Capítulo 25

A pesar de las palabras de Aarón, el rubio aún no tenía el valor para mirar el cuerpo, realmente había cerrado los ojos al momento de los disparos. A pesar de eso intentó controlarse respirando profundamente. Los disparos que todavía parecían resonar en sus oídos, fueron opacados por el llanto de Helena. 

—Lo hice... Pude vengarlos, pero... —ella soltó el arma, completamente vacía y la misma cayó junto a los cartuchos usados. Entonces ella llevó las manos a su rostro—. ¿Por qué e-estoy llorando?

—Debiste haber pasado por mucho para cumplir tu misión —comentó Aarón. Él trató de mantener su distancia, pero no pudo evitar darle un pañuelo para que limpiara sus lágrimas. Ella aceptó el mismo y le sonrió.

—Ya todo terminó, gracias... —Helena asintió y luego se acercó a Cuatro y le extendió la mano—. Es irónico que, quien me ayudaría a acabar con el Teniente Castel, fuera él mismo.

—No, todo lo que pasó fue mi culpa. Por mis errores —negó pero ella soltó una risa.

—Como si tuvieras el poder de controlar los universos y lo que pasa en ellos—dijo al estrechar su mano con firmeza—. Todos cometemos errores pero la diferencia está en enfrentar las consecuencia y lo hiciste... Yo también lo hice.

—Pero tampoco hice mucho, Castiel y Tres fueron...

—Somos la misma persona así que el cumplido también es para ti —lo interrumpió Aarón luego de darle un ligero golpe al hombro—. ¿Ninguno está herido? —preguntó preocupado, ya que recordó que Helena sufrió un aterrizaje forzoso.

—Me sorprende estar completa luego de enfrentar otra vez al Teniente —comentó ella.

—Si, no importa que me falte el hígado y que me cueste respirar, yo diría que estoy bien —respondió Cuatro e intentó reír, pero el dolor de su interior no se lo permitió.

—Vamos al universo de Siete, allí te tratarán —propuso Aarón—. También quiero ver a Máximo.

—Ah, claro.... Yo me llevaré el cuerpo de Seis para declararle la guerra a los demás Tenientes —habló Helena para luego caminar hacia el cuerpo ensangrentado—. Seis sólo fue el comienzo, todavía tengo mucho que hacer —pensó en voz alta.

Al inclinarse para tomar el brazo del cuerpo, todo pareció detenerse, el tiempo, los sonidos y lo demás que la rodeaba.

Al momento que miró la mano de Seis, notó que sus dedos se movieron ligeramente. Fue casi imperceptible, tal vez se lo imaginó. Pero la realidad la golpeó. La mano de Seis se movió de nuevo, su cuerpo entero comenzó a sufrir de espasmos que llamó la atención de los otros dos. Helena se alejó rápidamente y se arrojó al suelo para recoger su arma.

—¿No está muerto? —se preguntó y se apresuró a recargar el arma con manos temblorosas. Inmediatamente se arrepintió de haber liberado el cuerpo de los cables.

—Estén alerta —ordenó Aarón.

Los tres presentes observaron asombrados cómo la cabeza de Seis comenzó a reconstruirse, primero el cráneo comenzó a crecer, la carne y sangre se unieron y el rostro volvió a formarse, sin ninguna herida, ni marca. Es imposible... ¿cómo asesinas a algo que puede regenerarse de esta manera? ¿El aceite de almendras volverá a afectarlo? Tal vez ya no, pensó Cuatro mientras comenzaba a transpirar. Un sudor frío que, acompañado con el miedo, le ordenaban huir.

Cuando todas las heridas fueron reparadas, Seis abrió los ojos, haciendo que los demás den un paso atrás. Aarón estaba alerta al igual que Cuatro y Helena lo tenía en su línea de fuego, pero no podía disparar. Sabía que sin la alergia las balas no penetrarían su piel y Seis ya no mostraba ninguna reacción al aceite de almendras.

Seis no prestó atención a su alrededor, sólo trató de levantarse pero terminó arrodillado. Su cuerpo templó ligeramente mientras que las marcas azules en su cuerpo, parecidas a tatuajes, emitieron un ligero brillo que desapareció unos segundos después. Seis tosió para luego escupir todas las balas que habían impactado en su cabeza, todas ellas abolladas. Un momento después levantó la cabeza, sólo para ver el cañón de un arma apoyado en su frente.

—E-Es posible que sus poderes de regeneración... hayan superado la alergia y los tardígrados s-solo se aseguran que su mundo continúe con vida —comentó Cuatro.

—Le dispararé las veces que sean necesarias —Helena estaba a punto de apretar el gatillo pero Aarón la detuvo, sosteniendo su mano de manera gentil.

—Espera, algo cambió —indicó al notar que Seis ya nos los miraba con ese odio, ni siquiera estaba asustado por el arma. Helena alejó la pistola por pedido de Aarón, ya que él le prometió que todo estaría bien.

Ellos estaban siendo testigos de un renacimiento pues Seis miraba todo con curiosidad, sus ojos sólo demostraban inocencia. Había perdido la capacidad del habla por completo así como el control de su cuerpo, siendo lo más evidente el no saber caminar.

—Es... como un niño —murmuró la castaña.

—Destrozaste su cabeza, el cerebro pudo haberse regenerado pero no sus recuerdos —dedujo Aarón, todo parecía indicar eso—. Tal vez ya no recuerde ni siquiera su muerte.

—Está fingiendo —dijo Helena para luego disparar, la bala impactó en el brazo de Seis y la fuerza lo empujó hacia atrás. Cuatro intervino en ese momento, interponiéndose entre ellos para protegerla, sin embargo, el disparo sólo raspó la piel, dejando a Seis en un llanto descontrolado. No era posible que tal cosa sea actuada, realmente estaba llorando debido al dolor, sus ojos sólo expresaban miedo y terror.

Aarón se vio conmovido por esto así que se arrodilló a su lado para consolarlo. Sus reacciones eran como las de Máximo y les aseguró a los demás que ya no había peligro.

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La sorpresa de los demás fue casi traumatizante cuando vieron a Seis cruzar los espejos, sin embargo Castiel los tranquilizó.

—Seguro es Cuatro disfrazado —supuso, sin embargo el nombrado apareció junto a Seis.

—Todos cálmense —Aarón alzó la voz al ver que Ayleen tomó su arco y flecha para amenazarlo, Seis rápidamente se ocultó detrás de él buscando protección—. Eliminamos al Teniente Castel, ahora sólo es Matías.

—Yo le disparé y murió pero... —Helena estaba confundida, ¿realmente había logrado su objetivo?

—Es algo difícil de explicar —agregó Cuatro luego de lo que dijo Helena, ella también los había seguido al mundo 7, allí todos podrían ser sanados. Ella había sobrevivido a la caída del jet y estaba segura de que necesitaba atención médica.

—¡Maten esa cosa! Debe estar fingiendo —exclamó Castiel—. ¡Láncenlo al espacio o algo si no muere de la manera convencional! —estaba dispuesto a pagar un cohete sólo para que saquen a Seis del planeta.

—¡Ni siquiera recuerda cómo ir al baño solo! —contestó Cuatro haciéndole frente al rubio trajeado—. ¿Qué hacemos con él? —preguntó hacia Aarón pero él estaba muy ocupado teniendo a Máximo en sus brazos, fue como una eternidad el tiempo que estuvieron separados.

Nix cruzó el espejo también y sobrevoló el lugar de manera errática. Seis lo había enviado con un mensaje para los hevenzianos conquistadores y finalmente había regresado. La I.A se acercó a su líder pero sólo terminó asustándolo.

—Ríndete Nix, Seis está acabado —le dijo Cuatro al tomar al pequeño dron en sus manos.

—No, no, no. Es mi amo, ¿qué haré? —Nix parecía estar en medio de una crisis de identidad—. ¿Cómo pasó esto? —el dron escaneó a Seis en busca de respuestas y luego dejó de luchar contra Cuatro.

—¿Qué? ¿Qué viste?

—Ya no es el amo, las conexiones de sus neuronas son completamente diferentes —contestó la I.A.

En ese momento Maximiliano aclaró su garganta, llamando la atención de todos los presentes. Para él la situación era muy surreal, no todos los días tienes a 6 versiones de tu nieto reunidas en un mismo lugar. Incluso trajeron visitas.

—Soy Maximiliano Burjas y vivo en este universo —comenzó presentándose—. Los últimos días han sido muy confusos y estresantes. Pero ahora pienso que ese Matías necesita un buen lugar para volver a crecer —propuso.

—Si, un universo sin guerras o amenazas alienígenas —comentó Aarón.

—Un mundo avanzado socialmente que no lo discriminará —agregó Ayleen.

—No pienso cuidar de un bebé crecido, tengo una doble vida que mantener —dijo Castiel para luego apartar la mirada—. Ese idiota se lo merece, nadie me enfrenta y sale bien librado. ¿Quién es el mejor ahora? Hijo de mi madre —Castiel tomó a Seis del cabello y lo jaló con fuerza.

—¡Ya basta! —intervino Cuatro, tomándolo de la muñeca para que lo suelte.

—El maldito me arrancó la prótesis. No quieras ser siempre el héroe —le dijo entre dientes.

Cuatro no respondió, en su lugar apretó su agarre y rompió la muñeca de Castiel, haciendo que éste lo maldiga por lo bajo. Pero no demostró dolor ni debilidad.

—Somos más parecidos de lo que crees Castiel. Descuida, también sanarán tu muñeca —comentó para luego alejar a Seis de él. Los demás se habían mantenido al margen de la discusión porque de una u otra forma Seis los había dañado y no querían defenderlo.

En ese momento el lugar se sumergió en un profundo silencio mientras pensaban qué hacer.

—Yo... siempre quise un hermano —dijo Cinco luego de aclararse la garganta. Él se había mantenido callado hasta ese momento mientras los demás debatían.

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