Sangre inocente

Corazón de la Tierra sintió la señal de peligro. Intentó llegar hasta Los Elegidos lo antes posible, pero una barrera de poder creada con magia negra estaba bloqueando el escondite. Cuando por fin logró entrar, era demasiado tarde, se encontró con una escena desgarradora. Emilio estaba tirado en el suelo sobre un charco de sangre. Tenía los ojos abiertos, fijos en la nada y junto a su mano derecha se hallaba el puñal con el que se había defendido hasta el final. 

El anciano había visto morir a muchos elegidos a lo largo de su existencia. Emilio, sin embargo, era alguien a quien quería casi como un hijo. Lo había encontrado en la calle con tan solo seis años. Sus padres habían muerto en un accidente. Él tuvo que aprender a ganarse la vida como podía en la ciudadela. Desde pequeño mostró una gran valentía y astucia, por eso él decidió convertirlo en un Elegido. De este modo, pasó a formar parte de aquella generación que comenzaba y aprendió todo lo necesario para poder llevar a cabo sus tareas. Emilio logró grandes cosas usando su poder. Ayudó a preservar el medio ambiente creando inventos y estuvo de voluntario en hospitales cuando una gran pandemia azotó a la ciudad.

Corazón de la Tierra se arrodilló en el suelo y lo estrechó entre sus brazos como si quisiera retener su calor un poco más. Sabía que era inútil intentar revivirlo porque ninguna magia en el mundo era capaz de traer a un muerto a la vida, por lo que solo pudo resignarse y llorar. Sus lágrimas salieron de sus ojos sin control y resbalaron por sus mejillas. Nunca se había quebrado de esa manera con ningún Elegido, pero en ese momento solo podía pensar en aquel niño de cabellos dorados que había encontrado perdido en las calles de Galea.

No Emilio, no, tú no, te necesitamos demasiado aquí le decía al cadáver con voz entrecortada. Cada vez le era más difícil aguantar el llanto. Se sentía culpable por no haber podido llegar a tiempo.

Continuó meciéndolo en sus brazos por algunos minutos más hasta que se resignó. Emilio no iba a volver, debía dejarlo ir aunque doliera. Acomodó su cuerpo solemnemente sobre el suelo, le cerró los ojos y le acarició el pelo, como haría un padre con su hijo.

Cuidaré de Noah, no debes preocuparte susurró.

El anciano se puso de pie y se secó las lágrimas que todavía mojaban sus mejillas. Por consiguiente, comenzó a examinar la casa, en busca de algún indicio de los Elegidos. Se imaginaba que estarían en el portal, pero de igual manera revisó dentro de las habitaciones. Le preocupa demasiado la seguridad de todos, pero en especial la de Camila.

Justo cuando bajaba las escaleras de la casa, se encontró con la mirada confundida de Noah. Detrás de él acababan de llegar: Petter, Karla, Camila y Alejandro. Sus ropas y sus rostros mostraban los estragos de aquella inesperada batalla.

¡Papá! chilló Noah al descubrir el cadáver de Emilio. Desesperado corrió hacia él y se dejó caer de rodillas a su lado. Enseguida comprendió lo que acababa de suceder, su padre estaba muerto. La única persona que le quedaba en el mundo acababa de irse para siempre—. No, no, no negaba con desesperación. Luego su voz se quebró y fue sustituida por un sinnúmero de sollozos. Sacudió el cuerpo con enojo y dolor a la vez, como si eso pudiera hacerlo despertar—. Por favor, despierta, no me dejes.

Los Elegidos miraban la escena visiblemente conmovidos. Karla se quedó paralizada en su sitio sin saber qué hacer. Camila, por su parte, se llevó ambas manos a la boca y su reacción fue refugiarse en los brazos de Alejandro, quien estaba igual de conmocionado.

Petter se encontraba atónito, como si acabara de recibir un golpe y su consciencia se hubiese nublado. Sabía que Emilio estaba muerto porque él había revelado la ubicación de los Elegidos y eso lo hacía sentir culpable. Acababa de morir una persona inocente que siempre lo trató con cariño y amabilidad, alguien que le brindó su hogar como si lo conociera de toda la vida y que lo curó del veneno del pulpo. Realmente no merecía morir, solo había sido una equivocación de los planes, una que nunca podría perdonarse. Ahora sería mucho más difícil tomar una decisión.

¿Debía seguir siendo un siervo y cargar con aquellas muertes inocentes o debía revelarse contra Rosman y exponerse a morir como Emilio? Aquellos pensamientos lo abrumaban y lo hacían querer escapar de aquella casa para nunca más volver.

¿Por qué tuvo que pasar esto? ¿Por qué? vociferaba Noah entre sollozos. Estaba visiblemente enojado y no sabía a quién culpar de aquella tragedia—. ¿Por qué no llegaste a tiempo? ¿eh? ¿No se supone que debías protegernos? Se estaba dirigiendo hacia Corazón de la Tierra, que lo miraba con tristeza, comprendiendo todo el dolor que estaba atravesando en aquel momento—. ¡Responde! gritó. Todos se estremecieron, pero permanecieron en silencio.

Camila se acercó y se arrodilló a su lado, poniéndole una mano en el hombro en señal de apoyo.

Tranquilo, él no tiene la culpa le dijo en voz baja.

Noah supo que su amiga tenía razón y entonces no pudo aguantar más. Sintió como si su corazón se partiera en mil pedazos. Dejó caer su cabeza sobre el pecho de su padre y comenzó a llorar desconsoladamente. Alejandro, Karla y Camila se quedaron a su lado sin decir ninguna palabra.

Así transcurrieron algunos largos minutos hasta que el llanto de Noah cesó y la habitación quedó en silencio. En ese momento, Corazón de la Tierra aprovechó para darle algunas instrucciones a los Elegidos.

Vayan empacando sus cosas, nos iremos a otro lugar más seguro.

¿A dónde? preguntó Karla, mientras se secaba el rostro con un pañuelo. Ella también había terminado llorando luego de ver el sufrimiento de Noah.

Lo sabrán en su momento, por ahora iremos al portal hasta que vengan los otros Elegidos. No podemos quedarnos demasiado tiempo en este lugar.

¿Qué haremos con mi padre? No podemos dejarlo aquí tirado intervino Noah, un poco más calmado, aunque todavía tenía el rostro empapado de lágrimas.

Me encargaré de trasladarlo. Tendrá un funeral digno de un héroe prometió el mago.

Noah pidió entonces que lo dejaran a solas con su padre, quería despedirse. Los Elegidos se dirigieron hacia las habitaciones para recoger sus pocas pertenecías. Corazón de la Tierra salió entonces de la casa para revisar los alrededores por si había algún siervo espiando.

Cuando Noah se quedó solo con el cadáver de su padre, supo que a partir de ese momento ya no sería la misma persona. Aquella pérdida le había causado estragos irreparables, aún peores que los que había dejado su madre al marcharse. Su muerte le hizo preguntarse si podría continuar solo. ¿A quién le pediría consejo cuando estuviera perdido o desorientado? ¿Con quién hablaría de libros, tecnología y aquellos temas complejos que pocas personas comprendían? Ya nadie podría ganarle en las cartas, ni tampoco tendría quien le diera un beso de buenas noches antes de dormir, ni quien lo abrazara cuando estuviera triste. Su padre lo había sido todo para él, pues era la única persona que estuvo siempre a su lado y ahora se había marchado para siempre.

Papá...murmuró entre lágrimas—. Te voy a extrañar demasiado dijo y tomó su mano para besarla, fue en ese momento cuando un papel diminuto se resbaló entre los dedos de Emilio. Noah se percató enseguida y lo abrió para poder leerlo. Allí estaba un desgarrador mensaje de Rosman donde amenazaba con asesinar a Ernesto sino entregaban a Camila.

¿Qué es eso? preguntó Camila que acababa de bajar las escaleras con un bolso colgando de uno de sus hombros.

Noah no supo qué responder. Si Camila leía aquel mensaje podía cometer una imprudencia por lo que intentó esconderlo en su bolsillo, pero la chica ya estaba más cerca y sospechó de sus intenciones.

¿Qué intentas ocultarme?

Noah la miró con vacilación, pero no se atrevió a mentirle, por lo que se lo entregó. Camila comenzó a leer el mensaje lo más rápido que pudo, pero su corazón se aceleró en cuanto vio el nombre de su padre escrito en él. Sintió que una debilidad invadía su cuerpo, como si fuera a desmayarse en cualquier momento.

Cami, ¿estás bien? le preguntó Alejandro que también acababa de llegar a la sala. Camila seguía estupefacta, sin poder reaccionar ni decir una palabra. Tuvo que ser sostenida por Alejandro porque su cuerpo se volvía cada vez más débil. Él la ayudó a sentarse en un mueble, mientras Noah corría a traerle un poco de agua—. ¿Qué ha pasado? insistió el chico, sin comprender la situación.

Corazón de la Tierra llegó en ese momento y observó como todos rodeaban a Camila en busca de respuestas. Enseguida preguntó qué había ocurrido y Noah le dio una explicación rápida. El anciano le pidió el papel a Camila y lo leyó en silencio. Debió imaginárselo, continuarían chantajeando a Camila para que se entregara y por supuesto la muerte de Emilio era el objeto de persuasión perfecto. ¿Qué opciones tenía ahora? Se preguntó para sí mismo, debía proteger el brazalete de los deseos de poder de Rosman, pero no podía permitir que mataran a otra persona inocente. Estaba contra la espada y la pared.

Voy a entregarme sentenció Camila poniéndose de pie, pero Corazón de la Tierra la fulminó con la mirada.

No, no lo harás. No puedes ponerte en peligro tú también.

¿Entonces qué planeas hacer? Dejarás que mi padre muera como Emilio respondió Camila, encolerizada. Todos quedaron en silencio y se miraron los unos a los otros. Camila se arrepintió de sus palabras en cuanto vio el rostro entristecido de Noah. Acababa de volver a recordarle su dolor—. Lo siento, Noah, no quise...

Tranquila, no abandonaré a tu padre, te lo prometo, pero tengo una responsabilidad muy grande. Debo velar por el brazalete y por ti también, no puedo exponer a ningún Elegido al peligro le explicó Corazón de la Tierra y sin decir más echó un vistazo a los otros integrantes del grupo. Allí estaban Karla y Alejandro con sus respectivos bolsos, listos para marcharse, fue entonces cuando notó la ausencia de Petter.

¿Dónde está Petter? preguntó.

Nadie lo había visto desde que atravesaron el portal de vuelta a la casa. Alejandro fue a buscarlo a las habitaciones de arriba y al cuarto de Emilio y no lo encontró por ningún lado.

Al parecer se ha ido afirmó.

Los Elegidos se miraron sorprendidos. ¿Por qué se iría así después de todo lo que acababa de ocurrir?

Y no quiere que lo encuentrenopinó Karla, sosteniendo el anillo localizador de Petter, lo había encontrado sobre un estante de la cocina.

Solo esto me faltaba suspiró Corazón de la Tierra.

...

Petter caminó apresurado por las calles de Galea. Estaba agitado. Sentía una extraña opresión en su pecho que le impedía respirar con normalidad. Las imágenes de la muerte de Emilio continuaban causándole escalofríos y culpa. Quería escapar, irse lejos para nunca más volver, pero sabía que Rosman lo encontraría a donde quiera que fuera.

Luego de algunos minutos de caminata tuvo que detenerse para intentar recuperar el aliento. Un gruñido escapó de sus labios. ¿Cómo pudo equivocarse de esa manera? Ahora la muerte de Emilio pesaba sobre sus hombros y tendría que lidiar con eso para siempre. Tomó aire repetidas veces antes de decidirse a continuar.

Más tarde, llegó a un estacionamiento. Apretó el botón de la entrada, la cámara se encendió y evaluó su rostro permitiéndole el acceso. Se dirigió al lugar donde se encontraba la motocicleta que Rosman le había dado. Puso su dedo en el captador de huellas y luego introdujo un billete de 50 lirios para liberar el vehículo. Sin esperar demasiado se subió en la esplendorosa moto de color negro y arrancó. La furia del motor pudo escucharse en toda la calle. El aire fresco de Galea azotó su rostro. Sus puños apretaban con furia el acelerador. ¿A dónde iría? No estaba seguro, pero luego de casi una hora conduciendo decidió llegar al apartamento que Rosman le había obsequiado.

El lugar no era tan grande, pero sí lo suficientemente lujoso como para que el rey lo escogiera. Contaba con un salón donde se ubicaba la sala, un pequeño bar y una cocina. Al fondo se encontraba un cristal gigantesco que revelaba una preciosa vista de la parte marítima de la ciudad. Poseía solo una habitación que también tenía vista al mar y un baño con jacuzzi.

Petter se quitó los zapatos y se desabrochó la camisa. Luego, caminó descalzo hacia el bar. Tomó una botella de brandy y sirvió un poco en una copa con hielo. El líquido resbaló por su garganta seca y calentó cada parte de su cuerpo. Luego se dejó caer en el sofá. Siguió bebiendo un trago tras otro, hasta que estuvo a punto de terminarse la botella. De pronto, la puerta del apartamento se abrió y Petter intentó sacar la daga que siempre tenía escondida en su pantalón para defenderse, pero su cuerpo no respondió tan rápido como esperaba. Para su sorpresa, no era Rosman quien lo buscaba.

¿Aylen? preguntó él casi en un susurro—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Aylen no respondió, solo cerró la puerta con cuidado y caminó hacia Petter. Este quedó maravillado nuevamente ante la belleza de aquella jovencita que lo había cautivado desde la primera vez que la vio.

¿Me extrañaste?preguntó ella.

Petter apartó la mirada. No era el mejor día para disfrutar de los encantos de Aylen, pero, ¿podría resistirse? Ella tomó la copa que él tenía en su mano y bebió un sorbo.

¿Por qué has venido? Su Majestad te ha enviado, ¿cierto? preguntó, un poco preocupado. Sospechaba de las intenciones de Rosman.

Su Majestad solo quería que te hiciera compañía. Ella hizo una pausa intencional—. Yo te extrañaba demasiado.

Petter sonrió y tomó nuevamente la copa de las manos de Aylen para llenarla y beber otro sorbo apresurado.

Hoy no ha sido un buen día dijo. Su rostro estaba rojo debido al alcohol.

Eso puede mejorar.

Aylen soltó una risita traviesa y se arrodilló con elegancia en el piso alfombrado. Petter quedó quieto en su lugar, sin poder dejar de mirarla. Ella comenzó a besar su pecho desnudo, al tiempo que le quitaba la camisa. Sus labios subieron poco a poco hasta alcanzar su cuello y detenerse intencionalmente en su oreja. Petter ahogó un gemido y hundió la mano en el cabello de la chica. Sus bocas se unieron en un apasionado beso, era como si se estuvieran devorando el uno al otro. Aylen se colocó a horcajadas sobre él. Petter le quitó el vestido y comenzó a explorar con los dedos su espalda desnuda. Ella desabrochó su pantalón sin dejar de besarlo en los labios y propinarle pequeñas mordidas bajo la barbilla. Ambos cuerpos se unieron en un desenfrenado ataque de deseo. Se movían con violencia, entre jadeos y gemidos involuntarios. Petter soltó un bufido y dejó que su voluntad sucumbiera ante el placer que estaba sintiendo. Aylen reprimió un grito y su cuerpo tembló como una hoja. Los dos jóvenes respiraban de manera agitada, tenían todo el cuerpo empapado en sudor.

—Te quiero tanto—murmuró ella.

—Yo también—respondió Petter casi sin resuello. Nuevamente la imagen de Emilio muerto vino a su mente. Cerró los ojos y respiró profundo. Se dijo que todo pasaría en la mañana.

...

Cuando Petter despertó se encontró solo en la habitación del apartamento. Estaba desnudo y el reloj marcaba las 12:00 am. Recordó quedarse dormido en los brazos de Aylen, luego de sucumbir por segunda vez ante sus maravillosas caricias. Ella no estaba allí en ese momento. Se levantó de la cama y se puso los pantalones. Luego comenzó a buscarla por todo el apartamento, un poco preocupado, por suerte la encontró en el jacuzzi.

¿Despertaste por fin? saludó ella.

Petter sintió una punzada de dolor en la cabeza, al parecer eran los efectos secundarios del alcohol.

¿Podrías decirme por qué viniste? Estoy en medio de una misión.

Aylen le pidió que se acerca y le entregó una esponja para que le restregara la espalda. Petter comenzó a enjabonarla con delicadeza, nuevamente sus ojos se dejaron encandilar por la belleza de la joven.

Su Majestad desea verte en el palacio dijo por fin—. Por eso me envió.

Petter dejó de hacer su tarea y se quedó pensativo. ¿Rosman querría matarlo o amenazarlo? Probablemente lo había hecho enojar mucho con sus acciones. Dudó en si debía regresar o huir, pero entonces recordó que su madre estaba allí. No podía dejarla abandonada, tendría que ir a aquel encuentro. Aylen lo sacó de sus pensamientos con un beso en los labios.

¿En qué estás pensando?

Nada, solo tengo hambre. Iré a pedir algo para que comamos antes de irnos.

Algunas horas después, Petter se encontraba en una pequeña habitación que servía de sala de espera en el palacio de Nelvreska. Allí aguardaban los embajadores, ministros, gobernadores y otras personas importantes para poder presentarse ante el rey. El muchacho siempre había sido recibido por Rosman en su despacho personal, era realmente extraño que cambiara esa costumbre de un momento a otro. Él pensó que probablemente se debía a sus acciones de los días anteriores y eso lo preocupaba. Perder la confianza del rey no era una buena señal. Aylen le tomó la mano, sacándolo de sus cavilaciones.

Cuando termines tu audiencia con Su Majestad podríamos dar un paseo por los jardines reales. ¿Qué opinas?

El muchacho asintió con una sonrisa forzada. Aylen se abalanzó sobre él de forma tierna y le dio un repentino abrazo. Adoraba pasar tiempo con Petter, al fin y al cabo, era la única persona que no la trataba como una simple esclava y que tenía atenciones bonitas con ella.

Señor interrumpió un guardia—. Su Majestad lo espera.

Petter tragó en seco y se levantó de su asiento. Las puertas del Salón del Trono se abrieron para él por primera vez. En ese momento intentó sentirse como si fuera un importante ministro que iba a ser recibido con honores, pero el miedo comenzaba a apoderarse de todo su cuerpo. Había visto a Rosman enojado y no era una escena agradable de presenciar. Aquel imponente hombre no toleraba la traición y mucho menos que se burlaran de él. Caminó algunos pasos sin mirar al frente y sintió la presencia del rey que lo observaba desde su trono. Hincó una rodilla en la alfombra que adornaba el suelo y bajó la cabeza como era la costumbre. Su corazón latía a toda velocidad.

Levántate ordenó Rosman desde su trono. Su voz sonó como un trueno. Petter obedeció sin dudarlo. Tuvo entonces que enfrentarse a la mirada austera de su rey. Un escalofrío le recorrió la espalda—. Debo felicitarte por tu valentía dijo con tono sarcástico—. Otro no hubiese puesto un pie en este palacio después de lo que hiciste.

Majestad intervino Petter—. Jamás lo traicionaría, usted lo sabe. Mi presencia aquí es prueba de eso.

Rosman sonrió, pero Petter pudo sentir la crueldad vibrar a través de sus ojos oscuros.

Te di una tarea muy importante. Tu deber era traerme aquí a Camila o al brazalete Petter intentó justificarse, pero Rosman levantó su mano para indicarle que no se atreviera a interrumpir—. ¡Ayudaste a escapar dos veces a Camila! gritó visiblemente enojado.

Puedo explicarlo respondió Petter, su voz comenzaba a flaquear un poco, pero intentó disimularlo.

Más vale que lo expliques porque me parece que estás jugando a un juego muy peligroso y puede que no termine bien para ti le advirtió Rosman, inclinándose hacia adelante en el trono para que su figura se percibiera más amenazante.

Yo solo quería evitar levantar sospechas, quería que todo saliera perfecto, pero quizás... titubeó Petter, un poco confundido. Ni él mismo sabía en ese momento por qué había cometido el error de ponerse del lado de los que se suponían debían ser sus enemigos.

Quizás te has creído el jueguito de que eres un Elegido, un héroe que protege la magia y que da la vida por sus compañeros. Quizás crees que puedes ser el salvador del mundo dijo Rosman y soltó una carcajada—. ¿O es que te has enamorado de Camila?

Claro que no negó Petter enseguida—. Es solo que quizás al convivir con los Elegidos me he dado cuenta de que no son como yo los consideraba.

¿Y cómo se supone que son según tú? preguntó Rosman—. ¿Se te olvida lo que ellos me hicieron a mí?

El rostro del rey estaba cada vez más encolerizado y las venas de su cuello parecían querer explotar y salir disparadas en distintas direcciones. Petter conocía la historia de Rosman, al menos lo que su madre le había contado en distintas ocasiones. Él era un Elegido y fue expulsado del grupo solamente porque deseaba adquirir el conocimiento que estaba prohibido para todos los Elegidos. Después de conocer a Corazón de la Tierra, a Emilio y a los otros, Petter se preguntaba si toda aquella historia era real o si había sido manipulada por Rosman para ganar seguidores. No sabía qué debía creer.

Estoy confundido, Majestad admitió Petter—. Ellos fueron amables conmigo, me acogieron como si me conocieran de toda la vida y Camila...Hizo una pausa para evaluar la expresión de Rosman—. Ella me cuidó cuando estuve a punto de morir por el pulpo, al igual que Emilio que ahora está muerto. Esa muerte no era parte del plan dijo Petter a modo de reproche, sin percatarse de que sus palabras podían traer graves consecuencias.

Rosman se puso de pie y caminó hacia él con pasos firmes, como si quisiera derribar el suelo bajo sus pies y demostrar con eso su enorme poderío. En menos de cinco segundos estuvo frente al muchacho y sus miradas se enfrentaron.

¿Cómo te atreves a hablarme de ese modo? ¡Olvidas que soy tu rey! bramó. Petter no apartó la mirada, aun no sabía de dónde había sacado tanto valor para enfrentar a Rosman, pero no podía evitar decir su opinión—. ¿Acaso no conoces lo que soy capaz de hacer?

No era mi intención hacerlo enfadar, Majestad se disculpó Petter e intentó medir bien sus palabras para no volver a cometer otro error—. Solo quiero que sepa que no estoy de acuerdo con que gente inocente muera.

¿Inocente? se carcajeó Rosman. Por consiguiente, dio media vuelta y caminó hacia su trono¿Sabes cuáles son las leyes de sucesión del reino? preguntó de repente.

Petter no comprendía que tenía que ver aquella pregunta con la conversación, pero asintió sin hacer preguntas.

Debes saber entonces que cuando un rey muere para que el príncipe mayor pueda ascender al trono debe matar a todos sus descendientes incluyendo a sus hermanos y sobrinos. Cuando mi padre murió, yo era el mayor y tuve que tomar esa difícil decisión. Rosman hizo una pausa y Petter podría asegurar que sus ojos se aguaron un poco, como si aquel recuerdo lo atormentara cada día de su vida—. Mi hermano tenía ocho años y yo acababa de cumplir los veinte, pero no tenía otra opción. Si no lo hubiese matado en ese momento él me hubiese destruido tarde o temprano. Petter quedó totalmente sorprendido con aquella revelación, pero no se atrevió a emitir ninguna opinión, solo pudo compadecer a Rosman por haber cometido aquel acto tan desagradable—. ¿Quieres saber cómo lo hice?

Petter no respondió, pero Rosman no pensaba detenerse. Hizo una seña a su guardia personal y este desapareció de la sala, luego volvió con una pistola de las que se usaban antiguamente para combatir en la guerra. Rosman la tomó en su mano y la examinó con cuidado. Su rostro se tornó sombrío como si aquella arma le trajera recuerdos escalofriantes que eran imposibles de describir.

A veces tenemos que tomar una decisión, aunque nos persiga por el resto de nuestras miserables vidas hizo una pausa y miró el arma en su mano con una sonrisa—. Es momento de que tomes tu decisión.

Luego de decir estas palabras Rosman llamó a los guardias.

¡Tráiganlas! ordenó casi en un grito. Por consiguiente, se acomodó en su trono, como quien espera el inicio de un espectáculo.

Algunos minutos después aparecieron dos guardias que traían amenazada cada uno a una mujer. Petter ahogó una exclamación de asombro y un escalofrío recorrió su espalda. Frente a él estaban su madre y Aylen. ¿Qué se supone que estaba planeando Rosman en su retorcida mente?

Dos mujeres importantes para ti. Una es la mujer que te dio la vida y que te ha protegido todo este tiempo. Petter miró el rostro de su madre con vergüenza, sabía que ella estaba decepcionada por lo que había hecho la noche anterior. Vivian apenas lo miró, no lucía asustada, pero era obvio que estaba preocupada por él—. La otra es la mujer que te hizo conocer las más bajas pasiones de un hombre y quizás, también tocó tu corazón de alguna manera. Petter miró a Aylen y se dio cuenta de que ella estaba temblando y buscaba su mirada para tranquilizarse. Quiso decirle que todo iba a estar bien, pero no estaba seguro de lo que iba a pasar a continuación—. Hoy tomarás la decisión más importante de tu vida. Decidirás si quieres estar de mi lado o del de los Elegidos, pero como te dije ninguna decisión es fácil. Petter todavía no comprendía que tenía que ver su madre y Aylen con su decisión—. Quiero que pruebes tu lealtad hacia mí si es que deseas permanecer de mi lado.

¿Qué quiere que haga, Majestad? preguntó él casi en un susurro. Cada vez le era más difícil disimular su nerviosismo. Sus manos estaban sudando y su cuerpo temblaba.

Rosman se levantó de su trono y se acercó a las mujeres. Las detalló de arriba a abajo como si se trataran de un objeto. Luego miró a Petter, a punto de revelar su plan. Una sonrisa se formó en sus labios.

Quiero que escojas quien saldrá de esta habitación con vida. Petter no lo podía creer. ¿De verdad pretendía que decidiera entre la vida de dos personas a las que quería? ¿Cómo podría hacerlo? No era tan valiente ni tan desgraciado—. Puedes decidir quedarte con los Elegidos si lo deseas, pero para eso tu madre tendrá que morir hoy, Rosman cargó el arma y le apuntó a Vivian con ella—, pero si decides estar de mi lado tendrás que matar a tu hermosa amante.

Petter estuvo a punto de explotar de ira, pero solo pudo apretar los puños para intentar no perder la compostura. No estaba en condiciones de enfrentarse a un rey, sería eliminado al momento. Aylen comenzó a suplicar. Rosman se acercó a ella y la tomó del brazo, luego puso el arma sobre sus sienes.

¿Y bien Petter? ¿Qué decides? Te quedas a mi lado o en mi contra.

Petter comenzó a respirar con dificultad sin saber qué hacer. Sabía que no había ninguna forma para salvarlas a ambas. Debía tomar una decisión porque nada de lo que hiciera o dijera haría que Rosman dejara atrás su macabra idea.

Majestad, no puedo...murmuró casi tartamudeando.

¿No puedes decidir entre tu madre y la mujer con la que te acuestas? Vamos Petter, no es tan difícil rio Rosman y empujó a la joven hacia un lado. Aylen cayó al suelo de rodillas y comenzó a sollozar. Petter se preguntó si sería capaz de matarla, si de verdad era tan valiente—. Puedes escapar con ella si quieres, prometo dejarlos en libertad, pero recuerda quien debe tomar su lugar.

Vivian continuaba en su sitio sin moverse, miraba a un punto fijo, como si se encontrara sufriendo alguna tortura. Rosman se acercó a Petter y le entregó el arma para que completara su misión. El muchacho miró la pistola y sintió que su pulso se comenzaba a volver inestable. No podría tomar esa decisión, era demasiado para él. Miró a las dos vidas que tenía en sus manos y su voluntad flaqueó. Sus piernas se aflojaron y, sin saber cómo, cayó de rodillas al suelo. Algunas lágrimas corrían por su rostro y le faltaba la respiración. Algo oprimía de forma violenta su pecho.

Majestad, por favor, perdónemesuplicó casi a punto de ponerse a sollozar—. Prometo que le traeré a Camila, solo deme tres días. Haré lo que usted me pida, pero...

Ya no puedo confiar en ti, Petter. Sabes cómo se paga la traición en este reino. Así que agradece que te estoy dando la oportunidad de salir de aquí con vida lo interrumpió Rosman—. Haz lo que quieras hacer, pero hazlo rápido. Tengo cosas qué hacer.

El muchacho respiró profundo varias veces para intentar calmarse. La habitación estaba en silencio, excepto por algunos susurros de Aylen que al parecer estaba aclamando por ayuda divina para salir de aquella situación. Petter seguía sin saber qué hacer. Era evidente que no podría matar a su madre, pero Aylen era una buena persona y le tenía cariño. ¿Cómo iba a asesinarla con sus propias manos? Estuvo algunos minutos de rodillas pensando cómo salir de aquella situación y recordó entonces lo que Rosman le había dicho. Cualquier decisión que tomara sería devastadora, pero tendría que hacerlo tarde o temprano. Ya no había vuelta atrás.

Con cuidado, Petter se puso de pie y se secó las lágrimas con el dorso de la muñeca. Estaba seguro que después de ese día ya no volvería a ser la misma persona. Aquella decisión le rompería el corazón, pero al mismo tiempo lo convertiría en alguien tan despiadado como Rosman. Apretó el arma con fuerza y apuntó hacia Aylen. La joven continuaba arrodillada en el suelo. Al ver sus intenciones comenzó a llorar con más fuerza.

Petter, por favor, no lo hagas, por favor suplicaba entre sollozos.

Petter apretó los dientes y entrecerró los ojos. No quería ver aquella escena, aunque sabía que era inevitable. Le quitó el seguro a la pistola y la volvió a mantener fija en su objetivo.

Lo siento murmuró y apretó el gatillo.

La bala impactó en la cabeza de la joven quien murió al instante. Su cuerpo se desplomó sin vida sobre el suelo y la sangre manchó las alfombras aterciopeladas del Salón del Trono. Petter dejó caer el arma como si le pesara demasiado. Estaba jadeando y su cuerpo se hallaba empapado en sudor. Rosman se levantó del trono y se acercó a él, tenía una mirada triunfante en su rostro.

Lo has hecho bien. ¿Ves que sí eres uno de los nuestros? Un Elegido no hubiese podido dispararle a nadie, hubiese preferido morir, pero tú eres egoísta como yo y como tu madre. Por eso debes estar de nuestro lado.

Petter escuchó sus palabras en la distancia. Su cabeza comenzaba a dar vueltas y su estómago se encontraba revuelto. Cuando Rosman le permitió marcharse lo hizo arrastrando el cuerpo y el corazón como si fueran bolas de hierro. Al pasar por el frente del cadáver de Aylen miró su rostro ensangrentado y ahogó un suspiro. Ella aún tenía el colgante que él le había regalado días atrás. Lo desprendió de su cuello y se lo puso. De este modo llevaría el recuerdo de aquel día clavado en su alma. Rosman tenía razón. Había nacido para ser un siervo, no se merecía algo mejor.

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