Liora: Una Larga Vida

Desde que Kenan trajo a los mellizos al castillo había vuelto a sonreír. No pude hacer nada para que Laila se quedara conmigo, ni siquiera rogándole. Estaba enojada con ella, aún sigo enojada. Jamás recibí un mensaje de ella o alguna noticia. Cuando Seth volvió un año después, me ilusioné tanto que fui corriendo a recibirle, aunque venía solo.

—Quítate mocosa —me empujó.

—¿Dónde está Laila? —le pregunté.

 Él me ignoraba y seguía caminando hasta llegar con Kenan.

—Te juro que si no me la quitas, me la llevo al inframundo —le dijo a Kenan.

—No te llevarás a nadie —Kenan exclamó molesto, se agacha y me mira—. Ve al jardín y juega un rato.

—No, quiero a Laila —me cruzo de brazos.

—Obedece Liora —dijo Kenan molesto ahora conmigo.

 Me fui a mi habitación, no quería ir al jardín y tampoco quería comer. Más tarde Kenan subió con una bandeja de comida a intentar sin éxito que comiera.

—Tienes que comer mi niña, me preocupas —me alentaba a que probara la comida.

—Quiero a mi hermana —exigí molesta.

—Ya te expliqué que Laila no va a regresar por un tiempo.

—¿Y cuánto es un tiempo? Siempre dices lo mismo —le reproché.

—Mi niña, ella se fue porque tenía que aprender a controlar sus poderes —intentó calmarme, pero no lo logró.

—¡Eso no es cierto! ella los controla bien. Hiciste que ese malhumorado de Seth se la llevara porque no la querías —le grité.

—Primero, me bajas la voz que no te estoy gritando y segundo, las amo a las dos por igual y me duele mucho que pienses así de mí —dice dolido.

—Perdón —salgo debajo de las sábanas—. La extraño mucho y no sé qué hacer sin ella. —sollocé.

—Qué te parece si comes y mañana empezamos a trabajar en el reino ¿Te parece?

—¿Hacer qué exactamente? —tomo las uvas que están en la bandeja.

—Lo que nos ocurra —dijo sonriente.

 Las siguientes mañanas me levantaba para irnos a recorrer el reino en su totalidad. Lo primero que hicimos fue hacer un mapa con todos los caminos que fuimos descubriendo. Con ayuda de los aldeanos y los animales empezamos darle forma al reino que es hoy en día. Cuando estaba con las mujeres haciendo telas para las carpas y la ropa que tenían que usar; un guardia del castillo me dijo que Kenan solicitaba mi presencia.

—Espero que sea rápido —le dije al guardia.

 Cuando llegué al castillo, Kenan tenía a dos bebés en sus brazos.

—Mira, lo que encontré —dijo emocionado.

—¿Dónde encontraste a esos niños? —pregunté atónita—. ¿Y sus madres?

—Los encontré cuando estábamos con el equipo de expansión —responde intentando que no se les cayera los bebés. Me acerco hasta él y tomo un bebé de sus brazos—. Nosotros los cuidaremos, Liora.

—¿Cómo que los cuidaremos? —pregunto molesta, el bebé que tomé es un niño, que empieza a aferrarse a mi cabello—. Suéltame.

—¿No son hermosos? —pregunta lanzando a la bebé y llenándola de besos—. Los bañaremos...

—Kenan...

—Los educaremos...

—Kenan...

—Hablaremos con ellos...

—¡Kenan! —le grité porque no dejaba de decir estupideces, sin embargo, con mis gritos hice que los bebés se asustaran y empezaran a llorar.

—Viste lo que hiciste —me regañó Kenan—. Ya mi pequeña, la mujer mala no te hará daño.

—¿Cómo que la mujer mala? —exclamé incrédula.

 Aunque no sirvió de nada, él se quedó con los dos bebés y me fui a terminar lo que había empezado. Con el tiempo les agarré cariño, sobre todo al niño que Kenan le puso el nombre de Beck y a la niña le puso Eva. Los guardianes de los dos son iguales.

—Quítame a esa cosa de encima, Beck —le digo señalando a su serpiente.

—Pero no está haciendo nada malo —lamenta acostado.

—Igual, no me gusta.

—Por qué a su alteza no le gusta los animales —dijo su guardián en mi oreja.

—Si no te quitas te convierto en brocheta de serpiente.

 Inmediatamente se baja y corre con su protegido.

—Por qué tiene que ser así con Aritz, mi señora —pregunta Beck acariciando a su guardián—. Él solo quiere alegrarla.

— ¿Y para qué estás tú entonces?

 Dicho eso Beck corre a su guardián de la habitación y yo procedo a montarme encima de él.

— ¿Por qué no puedo estar arriba? —me acaricia el muslo descubierto por lo bata que me quité.

—Porque yo estoy al mando.

Nos besamos apasionadamente hasta terminar haciendo el amor.

***

 Estoy en el jardín jugando a las escondidas con Eva y Beck, ellos se esconden en buenos lugares del jardín del castillo y yo tengo que buscarlos. Estoy a punto de irme hasta la glorieta cuando una persona me abraza y me hala hacia sí. Yo le tomo el brazo y la quemo. La mujer me suelta y grita del dolor.

—¿Quién es usted y cómo entró aquí? —exclamo enojada.

 La mujer no contesta por el dolor de la quemadura. En ese momento llega Kenan y Seth y corren hasta donde está la mujer.

—¿Qué carajo pasó? —demanda Seth sosteniendo el rostro a la mujer— ¿Qué le hiciste? —me grita.

—A mí no me grites, y además quién es ella para que me esté abrazando —expreso enojada. Dicho eso la mujer me mira con lágrimas en sus ojos. Esa mirada yo la conozco.

—Vaya forma de recibir a tu hermana —él la carga y se la lleva a dentro.

 Kenan me mira decepcionado y se va detrás de ellos.

—Laila —susurro.

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