La muchacha respiro profundo tratando de tranquilizarse. Tras el cristal un grupo de seis o siete caminantes gruñían.  Gimió apartándose el pelo de la frente sudada. 

—Que asco de día —Dijo a la nada.

Se tiro en el piso, lo más lejos posible de la puerta bloqueada. Y subió el ruedo del pantalón para ver la herida.

 Mierda.

Estiro las piernas evitando sisear por el dolor y tomo el micrófono que había caído cerca durante el forcejeo. Una tenue luz iluminaba un cartel rojo que decía "Al Aire".

 ¿Que más da?, pensó apretando el botón.

—Emm... Hola... ¿Hay alguien escuchando?.... supondré que sí para no sentirme tan patética hablándole a la pared. Mi nombre es Kayla Johnson... Estoy encerrada en una estación de radio. No, no te pido ayuda. Estoy atrapada aquí dentro y moriré. Eso no me importa, lo acepte hace varias horas. Ellos me tienen rodeada, de hecho, estoy viendo como aplastan sus huesudas y despellejadas caras contra el vidrio que nos separa.

—Voy a usar mis últimas horas para contarles la historia de cómo termine aquí... Sí, se lo que estas pensando. Pero, ¿Tienes otra cosa que hacer? Yo creo que no. Antes de contarte esta locura debes saber dos cosas muy importantes sobre mí. La primera es hice cosas horribles en nombre de mi supervivencia. Seguramente tú también, o no estarías escuchándome ahora. La segunda es que tenía catorce cuando morí.

Kayla aparto el micrófono soltando una risa tonta —Joder, esa frase se ha oído genial. Espero que alguien la escuchara.