Laila: Una Madre

A Seth no le gustó nada que hubiese bajado sola al río y le gritó feo a la mujer trenzada. Me lastimó el brazo halándome hacia él prometiéndole que por nada del mundo anduviera sola. Bajo con él hacia el comedor. Las personas se arrodillan ante él temerosas. Nos acompañan sus soldados, están detrás de nosotros con espadas y escudos. Por cada puerta que pasamos hay guardias.

 Al llegar al comedor que es sencillo tiene una gran mesa y un ventanal que da a la aldea que pasamos cuando llegamos. Seth se sienta primero en la punta de la gran mesa y me señala que me siente a un lugar de él. En ese momento entra Irami con una mujer un poco baja que ella con una sonrisa en el rostro, el cabello recogido con una tira de tela; utiliza un vestido holgado, pero atado con una tira y carga un bolso a su costado. En cuanto me ve corre hacia a mí y se arrodilla:

—Que hermosa eres mi niña —dice la mujer de aspecto tranquilo.

—Será que te puedes comportar —la reprende Seth.

—Que patético —se mofa Irami sentándose al otro lado junto a Seth.

—Déjenme en paz —protesta la mujer—. ¿Cómo te llamas hermosura? —pregunta la mujer.

"Sobretodo hermosa" dice Irami enojada en su mente.

—Laila —le respondo a la mujer de sonrisa amigable—. ¿Y usted?

—Amira —me dice tomando mis manos—. Tienes unas manos delicadas.

 Juega con mis manos y se las lleva a su rostro.

—Espero que nos llevemos bien —se levanta y se sienta en el medio de Seth y yo.

 Entran personas con grandes bandejas de comida. El olor que desprenden es una delicia; me recuerda a las hierbas que Kenan siempre planta en el jardín. Todas las mañanas nos hacía ayudarle a recoger las frutas y verduras que había sembrado una temporada atrás. La cena transcurrió en Seth hablando con Irami sobre guardias que tenían que hacer y otras cosas que debían hacer. Amira y yo nos quedamos en silencio mientras ellos dos hablaban. La comida estaba deliciosa mucho mejor que lo Seth había casado.

"Recuerda que solo era carne que había cazado y nada más" me dice Ikal en mi mente.

 Como por mí y mi guardián que está dentro de mí, no lo he querido liberar porque a Seth no le gusta nada. Cuando la señora Amira termina se levanta de la mesa, me mira y dice:

—Si no les importa —toma un último trago de su bebida—, me llevaré a Laila conmigo para hablar sin molestarlos.

—Está bien, madre —dice Seth solemne.

 Me levanto, tomo la mano de Amira y nos vamos del comedor sin decir palabra. Ya en el corredor del castillo Amira empieza hablarme y a contestarme todas las preguntas que Seth e Irami no quisieron responder. El tramo del comedor se me hizo más corto con la señora Amira que con Seth.

 Ya adentro de mi habitación la señora Amira se tira al suelo.

—No entiendo por qué mi hijo te puso en la parte más alejada del castillo —dice tirada en el suelo—. Ven, acuéstate conmigo hay bastante espacio donde te puedes recostar.

 Me acerco a esa mujer dulce y actitud vibrante, en cierto modo me recuerda mucho a mi hermana, la extraño mucho, quisiera que estuviera conmigo.

—¿Qué tienes mi niña? —Se sienta al frente de mí— ¿Estás triste?

—No, para nada —me recompongo, no me gusta que las personas vean que puedo ser frágil.

—Vaya, a quien viniste a mentir —dice con ironía—. No te preocupes no diré nada de lo que tú me digas.

 Le cuento que extraño a mi hermana, le digo como es ella y que en cierto modo me recuerda mucho a ella.

—Entonces debe ser una fantástica niña —ladeo un poco la cabeza por la palabra tan extraña que dijo.

—¿Fantástica? Qué significa, nunca la había escuchado —le digo confundida.

—Fantástica es una persona genial, con una actitud muy especial como tu hermana Liora —responde amable.

 Hago una pequeña O con mi boca.

—¿Puedo pedirle un favor? —le pregunto suplicante.

—Claro mi niña el que tú quieras —me mira intrigada.

—¿Puedo liberar a mi guardián?

—¿Tienes un guardián? —pregunta emocionada—. Sí, sí hazlo, pero ¿no es muy grande? considerando el espacio de la habitación.

—No se preocupe —me levanto y aprieto mi collar donde está mi guardián, no el que me dio Liora. Ikal sale desbocado volando por toda la habitación posicionándose en la ventana para recorrer los alrededores—. Ni se te ocurra, Ikal.

—Pero, quiero salir de aquí —grazna frustrado.

—No le puedes decir a un ave que no vuele, no está en su naturaleza —se levanta Amira y se acerca a mi cuervo guardián —. Es un lindo cuervo el que tienes pequeña Laila.

 Acaricia a mi guardián por debajo de su pico e Ikal se deja acariciar lo que es raro porque a veces me muerde.

—¿Te gusta amiguito? —Amira toma a Ikal y se sientan en la cama.

—Sí, sí no pare —dice Ikal sin el más mínimo respeto hacia a mí.

—No es justo —digo molesta con mis brazos cruzados.

—¿Qué ocurre mi pequeña Laila? —pregunta Amira sin dejar de manosear a mi cuervo.

—Él odia que lo toquen y a usted deja que le den masajes y demás —señalo molesta.

—Lo que pasa es que ella me acaricia, en cambio tu hermana y tú me molestan cada momento para que les dé una de mis hermosas plumas —replica altanero.

—Eso no es cierto, yo no te he quitado nada —le digo molesta.

—Por favor no peleen, ustedes son una maravillosa pareja y no pueden dejar que nada les lastimen, son un equipo y que mejor que ambos para conocer las virtudes del otro —nos mira a los dos de manera amistosa. Se levanta con Ikal en brazos y me lo entrega—. Él es tu guardián y ella es tu protegida y eso nadie lo va a cambiar.

 Amira se queda otro rato con nosotros y nos explica que si quiero que Ikal esté libre tenía que estar muy cerca de mí porque los arqueros de Seth tienen la orden de disparar todo lo que se moviera en el cielo.

—Descansa mi pequeña Laila, que mañana va ser un día bastante largo.

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