Capítulo 7
Pulmones y otros órganos perforados, caja toráxica destrozada, hemorragias internas, músculos desgarrados y más eran algunas heridas que Seis recibió con el ataque del Black Fox. Hacía mucho tiempo que nadie lo había lastimado de esa manera.
—¡¿Por qué s-sigues vivo?! —exclamó Cuatro, quien forcejeaba para libarse del agarre de su otro yo.
—Porque el maldito tiene más vidas que un gato —masculló Helena, haciendo que el nombrado soltara una risa.
—Parece que... estamos a-atascados aquí por unos m-minutos —comentó con un poco de dificultad ya que sus pulmones todavía seguían dañados pero las hemorragias se habían detenido. Él miró a Helena, haciendo que ella quede muy pálida—. ¿Cómo lo crearon? ¿F-Fuiste tú o a-alguien más?
—Déjala en paz —intervino Cuatro.
—Lo averiguaré de un modo u otro —dijo, dirigiéndose a su otro yo una expresión terrorífica—. El doctor Krieg me enseñó cómo hacer disecciones.
—¡Cuatro! —lo impensable sucedió, un tercer Castel apareció ante la mirada atónita de Helena y golpeó a Seis en el rostro. La patada fue tan fuerte que separó a los tres, tanto ella como Cuatro fueron rodeados por una burbuja y se elevaron rápidamente.
Cuatro comenzó a toser debido al dolor de garganta, hasta tenía marcas en su piel. Los drones y el aerodeslizador, que estaban aguardando sobre la fábrica, los siguieron al confundirlos con Seis.
—¿Qué carajo hiciste Cuatro? ¿Qué está pasando? —cuestionó Siete mientras atendía sus heridas, los cortes y golpes, que había recibido en el rostro, ahora eran marcas moradas, sin mencionar el golpe en la cabeza. Siete portaba el traje de astronauta que era suyo además de una mochila de la cual sacó el botiquín, se había preparado muy bien.
—En este universo somos uno de los tenientes de Cyberex, Seis piensa que soy un clon y quiere saber quién me creó. Él mató a Fox como si nada —al mencionar a Nathaniel sus ojos se llenaron de lágrimas pero no derramó ninguna, su ira era mucho más grande que la tristeza.
—¿Todo eso en 48 horas? —Siete creyó que dejar a Cuatro en ese universo no haría daño mientras él se preparaba pero se equivocó—. ¿Quién es Fox? —preguntó curioso. Entonces notó a Helena, quien apuntaba uno de sus cuchillos hacia ellos a pesar de estar herida, no había escape, estaba encerrada con ambos dentro de esa burbuja y volando a cientos de metros del suelo.
—¿Qué está pasando? —demandó saber la mujer, sorprendiendo bastante al Siete.
—Soy Matías Aarón Burjas pero puedes llamarme Siete para no confundirnos, Lady—respondió ese Castel con una sonrisa, la cual se borró al ver sus heridas.
Ella estaba confundida y bajó su arma al no sentir peligro. Él también me llama así, pensó para luego suspirar. La adrenalina que sintió al momento de apuñalar a Seis ahora le pasaba factura a su cuerpo, física y mentalmente se sentía agotada.
—Voy a tratar tus heridas —habló el recién llegado mientras se inclinaba frente a ella.
—¿Cómo m-me encontraste? —le preguntó Cuatro a su otro yo.
—Te rastreé.
—Pero no tengo nada electrónico conmigo —murmuró, incluso Nix le había cambiado su ropa completamente luego de encontrarlo inconsciente.
—Rastreé tu sangre combinando una habilidad de mi universo y la tecnología hevenziana del tuyo —le explicó de forma resumida ya que el proceso fue más complejo y Maximiliano tuvo la idea de hacerlo—. La doctora Díaz y su equipo también desarrollaron una puerta, nos permitirá pasar de este universo al mío. Así los dos regresaremos a nuestros mundos para dejar al equilibrio en paz.
—¿Todo eso en 48 horas? —preguntó Cuatro haciendo una mueca—. Siete... No podemos irnos.
—¿Cómo que no? Ya hiciste suficiente aquí. —Siete no podía entender el pedido de Cuatro, él se negaba a regresar a su universo porque planeaba detener a Seis por haber despreciado sus poderes y asesinado a Nathaniel ante sus ojos—. Esta no es tu batalla, es la de ella —comentó al señalar a Helena.
—Pero-
—Debes tener tus propios problemas en tu mundo, debemos irnos. No pertenecemos aquí. —Cuatro bajó la mirada al escuchar esto pues era verdad, no podía hacerse el héroe cuando nadie pidió su ayuda.
—¿Por lo menos podemos enterrar el cuerpo de Natt?
—No podemos regresar, Seis sigue en esa zona —negó la castaña, haciendo que él baje la cabeza.
Por su parte el Teniente maldijo mientras se ponía de pie, la patada que recibió lo había dejado sin aliento ya que las heridas de sus pulmones apenas se estaban cerrando.
—¿O-Otro más? ¿De dónde s-salen estos clones?
~~~~~
Al mismo tiempo Evans Kintobor había logrado que los demás tenientes se reunieran con él para discutir qué iban a hacer con Castel.
Los 5 hombres se encontraban sentados en sus respectivos asientos, al rededor de una mesa rectangular y oscura, quien encabezaba la mesa era Cyberex y a su lado estaba el asiento vacío perteneciente a Castel.
—Pasó mucho tiempo desde la última reunión —comentó la I.A, teniendo curiosidad por saber lo que estaba sucediendo.
—Más vale que sea importante —dijo doctor Krieg.
—Interrumpieron su cita con unas frías —habló Carnifex, quien tenía los pies sobre la mesa.
—Seguían con vida cuando me fui, estaba realizando a mis pacientes un águila de sangre —explicó el hombre.
—¿Y eso qué contribuye a la ciencia, doc? —cuestionó Carnifex arqueando una ceja.
—¡Silencio! —exclamó Evans dando un fuerte golpe a la mesa—. Ayer Castel me llamó para que Black Fox buscara a un supuesto intruso pero lo encontré con una rebelde y asesinó a mi arma perfecta. Está claro que es un traidor y debemos eliminarlo —explicó, reprimiendo su ira para no explotar ahí mismo.
—¿Por qué Castel me traicionaría? —cuestionó Cyberex, llamando la atención de sus Tenientes.
—Tal vez quiere más poder —supuso Ronin—. Yo lo haría pero... ¿Existe algo más poderoso que tú?
—También hablé con él y actuaba extraño —agregó Krieg pensativo.
—Se convirtió en una amenaza —insistió Kintobor.
Carnifex se burló ya que no le importaba los problemas de ese doctor llorón. En cambio se levantó de la mesa pues tenía otras cosas importantes que hacer.
—Krieg, ¿vamos por unas cervezas?
—Tú pagas.
—Paga el que se desmaya primero —propuso a lo que Krieg aceptó porque confiaba en su resistencia.
Ambos hombres dejaron la sala de reuniones, haciendo que Evans los maldijera con dientes apretados.
—Malditos hijos de perra, ¿por qué son Tenientes de Cyberex si ante cualquier amenaza se van de parranda?
Ronin soltó aire, cansado por perder tiempo en una reunión estúpida, sin embargo pensó que estirar un poco las piernas no sería malo.
—Evans, yo me encargo de hablar con Castel —le dijo.
—¿Hablar? ¡Córtalo, desmiembra al traidor! —exclamó eufórico, un momento después recobró la compostura—. Gracias Ronin, siempre fuiste más razonable que esos animales —dijo un poco más calmado.
—¿Te unes Haruki? —El pelinegro ya estaba listo para partir, pero volteó hacia el castaño. Haruki era un hombre perteneciente a la raza guerrera de los Victorianos y siempre se mantenía al margen en cualquier discusión.
—Tengo celdas que llenar —respondió simplemente.
Ronin asintió y se marchó, dejando a Cyberex, Evans y Haruki en la sala de reuniones. El doctor Kintobor suspiró, no sabía si realmente había conseguido de que se deshicieran de Castel pero sólo debía esperar.
—¿Eso es todo? —cuestionó Cyberex mirándolo.
—Castel asesinó a Black Fox, no debimos permitir que un traidor sea un Teniente. Era mi arma perfecta, años de experimentación-
—Si Castel lo asesinó no era tan perfecto —lo interrumpió—. Estoy al tanto de su proyecto de clonación y tiene a otro Black Fox, ¿verdad? —La I.A hacia dejado al doctor sin palabras, había mantenido su proyecto en secreto pero de alguna manera Cyberex lo había descubierto.
Realmente no sabía que responder, así que bajó la mirada antes esos ojos que emitían una intensa luz azul. Era obvio que la I.A sabía qué hacían sus Tenientes y dejó la sala siendo acompañado por Haruki. En silencio el castaño siguió a Cyberex hacia los pisos subterráneos de gran edificio. Bajo tierra se encontraba las cajas fuertes donde él guardaba sus sendas de poder.
—¿Castel realmente nos traicionó? —preguntó el muchacho.
—No, nunca lo haría —respondió con seguridad—. Bien... Ya sabes qué hacer —indicó al momento de llegar a la sala de extracción. El lugar tenía un asiento en el centro mientras que grandes pilares lo rodeaban, en esos pilares estaban las sendas vacías, por lo que Haruki tomó su lugar y adentró sus manos en los posabrazos de ese asiento especial.
Al ser un Victoriano, Cyberex lo usaba como una fuente inagotable y limpia de energía que alimentaba los miles de cuerpos que tenía bajo su control en los mundos habitables de esa galaxia. Por supuesto un sólo Victoriano no era capaz de proporcionar la energía necesaria, por ello tenía a uno de esos guerreros en cada planeta. Himeya Haruki era el victoriano que fue criado en la Tierra por Cyberex.
La I.A hace tiempo había atacado el planeta natal de los Victorianos y se llevó a miles de niños menores a un año, de esa manera se aseguró de tener la energía para alimentar sus cuerpos y flotas.
Cyberex observó el proceso de extracción como siempre, lo hacía una vez al mes para asegurarse de tener las sendas suficientes para que todo el planeta continuara funcionando. Castel podría ser su Teniente favorito pero necesitaba y cuidaba de Haruki como su tesoro más preciado.
—Con eso es suficiente —indicó haciendo que el castaño se detenga.
—Pero sólo fue la mitad —respondió confundido.
—No te preocupes, tengo mis reservas —comentó mientras apagaba la máquina de extracción—. En dos días tu compañera vendrá a la Tierra, tendrán una semana juntos. Espero que cumplas con tus obligaciones como siempre.
—Si señor —contestó con seguridad.
Hace tiempo Cyberex había planeado un sistema de reproducción para ellos, los niños que había tomado de Ordanus ya eran adultos y estaban listos para crear otra generación de Victorianos.
Haruki ni siquiera conocía a su compañera ya que no era necesario, luego de que esa semana terminara, ella volvería al planeta dónde creció hasta la siguiente temporada de reproducción. Si todo salía de acuerdo a los planes de Cyberex, salvaría a los Victorianos de la extinción que él mismo provocó y los mantendría bajo control.
—Puedes retirarte Haruki, yo buscaré a Castel para solucionar este mal entendido —dijo la I.A para luego dejar ese cuerpo e intercambiar su conciencia con otro.
Los sensores de una de sus naves comenzaron a detectar un objeto volador no identificado y notó que Nix estaba a bordo en el sistema.
—¿Qué está sucediendo Nix? —cuestionó en un tono severo.
—Ah... es confuso.
—¿Ah si? Quiero ver esto personalmente.
~~~~~
El Teniente Castel tuvo que regresar caminando hasta la civilización ya que Nix y su aerodeslizador siguieron a los clones. Cuando las puertas del ascensor se abrieron al llegar a su departamento, él arrancó la puerta de una patada. Estaba cubierto de sangre, su ropa totalmente deshecha y sentía mucha rabia porque el clon escapó por segunda vez.
—¡Nix! —exclamó con ferocidad—. ¡Prepara la bañera carajo! Quiero quitarme la sangre de ese perro.
—¿Entonces es cierto? —la voz de Ronin hizo que levantara la mirada, el pelinegro estaba sentado en el sillón de cuero en su sala—. Asesinaste a Black Fox.
—¡Hoy es el día de invadir mi penthouse, ¿eh?! —el rizado tomó los restos de la puerta y la lanzó hacia él, sin embargo el fantasma de la espada convirtió la misma en pequeñas astillas con sólo una de sus espadas.
—Quiero saber qué está pasando, Kintobor te acusó de traición —respondió Ronin al enfundar su katana, demostrando que no quería pelear.
—Ese idiota infeliz —masculló el rubio mientras caminó hacia la cocina—. Hay un maldito clon de mí mismo, no sé quien lo creó y qué pretende pero liberó al perro del control de ese idiota. Por eso lo asesiné.
—¿Un clon?
Ronin siguió a Castel por el departamento, viéndolo devorarse una gran pieza de pollo asado relleno. Apenas si consiguió lavarse las manos antes de comen todo lo que estaba en su refrigerador.
—Si, es igual a mí —agregó luego de tragar.
—Amo Castel, lo lamento —Nix vino volando hacia él y le dio la bienvenida a Ronin.
—¡Olvídalo! Reproduce los videos de seguridad del departamento de hace 48 horas —ordenó. En ese momento unas de las paredes se extendió la pantalla holográfica y allí estaban las imágenes del clon. Ronin miró atentamente las grabaciones, viendo a ambos rubios hablar entre sí, no parecía que estuviera editado de alguna manera y las reacciones de Castel eran genuinas.
—Quién lo diría, no te soportas a ti mismo —comentó el morocho con una media sonrisa en su rostro.
—Que gracioso. Ahora que lo sabes no quiero que tú o los demás Tenientes se metan en mis asuntos —dijo Castel con el ceño fruncido.
—Ahora todo tiene sentido, tu clon fue quien amenazó a Evans —dedujo Ronin pensativo—. En realidad a nadie le interesa, sólo el doctor estaba haciendo un escándalo. Yo tenía curiosidad pero cazar un clon es aburrido. Suerte supongo.
—No la necesito —respondió mientras lo veía dejar el departamento.
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