Capítulo 3: Un patinador en New York

*Narrador omnisciente*

Santuario - Filadelfia (Pensilvania, EE. UU.). Tres días después...

Rai: Genial, me siento como un león, lleno de energía —dice con ánimo.

Niall: Me alegra que ya estés mejor. Arregla tus cosas que tienes que buscar a los otros.

Rai: Yyy, ¿a dónde iré? —pregunta con duda.

Mario: Buena pregunta, querido. Te toca ir a Nueva York, es donde hemos podido localizar a otro elegido.

Rai: ¿Hay que comprar pasaje de avión? —pregunta. Los otros dos lo ven de forma rara.

Niall: No, Rai. Abriré un portal para que vayas, llegarás más rápido de lo que crees —le dice, y Rai lo mira emocionado.

Rai: Eso suena increíble, ya me agrada ser un elementary —dice emocionado.

Cederic: Bien, chico, estás de ánimos. Ahora debes irte. Cuando pases por el portal tu collar te enviará lo más cerca que estés de tu hermano, ¿entendido? —dice pausado y relajado, Rai asiente. En eso Cederic abre su mano, de ella sale una energía que crece en forma circular —Ahora, chico. Entra —le dice a Rai, este asiente y entra al portal, en él se desplaza rápido, está impresionado, es como si estuviera en los famosos agujeros de gusano, luego ve que hay otro circulo al final donde se ve una ciudad, sale del portal para aparecer en un callejón.

Rai: ¡Vaya! Esta ciudad es enorme, hacía tiempo que no la visitaba ¿Dónde estará el otro? Están locos si piensan que buscaré en toda la ciudad —dice de forma bromista. Sale del callejón dándose cuenta que está en Manhattan —Bueno, he venido aquí antes, quizás pueda ser más fácil bus —Se percata de que en la plaza hay una multitud y va hacia allá. Cuando llega a la plaza se adentra más entre las personas y ve que hay varios chicos patinando, los cuales son realmente buenos.

Rai: ¡Wow!, son buenísimos en eso —dice sorprendido.

En eso ve que un chico hace una pirueta en su patineta, este chico salta los bancos del parque, seguido se monta en los muros de concreto, va por un muro que es muy empinado. Todos pensaron que se iba a caer, pero el chico se inclina y hace como un salto para caer de pie en el suelo. Todos quedan fascinados.

Rai: Ese chico es un experto, debería participar en un campeonato —dice muy sincero.

Xxx: Su nombre es Nasim, es muy bueno patinando, sin embargo, nunca a participado en eventos, aquí son muy costosos —le dice una chica que está a su lado.

Rai: ¿De verdad? —pregunta, la chica asiente —Lástima, tiene mucho talento.

Xxx: Me llamo Andrea, soy amiga de Nasim. ¿Quieres que los presente? —le pregunta la chica.

Rai: Soy Rai, mucho gusto. Sí, por favor, quisiera conocerlo —afirma. Van hacia donde está Nasim con otro chico.

Andrea: El otro muchacho es Samuel, también patina. Después de Nasim él es el otro que mejor patina de aquí —le cuenta, Rai la escucha con atención —Nasim, Samuel, es el Rai. Los vio patinando y se volvió su admirador, se los presento.

Rai: Mucho gusto, muchachos. Tengo que decirles que patinan espectacular, los admiro mucho, y eso que acabo de verlos —les expresa Rai.

Samuel: ¡Un placer, Rai! Gracias por darnos buenas opiniones y pues, al fin conozco a otra persona que posee un nombre poco común —ríe y le da la mano.

Nasim: Mucho gusto, amigo. Gracias por tus palabras, no te había visto por acá antes —le extiende su mano. En ese momento Rai se da cuenta que posee una pulsera con una joya gris muy parecida a la de su collar. Estrecha su mano y en lo que esto pasa ambas piedras brillan, el amarillo junto al gris. Los tres chicos se sorprenden, Rai solo disimula.

Andrea: ¡Vaya! ¿No me digas que tienes una gema brillante también? —pregunta emocionada.

Rai: Bueno, sí la verdad. Ya se las enseño —saca su collar de su remera, este aún posee un resplandor amarillo —Solo que la mía la uso de collar y Nasim de pulsera.

Samuel: ¡Vaya! Qué coincidencia, nombres poco comunes y unas piedras preciosas. ¿No serán hermanos perdidos?

Si supieran —piensa Rai.

Nasim: Quizá sea coincidencia. Pero bueno,  ¿puedes contarnos de ti y cómo obtuviste esa gema?

Rai: Claro, vamos a sentarnos por allá —señala debajo de un árbol. Caminan hacia el árbol, hablan de cosas triviales hasta que Samuel hace una pregunta.

Samuel: Oye, Rai, no es por ofenderte pero tus ropas se ven caras, ¿eres de clase alta?

Andrea: ¿No crees que preguntar de su vida es algo muy acelerado? Va a hacer mucho contándonos sobre el collar —le reprende.

Rai: No, tranquilos, no me molesta —dice con amabilidad—. Sí, chicos, soy de buena posición social, mis padres trabajan en una empresa, más bien poseen una, y pues de alguna manera eso me llevó a que obtuviera el collar con ésta gema ya que en unas vacaciones en Hawái una señora bastante anciana me lo regaló, lastimosamente al día siguiente murió, por esa razón lo guardo como un tesoro, dijo que me lo quedara. Desde que tengo 8 años la llevo conmigo.

Nasim: ¡Vaya! Qué historia más interesante pero a su vez triste. Pero para ser un chico con dinero eres bastante humilde, los que son de clase alta nos ven como nacos, incluso nos hacen malas caras. Hasta hay veces que mandan a la policía para que paremos de patinar —explica.

Rai: Sí, conozco a los de esa clase, pero no soy así, pienso que todos somos iguales ante los ojos de Dios. No hay porqué creerme más que los demás.

Andrea: Qué lindo pensamiento. Por qué no son así todos los demás.

Rai: Nasim, ¿podrías decirme cómo obtuviste tu pulsera? —pregunta disimuladamente.

Nasim: Claro. Verás, una vez mi mamá me dijo que la acompañara a la iglesia y pues, sabes que hay siempre personas mayores que les gusta rezar —Rai afirma y le hace seña para que continúe —Bueno, estábamos en la iglesia y una señora mayor se me acerca para saludarme, sin embargo, no la conocía. Me dijo que el color de mis ojos fueron bendecidos por Dios y que por eso ésta gema me había elegido —Todos lo miran muy atentos—, entonces sacó de su bolso esta pulsera para entregarmela, en lo que la depositó en mi mano el resplandor gris brilló en toda la iglesia. Fue algo raro, más no la volví a ver. Mi mamá dice que nunca la ha visto más en la iglesia.

Samuel: Créele, nosotros también fuimos y nos sorprendimos con eso, paso cuando Nasim tenía 8 años, ahora tiene 17.

Rai: ¡Vaya, qué sorprendente! —dice con sorpresa, no se imaginaba una historia tan distinta —Oigan, ¿mañana podrían enseñarme a patinar?

Samuel: Lo siento, no puedo. Tengo que visitar a mis abuelos, sino con gusto —se excusa.

Andrea: Yo tampoco podré, iré con mi prima de día de chicas, porque yo también sé patinar —habla en tono dulce y Rai la mira sorprendido —¿Qué? Por ser mujer no quiere decir que no sepa patinar —la chica ríe.

Nasim: Yo puedo enseñarte —habla emocionado—. Patinar me encanta, además, si puedo ayudar al que quiera aprender éste arte lo hago con gusto. ¿Te parece si nos vemos mañana en éste mismo parque?

Rai: Claro, dime la hora.

Nasim: 3 de la tarde, llega puntual —lo señala con el dedo.

Rai: De acuerdo, ahí estaré, no te fallaré —Estrechan sus manos, hace lo mismo con Samuel y se despide de Andrea con un beso en la mejilla—. Nos vemos mañana, cuídence. Samuel, Andrea, que la pasen bien mañana.

Samuel y Andrea: Igualmente, cuídate —Luego de esto, Rai se levanta y se va, busca un hotel para pasar la noche, paga y luego sube a instalarse en su habitación.

Rai: Quién pensaría que un patinador en New York fuera el próximo elegido. Fue rápido, espero que todos sean así —Se baña, se cambia y luego se acuesta para dormir.

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