Capítulo 23

En el mundo dentro del espejo 7, Maximiliano esperaba a su nieto pacientemente, él se había ido por mucho tiempo y no tenían manera de comunicarse con él. Por más que sus empleados, amigos toda su vida y quienes lo cuidaban, le aconsejaban que vaya a su habitación y descansara, el hombre insistía esperar en la habitación de los espejos índigos. Estaba seguro de que volvería y tenía razón.

Su espera había valido la pena y vio como el espejo 3 comenzó a reaccionar mientras alguien entraba a ese universo, sin embargo un fuerte dolor se hizo presente en su pecho al ver a Siete inconsciente y cubierto de sangre. Él era su nieto pero no pudo evitar sentir miedo y desesperación al ver a Cinco luchando por mantenerse despierto mientras que Cuatro se desplomaba frente a él.

-¿P-Pueden... sal-varlos? -preguntó Cuatro mientras sentía como si su estómago devoraba el resto de él. Esa eran las consecuencias de usar los guantes de Seis.

-¡Llamen a Darío Vega, ahora! -ordenó Maximiliano a sus empleados. Quienes se apresuraron a buscar el paramédico inmediatamente, por pedido del hombre, el castaño tomó una habitación de la casa para mantenerlo cerca por si algo malo pasaba y fue la mejor decisión.

-Ah, f-felicidades, eres bisabuelo... -Cuatro hizo un esfuerzo para ponerse de pie y quitó a Máximo de la mochila de su espalda para dejarlo en brazos del hombre-. E-Es la... bendición de Tres.

-No puede ser -Maximiliano miraba al niño, creyendo que se trataba de un sueño, pero el pequeño le sonrió.

Darío acudió rápidamente para atender a los heridos, pero al llegar no sabía por dónde empezar.

-Es Darío... soy tu f-fan y trabajo c-con tu sobrino -dijo Cinco emocionado, a pesar de estar gravemente herido, sabía mantenerse en calma y controlaba su respiración-. Sana... a Siete, es el m-más grave -indicó para luego hacer una mueca y sostener su brazo dislocado, sus huesos rotos eran una tortura.

-Bien -Darío se acercó al nombrado para comenzar a revisarlo, inmediatamente notó la falta de sangre y las hemorragias internas debido a la brutal paliza que recibió-. Puedo detener las hemorragias pero necesitan una persona que realice curaciones.

-Ya ordené que llamen a alguien -comentó Maximiliano, las personas con esas habilidades cobraban mucho por sanar pero él pagaría lo necesario.
Desde su lugar, Cuatro vio a Darío trabajar, él había quitado la ropa ensangrentada de Siete. Descubriendo la profunda herida en su costado, sus órganos no fueron afectados pero la sangre escapaba de ella. Darío movió sus manos haciendo que ésta se detenga y regrese dentro del cuerpo, debía hacer circular la sangre mientras cerraba las heridas internas. Cuatro observó atentamente, sorprendido al saber que alguien con semejante habilidad existía.

-Necesito un poco más de sangre, no puedo estabilizarlo en estas condiciones -explicó, ya que cerrar las heridas necesitó utilizar la poca que quedaba.

-Tómala d-de mí, somos... la m-misma persona -le dijo.

-No, estás demasiado débil -indicó, a lo que Cuatro pidió comida para recuperarse.

-Sólo e-estoy agotado... no fui herido c-como ellos... Con un p-poco de comida es-taré bien. -Debido a esto, en minutos, Cuatro se encontraba comiendo todo lo que podía sin preocuparse de atragantarse. Debía apresurarse porque pensaba ir a ayudar a Tres en la pelea. Mientras comía sentía que poco a poco sus fuerzas regresaban y su estómago gruñía sin parar. Las manzanas y verduras eran devoradas por el rubio en un tiempo récord.

-¡Ahhh! -exclamó Cinco cuando Darío acomodó sus piernas, los huesos estaban mal ubicados y debía colocarlos en la posición correcta para el momento de sanar-. Estoy bien... ya pasó -se dijo a sí mismo mientras permanecía recostado junto a Siete. Sabía que pronto todo el dolor desaparecería y podría volver a caminar nuevamente cuando sea sanado.

Cuatro ya se sentía mucho mejor, por lo que le dijo a Darío que lo haga. El castaño asintió y movió su mano, en ese instante Cuatro sintió un punzante dolor en el brazo derecho mientras la sangre comenzaba a salir de su cuerpo por sí misma. Desafiando a la gravedad, la sangre se convirtió en un hilo vivo, rojo y brillante que conectaba a Cuatro y Siete. Se sentía como estar conectado a una vía al momento de donar sangre.

Luego de unos minutos, Darío interrumpió la transfusión, solidificando la sangre en el brazo de Cuatro para cerrar la pequeñísima herida. La sangre era compatible con la de Siete, por lo que ya estaba estable. Ahora sólo debían esperar.

-Debo irme -dijo Cuatro a pesar de la negativa de Darío y su abuelo-. Tengo que ir, Uno y Ayleen también están allá y no tienen poderes. Los traeré aquí para que estén a salvo.

Tras decir esto se dispuso a cruzar el espejo 3, sin embargo se detuvo al notar que alguien más estaba cruzando. Maximiliano vio a una mujer junto a dos hombres, ellos ayudaban al rubio a caminar ya que le faltaba un brazo.

-¡Lo logramos! -exclamó ella, casi soltando a Castiel debido a la emoción.

-¿Cómo llegaron aquí? -preguntó Cuatro, ambos no tenían poderes como para abrir una puerta entre los universos.

-Aarón, o sea Tres, nos dio un artilugio de tu universo diciendo que era una puerta y el amigo piloto la abrió luego de hacerle unas modificaciones -respondió Castiel, notablemente mareado por la falta de sangre. No habría querido mencionarlo pero comenzó a sentir mucho frío.

-¿Quién? -Cuatro y los demás quedaron confundidos al ver que sólo Castiel y Ayleen habían cruzado, dicho piloto no lo hizo.

-Estaba con nosotros hace un segundo -dijo ella igual de confundida-. ¿Abuelito? -la rubia soltó a Castiel para luego correr hacia Maximiliano, de no ser por Cuatro quien lo sostuvo, su versión villana se habría golpeado en la caída.

-¡Ayleen! -el hombre estaba igual de emocionado mientras era abrazado por la chica, anteriormente sólo había hablado por videollamada. Debido a esto sintió un aroma suave que le llamó la atención-. ¿Eso es...?

-Ah, no es nada -comentó al ver las marcas rojas de sus manos, las cuales comenzaban a trepar por sus brazos.

-¿Qué sucede? -preguntó Darío mientras atendía las heridas de Castiel, él también tenía esas marcas en el pecho.

-Es aceite de almendras -señaló Cuatro al tomar distancia-. Soy, somos alérgicos.

-Fue la única cosa que se nos ocurrió para detener a Seis. La reacción alérgica confundiría a los organismo que viven dentro de él, haciendo que ataquen el sistema inmunológico, básicamente hicimos que se destruya a sí mismo por dentro -explicó Castiel al sentirse un poco mejor-. Las flechas de Ayleen estaban empapadas con el aceite, por eso es la más afectada por la alergia.

-Es un plan increíble -comentó Cinco, eso tal vez les daría la victoria.

-Si, eso pensamos. Pero tarda demasiado en hacer efecto -se lamentó ella ya que no vieron efectos de la alergia en Seis.

-Aarón lo sabe también y seguro debe estar confiado -agregó Castiel.

-Bien, iré a ayudar. No es la primera vez que enfrentó a un poderoso asesino desquiciado -dijo Cuatro para luego cruzar por el espejo antes de que alguien pudiera detenerlo.

-¿No es la primera vez? -repitió Castiel arqueando una ceja-. ¡Ah... cuidado! -exclamó hacia Darío mientras desinfectaba su herida.

-Lo siento pero estas heridas... ¿Usabas una prótesis? -Castiel sólo asintió ya que no quería hablar realmente. Estaba harto de los viajes entre universos y cooperar con sus versiones buenas, él sólo quería un té con menta para tranquilizarse. Ya imagina lo tedioso que será la operación para tener otra prótesis y luego seguiría los aburridos ejercicios de recuperación.

Darío también le colocó una pomada en las zonas afectadas por la alergia. Cosa que también hizo con Ayleen. Al mirar a un lado se encontró con la mirada de Cinco y un Siete completamente inconsciente. Siguen con vida, al igual que una plaga molesta, pensó el rubio trajeado.

Las risas de Máximo llamó su atención en ese momento, viendo como el anciano jugaba con él junto a Ayleen. Ella estaba encantada con el niño.

-¿De quién es el bebé? -preguntó curioso ya que Cuatro no les había dado muchos detalles.

-Es nuestro -respondió Cinco-. El hijo de Tres más bien pero técnicamente todos ya somos padres.

Luego de oír eso Ayleen quedó paralizada y se desmayó ante la mirada de los demás, Cinco soltó una risa comentando que Siete también se había desmayado al enterarse.

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