Capítulo 24

Castel cruzó apresuradamente el espejo 3. El mundo destruido y la desolada vista le dieron la bienvenida nuevamente. Sin perder más tiempo e ignorando el dolor de su estómago, voló hacia el lugar de la batalla. No fue difícil ubicar a sus otras versiones ya que hacían volar escombros y habían cientos de burbujas levitando alrededor.

—Son las burbujas que Cinco y Siete crearon —se dijo, pensando que podrían usarlas para la pelea. Pero, de repente, un cuerpo fue lanzado con violencia hacia el suelo, destrozando parte de un edificio en ruinas.

Cuatro pensó lo peor y se acercó rápidamente para ayudar.

—¡Aarón, resiste! —exclamó al acercarse. Sin embargo, cuando el polvo se disipó vio a Seis en el centro del cráter que había creado con su caída.

—¡Apártate! —el morocho estaba sobre ambos, Cuatro quedó paralizado cuando lo vio arrojar una enorme aplanadora. Él se quitó aunque Seis apenas se estaba recuperando del primer impacto cuando el pesado vehículo lo aplastó con brutalidad.

—Estuvo muy cerca —suspiró Cuatro al acercarse a su versión de cabello negro.

—¿Qué haces? —preguntó Aarón—. Creí que te quedarías con los demás en el lugar seguro.

—No, necesitas ayuda aquí —respondió el rizado dándole una sonrisa.

—¿Crees que eso lo detenga? —Aarón se refería a su ataque.

—Bueno no, sus poderes de regeneración lo volverán a sanar —Cuatro terminó de decir esto y la aplanadora fue lanzada hacia ambos. Él reaccionó y cortó la máquina en dos, haciendo que cada parte caiga hacia los lados. Pero un punzante dolor en su interior lo hizo doblarse.

—Agr... No ahora —murmuró al tocar la zona. Era muy extraño que le faltara energía para usar sus poderes—. Tal vez sigo digiriendo.

Aarón arrojó a Seis lejos nuevamente para luego tocar el estómago de Cuatro. Haciendo que suelte una maldición por el insoportable dolor. No pensaba que fuera tan grave.

—¡Ah! No me toques.

—Sólo me aseguro, la mitad de tu hígado ya no está —comentó el pelinegro.

—¡¿Qué?!

—También me pasó cuando no comí nada por una semana. Mi cuerpo de algún lado debía sacar material para usar mis poderes y utilizó el hígado —le explicó—. Tranquilo, ese órgano se vuelve a regenerar.

—¡¿Tranquilo?! No debí usar esos guantes, pude haber muerto —dijo exaltado, no estaba consciente de las consecuencias y sólo lo hizo—. Himeya siempre me aconsejó, piensa primero y actúa después.

—¿Himeya? ¿También hay uno en tu universo? —preguntó Aarón, a lo que Castel asintió—. Él junto con otros omegahumanos formamos la resistencia de los Caídos, pero nunca los he visto en persona.

—¿Por qué?

—Estamos esparcidos por todo el mundo y en cierto tiempo nos reunimos para hablar de estrategias y eso por videollamada —respondió mientras esperaban que Seis vuelva a ellos para continuar la pelea. Cuatro no pudo evitar sentirse intimidado ante la iracunda mirada de su versión malvada, sus ojos inyectados en sangre se notaban a metros de distancia, por su parte, Aarón seguía observando tranquilamente—. Si vas a ayudarme te pediré que tengas cuidado, no podré protegerte y luchar al mismo tiempo —dijo el pelinegro—, no contra un oponente como él.

—Ustedes... son como cucarachas... —la respiración de Seis era agitada—. ¿Por qué... por qué no se mueren de una maldita vez?

Con rabia dio un increíble salto hacia ambos, Cuatro logró hacerse a un lado, sin embargo su contraparte volteó en el aire dispuesto a conectar un golpe devastador. Aarón maldijo por lo bajo e intento salvar a su versión rubia, pero no hizo falta, ya que Cuatro creó una burbuja frente a Seis y se impulsó con ella hacia el suelo justo antes de que el puño de su contrincante lo alcanzará, dando una voltereta en el aire creo otra burbuja para evitar estrellarse contra el pavimento.

—Es increíble, lideras una resistencia con los Caídos aunque en mi mundo se llama Iniciativa —comentó Cuatro impresionado luego de regresar junto a Aarón, realmente nunca se vio como un líder o algo parecido—. ¿Dónde está el resto de la resistencia?

—Soy el único que queda aquí—murmuró.

—Oh, lo siento.

—¡¿Es en serio?! —Seis interrumpió la charla mientras caminaba hacia ellos—. ¿Y yo soy el débil? No pudiste proteger a los tuyos con esos poderes, Tres —dijo para provocarlo sin embargo no esperó que Aarón respondiera con una lluvia de autos destrozados que estaban contenidos en grandes burbujas, los lanzó con furia, demostrando que sus palabras le habían llegado.

—Wow... —soltó Cuatro, completamente impresionado ante semejante demostración de poder, sin embargo detuvo a Aarón—. No malgastes energía, Seis no se cansa al igual que nosotros.

—Lo sé, pero fue muy cruel al decirme eso.

—Realmente no estás peleando en serio, ¿o si? —cuestionó el rubio.

—Seis acabó con la flota de Hyrik, le prometí que sólo usaría mis habilidades de defensa —explicó, dejando confundido a Cuatro—. Estoy cansado de las batallas y las guerras además él me da lastima, me recuerda a mí en mis peores momentos.

—¿Qué? Seis es el peor de nosotros, incluso amenazó con matar a Máximo —le dijo. No era nada bueno que alguien como Aarón esté del lado de Seis, después de todo no era extraño que más versiones tiendan a estar del lado de la maldad.

Pensándolo bien todas sus versiones tenían una tendencia hacia el bien o el mal y reconocía a Siete como el punto neutro. Eso dejaba a tres de ellos a un extremo y a tres del otro.

—Aarón, tenemos que asesinarlo. No hay otra manera —le dijo en un tono serio.

—¿Estás seguro de eso? Hablamos de nuestro suicidio —cuestionó el de rizos oscuros.

—Muy seguro —asintió. Cuatro no sabía si podría confiar en Aarón, sus puntos de vista eran muy contrarios, además el pelinegro se quedó en silencio mientras observaba a Seis volver a levantarse.

—Debe sentir cada herida y golpe como cualquiera, sólo que vuelve a sanar para que el ciclo se repita —murmuró el morocho pensativo. Él rodeó una burbuja en el brazo de Seis y lo mandó a volar contra el suelo, sin embargo este apenas duró un segundo allí antes de volver a lanzarse a toda velocidad hacia el morocho quien volvió a crear un escudo para bloquear el puñetazo de su enemigo, la delgada capa transparente se agrietó pero volvió a recomponerse en un instante. Esto no detuvo a Seis, con la ira a flor de piel, comenzó a descargar potentes puñetazos hacia la burbuja, como si de un extraño pulso se tratara, ambos luchaban con fuerza, uno para mantener su escudo intacto y el otro para lograr destruirlo.

Los nudillos de Seis estaban ensangrentados, podía jurar que se había roto todos los huesos de sus manos al menos 3 veces, pero por su regeneración esto no era un problema, no le importaba hacer eso durante horas, incluso días, solo quería destruirlos. Ellos solo eran un error en el multiverso, eran débiles, insignificantes, todo lo que él había abandonado, si no podía vencerlos, ¿Entonces de que había servido todo el sacrificio que hizo? ¿El dolor aguantado para obtener ese poder?

La velocidad de los golpes de Seis aumentaron, tanto así que Aarón dudaba de poder restablecer su burbuja a tiempo, y tuvo razón, en medio de esa tormenta de puñetazos el escudo cayó. Las pupilas de Seis parecían haber desaparecido, con desesperación lanzó un último golpe, pero este se estrelló contra otra burbuja que se agrieto, está vez no de Aarón, sino de Cuatro quién estaba tras su versión morena con los dedos de sus manos unidos.

—¡A la mierda, esto es mi culpa y lo voy a arreglar! —exclamó al mismo tiempo que Seis intentó golpear nuevamente para acabar con la burbuja. Pero antes de lograrlo el rubio separó sus manos y las extendió a los lados haciendo que está se expanda de repente, mandándolo a volar contra los escombros.

—Vaya, eso no estuvo nada mal —comentó el morocho mientras sostenía a Cuatro, ya que éste se tambaleó un poco.

—No creí que hacerla crecer tan rápido me consumiría tanta energía —respondió agitado. 

En ese momento Seis salió de los escombros, tenía algunos raspones los cuales no tardaron en sanar, sin embargo Cuatro notó algo, una de sus heridas no se cerró, solo era un raspón en su mejilla, pero no tardó en entenderlo.

El rizado se incorporó para luego lanzarse hacia Seis. Superaría esa sensación que causaba los universos para que sus versiones no se asesinen y acabaría con él de una vez por todas. Él esquivó el golpe de su otro yo y creó una burbuja dentro de su boca para comenzar a expandirla poco a poco. Si no podría cortarlo lo destrozaría de esa manera. Sin embargo Seis rompió esa burbuja con los dientes para luego contraatacar. Al estar muy cerca, Cuatro notó las marcas rojas en su cuerpo debido a la alergia, sin mencionar el fuerte aroma a aceite de almendras.

A causa de los ataques Seis estaba sangrando. No se está regenerando como antes... El plan de Castiel funcionó, pensó y quiso contraatacar pero el dolor de su interior lo hizo tambalearse. En ese instante vio el puño de Seis a sólo unos centímetros de su rostro, iba a destrozarle el cráneo de no ser por el escudo de Aarón que se interpuso entre ambos. La burbuja se expandió, haciendo que se separaran aunque Seis fue lanzado nuevamente.

—Cuando un enemigo te supere en fuerza, mantén distancia —comentó Aarón mientras acercaba a Cuatro a él. El pelinegro se mantenía de pie sobre una burbuja, alejado del alcance de Seis—. Además en tus condiciones terminarás muerto.

—D-Duele como e-el carajo... —contestó el rubio, sosteniendo su vientre. Respirar se había vuelto doloroso por los brusco movimientos que había hecho—. Pero está funcionando... Castiel t-tenía razón y lograron q-que su sistema inmune se v-vuelva contra él.

Seis corrió hacia Cuatro, sin embargo creó otra burbuja para defenderse y, haciéndola girar desvío el puñetazo haciendo que el puño de su rival de estrelle contra el suelo para inmediatamente, tomar dos de los tantos escombros del lugar con sus burbujas y lanzárselos, sin embargo Seis los bloqueo fácilmente con ambos brazos, ante esto, Aarón creó un escudo a su alrededor encerrándolo y arrojándolo por los aires.

Seis cayó de lo alto creando un enorme cráter en el suelo, su cuerpo dolía, se sentía cada vez más débil. Su piel ardía al igual que sus heridas, no tenía idea de que demonios le estaba ocurriendo, pero no le importaba. Con dificultad se puso de pie y observó a sus 2 versiones con furia, sin embargo algo cayó sobre sus ojos nublando su vista unos segundos, con rapidez pasó su mano sobre su rostro para aclarar su vista y lo vio, sangre, brotaba de su frente sin parar, con rabia apretó su puño, ¿qué demonios estaba pasando? En un momento comenzó a toser, en su boca sentía el sabor a sangre y escupió un poco del líquido vital.

La herida sanó, pero mucho más lento que de costumbre, intentó restarle importancia y volvió a cargar contra sus contrapartes, el moreno extendió ambas manos creando una burbuja a la cuál Seis impactó con un cabezazo el cual la agrieto para seguidamente golpearla con ambas manos a la vez logrando que sus dedos la atravesaran e impidiendo que se restablecieran de nuevo.

Uno, dos, tres cabezazos, Seis no se detenía, el transparente escudo se manchaba cada vez más del rojo de su sangre, sus ojos se mantenían abiertos de par en par observando al moreno que le devolvía una mirada de lástima, algo que solo enfureció más al teniente.

¿Pena? ¿Aquella insignificante rata de alcantarilla se atrevía a sentir pena por él? ¿Cómo se atrevía? Él era superior, no más debilidad, solo fuerza, solo poder, ya no era el insignificante Matías Burjas, el chico burbuja, ahora era el teniente Castel, no podía perder, ya no.

El escudo cayó y Seis quedó aturdido unos instantes, sin embargo había cometido un error, su atención estaba centrada en el moreno, mientras que el rubio tras él tenía sus manos alzadas al mismo tiempo que una enorme cantidad de sudor caía de su rostro. El teniente aún mareado levantó su mirada y quedó boquiabierto, una enorme cantidad de escombros se hallaba sobre su cabeza. Cuatro bajó sus brazos, eso era todo lo que podía hacer. Las burbujas explotaron dejando caer la avalancha de rocas sobre los 3 combatientes.

El silencio fue sepulcral, como si de una pequeña montaña de tratase, la pila de rocas sobresalía en el paisaje hasta que comenzaron a revolverse, y de ellas salieron Cuatro y Aarón, rodeados de una burbuja hecha por este último y se elevaron en el aire.

—Bien hecho —dijo con una leve sonrisa a su otro yo, quien solo alzo el pulgar intentando retomar el aliento.

La pila de escombros volvió a moverse, está vez surgiendo una mano de ella, con dificultad Seis logró salir de allí, sin embargo estaba totalmente dañado, cortes y raspones rodeaban su cuerpo, este se observó para luego apretar sus puños al mismo tiempo que Aarón y Cuatro aterrizaban frente a él.

—¿Por qué....? —preguntó casi en voz baja—. Ustedes no son más que yo, solo son mis versiones erróneas.

Ninguno contestó.

—¡¿Por qué?! —gritó mientras lanzaba un último golpe el cual chocó contra el escudo de Aarón, solo que está vez, no logró hacerle el más mínimo rasguño, algo que simplemente terminó por quebrarlo, haciendo que caiga de rodillas.

—Ya basta —le ordenó.

—¿Estás seguro que nosotros somos las versiones erróneas? —preguntó el rubio—. Cuatro de nosotros tenemos nuestros poderes de burbujas, todos te hicimos frente. Pero Castiel y Ayleen fueron capaces de anular tus poderes —los ojos de Seis se abrieron enormemente al oír aquello.

—Cyberex me lo prometió, yo... nunca volvería a perder.

—Por lo que yo veo, el único que cometió un error fuiste tú. Te rendiste y tomaste el camino fácil —Cuatro bajó la mirada, recordando el momento en que Cyberex le había hecho la misma propuesta a cambio de traicionar a los Caídos—. Yo podría haber cometido el mismo error, pero ahora que te veo, me alegro no haber sido como tú.

Aarón continuaba alerta, se conocía muy bien y sabía que Seis intentaría algo más y así fue. Él intentó lanzar otro golpe con sus puños ensangrentados, sin embargo algo se envolvió sorpresivamente por su pierna. Al mirar notó que era un cable de tensión que jaló con fuerza y lo arrastró unos metros. Antes de que pueda reaccionar, cientos de cables lo rodearon, era una especie de red que intentaba inmovilizarlo. A unos metros se encontraba el responsable, el piloto, quien observaba al rubio fijamente.

—¡¿Q-Quién eres?! —exclamó al arrancar con mucha dificultad los cables que sujetaban uno de sus brazos, sin embargo más de estos salieron de los escombros como serpientes para retenerlo.

—Te recordaba más fuerte, Teniente Castel —respondió para luego quitarse el casco que había estado usando. Una larga cabellera castaña cayó a los lados de sus hombros, revelando que todo el tiempo se trataba de Helena.

Cuatro se acercó rápidamente a ella, estando sorprendido que esté allí. Helena había intentado cientos de veces detener a Seis, incluso dejó su propio universo para ir tras él. Todo para acabar en ese momento. Seis ya estaba demasiado lastimado, sus heridas ardían como si estuvieran en llamas y los cables ya lo habían inmovilizado completamente.

—¿Qué estás haciendo aquí, Lady? —le preguntó Cuatro.

—No me llames así —respondió luego de rodar los ojos, entonces soltó un suspiro—. No podía quedarme sentada mientras él destruía otros mundos.

Aarón descendió junto a ambos mientras miraba a la castaña fijamente por un largo tiempo.

—Si, soy el amigo piloto. Es tan extraño ver a uno de ustedes con el cabello negro —comentó, aunque Aarón parecía estar perdido en sus pensamientos hasta que finalmente habló.

—Debemos terminar con esto.

—Helena, es tu derecho hacerlo —agregó Cuatro al ver que llevaba un arma en su cinturón.

Ella asintió para luego acercarse a Seis con pasos decididos. Tomó el arma y quitó el seguro mientras apuntaba al rubio directamente a la cabeza.

—Esto es por todas las personas inocentes que asesinaste en nuestro universo —le dijo al recordar las muertes de sus mentores y amigos, ellos estaban solos y Seis no tuvo piedad al momento de asesinarlos. Así que tampoco la tendrá por parte de ella.

Cuatro y Aarón escucharon los disparos, irónicamente era la única señal de vida en medio de esa ciudad destruida y desolada. Ambos sintieron algo extraño e inexplicable luego del primer disparo, luego le siguieron otros hasta que el cargador se vaciara y finalmente... sólo quedó el llanto de Helena.

Aarón tuvo el valor de acercarse a ella y abrazarla mientras veía el cuerpo de Seis. Los disparos destrozaron su rostro completamente y la sangre había quedado salpicada alrededor. Cuatro, por otro lado, todavía lidiaba con esa sensación desconocida, intentaba comprenderla pensando que se sentía como estar al borde de la muerte y a perder a un ser querido al mismo tiempo. Realmente no podía procesarlo y su respiración comenzó a agitarse.

—Todo terminó, tranquilo —escuchó a Aarón, quien ahora se encontraba a su lado.

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