Lilith: Que Los Dioses Me Ayuden
Cuando Cosmo me dijo lo que le había hecho a Aryana, sentí como me hervía la sangre de ira, ella es tan generosa e inocente que me enojé y le corté la llamada que me hizo a través del oráculo. Apresuré todos los pendientes que tenía y salí a altas horas de la noche con Kai al castillo de Cosmo en el centro del lado Este del lado oscuro del universo.
—Ya quiero ver a Aryana —susurra Kai emocionado antes de partir. Él ha sido un gran apoyo para mí todo estos meses ya que dirigir una provincia no ha sido una tarea fácil, ya que nunca lo había hecho; también me impulsó de que Cosmo había cambiado estos meses, me daba más responsabilidades que antes, había mandado lejos a Begoña y me dejaba ser su guardiana otra vez. Kai lo puse como caballo de un gran general llamado Orlando Woods ya que por su velocidad y terquedad se convierte en una gran pareja. Claro él no olvida a su jinete y no quiere acostumbrarse a otro, pero igual acepta lo que le ordeno.
—No me gusta ese sujeto —menciona molesto.
Damos un paseo por el pequeño jardín que da el palacio de las lejanías del reino. Prácticamente estoy en la frontera entre el reino del este y el sur.
—Dale tiempo a que se acostumbre a ti —le acaricio las orejas con la cabeza—. ¿Sabes lo prestigioso que es ser el caballo de un general como él?
—No me importa lo del prestigio, me importa mi comodidad.
—¡Bueno!
—Me refiero al momento de estar con él y hacer lo que pide —dice cabizbajo—. ¿A caso te gustaría que alguien más te montara que no fuera Cosmo?
—No —le doy la razón.
—Exacto, él como es un gran general no le importa humillar o hacer menos a cualquiera.
—¿Y qué quieres que haga?
—No lo sé —se coloca delante de mí—. Sé que jamás seré digno para estar contigo y eso me pesará, ya que tu protegido te lo recordará el resto de tu vida y lo menos que quiero es que te conformes y te angusties por mí.
—No digas eso —pero él se va a los establos y me deja sola en el jardín.
No me ha hablado desde ese momento hace una semana. No quiero que se sienta así, sé que es duro, pero eso ni me importa, porque él es lo que quiero en mi vida; jamás he conocido a alguien que me ame como soy sin importarle como sea mi personalidad o mi protegido y no quiero que se aleje de mí. Cuando le dije que iríamos a visitar a Aryana, él estaba tan feliz que se le había olvidado que estaba molesto conmigo. El viaje transcurrió tranquilo y sin demoras. Llegamos al amanecer, me voy a dormir un poco a mi habitación, pero Kai se queda en donde está con los otros caballos para que se los lleven a los establos.
—Ven conmigo —le digo, pero él se va dejándome en las escaleras.
Subo los escalones triste y me voy sola a mi cuarto. Duermo hasta el mediodía y me dirijo hacia el comedor en busca de Cosmo y de Marte, que llegó con una amiga para el cumpleaños de Cosmo este sábado.
Cosmo me dijo que ella es diferente, que Marte en serio la quiere a su lado, pero ella no muestra el mismo interés. No sé si sea cierto ya que él omite siempre las partes importantes y termino enterándome de última. Al llegar al comedor me encuentro a Cosmo platicando con Marte y su novia. Cosmo en cuanto me ve se levanta y me abraza, lo que es raro ya que a él no le gusta dar abrazos.
—Me alegro tanto de verte —exclama feliz.
Me había cambiado de forma, ya que siendo un Pegaso comer de una manera elegante era un total fracaso, incluso Franco lo sabe porque él también ha cambiado de forma. Aún como personas, conservábamos nuestras respectivas características como yo y mi cara alargada, las orejas en punta y el cabello totalmente negro. Franco conserva sus escamas doradas y su larga lengua que a veces es asquerosa.
—Ven, acompáñanos —tomo asiento en el lado derecho de la mesa al lado de Cosmo, ya que el lado izquierdo lo ocupaba Marte y su novia.
—¿De qué me he perdido? —un sirviente me sirve el platillo que los demás están degustando.
—De que tu protegido es un idiota —responde Marte masticando una fresa.
—Pensé que ese tema ya estaba discutido —Marte se ríe a carcajadas y Cosmo me mira mal—. Te quiero y lo sabes —le doy un trago a mi copa—. Recuerda que Marte, es el que tiene más trabajo.
Marte me mira confundido.
¿Lo dices por lo de Venus?
"Sí."
—¿Están hablando en su mente? —pregunta Marte fulminante.
—Sabes que eres un amor —le digo amable.
Terminamos de comer con risas y chistes mal intencionados respecto ambos. Cosmo me lleva a su estudio y hablamos en privado hasta el atardecer.
—Tienes que ayudarme, Lilith —expresa triste y pensar que estaba radiante en el almuerzo.
—¿La amas? —le pregunto seria.
—Sí, la quiero a mi lado, fui un idiota en lastimarla —me toma de la mano—. Algo te pasa.
—No lo entenderías —miro al suelo.
—Ponme a prueba.
Le cuento todo lo referente a Kai desde que lo conocí hasta ahora y todo los problemas que tengo con él, ya que él no se siente lo suficiente para estar conmigo.
—Ya sabía que estabas con ese caballo desde que llegó —lo miro atónita.
—Por los dioses, Lilith ¿se te olvida que puedo leer la mente?
—No se me olvida, pero por lo menos podía eludirte...
—Eso nunca, me importas lo suficiente para cuidarte sea como sea.
—Lo sé, pero ¿cómo hago para que se sienta bien consigo mismo?
—No lo haces —lo miro mal—. Tú no eres responsable de su estabilidad emocional, si él se siente así es su problema. No tienes que dejar de ser tu misma para que él se sienta cómodo.
—En serio haces difícil que te quiera —hablo agotada
—Pero es la verdad y lo sabes.
—Bueno —miro hacia la ventana—. ¿Cuál es tu idea para recuperar a Aryana?
Él me cuenta su malévolo, pero ingenioso plan.
—¿Quieres que yo la invite?
—Sí y lo harás —me levanta y damos vueltas simulando un baile—. Quiero que esté despampanante, que todos la miren y que sientan envidia de la mujer más hermosa del universo.
—Entendí ¿sí? —lo freno, porque ya me estoy empezando a marear.
Él me suelta riéndose a carcajadas y se tira al sofá. Salgo lentamente de allí pensando cómo haré para que Aryana acepte ir al baile que organizó Cosmo. Él no es de celebrar su cumpleaños, en realidad, se la pasa en una fiesta más privada y sexual a comparación de que lo que hará este fin de semana. Creo que lo primero que tengo que hacer es conseguirle a Aryana un vestido, pero dónde. Que los dioses y Valquirias me ayuden porque creo que yo sola no podré hacerlo.
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