Capítulo 8: Combinación perfecta.

Santuario - Filadelfia (Pensilvania, EE. UU.).

Han pasado dos días desde la muerte de Manuel. Aunque la tristeza no ha dejado a nuestros héroes y sus amigos, estos deben seguir adelante lo más pronto posible, ya que la tierra está en gran peligro. Todos se encuentran en el jardín del santuario haciendo una especie de ritual. Ronald, Paoly, Noel, Lenalee, Cristhofer y Nahiara están sentados alrededor de la espada; comienzan a subir sus auras para enviarla al arma.

Mizu: Esto sí que se torna complicado —se acuesta en el suelo de forma perezosa, Tommo corre hacia él para lamer su cara—. Ey, muchacho, iba a dormir no a jugar, jajaja.

Mario: La pereza es un pecado, deberías dejar toda esa flojera, si no has hecho nada en dos días —le reclama mientras lo ve con decepción.

Mizu: La envidia también lo es. Aunque me cuesta admitirlo, la rata de Duncan nos pateó el trasero, y de no a ver sido por Manuel o Noel nosotros creo que no hubiéramos salido ilesos. Tengo derecho a descansar mis heridas, princesa —se excusa, para acomodarse de nuevo.

Lance: La espada brilla —avisa, a lo que todos posan su vista en el arma—. Creo que lo están logrando.

Los seis aliados hacen que sus auras suban para comenzar a juntarse en un tornado, este se dirige hacia la espada que comienza a tomar un poco más de brillo, el cual se combina con el aura de los seis aliados; pero repentinamente la espada explota haciendo que los aliados sean golpeados por la gran energía y caigan a la suelo con gran fuerza. Los elegidos y guías van hacia ellos para auxiliarlos.

Eidan: Santo cielo, ¿qué fue lo que pasó? —pregunta confundido mientras ayuda a Paoly.

Ryan: Parece que la espada no aceptó sus poderes —coloca la mano en su barbilla—. Muy extraño. Si aceptó que los seis la tocaran, no entiendo por qué no acepta su energía.

Cederic: ¿Entonces qué hacemos? Necesitamos esa fusión para asegurar la victoria ante la guerra —lo ve con algo de desespero.

Kiara: En los libros de magia dice que esta espada es uno de los tesoros más antigüos e importantes, después de los tesoros mágicos y la plaqueta de piedra. Quizás se deba canalizar aún más poder del que han generado —sugiere.

Niall: Puede ser. Para derribar la barrera de los tesoros necesitaron canalizar mucho poder, ¿no es cierto? —ve a los aliados y elegidos, todos asienten—. La espada brilló cuando su poder quiso fusionarla, lo que me da a pensar que tal vez esté creando su propia barrera.

Paoly: Muy bien. Vamos a intentarlo de nuevo —habla motivada.

Nasim: Sangre —todos lo ven extrañados.

Cristhofer: Se supone que el vampiro soy yo, pero si quieres un poco no seré yo quien te la niegue —le estira su botella con sangre.

Nasim: No es eso. Si para las barreras se utilizó la sangre de todos, junto con su aura, quizás este caso sea el mismo —asegura muy decidido, mientras va a tomar la espada—. Inténtenlo. Si se dan cuenta, la espada está apagada, por así decirlo; no tiene esa aura majestuosa de antes, solo la sentimos cuando los rechazó —asegura.

Ronald: No tenemos nada qué perder. Vamos a intentarlo, ya que el tiempo no está de nuestro lado —apoya la idea del elegido.

Los aliados deciden intentarlo. Los seis colocan sus dedos índices en el filo de la espada y comienzan a recorrerlo, dejándola llena de sangre, la espada desprende un pequeño brillo. Los seis vuelven a tomar sus lugares alrededor del arma y comienzan a aumentar su aura.

Rai: La espada —señala, todos ven cómo esta brilla de forma distinta cuando suben sus auras—. El brillo es distinto al otro.

Ilan: Parece que lo que dijo Nasim funcionó —se cubre los ojos por el potente brillo.

Los aliados hacen que sus auras salgan de sus cuerpos, pero de forma distinta. La sangre que está impregnada en la espada comienza a desprenderse y a juntarse formando una especie de diamante rojo. El aura de los seis aliados forma un tornado de nuevo, este comienza a ser absorbido por el diamante; en ese momento la espada brilla y su energía también se dirige hacia el diamante. Todos ven que los poderes se van mezclando formando una sola energía, y el brillo se vuelve muy pero muy potente, cegando a todos.

Mario: El poder es cada vez más intenso —habla mientras se coloca unos lentes de sol—. Hay que cubrirse los ojos con estilo —se pasa la mano por su cabello.

El diamante comienza a cambiar de color, de él salen ondas de energía que comienzan a tener cierta armonía. Ven que poco a poco el diamante baja hacia la espada, hasta incrustarse en ella; luego, una gran fusión de energía crea una pequeña explosión y todos salen volando.

Lenalee: Qué fuerza —se levanta poco a poco mientras sacude su ropa—. ¿Habrá funcionado? —intenta ver hacia dónde está la espada, pero todo está cubierto por una nube de humo.

Nahiara: Nasim, ¿podrías dispersar el humo? —el chico asiente creando una corriente de viento que hace que todo quede despejado—. ¡Increíble!

Los chicos se quedan muy impresionados al ver la nueva forma de la espada. El arma aumentó su tamaño, también su poder creció de forma considerable; en el espacio entre el filo y el mango está el gran diamante que fue creado con la sangre de los aliados, pero este ya no es color rojo sino que posee los colores del aura de los dueños de la sangre; estos colores brillan en armonía con un efecto visual que parece agua, y el poder de la espada está fusionado con este, dando un resultado muy satisfactorio.

Ryan: ¡Maravilloso! —corre hacia la espada, lleva su mano despacio y esta le permite tocarla; la toma para acercarla a los chicos muy feliz—. Muchas felicidades, lo lograron. Con esto tenemos un arma para derrotar a Duncan —todos van hacia él y ven la espada con mucha impresión.

Eidan: Pregunta —todos lo ven—, ¿cómo la usamos ahora?

Cederic: Esta espada sigue teniendo el mismo poder, ya que si se concentran pueden sentir que el aura de Draco predomina sobre la de los chicos —ellos asienten una vez que se percatan de lo que el guía dice—. Se usa de la siguiente manera: deben acercarse a Duncan para tratar de que una ola de energía lo traspase, luego su alma saldrá de su cuerpo y ahí es que la cortarán.

Kiara: Sin embargo, para hacer eso necesitan al menos quitarle dos de los tesoros que posee, y para eso está el cristal —señala la espada—. Con ella podrán amortiguar los ataques que Duncan les haga con los poderes de los tesoros, por lo que estarían iguales en poder gracias a la espada, lo difícil es llegar a Duncan.

Niall: Lo que primero que debemos hacer es destruir el escudo principal, que es el que protege el castillo —les muestra la imagen de la barrera negra que cubre el castillo de Duncan—. Con tan solo hacer una fisura podrán entrar al menos ustedes seis, ya que lo más seguro es que muchos debamos pelear con las criaturas que están custodiando afuera.

Noel: Los demonios guerreros y los gemelos son el obstáculo más fuerte que hay, a ellos también hay que eliminarlos por completo. Con eso no me refiero a sellarlos, hay que acabar con su escencia —asegura el ángel, y todos asienten.

Lance: Me parece perfecto, pero necesitamos mucha gente para acabar con el ejército de Duncan; posee más criaturas sobrenaturales oscuras de las que pensábamos —les recuerda viendo la imagen que Niall aún proyecta.

Ryan: Descuiden, ahí entramos nosotros. Tendremos que enfrentarnos al ejército de afuera para que ustedes destruyan la barrera y entren al castillo —hace que la imágen de Niall se extienda—. Si se dan cuenta, para llegar al castillo hay que pasar por siete torres, las cuales pertenecen a los guerreros; una vez lleguen al castillo, estarán los tres hermanos —les asegura—. Si se fijan bien, los dominios de Duncan parecen más bien una especie de reino pequeño.

Rai: ¿Con la espada podemos eliminar a los demonios guerreros y a los gemelos? —pregunta.

Cederic: Se podría decir que sí, pero la espada deberá cargar su energía, ya que ninguno de ellos es un demonio ordinario —explica—. Me temo que para derrotarlos dependerá de sus poderes —los ve serio y ellos asienten—. La mejor idea es separarlos para que sean más vulnerables.

En eso, Tommo suelta un gran gruñido. Ven que el zorro corre hacia el santuario y sale hacia el jardín delantero, todos van tras él, hasta que ven a través del campo de fuerza que hay grandes ogros detrás de la mascota. Deciden salir para enfrentarse a ellos pero, al estar afuera, un gran rayo cae sobre los seis elegidos y los desaparece dejando a todos sin palabras.

Mario: Era un señuelo, los chicos deben estar en el Gran Cañón —asegura mientras esquiva un golpe.

Paoly: Debemos derrotarlos lo más rápido posible —salta para lanzar espinas moradas hacia los ogro. Son muchos.

Ryan: Es hora de la alerta roja —sube su aura con gran fuerza, el intenso brillo cubre todo el bosque.

Gran Cañón - Arizona, EE. UU.

Los chicos aparecen a un kilómetro de distancia de la gran barrera que protege el castillo de Duncan; se intentan estabilizar, ya que se sienten mareados. Una vez se le pasa el efecto, se asustan un poco con lo que ven, están rodeados de todo tipo de criaturas sobrenaturales oscuras, las cuales los ven con gran sadismo; los chicos se juntan y están atentos ante cualquier movimiento.

Mizu: Los servicios de uber de Duncan son malísimos, y debido a eso voy a poner la queja —saca la piedra que activa su traje de batalla—. No le voy a dar el gusto, y mucho menos a pedir clemencia; si me matan será peleando, así como lo hizo Manuel, Ágata, Vanessa, Ángel, Anita, los elegidos pasados y todos aquellos que han dado su vida para que estemos acá —hace brillar la piedra y aparece vestido con su traje especial.

Los demás elegidos sonríen, también sacan las piedras, y sus trajes de pelea se apoderan de sus cuerpos. Luego ven a los miembros del ejército de Duncan aumentando sus auras, las criaturas van hacia ellos.

Lance: Hasta la muerte, jooo —golpea el suelo, una gran montaña comienza a subir haciendo que cambiaformas, wendigos y troles sean lanzados con gran fuerza; el moreno salta haciendo una gran plancha en el suelo que causa un temblor.

Eidan: ¡Adiós! —hace que su aura explote causando una gran explosión de fuego que quema a los vampiros, brujos y hadas que iban hacia él, luego esquiva a una arpía que intenta cortarle el cuello—. Lo lamento, señorita, en la batalla no soy un caballero —le escupe fuego quemando su cuerpo por completo.

Nasim: Al suelo —avisa; Eidan se agacha, mientras el ruloso vuela cerca formando un gran tornado que se lleva a las arpías—. Aves monstruo, eh —observa un gran número de aves, y detrás de él hay murciélagos demonios—. ¡Ciclón! —comienza a girar de forma rápida formando un enorme ciclón que atrapa a las criaturas voladoras—. Un huracán.

Mizu: Esa es mi señal —convierte su cuerpo en agua, se impulsa con gran fuerza golpeando a los demonios y perros infernales que posee a su alrededor—. ¡Voy! —entra al poder de Nasim para comenzar a expulsar agua dentro de este, combinándose ambos elementos, y convirtiendose en un feroz huracán que arrasa con los enemigos.

Ilan: ¡¡Suéltame!! —un elfo lo atrapa por detrás; el menor activa sus botas, gira su cuerpo y luego le da una patada en la cara logrando soltarse. Una valkiria va hacia él, intenta cortarlo con su espada, pero Ilan salta dando una voltereta en el aire para patearla en la cara, luego golpea a un demonio en el estómago, derribándolo al momento—. Tómate dos aspirinas y llámame por la mañana —le patea el rostro.

Rai: ¡Fuera del camino! —clava su garra en el suelo creando un gran campo eléctrico que mata a todas las criaturas que van hacia él—. Lo lamento; buen intento; qué mala puntería tienes, buey —se ríe mientras esquiva esferas mágicas, luego le envía un gran rayo a un brujo, dándole un golpe directo—. Hora del gran golpe —salta comenzando a subir su aura, el cielo se nubla y un gran rayo cae acabando con casi todos los enemigos—. Plaga eliminada.

Todos se juntan, pero un golpe los separa. Ven unas sombras que se mueven muy rápido, estas pasan al lado de Lance, atándolo con un soga; el moreno cae al suelo, ya que recibe una descarga. Alrededor de Ilan, explotan unas bombas con un humo rojo, el cual hace que caiga al suelo con una gran tos. A Eidan y Mizu les lanzan una sustancia pegajosa que evita que se puedan mover, y sus poderes no sirven para liberarse. Nasim es encerrado en una gran jaula que le impide moverse, y Rai es atrapado por unas ramas que evitan que su electricidad sea conducida.

Mizu: Qué servicio tan pero tan agradable. ¿Qué es esta cosa? —ve con repulsión la sustancia roja sobre su cuerpo—. Vaya, parece que ahora no les da miedo salir a pelear —ve a Toro, Darlyn, Drewn y Eriru.

Eidan: ¿Tanto miedo nos tienen? Cobardes. Suéltennos para pelear a gusto —les exige mientras los ve con rabia.

Darlyn: Aunque muero por matarlos, alguien más quiere ese placer. Nosotros solo los llevaremos a su tumba —asegura, mientras cuerdas de energía rodean a los seis—. Es hora de acabar con ustedes de una vez por todas.

Nasim: Estas cuerdas no se rompen —intenta crear viento, pero no puede destruirlas—. ¿Tienen magia?

Toro: Así es, cortesía de la casa —extiende su mano hacia el lado derecho, ven a alguien conocido y se quedan mudos—. Muchas gracias, Patricia.

Patricia: De nada. Acá estamos por la misma causa, que estos seis mueran. Ellos han interferido en nuestros planes desde hace mucho tiempo —los ve con desprecio.

Ilan: Tu magia es más fuerte que la última vez —asegura viendo las cuerdas.

Patricia: Así es, y ahora será su fin —detrás de ella aparecen más figuras conocidas.

Eidan: Ariel, Emilia y Tamara. ¡Malditas! —gruñe mientras las ve—. Así que ya se están juntando todas las ratas. ¿Quién falta?

Eriru: Ellos —señala al capitán Baldomero con toda su tripulación; la ex reina Griselda, junto con su hija Gigi y su hombre de confianza, Santiago—. Ahora sí no falta nadie. ¿Alguno de ustedes quiere decir algo?

Lance: ¡Váyanse al infierno todos! —les escupe—. Que hijos de puta son todos. La tierra está en peligro y se juntan con el diablo solo por tener más poder.

Rai: Es más, yo siendo ustedes no me quedaría más acá, ya hubiera corrido por mi vida.

Drewn: Cállate. ¿Por qué no aceptan que están vencidos? ¡Preparen! —todos cargan energía en sus manos—. ¡Apunten! —dirigen sus manos hacia los elegidos—. ¡Fuego! —disparan su energía hacia los chicos causando una gran explosión.

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