Domingo
Llegó sin reconocerse. Sin saber quién era, ni qué lugar era este. Escuché vasos rotos. Pasos pesados. Un andar tembloroso. Me acurruqué, observando la puerta. Vigilante, como siempre.
El picaporte dio medio giro.
Mi corazón dio un vuelco.
Y él cayó inconsciente.
Del otro lado, solo silencio.
De este, un breve quejido.
Un suspiro.
Un agradecimiento.
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