El cristal de los magos

Mariana entró a una pequeña habitación que pertenecía al sector de los magos. Allí la esperaba una imponente mujer que aunque nunca antes había visto en persona, sabía que era su verdadera madre. Ambas pudieron mirarse a los ojos a pesar de la molestia que las envolvía, pero no se atrevieron a comenzar una conversación.

Selene quiso acercarse, pero su hija retrocedió sin darle oportunidad de poder tocarla, luego comenzó a juguetear con una liga que decoraba su muñeca izquierda. Se notaba visiblemente incómoda. Aprovechó de detallarla con más detenimiento. Tenía un significativo parecido con Nick sobre todo en la forma del rostro, los ojos oscuros, las pecas y los hoyuelos. Solo había heredado de ella el cabello rojo y la tez pálida.

— Gracias por aceptar verme— dijo tras aclararse la garganta.

— Solo vine porque quiero preguntarte una cosa — respondió Mariana.

— Lo que quieras...

—¿Por qué me abandonaste? —Su voz salió temblorosa, casi inaudible—. ¿De verdad preferiste ser la reina de las sirenas antes de ser mi madre?

Selene sintió como si acabaran de estrujarle el corazón, aquella pregunta era demasiado dura para ella. Quiso explicarle toda la historia, pero no supo por dónde empezar. Estaba segura de que su hija jamás podría perdonarla por aquella decisión.

— Es demasiado complicado de explicar, hija— respondió unos segundos después. Luego intentó acercarse un poco más, pero Mariana le hizo un gesto para que no siguiera avanzando—. En ese momento lo único que conocía en mi vida era este mundo. Nací para ser una sirena y fui escogida para reinar sobre las demás de mi especie, pero no contaba con que el amor por Nick me haría desear abandonarlo todo y huir muy lejos de aquí.

—¿Por qué no lo hiciste? —le reclamó Mariana con lágrimas en los ojos—. ¿Por qué no tuviste la fuerza suficiente como para abandonar tu reino por mí?

Selene titubeó, pero finalmente se decidió a responder con total sinceridad.

— Nick y yo habíamos planeado escapar juntos cuando supimos que venías en camino, pero Anemith lo asesinó antes de que pudiera cumplirse ese plan, así que mi mundo se derrumbó— confesó mirándola fijamente a los ojos—. Sé que ahora mismo debes pensar que soy la peor madre del mundo, pero en ese momento no estaba preparada para abandonar mi reino y convertirme en una persona común que pudiera criarte.

— ¿Acaso no podías dejarme a tu lado? — preguntó a punto de quebrarse, las lágrimas comenzaban a empapar sus mejillas.

Selene sintió su corazón estrujarse nuevamente. Aunque no había podido formar un vínculo fuerte con su hija, no soportaba verla sufriendo por su culpa. Deseaba poder abrazarla.

— Había violado las normas al tener una relación con un Elegido y embarazarme— explicó. Mariana frunció el ceño, extrañada—. Cada criatura mágica tiene un propósito en este mundo. Las hadas deben dedicarse a sanar y cuidar de la naturaleza, los gordianos a fabricar armas, aprender a pelear y defender a Arcadia de cualquier enemigo. Las sirenas nos encargamos de proteger el océano, por eso pasamos la mayor parte de nuestra vida allí. Tener un hijo con un Elegido significaría romper el ciclo de las cosas porque ese niño no podría dedicarse a cuidar de nuestro hogar, tendría que abandonarlo para que pudiera hacer uso de sus poderes. Por eso no podía llevarte conmigo y convertirte en una sirena, necesitabas ser humana para afrontar tu deber como Elegida.

— Preferiste abandonarme.

Selene quiso responder, pero las palabras se ahogaron en sus labios. En parte era cierto, en aquel momento no tuvo el valor suficiente para anteponer su deber de madre antes de su deber como reina. Mariana ahogó un sollozo, había comprendido su silencio. Luego algunas lágrimas rodaron por sus mejillas, dejándolas coloradas y húmedas.

—Te odio— confesó, a punto de romper en llanto—. Ojalá nunca hubieras aparecido, así seguiría pensando que mis verdaderos padres son humanos y no tendría que asimilar que ninguno de mis progenitores me quiso.

—Te equivocas, Nick y yo te queríamos mucho, por eso deseábamos huir juntos. Añorábamos criarte lejos de aquí, como una familia normal.

— Nunca te arrepentiste, nunca regresaste para intentar enmendar tu error—soltó Mariana, cada vez más dolida.

—Lo siento, hija, de verdad...—se disculpó Selene, a punto de dejar escapar algunas lágrimas. Logró acortar la distancia entre ellas y rozar sus brazos, pero Mariana se sacudió para quitársela de encima—. Por favor, no quiero que me odies...

— Sabes, creo que en verdad no te odio— rio la joven con algo de sarcasmo en su voz—. Más bien te agradezco, me libraste de tener que llamarte madre.

Mariana dio media vuelta para marcharse, estaba temblando de rabia y rencor, no deseaba continuar en la misma habitación con aquella mujer que decía ser su progenitora.

— Espera— suplicó Selene antes de que pudiera escapar.

Mariana se detuvo, pero no se giró para volver a enfrentar su mirada.

— Te pareces mucho a tu padre— susurró Selene con una sonrisa entristecida en los labios—. Ojalá Nick pudiera verte. Estoy segura de que estaría orgulloso de cómo venciste tu miedo en el reino de las sirenas y de cómo te enfrentaste a Anemith para intentar proteger el cristal del océano.

— Por desgracia ya no está—murmuró Mariana tras un breve silencio—. A él también le fallaste.

Por consiguiente, avanzó hacia la salida y se marchó sin mirar atrás.

...

Noah caminaba de un lado para otro frente a la entrada del sector de los magos. Corazón de la Tierra se negó a recibirlo porque estaba reunido con el Consejo, por lo que no tuvo otro remedio que esperar. Los Elegidos tardarían algunas horas en llegar a Arcadia desde sus casas, así que decidió sentarse en un pasillo, pero sus nervios continuaban a flor de piel. Le preocupaban demasiadas cosas, en especial la seguridad de Giselle.

— Por fin te encuentro—dijo Camila dos horas después.

Noah continuaba en el mismo rincón con la mirada perdida en un punto lejano. Se sobresaltó un poco al notar la presencia de su amiga que se acercaba corriendo, detrás llegaron Petter y Alejandro.

— ¿Qué sucedió?

— No lo sé, pero al parecer no fue nada bueno—respondió Noah tras soltar un suspiro—. El Consejo lleva horas reunido.

Corazón de la Tierra apareció de repente tras usar la sortija giratoria. Reparó en el rostro preocupado de sus discípulos y temió por la reacción que pudieran tener al conocer las noticias. Noah se levantó de un salto, deseoso de saber lo que sucedía.

— Vayan al salón de reuniones cuanto antes— habló antes de que pudieran atormentarlo con preguntas—. Todos.

Noah trató de intervenir, pero Corazón de la Tierra volvió a desaparecer. Estuvo a punto de soltar una maldición, pero no quiso perder tiempo en nimiedades. Alejandro utilizó su poder para comenzar a reunir a los otros Elegidos que estaban en Arcadia, mientras los demás corrían hacia el lugar indicado. Una vez estuvieron todos allí, el anciano decidió comenzar a explicar lo que sucedía.

— Anemith y Rosman han tomado el subsuelo, por lo que no podemos perder tiempo— explicó lo más pausadamente posible. Los Elegidos ahogaron una exclamación de asombro—. Los inframundos han podido mantener el lugar a flote durante estas tres horas, pero Anemith está controlando a los demonios del averno, por lo que es casi imposible que puedan vencerla sin ayuda.

— ¿Qué debemos hacer? —preguntó Alejandro, decidido ayudar en lo que se pudiera. No deseaba presenciar otra catástrofe como la ocurrida en el reino de las hadas.

— Deben viajar al subsuelo cuanto antes y utilizar sus poderes para vencer a Anemith.

— Pero, ¿cómo? —preguntó Noah sin comprender—. La única manera de entrar al subsuelo es muriendo.

— Exacto, tendrán que morir temporalmente— explicó el anciano con tranquilidad—, pero mantendremos sus cuerpos a una temperatura adecuada para que sus almas logren regresar cuando se complete el objetivo. Los inframundos han prometido perdonarles la vida si los ayudan.

Los Elegidos comenzaron a hablar entre ellos. En el fondo estaban aterrados, la idea de morir no les parecía para nada agradable.

— No sé si es buena idea confiar en esos seres— opinó Brayan.

— Los inframundos son raros y misteriosos, criaturas muy peligrosas, pero conocen la importancia que ustedes tienen para el mundo mágico—dijo Corazón de la Tierra para intentar tranquilizar sus temores—. No deben preocuparse.

—¿Qué tipo de muerte vamos a tener? —preguntó Lucas, asustado—. No me gusta la sangre ni mucho menos quiero sufrir dolor.

— ¿Te acaban de decir que vas a morir y eso es lo único que te preocupa? —preguntó Drake con un dejo de fastidio en su voz.

— ¿Por qué debemos ayudarlos? —volvió a intervenir Brayan—. ¿Acaso somos la línea de emergencia del mundo mágico? —resopló con fastidio—. Hola, Elegidos, ¿en qué podemos ayudarlos? Un dragón se comió a tu hermano, que bien, ya vamos para allá —dijo con un tono gracioso que intentaba imitar a una operadora. Lucas soltó una carcajada que si no fuera por la situación hubiese contagiado al resto del grupo—. Que resuelvan ellos sus problemas.

— Admiro tu empatía— soltó Jane con tono sarcástico.

— Chicos, no hay tiempo para discutir— intervino Corazón de la Tierra antes de que comenzara otra disputa—. Además, hay algo más que deben saber. Es sobre Giselle.

Hubo un breve silencio. Noah sintió que el corazón comenzaba a latirle muy fuerte, por un momento creyó que todo había sido un invento de Brayan al notar que el anciano comenzaba a hablar de otra cosa, pero ahora sus preocupaciones habían regresado.

—¿Qué le sucedió? —preguntó Camila.

— Al parecer Anemith y Rosman hicieron un sacrificio de sangre para poder adentrarse en el subsuelo.

Noah abrió un poco la boca, sorprendido y alterado a la vez. Comprendía el significado de aquellas palabras, pero no deseaba aceptarlas con tanta facilidad.

— ¿Está...? —No pudo terminar la frase, sus puños se apretaron de manera inconsciente y nuevamente sintió rabia e impotencia como cuando su padre fue asesinado. Corazón de la Tierra asintió—. No es posible...

— Desgraciadamente sucedió, pero creo que podemos recuperarla.

— ¿Cómo? —preguntó Noah con un tono de voz sombrío.

— Giselle también es una Elegida, los inframundos podrán perdonar su vida, pero es un poco más complicado porque su cuerpo no está aquí en Arcadia. Además, su alma se encuentra dentro del pozo de las almas perdidas, el lugar donde las almas esperan ser trasladas a su descanso eterno. Pero no permanecerá demasiado tiempo allí. Pronto se irá a su destino final y la perderemos para siempre.

Los Elegidos tenían una pequeña noción de cómo funcionaba el hogar de los inframundos porque lo habían estudiado en clases de historia. Había varios niveles, en uno estaban los héroes como Emilio, en otro las personas comunes y corrientes que fueran más buenas que malas, en el averno estaban los demonios, almas atroces que causaron mucho daño por lo que debían sufrir para siempre. Luego estaba el pozo, aquel lugar previo a la muerte real.

— Déjame ver si entendí, ¿Rosman asesinó a su propia hija? —exclamó Diana, horrorizada. Corazón de la Tierra asintió—. Imagínate lo que nos espera a nosotros si nos atrapan...

— ¿Cómo podemos sacarla de ahí? —volvió a preguntar Noah, esperanzado.

— Su alma debe fusionarse con la de otro Elegido, de este modo cuando las almas sean perdonadas y regresen, podrá encontrar el camino a su cuerpo— explicó el mago.

— Pero si su cuerpo está en Nelvreska...—dijo Petter sin poder contenerse, también estaba muy preocupado por Giselle.

— Su alma se quedará atrapada en el cuerpo del Elegido que la haya traído y ambos morirán, pues un cuerpo no puede soportar dos almas a la vez por mucho tiempo— agregó el mago, bastante desanimado.

— Entonces es imposible salvarla— opinó Lucas, cada vez más traumatizado con aquellas afirmaciones—. Pobre Giselle, me caía bien.

— Hay que intentar persuadir a Rosman para que nos entregue su cuerpo— opinó Petter.

— ¿Crees que es tan fácil persuadir a Rosman? — preguntó Brayan con desconfianza—. Ese no quiere a nadie.

— Rosman podrá ser un monstruo, pero dudo que quiera dejarla morir — dedujo Petter. Conocía bastante bien a su antiguo rey, era una persona despiadada que no toleraba los errores y mucho menos la traición, pero solía ser bastante compasivo con su hija. Le costaba imaginárselo asesinándola a sangre fría.

— Bueno él la asesinó sin ningún tipo de remordimiento, así que tampoco podemos esperar demasiado— opinó Jane, bastante pesimista con aquel asunto.

— Mejor dejemos de discutir y pongámonos a trabajar— intervino Camila, poniéndose de pie—, mientras más tiempo pase, menos posibilidades hay de vencer y traer a Giselle de vuelta.

Los Elegidos asintieron, decididos a cumplir con su deber a pesar de que algunos carecían de la experiencia necesaria para poder enfrentar aquella amenaza. Todos se levantaron de sus asientos, pero Corazón de la Tierra los retuvo.

— Quiero informarles una última cosa—dijo, intentando ser lo más breve posible—. El Consejo de Magos ha aceptado entregar su cristal a uno de ustedes sin tener que hacer ninguna prueba.

Los Elegidos soltaron una exclamación de asombro que fue sustituida enseguida por sonrisas complacidas y murmullos de celebración.

— Hemos escogido a un Elegido que en nuestra opinión es un ejemplo a seguir para todos. Alguien que tiene características dignas de admirar y es un guerrero formidable—agregó con una sonrisa orgullosa en los labios y su mirada se clavó en uno de sus discípulos—. Felicitaciones, Noah.

— ¿Qué? —exclamó el muchacho, sorprendido. Corazón de la Tierra avanzó unos pasos para poder entregarle la reliquia en la mano—. ¿Por qué yo?

— Si alguien tiene todas las cualidades que debe tener un Elegido ese eres tú—afirmó con orgullo—. Mereces esta gran responsabilidad.

— Gracias, no me lo esperaba la verdad.

Noah estaba atónito. No se sentía tan merecedor de aquel honor, pero en el fondo agradecía que el Consejo de Magos lo viera como un Elegido confiable que nunca sería capaz de traicionar su deber. Le hubiese gustado que Emilio estuviera allí para observarlo, al menos así podría sentir que todo su esfuerzo había valido la pena. El vacío fue llenado por sus compañeros que enseguida comenzaron a felicitarlo con gran admiración.

Luego de aquella breve reunión, los jóvenes se marcharon hacia la enfermería, dispuesto a enfrentar la prueba más difícil de sus vidas. Corazón de la Tierra retuvo a Noah un poco más, necesitaba decirle una última cosa.

— Debo advertirte que tengas cuidado—habló con seriedad—. El pozo de las almas perdidas es un lugar incierto y peligroso. Solo las almas libres de pecados pueden escapar de allí, así que no te confíes.

Noah quiso preguntarle cómo era capaz de leer sus intenciones con tanta facilidad, pero no tuvo tiempo, ahora era el mago quien le daba la espalda y caminaba hacia la enfermería para reunirse con los demás.

Las Elegidos fueron guiados por las hadas hacia una habitación bastante grande que tenía una piscina donde podían sumergirse alrededor de veinte personas. Cada una de aquellas criaturas trabajaba arduamente para llenarla con trozos de hielo, así podrían mantener los cuerpos intactos después del esperado fallecimiento.

— Deben sumergirse, luego beberán un veneno que les provocará una muerte rápida e indolora— explicó el mago.

Los Elegidos miraron la piscina con cierta desconfianza, la idea de morir les seguía causando pánico, pero las hadas no los dejaron pensarlo demasiado, enseguida los instaron a terminar de sumergirse.

Una vez dentro, les colocaron un salvavidas alrededor de la cintura para impedir que se hundieran y el agua invadiera sus pulmones. Luego, todos bebieron el letal veneno intentando no dejarse vencer por el miedo y la incertidumbre.

—Recuerden chicos: Estarán muertos, pero cada herida que sufran allá se verá reflejada en sus cuerpos, así que deben tener cuidado, porque, aunque los inframundos prometieron perdonarles la vida, si no hay un cuerpo para regresar, sus almas quedarán atrapadas para siempre en el subsuelo.

—No podías decirlo antes de que bebiéramos esta porquería—protestó Brayan tras lanzar el frasco del veneno hacia afuera de la piscina—. Más vale que sobreviva porque si no mi fantasma te perseguirá.

Corazón de la Tierra curvó los labios hacia arriba, pero no fue capaz de reírse, sabía que sus discípulos estaban enfrentando un grave peligro, era normal que estuvieran aterrados.

Los Elegidos comenzaron a experimentar algunos síntomas luego de beber el veneno, entre ellos somnolencia, mareos y visión doble. Karla se asustó demasiado cuando no fue capaz de mantenerse erguida porque su cuerpo se debilitaba cada vez más.

— ¿Estás bien? —preguntó Petter al notar que comenzaba a respirar con dificultad.

— Tengo miedo...—confesó, mientras intentaba regular su respiración para no sucumbir ante el temor de la muerte.

Petter la estrecho entre sus brazos con cuidado, dejando que apoyara la cabeza en su pecho.

— Tranquila, estamos juntos—susurró para intentar calmarla. Luego besó sus cabellos mojados de forma protectora. Quiso mantenerse despierto, pero sus ojos comenzaron a cerrarse poco a poco.

Los cuerpos de los Elegidos flaquearon uno tras otro y quedaron flotando sobre las heladas aguas hasta quedarse sin pulso.


Nota del autor: Niñoos, me he estado demorando un poco en subir porque la segunda parte de este capítulo está complicada de escribir y me está costando un poco lograr el efecto que deseo. Les dejo por aquí un adelanto para que no se desesperen. Espero lo disfruten y me tengan paciencia. Un abrazo gigante y gracias por seguir aquí.  

Gracias @MelfernandezF y @LidiceArcos que son mis lectoras betas, las adoro. Lidice también hace estas preciosas imágenes nuevas. Ambas se merecen el cielo y que también vayan a leer sus historias.

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