Sacrificio

Camila caminó por el sendero que conducía hacia el lago de las libélulas, mientras recordaba los momentos vividos en aquellos últimos días. La imagen de su hermano llorando desconsolado por la muerte de su madre la había dejado devastada, nunca esperó verlo tan vulnerable, aunque también sentía lástima por Noah, quien estaba sufriendo de la misma manera. Ahora la guerra con Rosman se hacía cada vez más inminente, por lo que su única opción era prepararse para luchar. Deseaba tanto poder olvidar todo aquello al menos por unas horas y refugiarse en los brazos de Alejandro.

Cuando estuvo en el lugar indicado sintió que un escalofrío recorría su espalda. El muchacho no estaba allí, en su lugar había una figura desconocida esperándola. Era un hombre maduro, de aproximadamente cincuenta años. Camila se estremeció tan solo de observar la cicatriz que atravesaba parte de su rostro. Sus ojos azules se clavaron en ella como dos dagas filosas.

Un placer conocerte, Camila la saludó él, acercándose.

La Elegida hizo una bola de fuego con sus manos como forma de defensa y retrocedió unos pasos.

¿Quién eres? preguntó, nerviosa, mientras observaba a sus alrededores buscando algún indicio de Alejandro.

Eso no importarespondió el hombre—. Si estoy aquí es porque Rosman necesita algo de ti. Algo que solo tú puedes proporcionarle.

Nunca le daré el brazalete respondió Camila con rabia—. Tendrás que matarme.

¿Segura? preguntó el desconocido tras una carcajada.

Camila sintió unos pasos detrás de ella. Dos hombres más se acercaban, iban armados con espadas y pistolas de poder. Sus miradas parecían perdidas como si estuvieran manipulados por magia. Traían a una persona maniatada, la cual arrastraban con dificultad por el sendero, pues se resistía a caminar. Obligaron al cautivo a ponerse de rodillas tras un golpe en las costillas y luego tiraron de su cabello para que su rostro quedara visible ante los ojos de Camila. Ella ahogó un grito cuando reconoció a Alejandro. El muchacho la miró con una mezcla de temor e impotencia en sus ojos. Tenía la camiseta rasgada y manchada de sangre, al parecer había luchado contra los hombres para no ser capturado.

¡Ale! chilló e intentó acercarse a él, pero uno de los hombres colocó un cuchillo en el cuello del muchacho a modo de amenaza. No le hagas daño, por favor.

Eso depende de ti. Camila sintió que su respiración comenzaba a agitarse debido a los nervios—. Lo único que debes hacer es seguir mis instrucciones y tu noviecito estará a salvo.

No los escuches, Camipidió Alejandro, el cual se retorcía, intentando liberarse del agarre de los hombres—. Quieren llevarte a Nelvreska con Rosman...

Uno de los hombres apretó con fuerza el cuchillo y causó que Alejandro ahogara un gemido de dolor, pues comenzaba a sentir como el acero cortaba su carne. Camila se estremeció. Las palabras de Carlotta vinieron a su mente, debía proteger el brazalete antes que a su propia familia, pero, ¿acaso era capaz de ver morir al chico que amaba? Negó con la cabeza, las lágrimas picaban en sus ojos. No era tan fuerte como lo fue Leinad. Su voluntad flaqueaba ante el temor de perder a los suyos.

Haré lo que me pidan, solo déjenlo ir dijo, resignada, casi a punto de echarse a llorar.

Buena niña se burló el hombre de la cicatriz, mientras se acercaba a ella para explicarle lo que debía hacer─. Tomarás el brazalete y luego me esperarás donde están las naves para salir de Arcadia. Camila lo miró, recelosa, intentaba descubrir una forma de librarse de aquella situación─. Si te atreves a hacer alguna cosa, él morirá antes de que Corazón de la Tierra pueda siquiera ponerse a buscar su cadáver.

Los gordianos no nos dejarán salir. Fue lo único que atinó a decir Camila cuando recobró la compostura.

No debes preocuparte por eso. Tú única preocupación debería ser que no matemos al chico antes de que vuelvas. Así que no tardes.

Camila miró a Alejandro y un terror desgarrador invadió su corazón. Debía hacer todo lo posible por mantenerlo con vida, aunque eso pudiera costarle la suya. Quizás hubiese sido mejor decisión alertar a Corazón de la Tierra o a los Elegidos, pero no era capaz de arriesgarse a perderlo para siempre.

Estaré bienle aseguró antes de marcharse.

Alejandro negó con la cabeza, desesperado. Hubiese dado cualquier cosa a cambio de la seguridad de Camila, quizás incluso su propia vida.

Voy a traerte de vueltadijo él por fin y la miró fijamente a los ojos—. Lo prometo.

Camila sintió que su corazón se encogía, por lo que las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas mientras caminaba apresurada por el sendero de piedra. Algunos minutos después, entró en su habitación, intentando no hacer ruido para no despertar a sus amigas. Sus manos temblaban mientras abría con su anillo el cofre donde se hallaba el brazalete. Cuando tuvo la reliquia en la palma de su mano, se apresuró a guardarla en el bolsillo de su chaqueta, deseando llegar al lugar indicado cuanto antes.

Veo que eres obedientele dijo el hombre cuando se encontraron a las afueras del palacio flotante. Camila estaba comenzando a odiar su voz melosa—. ¿Lo tienes?

Ella no respondió, solo sacó de su bolsillo el brazalete para mostrárselo, luego lo volvió a guardar. El hombre sonrió y le hizo una seña para que le entregara la reliquia.

Primero quiero asegurarme de que Alejandro esté bien.

Debes confiar en mi palabrasonrió con tono despreocupado—. Cuando estés fuera de Arcadia él estará libre. Antes debes darme el brazalete.

Camila no tuvo otro remedio que obedecer. Luego siguió al hombre hacia una de las naves, esperando que Alejandro realmente fuera liberado y que así su sacrificio valiera la pena. Estaba cometiendo un error, pues su deber debía estar por encima del amor hacia cualquier persona, pero no podría soportar ver morir a Alejandro y tampoco a ninguno de sus amigos o familiares. Cuando estuvo a punto de subirse en la nave, una voz conocida la hizo reaccionar de golpe.

¡Camila! Era Braulio que se acercaba junto a un grupo de gordianos—. ¿Qué estás haciendo?

La joven reaccionó antes de que el gordiano pudiera llegar hacia ella. Utilizando su poder creó un cerco de fuego que impidió que las criaturas se acercaran. Ellas retrocedieron, asustadas, pues la magia siempre les causaba cierta desconfianza.

Lo sientose disculpó Camila, casi a punto de romper en llanto.

El hombre la tomó del brazo y la hizo subirse casi de golpe en la nave, luego emprendió la marcha hacia la barrera de agua. Braulio comenzó a pedir refuerzos, mientras les indicaba a los otros gordianos que siguieran la nave. Ellos obedecieron y cruzaron las llamas para subirse en las naves que estaban libres. Camila observó la persecución por el cristal, mientras su captor esquivaba los ataques y hacía hasta lo imposible por escapar de allí.

Lo has hecho bien, niña le dijo cuándo aterrizaron en el puerto mágico─. Rosman estará contento.

Camila no respondió, solo siguió al desconocido hacia un auto negro que los esperaba. El hombre le abrió la puerta, dentro estaban dos jóvenes también armados. Ellos se rieron con malicia, mientras la instaban a subir.

Entra, no tengas miedole aseguró el jefe con tono amable─. Ellos saben comportarse cuando se trata de una dama.

Camila no tuvo otro remedio que obedecer y se colocó junto a los hombres. Su respiración comenzaba a agitarse nuevamente. Estaba cada vez más desprotegida y más cerca de una muerte segura. Uno de los hombres le pidió que extendiera los brazos para colocarle unas esposas inhibidoras del poder.

Con esto no podrás hacer ninguna estupidez, hermosa─ explicó el siervo.

Camila extendió sus manos y el joven le puso las esposas, causando que soltara un pequeño quejido. Su piel comenzó a arder como si la hubieran rozado con un hierro caliente. Por suerte, la sensación terminó en pocos segundos.

Vámonos, antes de que nos sigan Braulio y sus idiotas ordenó el hombre de la cicatriz tras subirse en el asiento del copiloto.

El chofer obedeció y emprendió la marcha.

No puedo creer que Petter tenga una hermana tan bonita opinó uno de los jóvenes y acarició la pierna de Camila. Ella se alejó, incómoda.

Sandro, controla tus impulsos gruñó el jefe. Luego tomó un libro de la guantera y lo abrió─. No quiero tener que atravesarte con una daga.

Disculpe, señor masculló Sandro entre dientes y le dirigió una mirada de odio a Camila.

...

Petter golpeó una y otra vez el saco para ejercitar que se hallaba en el salón de entrenamiento. Dejó salir toda la furia que tenía contenida desde el día anterior, hasta que sus nudillos sangraron y sus lágrimas se hubieron agotado. Tras un gruñido de dolor e impotencia, se dejó caer en un rincón de la habitación.

Petter, ¿eres tú? preguntó una voz desde la entrada del salón. El lugar estaba casi en tinieblas, así que era difícil distinguir a la figura que se acercaba con paso vacilante, aunque Petter supo enseguida de quién se trataba─. ¿Estás bien?

Karla se agachó para quedar a su altura, apoyándose en las rodillas del chico.

Vete, quiero estar solo respondió él con voz ahogada, mientras intentaba secar las lágrimas que corrían por sus mejillas.

¿Qué tienes? preguntó ella, al notar que estaba llorando. ¿Es por lo que pasó ayer en el salón de reuniones?

Petter la miró por primera vez y pudo notar la preocupación en sus ojos, pero por alguna extraña razón era lo menos que le importaba en ese momento. Había dado a Karla por perdida, pensaba que quizás eso era lo mejor para ambos.

Mi madre fue asesinada por Rosman respondió con sequedad e intentó parecer fuerte, aunque por dentro estaba devastado—, pero supongo que eso es una buena noticia para todos.

Lo siento mucho, Petterdijo Karla casi en un susurro, a pesar de todo era tu madre. Entiendo cómo te sientes.

No, no lo entiendesgruñó el muchacho y apretó los puños para sobrellevar la rabia—. Murió por mi culpa, al igual que Emilio y... se detuvo de golpe, sin querer terminar la frase.

Tu madre trazó su propio destino al ser leal a Rosman. Tú no tuviste nada que ver con eso.

Yo traicioné a Rosman para poder unirme a los Elegidos, por eso la asesinó. Lo irónico es que ahora soy repudiado en ambos lados. Karla quedó en silencio y no dijo nada—. Quizás merezco la muerte también, pero no pienso irme de este mundo sin destruir a Rosman.

Petter, todos odiamos a Rosman, pero recuerda que la venganza es un arma de doble filo. Puede destruirte le aconsejó Karla, cada vez más preocupada por el estado de ánimo del muchacho. Tenía miedo que cometiera alguna locura que lo pusiera en peligro.

Petter soltó una risita burlona.

¿No te das cuenta, Karla? preguntó con una sonrisa asolada en los labios. Ya estoy destruido. Ya no me queda nada, la única cosa que me mantiene de pie es imaginar cómo le corto la garganta a Rosman con mis propias manos.

No digas tonterías, Petter. Me tienes a mísoltó ella casi sin pensarlo, tras estrechar su mano entre las suyas.

Petter la miró, sin poder creer lo que oía. Su corazón pareció sentir un poco de alivio después de tanto sufrimiento. Karla se sonrojó, lamentándose por haber sido tan sincera con él, pues todavía no estaba lista para volverle a entregar su confianza. El muchacho no pudo evitar acercarse, casi de golpe, para rozar sus labios con los de ella. Karla no se resistió. Aunque una parte de su alma deseaba unirse por completo a Petter, olvidando así el pasado, la otra tenía mucho miedo de salir lastimada. El beso duró apenas unos segundos, pero cuando se separaron, ambos sintieron que una pequeña parte de sus corazones acababa de ser reparado.

Perdóname, no debí besartese disculpó Petter, mientras se apartaba de golpe.

Estaba vulnerable y con el corazón destrozado, no podía pensar en construir una relación con Karla en ese momento. Mucho menos cuando pensaba planear una forma para destruir a Rosman, sin importarle si eso acababa con su propia vida. Lo menos que deseaba era que sufriera o saliera lastimada por su culpa.

No quiero hacerte daño, ni que sufras de nuevo por mi culpa y ahora mismo estoy metido en un pozo del que quizás no pueda salir jamás.

No digas eso lo reprendió ella con voz triste, mientras volvía a tomar su mano. Sabes que puedes contar conmigo, a pesar de todo.

Ayer ni siquiera podías mirarme a los ojos señaló Petter, dolido—. Sé que sigues desconfiando de mí y te comprendo porque yo me sentiría igual. Por eso prefiero mantenerme alejado hasta que ambos podamos sanar.

Karla asintió. Sabía que él tenía razón, aunque en el fondo deseaba poder abrazarlo y quedarse refugiada en su pecho para siempre, dejando de lado todas aquellas inseguridades. Petter besó su frente como una forma de despedida y luego caminó hacia la puerta, intentando no mirar atrás. Su corazón se encogió cuando atravesó el umbral y se perdió por los pasillos solitarios de Arcadia. Aquel beso lo había elevado hasta las nubes, pero luego lo había dejado caer sin piedad. «¿Cómo haría para contenerse y no buscar a Karla cuando se sentía tan bien a su lado?» Pensó.  Quiso armarse de valor para olvidarla. Esta vez no podía cometer el mismo error, debía pensar solo en destruir a Rosman.

¡Petter! el grito lo hizo salir de sus cavilaciones.

Cuando levantó la vista del suelo se encontró con Alejandro quien se sostenía de una de las paredes del palacio para no caer. Tenía el rostro magullado y la ropa manchada de sangre. Una herida superficial relucía debajo de su mentón, allí donde el cuchillo del siervo lo había rozado. El muchacho corrió hacia él para intentar socorrerlo.

¿Qué ocurrió?

Camila está en peligro explicó Alejandro, agitado. Unos siervos me atacaron y luego la amenazaron para que les entregara el brazalete y se fuera con ellos a Nelvreska.

¿Qué dices? exclamó Petter casi en un grito—. ¿Camila se fue con ellos? preguntó él, visiblemente asustado. Alejandro asintió. No, no, no exclamó, mientras se pasaba la mano por el cabello—. Van a matarla...

¿A qué te refieres? No entiendo...preguntó Alejandro cada vez más perturbado, mientras hacía un gran esfuerzo para mantenerse en pie, pues estaba cada vez más débil debido a la pérdida de sangre.

Camila es la protectora del brazalete y solo matándola puede Rosman usarlo. Por eso desea tanto capturarla.

No puede ser... se lamentó Alejandro, visiblemente aterrado ante aquella posibilidad. Hay que hacer algo. No podemos permitir que le hagan daño.

Alejandro hizo un gesto de dolor y se llevó una mano al abdomen. Petter levantó su camisa sin siquiera pedirle permiso para poder examinar sus heridas. El muchacho tenía un corte diagonal bastante profundo debajo del ombligo. Petter se estremeció un poco ante aquella imagen y dejó caer la tela de golpe.

Necesitas ser atendido cuanto antes le comunicó Petter con voz severa. Te llevaré a la enfermería.

Estoy bienlo detuvo Alejandro, agarrándole el brazo para que no lo tocara. Debes avisar a los demás lo que está pasando y también a Corazón de la Tierra.

Primero voy a llevarte a la enfermería insistió Petter. Luego colocó el brazo del muchacho sobre su hombro y lo ayudó a caminar hacia allí. Entonces se encontraron con Karla que venía saliendo del salón de entrenamiento.

¿Qué ha pasado? chilló ella al ver al muchacho herido.

Avisa a los demás que Camila fue secuestrada por Rosman ordenó Petter, luego continuó su camino sin querer dar más explicaciones.

Karla quedó inmóvil unos segundos, intentando procesar la información. Su amiga había sido secuestrada por Rosman y Alejandro estaba herido. Aquello no pintaba del todo bien, por lo que se apresuró a despertar a sus compañeros que continuaban durmiendo en sus habitaciones.

...

Una hora después, los Elegidos se reunieron con Anise. Ya todos estaban enterados de la noticia, por lo que los nervios se encontraban a flor de piel dentro del salón de reuniones. Los jóvenes conversaban entre ellos, nerviosos, sin saber qué pasaría a continuación. Anise caminaba de un lado a otro, mientras se frotaba las manos. Petter llegó entonces e interrumpió los murmullos de sus compañeros.

¿Cómo está Alejandro? preguntó Anise, dirigiéndose al muchacho.

Las hadas suturaron su herida. Por suerte, la daga no penetró demasiado como para dañar algún órganoinformó Petter, mientras se abría paso entre los presentes. Ignoró las miradas para concentrarse en el plan que estuvo ideando durante ese tiempo.

Anise respiró aliviada.

¿Ahora qué haremos? interrumpió Noah, alzando la voz. Luego le dirigió una mirada recelosa a Petter. Tenemos que rescatar a Camila antes de que sea demasiado tarde.

La única opción sería atacar el palacio de Nelvreska, pero debemos esperar que el Consejo apruebe el ataque comentó Anise, mientras se frotaba dubitativa la barbilla—. Rosman tiene un ejército poderoso y el palacio está muy bien protegido, ellos tomarán muchas precauciones antes de enfrentarlo.

—¡Al diablo con el Consejo! intervino Petter, hastiado de tantas formalidades. Anise guardó silencio sin querer contradecirlo. Sé cómo entrar al palacio sin que el ejército nos descubra y creo saber cómo salir, aunque...

Después de lo que hiciste pretendes que confiemos en ti, mientras nos introduces en la boca del lobo lo interrumpió Brayan con voz hostil. Petter le dirigió una mirada impasible, como si sus palabras ya no le afectaran. ¿Y si esto es una trampa para que caigamos todos? advirtió tras señalarlo con su dedo índice.

Estoy de acuerdo con Brayan opinó Noah con seriedad, fijando sus ojos azules en los verdes de Petter, quien quedó helado en su sitio sin atreverse a responder. No podemos confiar en ti.

Tampoco es que tengamos muchas opcionessoltó Lucas de repente. Ya sabemos que si no actuamos rápido Camila no vivirá para contarlo. Los Elegidos le dirigieron una mirada severa para que se callara. Mentira no es. Probablemente ya haya pasado a mejor vida mientras perdemos tiempo discutiendo y esperando que el Consejo tome una decisión.

Lucas tiene razónintervino Alejandro, quien acababa de entrar en el salón de reuniones. Los Elegidos se voltearon para mirarlo. Iba vestido con ropa limpia y tenía una venda pequeña debajo del mentón que cubría una de sus heridas. Su rostro estaba magullado y se veía agotado, como si no hubiese dormido en semanas . Petter es la única opción para traer a Camila de vuelta. Debemos intentar confiar en él, aunque no nos guste la idea.

Olvidas que Petter provocó la muerte de mi padre gruñó Noah, atravesando a su amigo con la mirada. No pienso permitir que nos vuelva a engañar y por su culpa Camila termine muerta también, o cualquiera de nosotros.

Alejandro se quedó en silencio. Comprendía el sentimiento de Noah y no deseaba hacerlo sentir peor en ese momento.

¡Camila es mi hermana! interrumpió Petter casi en un grito. Todos se estremecieron al escucharlo alzar la voz de esa manera. Él se controló para poder explicarse mejor—. No dejaría que le hicieran daño, es la única familia que me quedahizo una pausa y su mirada pareció ablandarse un poco—, al menos es la única a la que considero realmente mi familia.

Todos quedaron en silencio unos segundos. Les costaba creer que alguien como Petter fuera hermano de Camila, quien había sido capaz de exponer su vida a cambio de salvar la de Alejandro. Sin dudas, eran demasiado diferentes.

¿Camila es tu hermana? preguntó Noah, incrédulo. Petter asintió y se pasó la mano por el rostro, agotado. ¿Tú eres Cristopher, el hijo de Leinad y Ernesto?

Petter no respondió, pero su mirada era una afirmación rotunda a la pregunta. Karla lo miró con cierta lástima, no podía imaginarse lo difícil que sería descubrir que eres una persona diferente a quien creíste toda la vida.

Sé que Petter cometió muchos errores comenzó a decir Alejandro, dirigiéndose al grupo, pero sin dejar de mirar a Petter directamente a los ojos—, pero Camila confiaba en él y por esa razón yo también lo hago, aunque antes hayamos tenido nuestras diferencias.

Petter sonrió levemente como una manera de agradecerle el gesto a Alejandro.

— Chicos— interrumpió Anise—, lo estipulado según las leyes mágicas es que el Consejo decida este tipo de cosas. Ustedes deben esperar su dictamen y seguir sus órdenes. — Los Elegidos la miraron con enojo y preocupación a la vez, temían por la vida de Camila—. No puedo ser yo quien tome una decisión al respecto.

— Entonces la tomaremos nosotros— concluyó Petter.

Anise asintió y todas creyeron percibir una leve sonrisa en sus labios.

...

Camila caminó con paso firme por el largo pasillo que conducía hacia el trono, allí la esperaba Rosman. La estancia estaba iluminada por una serie de lámparas que colgaban del techo y por la luz de los ventanales gigantes. Nelvreska solía tener un clima frío en esa época del año, por lo que la joven estaba casi congelándose con el atuendo veraniego que llevaba puesto. Sandro la sujetaba del brazo como si temiera que fuera a escaparse en cualquier momento. Su cuerpo se encogió cuando estuvo a unos pasos del rey, pero intentó mantener la compostura, lo menos que deseaba era demostrar debilidad ante él.

¡Arrodíllate! le ordenó Sandro en voz baja, muy cerca de su oído. Camila se negó rotundamente sin apartar la mirada de Rosman.

Si voy a morir no será de rodillas.

Sandro le apretó el brazo con violencia e intentó persuadirla, pero Camila no cedió.

Rosman intervino, haciendo un gesto con la mano para indicarle al siervo que la soltara. Este obedeció y se apartó, nervioso. Luego se marchó del salón, dejándolos a ambos solos.

Rosman aprovechó de observar con más detenimiento a Camila. Enseguida notó el parecido que ella tenía con Leinad y eso lo hizo sobrecogerse. Fue como viajar al pasado, hacia la primera vez que conoció a la mujer que más había amado en su vida. Ella se parecía tanto a la Leinad de quince años hermosa e inocente de la cual se había enamorado casi veinte años atrás. Lástima que tenía algunos rasgos de su padre, el hombre que había terminado con ese amor.

Bienvenida, Camila saludó por fin, cuando logró reponerse de aquellos recuerdos tan significativos en su vida—. Después de tanto desear tenerte aquí, por fin has llegado.

Camila no respondió al principio. Su corazón estaba palpitando a toda velocidad y podía escucharlo retumbar en su pecho.

Rosman se puso de pie, por lo que pudo observarlo mejor. Era imponente, no solo por su altura y su musculatura pronunciada, sino también por su mirada penetrante, que casi parecía hurgar en sus entrañas. Aquel era el hombre que había separado a su familia y destruido la de muchos Elegidos. El verdadero culpable de que Emilio estuviera muerto y de que ella no hubiera conocido a su madre y a su hermano.

Vaya, eres mucho más viejo de lo que esperabacomentó Camila con chocancia.

Rosman arrugó la nariz, al parecer el comentario lo había tomado por sorpresa, pero finalmente largó una carcajada algo fingida.

—Un poco de humor antes de morir, ¿verdad? —preguntó con voz divertida, mientras se acercaba a la Elegida. Camila dio un paso atrás de forma instintiva y apretó los labios. ¿Cómo está tu hermano? Espero se encuentre mejor que la última vez que lo vi.

—¿Qué se siente ser traicionado por tu propio traidor?— se burló Camila con una sonrisa maliciosa, aunque su corazón no dejaba de saltarle en el pecho—. Debe ser terrible saber que ninguna de las personas que te rodea desea seguirte de verdad, a todas has tenido que manipularlas y engañarlas para que te sirvan.

Rosman se abalanzó sobre ella y la tomó por el cuello con violencia. Camila permaneció inmóvil, sin apartar la mirada del rey. Aquellas manos gigantes aprisionaron su cuello por varios segundos, dejándola sin aliento.

—Ten cuidado, niña— le advirtió con tono amenazante. Luego la dejó caer en el suelo.

Camila tosió un poco, pero intentó reponerse con rapidez, no deseaba mostrarse débil frente a su peor enemigo. Se levantó como pudo y volvió a enfrentar la mirada colérica del rey.

—Creo que es hora de comenzar el espectáculo.

Rosman chasqueó los dedos a uno de sus guardias, este desapareció de la  estancia. Algunos segundos después el mismo hombre apareció con una persona a su lado. Era Ernesto, quien enseguida reconoció a su hija y no pudo evitar llamarla por su nombre con alegría.

¿Papá? exclamó Camila, emocionada. No dudó en abandonar su lugar junto a Rosman y correr hacia él. Ambos se fundieron en un cálido abrazo.

Rosman observó la escena sin inmutarse, como si estuviera esperando aquella reacción.

Te extrañé tanto, papá.

Ahh, mi niña suspiró Ernesto entre lágrimas, sin desear soltarla. Perdóname por revelar toda la verdad, pero tu hermano...

Ernesto se detuvo y apartó a Camila con cuidado, para examinarla con más detenimiento, mientras recordaba los sucesos ocurridos días atrás en ese mismo salón.

¿Christopher está bien?

Camila asintió, sin poder dejar de llorar y lo volvió a abrazar.

Bueno, es suficiente interrumpió Rosman e hizo una seña para que los separaran.

Un guardia tomó a Ernesto del brazo y lo hizo arrodillarse a unos metros de Camila. Ella quedó donde estaba, enjuagándose las lágrimas.

Para demostrar que soy un rey piadoso, les he regalado este conmovedor momento. Ahora que ya han podido despedirse, es hora de comenzar con el tema que nos atañe.

Otro guardia se acercó y se arrodilló frente al rey. Este llevaba una pequeña almohadilla de color verde que normalmente se utilizaba para colocar alguna joya. Encima de la tela relucía el brazalete de amatistas. Rosman tomó el objeto en su mano y comenzó a examinarlo con cuidado. Era tan perfecto como lo recordaba y su único deseo fue poder obtener su poder de una vez por todas.

Al fin te tengo en mi poder sonrió sin poder dejar de admirarlo. Solo queda un último paso. Un pequeño sacrificio dijo y dirigió su mirada hacia Camila.

Rosman, te lo ruego suplicó Ernesto, comprendiendo que el final de su hija se acercaba. Por el amor que le tuviste a Leinad, no le hagas daño a Camila, por favor.

Ya tuviste la oportunidad de elegir y te quedaste con tu primogénito, ¿lo recuerdas? se burló Rosman, restándole importancia a sus palabras—. Ella debe morir para que yo tenga lo que tanto he deseado.

Rosman tomó su espada que reposaba junto a su trono, la misma con la que había degollado a Vivian, y caminó hacia Camila. Dos guardias la sostuvieron por detrás para que no se moviera, pero la joven apenas se resistió, como si estuviera decidida a aceptar su destino.

Ernesto golpeó al guardia que lo sujetaba y logró abalanzarse sobre los otros dos que aprisionaban a su hija, pero Rosman hizo un hechizo que le robó las energías, dejándolo jadeando en el piso.

Dos siervos más aparecieron en la sala y lo arrastraron hacia un rincón de la habitación, colocándole una daga en el cuello para que no se moviera.

Hija, lo siento sollozaba Ernesto, incapaz de defenderse y sin poder dejar de mirar la aterradora escena.

Camila no pudo responderle. Rosman estaba frente a ella y sostenía la espada en su mano, listo para clavársela en su abdomen. Por un momento, le pareció que el tiempo iba más despacio, por lo que solo atinó a cerrar los ojos, intentando borrar de su mente el rostro del rey.

En su lugar, le pareció oír la voz de Alejandro prometiéndole que iría a rescatarla para llevarla de vuelta a Arcadia y también pudo sentir la presencia de Petter, como si él estuviera allí a su lado, listo para defenderla. Incluso creyó escuchar las risas de Karla y Diana, seguidas de las palabras sensatas de Noah y hasta pudo oler aquel pay de coco que su padre le compraba todas las tardes para merendar. En ese instante no se sintió tan sola y desprotegida, el miedo había desaparecido por completo.

¡No puede ser! exclamó Rosman con desconcierto.

Camila abrió los ojos, sobresaltada, y se encontró con una escena sorprendente. El rey estaba arrodillado en el suelo, a sus pies, jadeando. La espada se había resbalado de sus dedos y su mano estaba en carne viva, como si acabara de meterla en el fuego.

¿Qué carajo es esto?

Camila notó que la sortija de fuego ardía en su dedo y arrojaba una luz brillante, como la de un lucero. Se miró la mano, sin comprender lo que estaba pasando. Rosman no había podido matarla, pero, ¿por qué?

La sortija gruñó Rosman, consternado. Tiene un hechizo de protección...

Leinad...murmuró Ernesto.

Camila lo miró en busca de respuestas, pero solo encontró una sonrisa en sus labios. ¿Su madre había hecho un hechizo de protección para evitar que ella fuera asesinada por Rosman?

Ella siempre me hace estas cosas comentó Rosman con una sonrisa en sus labios, como si estuviera orgulloso de la astucia de Leinad.

Él se levantó, cuidando de no mover demasiado la mano herida, e intentó quitarle el anillo por la fuerza, pero apenas lo tocó sintió como si un corrientazo lo estremeciera. Al parecer Camila debía quitarse la joya por su propia voluntad

Quiero que te quites la sortija ordenó. Sus ojos parecían estar consumidos por la rabia.

¿Por qué lo haría?preguntó Camila con altivez, sin mover ni un músculo.

¿Quieres que mate a tu padre?preguntó Rosman, casi gritando, estaba irritado debido al dolor y a la impotencia—. No me costará nada hacerlo.

Juraste no hacerlo, ¿recuerdas? Aun no se vence la tregua que pactaste con Anise.

Rosman resopló tras recordar aquel trato que se había sellado un mes antes. No podría romperlo hasta que no se cumpliera la fecha estipulada o perdería la capacidad de usar magia. Así funcionaban los pactos de sangre. Por suerte para él, faltaban solo dos días para que se venciera dicho plazo. Nuevamente una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios.

Veremos si eres tan valiente como quieres aparentar dijo, dirigiéndose a Camila que continuaba en su sitio con la cabeza en alto. Guardias, llévenla a la cámara de hielo ordenó con frialdad.

Camila miró a su padre en busca de respuestas, pero este parecía no saber a qué se refería el rey.

¿A dónde me llevas? gruñó Camila, mientras intentaba liberarse del agarre de los siervos que la arrastraban contra su voluntad fuera del salón del trono.

Espero que cambies de opinión y te quites la sortija por tu propia voluntad comentó Rosman, mientras le decía adiós con la mano sana.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top