadecuados.

Me he transformado en una colección de instantes robados.

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